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DINAR LINEAS AEREAS

LA MISION SECRETA DE CAVALLO DESATO MIL ESPECULACIONES
Juegos al borde del precipicio

La versión oficial indica que sólo fue a Estados Unidos a explicar en persona sus próximos pasos. Otra, en cambio, dice que fue a buscar plata y no la consiguió. Lo concreto es que con el misterioso viaje desató una ola de rumores: desde la dolarización hasta una amenaza de renuncia si no recibía ayuda.

Por David Cufré

Por más que su misión ya no fuera secreta, Domingo Cavallo mantuvo el hermetismo respecto a sus gestiones en Nueva York. Y nadie en el Gobierno quebró esa línea, salvo para informar que el regreso del ministro está previsto para hoy. La estrategia del silencio, sin embargo, no fue muy provechosa: ayer hubo un estallido de versiones y especulaciones de todo tipo, que conspiraron contra el objetivo de regenerar la confianza. En la city se habló con insistencia de un supuesto plan para dolarizar la economía. Se dijo que Cavallo desgranó sus ideas para devaluar y después dolarizar. Se mencionó que el ministro anticipó su renuncia si no recibe ayuda. Más allá de lo que haya de cierto o de fantasía en cada rumor, el primer saldo de la expedición del jefe de Hacienda a Estados Unidos fue un aumento de la confusión y de la ansiedad por conocer qué se trama en los círculos de poder. A su regreso, Cavallo dirá que entendieron sus explicaciones, pero no tendrá nada concreto para anunciar.
Fuentes de distintas áreas del Gobierno coincidieron en un punto. Enfatizaron en diálogo con Página/12 que “no existe un plan secreto para dolarizar”. “La desaparición del peso y el traspaso de los contratos en pesos a dólares, que es lo que comúnmente se entiende por dolarización, no va a ocurrir y nadie lo está pensando”, afirmó un integrante del equipo económico. Lo que sí puede ocurrir es que el Gobierno comience a emitir señales para demostrar que antes de devaluar, tomará el camino de la dolarización. “Durante el Efecto Tequila lo que se hizo fue dolarizar los encajes bancarios. Fue una demostración de que el Gobierno no pensaba abandonar la convertibilidad. Ahora se podría autorizar el pago de sueldos e impuestos en dólares u otras medidas en esa dirección”, agregó el hombre de Cavallo.
El objetivo del viaje a Estados Unidos fue apurar un desembolso del FMI por 1264 millones de dólares y tantear la posibilidad de que el Banco Mundial, el BID y el Departamento del Tesoro se sumen al paquete de ayuda. Según pudo establecer este diario, el ministro tenía previsto reunirse en Washington con funcionarios de esos organismos y del gobierno, pero una vez que se frustró su deseo de permanecer de incógnito, decidió cancelar esa escala. Igualmente, en Nueva York se entrevistó con el presidente de la Reserva Federal de ese estado, William McDonough, y con importantes banqueros.
Cavallo desoyó los consejos en contra de su partida y resolvió ir a ver in situ cuál es la perspectiva de Wall Street, los organismos de crédito multilaterales y el gobierno estadounidense sobre lo que ocurre en Argentina. Los sucesivos editoriales de los principales diarios de ese país, como The Washington Post, The New York Times y The Wall Street Journal, advirtiendo sobre cataclismos de todo tipo que sucederán en el país, lo convencieron de ir a explicar la visión oficial. “Fue para hacer una reflexión personal con viejos amigos”, de acuerdo a la versión oficial de Economía. Contra el pesimismo de sus anfitriones, Cavallo ratificó que mantendrá la política del Déficit Cero, negó que el canje de deuda que negocia con bancos y AFJP viole las reglas del mercado –en contra de la opinión de las calificadoras de riesgo– y detalló las próximas medidas. Quería evitar que las usinas estadounidenses le sigan sembrando el camino de rocas, dando todas las explicaciones que por ahora no se conocen en Argentina.
En su equipo, sin embargo, las opiniones sobre la conveniencia de haber realizado la misión no fueron todas favorables. El viceministro, Daniel Marx, considera que Cavallo cometió un grosero error, ya que profundizó la incertidumbre en un momento de por sí delicado, y ni siquiera podrá responder a las expectativas generadas con anuncios importantes. Marx asegura que Cavallo actuó de manera muy poco profesional, y que si quería reunirse con banqueros y funcionarios de Estados Unidos podría haber inventado cualquier excusa para viajar, en lugar de hacer el papelón de ser descubierto jugando a las escondidas.
Desde Nueva York, Cavallo dio la orden a su equipo de mantener silencio y “no cerrar ninguna negociación hasta su vuelta, ni con los bancos y AFJP, ni con los gobernadores”. En las pocas conversaciones que tuvo con Buenos Aires, el titular de Hacienda le comunicó al jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, que las negociaciones con el FMI, el Tesoro y demás organismos para reestructurar la deuda con inversores extranjeros no avanzaron demasiado. “Seguimos trabajando con la hipótesis de que el canje internacional se realizará a fin de este año o a principios del próximo”, admitieron en Economía. “No habrá anuncios de aportes de dinero extra a los ya comprometidos”, agregó otra fuente, quien en su afán por respetar las instrucciones del ministro de bajar las expectativas para su regreso, dijo que “el viaje se podría calificar como una meditación personal de Cavallo con viejos amigos”.
El desconcierto no fue sólo en Economía y en los mercados financieros. La ministra de Trabajo, Patricia Bullrich, sostuvo que “el secreto es una estrategia lógica que un Gobierno debe tener cuando debe solucionar problemas difíciles”. Y concluyó: “Cuando el viaje tuvo que ser secreto lo fue, y cuando hubo que comunicarlo a la gente, se lo comunicó”. Así de claro están las cosas.

