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ALFONSIN ALTERO A BRASIL PROPONIENDO IR A NEGOCIAR JUNTOS
La deuda, programa para ver de a dos

En un seminario en Brasil, el ex presidente y senador electo sugirió
que ambos países actuaran juntos en la reprogramación de sus deudas. Simetrías y asimetrías. No tuvo buena acogida.

Raúl Alfonsín saluda al diputado
Aecio Neves. Detrás, Wilian Cohen,
ex secretario de Defensa de EE.UU.

Por Claudio Scaletta

“No es una fantasía pensar que Brasil y Argentina pueden actuar conjuntamente para reprogramar el pago de sus deudas. Los dos países pueden y deben caminar juntos”, aseguró desde Brasilia Raúl Alfonsín. Así, el senador electo por la Alianza oficialista agregó un nuevo elemento a los rumores que, tras la reunión de los presidentes Fernando Henrique Cardoso y Fernando de la Rúa de principios de octubre, comenzaron a cobrar fuerza: que los dos principales socios del Mercosur analizan una reprogramación conjunta de sus explosivas deudas públicas. Sin embargo, desde Brasil el ministro de Hacienda, Pedro Malan, se apuró a negar la posibilidad. Lo mismo había hecho Domingo Cavallo en San Pablo tras el encuentro de los presidentes.
Sin embargo, las mentadas “asimetrías” macroeconómicas están dejando lugar a las “simetrías”. Ambos países poseen deudas públicas que rondan el 50 por ciento de sus respectivos productos y enfrentan severas restricciones de su crédito externo. De igual manera, las dos naciones vieron reducidos fuertemente los flujos de inversión extranjera directa (en Brasil bajaron en el último año a la mitad). Con balanzas de pagos deficitarias y significativos vencimientos de deuda, el problema que deben enfrentar ahora las dos economías es el financiamiento de los desbalances de cuenta corriente. Así, la urgencia de las nuevas simetrías desplazan a segundo plano, al menos momentáneamente, asimetrías como las del tipo de cambio. Lo que ahora urge es conseguir fondos. Pero el cambio en el contexto internacional tras los atentados del 11 de septiembre, que significó el reflujo de capitales desde las plazas emergentes a las centrales, sumó una nueva restricción a las posibilidades de financiamiento.
En el plano estrictamente regional, hacia donde parecen apuntar las declaraciones de Raúl Alfonsín, la situación Argentina sólo suma más incertidumbre. El argumento es que el largamente anunciado default local arrastrará inevitablemente la credibilidad de la región y, por ende, tendrá un duro impacto sobre Brasil. De aquí el interés de ambos países en encontrar una salida común a la crisis. El ámbito elegido por Alfonsín para lanzar en voz alta la propuesta, un seminario sobre el ALCA (Area de Libre Comercio de las Américas) organizado por el Congreso brasileño, aseguraba una segura repercusión.
El problema fue que todas las respuestas públicas fueron por la negativa. Aecio Neves, presidente de la Cámara de Diputados, aclaró lo elemental, que “el perfil de las dos deudas es totalmente diferente. Brasil no está siendo presionado por su deuda”. Sin embargo, “a Brasil no le interesa un fracaso de Argentina, debido a que las dos economías están comunicadas”, aclaró. Quien también rechazó rápida y tajantemente la propuesta del ex presidente argentino fue el ministro de Hacienda, Pedro Malan. Una renegociación conjunta no sería viable “porque las deudas son distintas en lo que se refiere a niveles y a volúmenes”, advirtió.
Efectivamente, las naturalezas de las deudas públicas de los dos países difieren cualitativamente. Aunque son similares en relación a los PIB oficiales, la mayor parte de los vencimientos que debe enfrentar Brasil son de corto plazo. De acuerdo a cifras de la Fundación Capital elaboradas en base a datos del Ministerio de Economía argentino y del Banco Central brasileño, el 86 por ciento de la deuda de Brasil –218.500 millones de dólares– vence dentro de los próximos cinco años. En Argentina, en cambio, esta proporción se reduce al 50,2 por ciento –64.000 millones–. No obstante, las principales diferencias no están aquí, sino en la moneda en que están nominados los débitos y la residencia de los acreedores. Sólo un 24 por ciento de la deuda de Brasil, frente a casi el 97 de la Argentina, está en dólares, y sólo el 19,4 por ciento, frente al 63 de la Argentina, pertenece a no residentes.
Los números muestran que, si bien Brasil tiene dificultades para financiarse con el exterior, todavía posee un importante mercado decapitales interno. Además, el hecho de que la mayor parte de la deuda esté nominada en reales –pese a que en el último año se haya registrado una dolarización creciente de parte de los papeles– y no en moneda extranjera, la vuelve más “manejable”. No obstante, el alto endeudamiento de Brasil (255 mil millones de dólares) vuelve al país igualmente susceptible al lobby del sector financiero. De aquí que frente al sólo rumor de una propuesta política que apunte a una “reestructuración conjunta”, rápidamente se alcen voces en contrario.

