Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
KIOSCO12


La empresa deportiva que sólo hace lo que le place

Nike, la multinacional de indumentaria deportiva más poderosa del planeta, pretendería renovar su contrato de indumentaria con Boca por una suma de dinero inferior a la que venía pagándole al club.

¿Cuánto nos piensan pagar?
parece decir Riquelme.

Por Gustavo Veiga

“Just do it”, sólo hazlo, reza su eslogan. Y Nike, la multinacional de indumentaria deportiva más poderosa del planeta, lo pone en práctica con sus trabajadores desde hace años. Hace lo que le place. Como pretender renovar su contrato de indumentaria con Boca por una suma inferior a la que venía pagando, mientras continúa importando pelotas desde Pakistán gracias a los aranceles irrisorios que cobra la Aduana argentina. Enrique Martínez, el secretario de la Pequeña y Mediana Empresa del Ministerio de Economía, dijo hace un tiempo, refiriéndose a las prácticas de compañías como Nike: “Podría decirse, sin demasiado dramatismo, que lo que se está importando, es trabajo infantil”.
Un libro de aparición reciente, “No Logo”, de la canadiense Naomí Klein y publicado por editorial Paidós, denuncia con precisión de cirujano el papel de las marcas en el mundo moderno y, en esa investigación que le demandó cinco años, a Nike le dedica unas cuantas páginas.
La facturación por miles de millones de dólares le permitió hace poco a la empresa recuperar a uno de sus pesos pesado del marketing: Michael Jordan. El mismo al que, cuando le preguntaron por la mano de obra esclava explotada en China, Indonesia o Vietnam, respondió que su tarea consistía en embocar la pelota en un aro y “no hablar de política”. El basquetbolista gracias a quien, ahora, se venden a 140 dólares las camisetas de los Wizards con el número 23, el equipo que lo inscribió para jugar en la NBA.
La multinacional nacida en 1972 con un capital inicial de 1.000 dólares, es más vituperada en su propia tierra –en Oregon, Estados Unidos, donde se fundó– que en los países del tercer mundo elegidos por su dueño, Phil Knight, para instalar sus fábricas en condiciones superventajosas. Klein relata en “No Logo” que a Nike, un par de zapatillas le sale de costo unos 15 dólares y luego lo vende por entre 100 y 180 dólares. Esto sólo es posible gracias a que, en naciones como Vietnam, ha llegado a pagar apenas 1,60 dólares en concepto de salario diario.
“La biblia del movimiento antiglobalización”, como definió al libro el New York Times, contiene historias que han ido modelando la identidad de esta empresa que despierta tantos enconos entre entidades defensoras de los derechos humanos, organizaciones no gubernamentales y sindicatos en el mundo entero. Una de ellas es que las principales figuras del deporte que firmaron contratos de imagen desde los años ‘80, a menudo han sido atletas de raza negra: el propio Jordan, sus colegas Charles Barkley y Scottie Pipen y el mejor pago de todos, el golfista Tiger Woods.
Esta política de asociarse a hombres de origen afroamericano ha derivado, según Klein, en que los chicos de origen más humilde de un barrio neoyorquino como el Bronx, den hasta la vida por tener un par de zapatillas Air Jordan, que cuestan alrededor de 150 dólares. Las páginas de .No Logo. dedicadas a Nike y otras multinacionales abundan en datos que sintetizan la imposición de estilos de vida o formas de pensar sobre los consumidores. Pero, además, describen las múltiples maneras que tienen de explotar a sus empleados o de utilizar la coerción sobre instituciones a las que aportaban beneficios en metálico o en indumentaria deportiva.
El caso de Nike es paradigmático. El 28 de abril del año pasado, el presidente de la Universidad de Michigan acusó a la compañía de cancelar un convenio millonario de patrocinio de sus equipos deportivos. Según Lee Bollinger, el responsable académico, la determinación se tomó en venganza porque ese centro educativo apoyaba una petición que obligaba a la multinacional a respetar los derechos laborales de sus trabajadores en Asia.
Aunque Nike negó por entonces un pase de factura, una semana antes le había cancelado a otra universidad, la de Oregon, la entrega de 30 millones de dólares. Ambas instituciones tenían algo en común. Forman parte del Consorcio de Derechos de los Trabajadores, una organizaciónestudiantil que denuncia a las empresas estadounidenses que maltratan a su personal en Asia o América Latina.
Preocupada por la imagen que había arrojado el estudio de 4.000 casos entre empleados entrevistados por la “Global Alliance for Workers and Communities”, en marzo de este año, Nike se comprometió a mejorar las condiciones laborales de sus trabajadores en Indonesia. La investigación describía que en esa nación, la de mayor población musulmana en Asia, la compañía pagaba un dólar por día y, además, obligaba a quienes llegaban tarde a cubrir su puesto, a limpiar los sanitarios o correr alrededor de las instalaciones como castigo.
La denuncia resultó una más, entre tantas que acumula la multinacional que viste al plantel de Boca hace más de un lustro. En 1997, el New York Times reveló que las mujeres vietnamitas empleadas en la fábrica de Nike, eran expuestas al tolueno en 117 veces más de lo aconsejable para la Organización Mundial de la Salud. Pese a que Phil Knight dijo que se tomarían medidas para que “nuestros trabajadores respiren el aire más puro posible”, se repitieron centenares de casos similares.
En la página web de las Madres de Plaza de Mayo, se repudia desde hace unos años la conducta empresarial de Nike, se insta a boicotear sus productos y se transcribe una solicitada de la Unión de los Trabajadores del Calzado en la que consta un pedido a los clubes de fútbol y deportistas en general para que “no firmen contratos publicitarios con Nike y se abstengan de usar su calzado”.
La canadiense Klein, con su libro, volvió a colocar en el centro de la escena a demandas como la que levanta el sindicato argentino. Ese es, entre otros, su inestimable mérito. Aunque a Nike y a Michael Jordan estas cuestiones se les antojen pequeñas.

 


 

Sospechas en Brasil

El ministro brasileño de Deportes, Carlos Melles, reveló que el actual presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), Ricardo Teixeira, deberá dejar el cargo. “Necesitamos libertad para reestructurar la CBF”, expresó el ministro, quien sostuvo que Teixeira podría convertirse en el representante de Brasil ante la FIFA.
Una comisión especial creada en el Senado brasileño, que investiga desde hace meses a la CBF, incluido el contrato multimillonario suscripto con Nike, acusó a Teixeira de enriquecimiento ilícito, malversación de fondos, lavado de dinero y evasión fiscal, entre otros delitos.
Teixeira es el yerno de Joao Havelange, presidente de la FIFA entre 1974 y 1998, y actual miembro del organismo.

 

PRINCIPAL