Página/12
en Pakistán
Por
Eduardo Febbro
Desde Islamabad
¿Duros en los discursos y blandos en la acción? Luego de
que el operativo militar norteamericano se pusiera en marcha en Afganistán,
los partidos islamistas radicales de Pakistán parecen haber adoptado
un perfil bajo. Tras haber prometido el infierno si una sola bomba norteamericana
caía en Afganistán, los movimientos fundamentalistas no
son ni la sombra de lo que sus discursos dibujaban para el futuro. Conscientes
de la derrota, controlados al milímetro por el presidente o comprados
por el poder, el ala religiosa da la impresión de correr a sus
militantes para que actúen y manifiesten. Dos semanas después
de los bombardeos, el presidente Pervez Musharraf sigue en pie y la Guerra
Santa proclamada en las mezquitas y las manifestaciones no excede los
marcos individuales. En esta entrevista con el mullah Ebrahin, líder
del partido fundamentalista Djamat Islami, uno de los tres grupos radicales
más potentes de Pakistán, el jefe religioso asegura que
la Guerra Santa empezará cuando Estados Unidos invada militar
y masivamente Afganistán.
¿Qué balance saca usted de estas dos semanas de represalias
norteamericanas?
Los Estados Unidos actuaron muy mal. Los bombardeos de las últimas
semanas provocaron muchos muertos entre la población civil. Buscando
hacerse justicia, los Estados Unidos terminaron siendo responsables de
actos injustos. Los norteamericanos pretenden que les entreguen a Bin
Laden pero eso es un pretexto, no es una razón válida. Se
trata de un crimen deliberado. Es una injusticia. Cuando se ataca a un
país hay que tener razones y acá no las hay. Se carece de
todas las pruebas necesarias para implicar a Bin Laden. Estados Unidos
dicen Bin Laden es culpable y la opinión pública debe conformarse
con eso, es decir, con la palabra. Es un crimen. Considero que lo ocurrido
el 11 de setiembre en Estados Unidos es un crimen contra la humanidad,
pero atacar un país sin pruebas, apenas con sospechas, no autoriza
semejante injusticia.
La respuesta de los movimientos islamistas como el que usted dirige
está muy lejos de lo que se anunciaba, incluso de lo que le he
oído decir a usted mismo en las manifestaciones. ¿Cómo
explicar esta distancia entre la palabra y la acción? Las manifestaciones
de apoyo a los talibanes no convocan a las multitudes y la Guerra Santa
no se ve.
Siempre sigue habiendo grandes manifestaciones en Karachi, Peshawar,
Quetta e Islamabad. Lo que pasa es que al principio las marchas no estaban
bien organizadas, pero ahora, cada día, las marchas se organizan
mejor. Cada día que pasa la gente toma conciencia y se une a las
protestas. Tenemos que proteger a los talibanes, fortificar el régimen
y denunciar la actitud de Estados Unidos y la política del presidente
Musharraf. Creo que a Bush no le importa mucho ni Afganistán, ni
Bin Laden. Pienso que lo que Bush quiere es dominar y controlar a todos
los países. Por eso han catalogado a los países aliados
como amigos y a los que no lo son como enemigos. La política de
Bush consiste en estar en contra de la libertad de los países a
través del mundo. Lo único que quiere es que el mundo le
obedezca. Esa es la idea que tiene en la cabeza y esa es la razón
por la cual la guerra continúa en Afganistán.
¿Y la Guerra Santa, y todas aquellas amenazas de hacer de
Afganistán un nuevo Vietnam? ¿Usted está de acuerdo
con que los jóvenes de su partido vayan a pelear a Afganistán?
Sí, la meta es ésa pero no por el momento. Hasta ahora,
lo único que hicieron los norteamericanos es bombardear con aviones.
Los afganos esperan el despliegue terrestre y, en ese caso, van a responder
como se debe. Es obvio que si se produce una invasión terrestre
los jóvenes tienenque participar en la Guerra Santa y defender
Afganistán. Si Estados Unidos envía sus fuerzas a tierra
los afganos son perfectamente capaces de defenderse. Contra los bombardeos
no se puede hacer mucho, pero en el terreno es distinto.
Pero los norteamericanos ya entraron en el territorio afgano...
y la reacción de partidos como el suyo no se notó.
Los partidos islámicos tienen la misma meta pero nosotros
no estamos a favor de la guerra; este conflicto le fue impuesto a Pakistán
y a los partidos islámicos por Estados Unidos. Fue Washington quien
trajo la guerra y nosotros estamos obligados a responder. Si las cosas
se agravan tendremos que entrar en acción.
Según usted, ¿qué ocurrirá con este
conflicto?
Si las fuerzas terrestres entran en Afganistán caerán
derrotadas. No tengo dudas sobre ello. Los afganos no están siempre
de acuerdo con los talibán, pero si los norteamericanos invaden
masivamente el pueblo entero los apoyará. Para Estados Unidos,
Afganistán será una guerra perdida.