 

Encuesta default

En Estados Unidos cada vez son más los inversores que piensan que la Argentina caerá en cesación de pagos. Así lo reveló una encuesta realizado por la agencia Reuters, según el cual el 47 por ciento de los entrevistados concluyeron en que Domingo Cavallo no podrá cumplir con los servicios de la deuda. En contraposición, en la Argentina, los pesimistas apenas suman el 13 por ciento de los encuestados. El economista estadounidense Charles Calomiris se volvió a anotar entre los pesimistas. Dijo que el incumplimiento de pagos es sólo una cuestión de tiempo. “Cada vez que Argentina llega al borde del incumplimiento, van y consiguen un par de miles de millones de dólares adicionales del FMI. Pero esta vez no creo que nadie crea que cualquier cosa que no sea una gran garantía inmediata o la compra de bonos por miles de millones de dólares marque una diferencia”, estimó. Entre los financistas de Wall Street sospechan que existe un 70 por ciento de probabilidades de que la Argentina deje de pagar su deuda el próximo año. En cambio, el porcentaje cae al 24 por ciento en la Argentina. “La probabilidad de incumplimiento es muy baja y tendría que ocurrir una catástrofe muy grande para que esto ocurra”, dijo Orlando Ferreres. Por su parte, y de acuerdo a la línea de la última campaña electoral del radicalismo, el secretario de Hacienda de la ciudad de Buenos Aires, Miguel Angel Pesce, aseguró que el Gobierno debe reprogramar los vencimientos de la deuda.

