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La furia escénica de los desaforados de Kusturica

El cineasta bosnio presentó aquí su "The No Smoking Orchestra", en un espectáculo visceral y contagiante, que llenó de público La Trastienda. Hay tres funciones entre el sábado y el lunes próximos.

Por Pablo Plotkin

El circo ambulante del Dr. Nelle Karajilic .-he aquí un nombre más certero que el engañoso Emir Kusturica & The No Smoking Orchestra-. pasó su primer fin de semana en Buenos Aires, una ciudad que parece sentarle a la perfección. Y si bien la repentina fiebre suscitada parecía explicarse más desde cierto cholulismo alrededor de la figura del gran director bosnio (discreto guitarrista eléctrico), la experiencia en vivo de la pandilla de Sarajevo echó por tierra cualquier suspicacia respecto de sus méritos artísticos. El de la No Smoking es un espectáculo con peso propio, único en su especie, con Karajilic –cantante y performer fuera de quicio-. en el centro de una orquesta que transforma, destroza y exhuma los fantasmas de un pueblo que decide aplastar sus tragedias bajo el estruendo de una bacanal agridulce y maniática.
Ahí están, son once tipos y todos parecen pasarla muy bien, en especial cuando se enfrentan a un público que, como el del sábado y domingo en La Trastienda, los trata como improbables estrellas de rock. Porque ni siquiera Nelle, esa especie de Iggy Pop de baldío serbio (nótese que cuando interpreta "Pitbull/Terrier", encorvado, en cueros y con los ojos fuera de órbita, parece el hermano primitivo de la Iguana de "I wanna be your dog"), termina de encajar en los parámetros rockeros occidentales. Los No Smoking son trapecistas del ritmo alcoholizados. Gitanos, payasos, kosakos y punks, todo al mismo tiempo. Conscientes de las consecuencias de su posición geográfica estratégica, los artistas exprimen su condición de nexo entre Oriente y Occidente. Sonoridades griegas, klezmer, melodías de circo, música árabe, climas inspirados en los compositores italianos de cine y citas al hard rock británico.
De modo que Kusturica, silencioso mastodonte tocado con un sombrero y una camiseta de Excursionistas, es más un legitimador estético que un instrumentista decisivo. Su minimalismo en la guitarra a veces tiende a confundirse con mera incapacidad, pero parece divertirse mucho sobre el escenario, y es imposible enfrentarse a la No Smoking sin rememorar escenas de su obra cinematográfica. Alexander The Great Balaban, con sus soplidos fulminantes de tuba, podría haber formado parte de esa orquesta vertical amarrada a un árbol de Gato Negro, Gato Blanco. El tecladista Her Dralle Draugentaller es un hombrecito que usa una pequeña sombrilla de colores en la cabeza y parece esconder en el pantalón el permiso de salida de un neuropsiquiátrico. A Déjan Sparavalo, el violinista, se lo intuye más cerca de una escuela de arte vanguardista de Belgrado que de una comunidad gitana del suburbio. Mientras que Nenad Gajin Goce ("el hijo bastardo de Jimi Hendrix yGabriela Beatriz Sabatini", según el cantante) se revela como la verdadera primera guitarra del grupo.
En sus momentos de mayor desborde, la banda parece extrapolada del rodaje de una escena final de un largometraje de Kusturica, cuando las cosas terminan de desbarrancar y sólo queda tiempo para la celebración y los excesos. Entonces Nelle Karajilic baja del escenario, se sube a las mesas, recluta a alguna chica linda del público, baila, juega al depravado. De fondo, la pasmosa orquestación balcánica invita a imaginar la vida fuera de la rutina: el camino, los remolques, la fantasía gitana. Entonces Kusturica toca un par de acordes sencillos, ensaya un pequeño paso coreográfico y sonríe debajo de su sombrero.

 

 

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