Ese discurso lo escuchamos todos los días y, sin embargo,
cada día Estados Unidos avanza un poco más.
No, el comando de 100 soldados que entró en Afganistán
fue derrotado. Los afganos están esperando el momento oportuno
para actuar. Lo único que temo es que Estados Unidos utilice armas
químicas o la bomba nuclear.
Concretamente, si llega a haber una invasión masiva, ¿usted
está dispuesto a movilizar a los hombres de su partido para combatir
en Afganistán?
Por el momento no vemos la necesidad de movilizar a nuestra gente,
pero en cuanto sea necesario contamos con gente dispuesta a combatir en
Afganistán.
¿Cuántos son?
Tenemos mucha gente capaz de pelear contra el poder norteamericano.
Para usted, ¿este conflicto es un enfrentamiento entre dos
civilizaciones o nada más que un conflicto geopolítico?
Es una guerra de cruzadas, un guerra doble. Por un lado hay un enfrentamiento
entre civilizaciones y, por el otro, es un antagonismo político
motivado por la decisión de Estados Unidos de remplazar a los talibanes.
Creo que hay un poco de cada cosa.
Qué le inspiran las negociaciones en curso para formar un
nuevo gobierno en Afganistán.
Cambiar un gobierno en plena guerra no es correcto. Hay que esperar
a que concluya. Las dos cosas no son posibles al mismo tiempo. Además,
no son los norteamericanos ni los paquistaníes quienes van a decidir
por los afganos el tipo de gobierno que le hace falta a Afganistán.
ATAQUES
EN ISRAEL DE TANZIM, JIHAD Y HEZBOLA
Metralla
palestina en Jerusalén Este
Medio
Oriente sigue en llamas en un momento en el que Estados Unidos tiene un
interés único en apagarlas. A partir del asesinato del ministro
de Turismo Rehavam Zeevi por parte de extremistas palestinos, se intensificaron
los enfrentamientos en los territorios autónomos. La represalia
que Israel inició hace cinco días puso en riesgo a la propia
coalición de gobierno cuyos miembros laboristas amenazaron
abandonar si el gobierno de Ariel Sharon no retira las tropas de
esos territorios. En la vereda de enfrente, los partidos de la derecha
nacionalista reunieron cerca de 80.000 personas en Jerusalén con
el lema destruir a la Autoridad Palestina y al terrorismo.
En otro día de máxima tensión, Tanzim las milicias
del movimiento de Yasser Arafat ametrallaron el asentamiento judío
de Gilo en Jerusalén Este, tras exigir que el ejército israelí
debía retirarse de la provincia de Belén. Un militante de
Jihad disparó contra transeúntes en Jerusalén y Hezbolá
atacó desde el Líbano.
Los legisladores del Partido Laborista emitieron un comunicado con el
que intentan presionar a Sharon y evitar que adopte las medidas más
agresivas que la extrema derecha reclama. Los legisladores laboristas
también recomendarían una división del gobierno de
Sharon si el gobierno de unidad nacional trata de palabra o de hecho
derrocar a la Autoridad Palestina. A pesar de la oposición tanto
interna cono externa, Sharon sostuvo que Israel seguirá deteniendo
palestinos buscados por actos de terrorismo y acusó a uno
de los órganos de seguridad palestinos de ayudar a uno de los asesinos
de Zeevi, a huir al territorio controlado por los palestinos.
El accionar de los grupos extremistas, ayer en especial la de Tanzim,
amenaza con aumentar la tensión y hacer fracasar la ofensiva diplomática
que el presidente Arafat ha desencadenado en numerosos países para
conseguir el fin a la ocupación de las tropas de Israel de las
principales ciudades autónomas de Cisjordania y el retorno a la
mesa de negociaciones.
Esta invasión de seis ciudades de Cisjordania iniciada el pasado
18 de octubre ya dejó 25 muertos de los que uno era israelí,
y alrededor de 100 heridos. El Ejército israelí ayer continuó
en los territorios autónomos y realizó una incursión
en el campamento de refugiados de Rafah, en la franja de Gaza. A la agresión
de Tanzim, que se realizó desde las calles de la población
cristiana de Beit Jala, situada frente a Gilo, se sumó un tiroteo
que tuvo lugar en Jerusalén, durante el cual un palestino hirió
a cuatro personas antes de ser abatido. La Jihad Islámica reivindicó
ese ataque en un comunicado: El mártir Yussef Mahmud Mohammad
Ayech abrió fuego contra colonos sionistas en Talpiot para vengar
a los mártires de Belén y de otras ciudades. El Hezbolá,
por su parte, atacó posiciones israelíes en la disputada
región de las Granjas de Shebaa, en la frontera libanesa-israelí,
y el estado judío respondió con ataques aéreos. Además
Ayman Halawa miembro del Hamas e incluido en la lista de buscados
de Israel murió al explotar el vehículo en el que
viajaba, en Nablus, norte de Cisjordania.
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