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UN CASTING PARA ENCONTRAR AL TOM GREEN ARGENTINO
Mil “idiotas” intentándolo

Debido al éxito de �Jackass� y �El show de Tom Green�, MTV se decidió a buscar un �idiota� local que también entienda el ridículo.

Por Julián Gorodischer

La mano entra en la pequeña boca, quién sabe cómo, y ella se siente orgullosa de su gracia. Toda la noche esperó en la cola junto a la Facultad de Derecho para ser una de las primeras en el casting. MTV convocó idiotas para incluir en su programación, a tono con el fanatismo que despiertan Tom Green y Johnny Knoxville (de “Jackass”), los programas más vistos del canal. Y el sábado María Eugenia Bachetei, de 17, fue la primera entre los mil que respondieron al llamado. Ensayó durante toda una noche el talento que le traería la fama y la moneda: hacerse “la boa constrictora”.
Los idiotas no improvisan un número injustificado, ni son perdedores de tiempo. Lo suyo es, también, una forma de ejercer el culto a la estrella. De hecho, en la pantalla gigante Knoxville, el precursor, hace lo suyo y sus imitadores aúllan. El famoso se para frente a un paredón y recibe martillazos, pelotazos, golpes de puño y disparos de pintura en los testículos. Green y Knoxville, los idiotas de MTV, hicieron .escuela. e impusieron un manual de directivas que los discípulos deberían respetar para estar a tono: la repetición de un movimiento, un enchastre, un desnudo o una autoflagelación leve. Con lo mismo, Green escandaliza pueblos de provincia en los Estados Unidos, y Knoxville se gana el desdén de la prensa seria.
En MTV, asumen que los idiotas causaron un especial interés en la Argentina, como si los videos de Cristina Aguilera y Britney Spears no pudieran competir con el grandulón que se tira en patineta sólo para chocar contra el paredón. Después del casting masivo, el ganador local -que se decidirá el próximo viernes, por voto del público y entre cinco finalistas– no presentará videos como otras veces, sino que desplegará su .talento. en separadores o programas especiales del canal. Ese afortunado será ¡el gran idiota, uno que estará orgulloso de recibir un tortazo en la cabeza o hacerse el ahogado en la pileta de aguas verdes. Pedirá revancha al señalamiento con una certeza que, en el casting, todos comparten: si lo decidió MTV habrá que aceptarlo; ahora el idiota es cool.
A partir de esa premisa, se puede ver, en el lugar, una variedad de gamas. El extremo dice que no le teme a nada. Femo cuenta que su idiotez más grande fue escupir sangre en un recital de su banda de rock, y después engancharse el aro de su ceja con una cuerda y seguir sangrando. “Yo iba caminando por la calle –improvisa, en la cabina– y... me pegaron un tortazo”. Los huevos, la crema, la salsa roja y el chocolate (provistos por el canal para hacerlo más verídico) ahora le cubren toda la cara. Se merece el aplauso.
El creativo prefiere apelar a su fanatismo por el cine clase B para construir un personaje. Ramiro Rojas es, en otra cabina, un poseído por el Demonio, que sufre convulsiones, escupe sangre (más salsa roja) y repite: Sáquenmelo. Terminado su numerito, dice que fue apenas un poco de lo que querría haber mostrado: “Sé hacer cuatro voces distintas de endemoniados”, explica.
Los zafados eligen, en general, la pileta, uno de los espacios de este casting (junto con la rampa de skate, las cabinas y un ring de box) para desnudarse total o parcialmente. Se sabe: para Green y Knoxville fue el recurso que garantizó el más alto impacto, justo lo que se necesitaría para destacarse entre otros mil competidores. Tom Green lo hizo en el quirófano en su “Especial del cáncer” e incluso dejó que las cámaras tomaran el tumor y el testículo inflamado. En el casting local son algo más discretos, pero igualmente convocan a curiosos en círculo, que gritan Mueva, mueva... en caso de que una de las chicas se decida por un topless. Hugo pega el salto en el minitrampolín y, ya en la pileta, deja escapar el pito –como dice después, comentando el show– por un agujero en el calzoncillo. Hace como si no se diera cuenta, como si estuviera acostumbrado a ir exhibiendo por el mundo. Adrián, poco después, muestra la cola a la cámara, como si fuera una gran M (un nuevo logo), que ahora identificaría al canal de los videos musicales.
Ellos, como los golpeadores de latitas y las gemelas danzantes podrían referirse a su pasado como incomprendidos, pero prefieren pensar en las bondades del sueño americano. “Es mi oportunidad de entrar en la corporación”, dice el bailarín obeso de danza jazz. “Voy a mostrarle al mundo lo que hago”.

 

 

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