 

El mercado, en una nebulosa

La incertidumbre generada por la falta de anuncios sobre las nuevas medidas económicas fue ayer la principal característica de los mercados financieros. Las acciones perdieron el 0,2 por ciento y el riesgo país trepó hasta los 1728 puntos. No obstante la generalizada incertidumbre, las acciones mostraron cierta volatilidad por las versiones de compra del Bansud por parte del Banco Galicia, lo que no impidió que el índice Merval de los principales papeles baje un 0,2 por ciento. Los bonos, en tanto, perdieron el 1,3 por ciento impulsando el alza del riesgo país que cerró, de acuerdo al indicador EMBI+ del JP Morgan, en los 1728 puntos básicos, 28 por encima de la víspera. El volumen de transacciones estuvo en línea con las últimas sesiones. Las acciones sumaron 10,9 millones de pesos y los bonos 9,7 millones.
En tanto, las tasas interbancarias se mantuvieron dentro de los rangos del día anterior. En pesos, se operó a 7 por ciento y en dólares al 4 por ciento, en ambos casos por 24 horas. El dólar para el comercio exterior estará hoy a 1,0572 peso. Las bolsas de referencia, en cambio, tuvieron un comportamiento alcista. En Wall Street, el Nasdaq de las firmas tecnológicas cerró 1,59 por ciento arriba, en el cuarto ascenso del indicador de las últimas cinco sesiones, mientras que el Dow Jones de las principales firmas industriales cerró con una suba de apenas 0,1 por ciento.

 

CARDOSO AFIRMO QUE DE LA RUA NO ELIMINARA EL PESO
“No quiere la dolarización”

El presidente de Brasil, Fernando Henrique Cardoso, se pronunció en contra de una posible dolarización de la economía argentina. Mientras el viaje de incógnito de Domingo Cavallo aumentó la incertidumbre interna y arreciaron con fuerza las versiones de adopción de la divisa estadounidense, desde Brasil, preocupado por el destino del Mercosur, Cardoso se manifestó contra esta alternativa. Y lo hizo por primera vez en forma pública y contundente. “Ni el propio presidente Fernando de la Rúa quiere la dolarización”, enfatizó el mandatario, ya que esto significaría “abandonar definitivamente toda posibilidad de hacer política monetaria”, explicitó.
En declaraciones radiales, Henrique Cardoso señaló que “por lo menos, en las conversaciones que tuvimos, De la Rúa nunca se manifestó favorable a la dolarización”. Además, la misma actitud fue defendida “por el ex presidente Raúl Alfonsín, con quien hablé hace dos días y que también se expresó totalmente contrario a la dolarización”, afirmó Cardoso.
Según el mandatario brasileño, De la Rúa le comentó que “en la práctica, la economía argentina está altamente dolarizada”, por eso “él quiere evitar que la moneda nacional sea sustituida por el dólar. ¿Por qué? Porque, al dolarizar, el país pierde su política monetaria, pierde la emisión de moneda y la capacidad de poder tomar una serie de decisiones, quedando dependiente del Banco Central estadounidense”, explicó. Paralelamente, “tampoco es seguro que la Reserva Federal esté dispuesta a ser el prestador de última instancia del sistema bancario argentino”, advirtió.
Cardoso destacó también la inviabilidad de la dolarización en una economía del tamaño de la Argentina. Así, la dolarización “es muy complicada para un país de las dimensiones de la Argentina, que es un país industrializado, grande y complejo”. Además, si bien “los argentinos tampoco quieren la dolarización”, pues “están asistiendo a un proceso complejo pero con la política de mantener el uno por uno del peso con el dólar”.
Para Brasil una dolarización de la economía argentina sería una forma de poner fin a los objetivos declarados del Mercosur, tales como la convergencia macroeconómica y la posibilidad de llegar a una moneda común. Precisamente, una de las metas que se destacaron en la conferencia de prensa conjunta que, tras la reunión de los presidentes, brindaron los ministros de economía de los dos países, Domingo Cavallo y Pedro Malán, fue la adopción “en el mediano plazo” de una moneda común. Es claro que una dolarización de la Argentina rompería con la consecución de este objetivo que sería el resultado final del proceso de integración económica.
Respecto a los distintos tipos de cambio que coexisten en el Mercosur, Cardoso señaló que no hay reparos en que cada país posea su propio sistema. Para reafirmar estos conceptos puso como ejemplos otras experiencias de integración, como el Nafta y la Unión Europea. No obstante, Cardoso ponderó las virtudes de la flotación “sucia” que utiliza Brasil, pues mientras que las variaciones en la cotización de la moneda se mostraron “más aptas para hacer frente a las turbulencias y para atacar a la indexación”, las “pequeñas intervenciones” del Banco Central evitaron “el aumento especulativo del dólar”.
Por último el jefe de gobierno brasileño señaló que “la política cambiaria no puede estar mudando al sabor de las circunstancias, porque las mudanzas siempre tienen efectos muy complicados”.

