Por Fernando Cibeira
No puede resultar extraño
que el presidente Fernando de la Rúa haya designado como ministro
de Desarrollo Social a Daniel Sartor. El sucesor de Juan Pablo Cafiero
tiene bien aprendido el discurso oficial: no sólo no se cansa de
repetir expresiones como eficientización, reestructuración,
desburocratizar o déficit cero sino que
no se le escucha una queja sobre el recorte presupuestario del 75 por
ciento que se le aplicará en este trimestre. Dice que se pueden
conseguir más recursos haciendo más efectivo el gasto y
eliminando estructuras políticas. Y que todo lo que ahorre lo volcará
a la ayuda social. Los programas son del Gobierno, no de los ministros,
repite, en la tibia crítica que desliza hacia a sus antecesores
porque en esto también asumió el discurso oficial
no es hora de peleas internas sino de trabajar.
Unas horas después de la jura, Fino Sartor atiende
a Página/12 en su antiguo despacho de viceministro que, piensa,
podría seguir siendo su lugar de trabajo porque es lo suficientemente
grande. En las paredes sólo hay dos fotos, la de De la Rúa
y la del gobernador de Río Negro, Pablo Verani, su principal sostén
político. En los sillones, conversan sus colaboradores más
cercanos y quienes se acercaron a saludarlo, como el intendente de Cipolletti,
el frentista Julio Arriaga. Lo de Fino, a Sartor le quedó
de cuando era chico porque si bien nadie puede verlo gordo, ya no es tan
flaco como para merecer el apodo. De 40 años, la altura y el pelo
lacio le permiten conservar algo del aire del campeón juvenil de
rally que supo ser. Mientras responde a las preguntas, el flamante ministro
toma de un mate extrañamente sponsoreado por un supermercado aunque
enseguida lo cambia por un austero vaso de agua.
Además de que le pregunten sobre otros funcionarios, también
lo fastidia que le hablen de aquel accidente de Raúl Alfonsín
en el que iba manejando la camioneta que volcó. Lo mejor
es hablar sólo cuando hay algo para anunciar, si no la gente se
ilusiona, dice.
Juan Pablo Cafiero renunció por la poda del presupuesto,
¿cómo va a hacer para que el ministerio siga funcionando
normalmente?
Primero quiero decir que no es tiempo de diagnósticos, sino
de trabajar fuertemente. Tenemos en mente llevar adelante una importante
reducción de las estructuras políticas. Lo otro es optimizar
los recursos, unificar planes. Para eso queremos sostener a las autoridades
sociales provinciales que están trabajando muy bien, también
buscaremos organizar políticas sociales con las ONG. Hay programas
de otros ministerios que se pueden tomar, hay muchas superposiciones.
Pongamos el ejemplo de la tercera edad. Los tiene este ministerio, el
PAMI, las provincias, los municipios y las ONG. Hay que articular ese
esfuerzo para evitar las superposiciones y ocuparse de los ancianos que
están fuera del sistema.
¿Eso no se contradice con la idea de repartir un ingreso
único universal en el que está trabajando Patricia Bullrich?
Me parece bien que se ponga en marcha, lo importante es que existan
los recursos. La sociedad no permite más anuncios, hay que llevar
soluciones. Hay que llevar beneficios a toda esa franja de la población
a la que no llegan recursos.
¿Pero qué sucede con el presupuesto de Desarrollo
Social?
Se ha mandado una cuota inferior pero eso no nos tiene que extrañar
porque el Gobierno ha decidido mantener una política de déficit
cero y lo que se distribuye está en relación con lo que
se recauda. Ahora será la Jefatura de Gabinete la que decida cómo
se redistribuye lo que falta de acuerdo a los recursos con que se cuente.
Pero la gran pelea la tendremos que dar cuando se discuta el presupuesto
del 2002.
Cafiero dijo que debido al recorte no podía seguir distribuyendo
los planes según lo previsto para el último trimestre.
Los programas no son de ningún ministro, son del Gobierno
y seguirán. Buscaremos recursos de donde sea. Por ejemplo, hay
programas de financiamiento internacional que vamos a poner en marcha.
¿Y qué opina de la decisión de Cafiero de renunciar?
Es una actitud personal. No quiero opinar.
¿En qué quedó la idea de unificar los planes
sociales en una agencia?
Concentrar los programas sociales es la función de este ministerio,
de eso hablamos con el Presidente cuando me designó. Vamos a presentar
el diagnóstico que hagamos en el gabinete y después decidirá
el Presidente cuál será el área que centralice todo.
¿Pero hay que entender que la Agencia Social quedó
en la nada?
La verdad que no sé. Lo resolverá el Presidente.
En su momento, el entorno de De la Rúa criticó a Cafiero
por haber viajado a General Mosconi a dar soluciones a los reclamos piqueteros,
¿cuál sería su posición en una situación
similar?
En ese momento yo era ministro en Río Negro, así que
mucho no seguí el caso. A mí lo que me interesa es que cuando
surja un conflicto, siempre que no esté politizado, nos agarre
adentro y nos involucre. Para eso hay que estar encima de los problemas.
Desde el entorno de De la Rúa criticaban al ministerio por
no haber reducido su plantel de contratados. ¿Usted cuando habla
de reducir estructuras políticas quiere decir que va a echar gente?
Eso no lo sé porque todavía se está estudiando.
Lo único que puedo decir es que un contrato mal dado, pueden ser
tres o cuatro beneficiarios menos. Esto no se negocia. Por ejemplo, en
la primera gestión de Verani teníamos nada más que
dos ministerios y tres secretarías.
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