 

Separadas

El Premio Nobel de Economía 2000, James Heckman, auguró ayer el fracaso del Mercosur si sus socios no realizan cambios en sus principales políticas. “Creo que el Mercosur, sin tener más cambios en políticas fundamentales, probablemente no tenga un gran futuro. Si las economías siguen avanzando en forma separada, esto puede llevar a la inestabilidad”, advirtió Heckman, en una entrevista publicada en el diario uruguayo El País. El economista, docente de la Universidad de Chicago y especialista en econometría, también se manifestó pesimista con un sistema de libre flotación del peso en Argentina.

 

LA PETROLERA TOTAL, A FAVOR DE SUBA DEL CRUDO
Multis y OPEP, en sintonía

El titular del grupo francés TotalFinaElf, Thierry Desmarest, consideró que “es necesario que los países de la OPEP reduzcan su producción” para que el precio del petróleo permanezca por encima de 20 dólares el barril. El representante del segundo productor argentino de gas natural, que llegó a Buenos Aires para participar del Congreso Mundial de Energía, abogó por mantener el control de la oferta, ante una demanda deprimida que, anticipó, se mantendrá en los mismos niveles durante el año próximo. Por su parte, el presidente de la OPEP, el argelino Chakib Khelil, sostuvo que la entidad “por sí sola no puede controlar ni establecer los precios del crudo”, por lo que consideró sustancial “una discusión sobre la situación del mercado con los países productores que no integran la OPEP, en procura de una estabilización en la cotización”.
El desfile empresario por el centro de convención de la Rural resultó en una competencia por mostrar quién era más generoso con sus inversiones en Argentina:
Alfonso Cortina, titular de Repsol-YPF, se refirió a la necesidad de desarrollar un proceso de integración energética en el Cono Sur, mediante la interconexión gasífera y eléctrica entre Argentina, Chile, Bolivia, Paraguay, Uruguay y Brasil. Y destacó que “la empresa está liderando un proyecto que, por primera vez, permitirá la integración energética entre América del Sur y del Norte, con la planta de licuación de gas natural que se instalará en la costa del Pacífico y contribuirá al abastecimiento de la costa oeste de México y Estados Unidos”.
Desmarest destacó que Total resultó “el más importante inversor en Argentina en el 2001, por un monto de mil millones de dólares”.
El grupo Pérez Companc anunció inversiones por 137 millones para aumentar su presencia en el mercado local de refinación y comercialización de hidrocarburos para llegar a 420 bocas de expendio.
El titular de Petrobrás, Henri Reichstul, aseguró que durante el mes próximo quedará concretado el canje de activos con Repsol-YPF, que la llevará a constituirse como “empresa integrada” en el país.
Finalmente, el presidente de la división internacional de Electricité de France (EDF), Bo Kallstrand, aportó lo suyo, al confirmar que la firma planea agregar 1000 millones de dólares más a sus inversiones en la Argentina en los próximos meses.
En el acontecimiento paralelo al Congreso Mundial de Energía, el Foro por el Derecho a la Energía, José Rigane, titular de la Fetera-CTA, respondió a las críticas formuladas el lunes por el presidente de British Petroleum a los movimientos antiglobalización. “No alcanza con escuchar y debatir; es necesario que las empresas dejen de actuar fuera de sus casas matrices como colonizadores”, señaló en referencia a los dichos de Peter Sutherland, consignados por Página/12 en su edición de ayer.
“Si la sociedad condena a quien tiene dos éticas por inmoral, y al que tiene dos personalidades se lo califica de esquizofrénico, el derecho internacional debería tener la misma actitud con las empresas que sólo respetan la ley en sus países de origen, pero instalan en nuestra región empresas que son especies de Estado dentro de otro Estado”, remarcó Rigane. Subrayó, por otra parte, que el Foro de sindicalistas y ONG –que concluyó ayer– no se pronunció en contra de la globalización, “sino que está radicalmente en oposición a aquellos que aprovechan este sistema para enriquecerse arrojando al hambre y a la indigencia a millones de seres humanos”.

 

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