 


 

ESTRATEGICO PAPEL DE LA RESERVA FEDERAL DE NY
Una vacuna anticorrida

Por Julio Nudler

Si la dolarización figuró entre los propósitos de la encriptada misión de Domingo Cavallo en Estados Unidos, la entrevista que mantuvo con William McDonough, del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, debía lógicamente ocupar un lugar clave en su agenda. Contra lo que pueda pensarse, el FRBofNY no es sólo una banca central de ámbito regional interno, sino la responsable de importantes operaciones internacionales y el nexo primario con el Sistema de la Reserva Federal, conducido por Alan Greenspan. Además de intervenir en los mercados de divisas para regular la cotización del dólar, coordinándose a menudo con bancos centrales de otros países, opera para éstos como agente fiscal en Estados Unidos. En este sentido, les presta servicios varios, entre ellos la compraventa de moneda y de bonos del Tesoro y la custodia de reservas por casi 800 mil millones de dólares (seis veces la deuda argentina de capital).
A Economía le resulta funcional que el público crea en la dolarización como una salida de emergencia porque, en ese caso, temerá menos por sus depósitos en el sistema bancario local y no tenderá a retirarlos. En la medida en que presagien una devaluación, los ahorristas sentirán temor a que sus cuentas se vean afectadas por alguna forma de punción, que el Gobierno aplicaría para salvar a los bancos ante la insolvencia de sus deudores. En este sentido, la expectativa de una dolarización obra como una vacuna anticorrida.
En cualquier caso, la administración De la Rúa tiene todas las puntas abiertas, y la abolición del peso es una de ellas. Once días después del desastroso 14 de octubre, no hay paquete de medidas ni acuerdo con las provincias ni canje con bancos y AFJP ni ninguna otra medida. El Gobierno está en esa situación que los ajedrecistas conocen con la voz alemana Zugzwang: tener que mover una pieza pero no poder hacerlo sin arriesgar el jaque mate.
Si la movida fuera efectivamente una dolarización no unilateral, la Argentina insistiría en que Estados Unidos la compense por la pérdida del señoreaje (intereses ganados) que sufrirá al convertir con sus reservas de dólares toda la base monetaria en pesos. La idea, que ya fue discutida con McDonough, es que la Reserva Federal le tome a la Argentina un bono cupón cero (sin renta), que Buenos Aires emitiría para recibir a cambio una masa de maniobra en dólares.
Esta operación sería inobjetable para los banqueros centrales norteamericanos porque los dólares emitidos contra ese papel argentino no afectarían el programa monetario de Estados Unidos, ni las tasas de interés ni el balance de pagos, ya que estarían destinados a dotar de reservas al BCRA. De todas formas, la dolarización de los países latinoamericanos sigue suscitando aprensión en Norteamérica porque puede generar presiones externas sobre la estrategia de la Fed. Sin embargo, la dolarización sería un paso facilitador en dirección del ALCA y, para Estados Unidos, un modo de mantener a raya el avance de la Unión Europea.
Fuentes consultadas en Washington sugirieron otros dos probables temas en la agenda del ministro de Economía. Uno es la obtención de enhancements (garantías) para un nuevo canje de deuda con los acreedores externos, adicionales a las concedidas por el FMI. El otro, de muy diferente naturaleza, la coordinación con David Mulford, del CSFB, de una posición en común ante las acusaciones lanzadas contra ellos tras la concertación del costosísimo megacanje.

