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Las condiciones en que se puede educar a un chico

En un escenario con contrastes sociales cada vez más acentuados, el pedagogo Juan Carlos Tedesco advierte que debemos preguntarnos cuánta equidad es necesaria para que la escuela pueda cumplir con su función social. Y destaca que por debajo de la línea de subsistencia los cambios institucionales o pedagógicos tienen un impacto muy poco significativo sobre los resultados escolares. Esto lo lleva a sugerir que hay condiciones que configuran la educabilidad de los niños, vinculadas al desarrollo cognitivo básico y a la socialización primaria. En la investigación sobre Los programas de mejoramiento de la equidad en América latina, Claudia Jacinto y Françoise Caillods explican que “en la educación básica, todas las mediciones sobre logros de aprendizaje y desempeño educativo coinciden en señalar que los resultados están asociados al nivel socioeconómico de las familias”. Es más, las distintas evaluaciones sobre rendimiento escolar le otorgan al nivel educativo de la madre una ponderación determinante en el desempeño de los chicos en la escuela.
Uno de los intentos para paliar las desigualdades son los programas de becas de ayuda económica. El objetivo elemental es retener a los chicos dentro del sistema educativo a cambio de una ayuda económica a las familias con ingresos menores a 500 pesos mensuales. El director del Programa Nacional de Becas, Daniel Agostino, explica que se otorga un promedio anual de 120 mil becas de 600 pesos anuales (se pagan en dos cuotas), para chicos de 13 a 19 años, en función de un índice que combina cantidad de alumnos, deserción y sobreedad de los estudiantes. El programa dependiente del Ministerio de Educación de la Nación se financia con fondos del Banco Interamericano de Desarrollo y no incluye la cobertura de la Provincia de Buenos Aires, que tiene su propio programa. “En promedio no alcancemos a cubrir el 50 por ciento de la demanda. En el Noroeste y el Noreste, las regiones más pobres, se satisface el 40 por ciento mientras que en Capital o Patagonia llegamos al 70 por ciento”, dice.
Según un estudio sobre impacto del programa realizado por Educación en base a datos de la Encuesta Permanente de Hogares “entre octubre de 1997 y de 1999, en la mayoría de los aglomerados urbanos, se ha verificado un aumento importante (entre un 5 un 10 por ciento) en la proporción de jóvenes de entre 13 y 19 años de edad que asisten a la educación media o lo han completado, en los hogares del quintil más bajo de ingreso per cápita. Además, en las escuelas beneficiarias entre 1996 –antes del inicio del programa– y 1998, en 8º y 9º grados, a los que han estado dirigidas el 80 por ciento de las becas, la tasa de retención exhibe una mejora de 3,6 puntos y la de promoción de 6,2 puntos”.
“Lo nuestro sin un complemento de la mejora de vida del ingreso familiar se sostiene relativamente. No se mejora el clima, el ambiente educativo. Este año vamos a empezar a trabajar con los padres: muchas veces los chicos dejan la escuela para irse a trabajar por 15 pesos por mes”, explica Agostino.
En la provincia de Buenos Aires, que con un total de 4,3 millones de alumnos representa casi la mitad del sistema educativo del país, los últimos cinco años han mostrado un crecimiento de la pobreza y, al mismo tiempo, un aumento de la cantidad de alumnos de los sectores más postergados. Según un estudio realizado por la Dirección Provincial de Planeamiento y Evaluación de la Calidad Educativa, a cargo de María del Carmen Feijoó, “en la Provincia durante el período considerado la población bajo línea de pobreza creció más de 5 puntos porcentuales: del 29,9 en octubre de 1995 al 35,3 en mayo de 2000. En el mismo período, la población bajo línea de indigencia creció del 7,7 al 8,9 por ciento. Si se considera la población de niños y jóvenes hasta 18 años, los niveles de pobreza son sensiblemente mayores y van en aumento: mientras que en octubre de 1995, el 42, 5 pertenecía a hogares pobres –incluyendo un 12,1de indigentes–, en mayo de 2000 este indicador asciende al 50,2 con un 14,2 por ciento de indigentes”.
¿Cómo repercutió el empobrecimiento en la asistencia a la escuela? La investigación da cuenta de que “entre los niños de hogares hasta el primer decil, es decir los más pobres, el crecimiento de la asistencia al nivel inicial (preescolar) fue de 28 puntos. En el grupo de 13 a 15 años el crecimiento superó el 20 por ciento y entre los 16 y 18 años alcanzó un 14”. Feijoó destaca que “la extensión de la obligatoriedad en la sala de 5 años permitió que los niños más pobres se incorporen generándose así un efecto en términos de equidad al ponerlos en igualdad de condiciones de acceso, en relación con los niños no pobres que ya se habrían incorporado masivamente. Sucede lo mismo con los chicos de 13 a 15 años que cursan el octavo y noveno año, transformado en obligatorio. En los más grandes, la permanencia se asocia con el otorgamiento masivo de becas”.
Desde 1999, la provincia de Buenos Aires aplica un programa de becas de 100 pesos por mes orientado al segundo y tercer año del Polimodal. La cantidad total de alumnos de media supera el millón y medio. En 1999 se otorgaron 94.500 becas; en 2000, 170 mil y para este año se calculan 240 mil becas. Están orientadas a familias de ingresos inferiores a los 500 pesos pero el límite también está en la disponibilidad de recursos. La crisis económica bonaerense dilató los tiempos de pago de las becas, lo cual incide en la continuidad de los estudios de miles de alumnos.
Feijoó destaca el crecimiento de la matrícula aunque señala que “no estamos tan bien en indicadores de desempeño, repitencia y deserción”. La directora de Planeamiento bonaerense reivindica que “en este contexto de recesión, incrementar el 30 por ciento de la matrícula es extraordinario. Que me expliquen los progresistas conservadores cómo podrían aprender los chicos si no están en la escuela”. La socióloga advierte que “no podemos decir todavía de una manera científica cómo influye el contingente de chicos pobres en la escuela. No hay estudios por nivel socioeconómico. Nuestra impresión es que la escuela sigue pudiendo con los chicos más pobres: tiene la fuerza para arrastrarlos a un rendimiento razonable. Pero hay como un techo al que llega con casi todos cuando los menos pobres deberían seguir creciendo. Según nuestros estudios, los más pobres en cinco años llegan al punto de los más ricos”.
Informe: IIPE-Unesco.

 

 

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