 


 

Internas en Buenos Aires y en
Washington por la deuda argentina

Por Claudio Zlotnik

Antes de viajar a Nueva York, Domingo Cavallo no ocultó su fastidio frente a los banqueros. Según el ministro, las entidades financieras le están jugando en contra y se resisten a bajar las tasas de interés. Los bancos, dueños también de las AFJP, no quieren perder rentabilidad y se amparan en la advertencia realizada por la calificadora de riesgo Standard & Poor’s para negarse a efectuar una reprogramación de la deuda a costos más bajos. La reacción de Cavallo marca una notable diferencia con la actitud de su segundo, Daniel Marx. El viceministro prefiere moverse siempre más cercano a la posición de los financistas. Pero esta interna respecto del canje de la deuda no es exclusiva del Palacio de Hacienda. En el gobierno de los Estados Unidos también hay diferentes opiniones sobre el caso argentino.
u Interna en Buenos Aires
Hay dos posiciones bien delimitadas. El asesor Horacio Liendo es quien mejor llegada tiene a Domingo Cavallo y diseñó el tramo local del nuevo canje de la deuda. Del otro lado, figura Daniel Marx, más conciliador con la posición de los bancos. La estrategia de Liendo consistió en forzar una drástica baja de los costos de la deuda para habilitar un importante ahorro para el fisco y así cumplir con el Déficit Cero. Cavallo está convencido de que los acreedores locales (bancos y AFJP) también deben hacer su aporte y sacrificar rentabilidad. Hasta la sorpresiva partida del ministro, esa estrategia parecía condenada al fracaso. Las entidades se resisten a ver menguadas sus abultadas ganancias –a cambio proponen capitalizar los intereses y de esa manera postergar pagos– y la calificadora S&P amenazó con evaluar a la Argentina con la nota default. Una interna similar ocurrió con el ruinoso megacanje de mediados de año.
u Interna en Estados Unidos
Así como en el Ministerio de Economía existen diferencias, en Washington también existen internas políticas alrededor del tema de la deuda argentina. En Estados Unidos, las discrepancias se dan entre el Departamento del Tesoro y la Casa Blanca. Cavallo, conocedor de esta circunstancia, reclamó a sus amigos de Nueva York que lo ayuden a ganarse el respaldo del ala más dura de Washington. En ese sentido, no fue casual que el mediterráneo buscara refugio en su amigo David Mulford, del Credit Suisse First Boston, y en la Reserva Federal de Nueva York, una de las entidades que más sigue de cerca el “caso argentino”. Para el Tesoro americano, los inversores saben que corren un riesgo cuando adquieren títulos de deuda de países emergentes en el mercado. Y que los altos rendimientos que ofrecen esos bonos son consecuencia del importante grado de incobrabilidad que tienen. Paul O’Neill, secretario del Tesoro, se pronunció a favor de esa postura en más de una oportunidad. Por tal motivo, el funcionario es reacio a los salvatajes. En cambio, O’Neill se mostró a favor de que la Argentina reestructure su deuda de manera de aliviar los vencimientos con una quita y lograr un crecimiento “sostenible” de la economía. En base a esa tesis, en el último acuerdo con el Fondo Monetario se incluyeron, en principio, 3000 millones de dólares para reestructurar los pasivos de manera “amistosa”.
De todas maneras, este no es el único argumento que se escucha en Washington. Según pudo averiguar Página/12, el ala política de la administración Bush estaría de acuerdo con hacer lo posible para evitar colapsos económicos en los países aliados. En medio de la guerra, el gobierno republicano no quiere que una profundización de la crisis en la Argentina se propague hacia Brasil, regionalizando las turbulencias. En la negociación anterior con el Tesoro y el FMI, la decisión política de la Casa Blanca fue determinante para concretar los desembolsos. Lo que no significa que esta vez vaya a ocurrir lo mismo. Aun los funcionarios mejor predispuestos de Washington tienen en cuenta que una ayuda monetaria a la Argentina podría desencadenar una ola de reclamos de otros países aliados, como Turquía.

 

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