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POSTERGARON LAS NEGOCIACIONES POR LA AUSENCIA DE CAVALLO
Víctimas de los tiempos oficiales

Estaban reunidos en el CFI y Colombo dijo que no podía ir. Ante el escándalo que armaron, Colombo fue a pedir una impasse.

El gobernador del Chaco, Angel Rozas, tiene una de las posiciones más duras entre los radicales.

Por Diego Schurman

En ausencia, Domingo Cavallo estuvo más presente que nunca. Su viaje fue la excusa que ayer utilizó Chrystian Colombo ante las gobernadores para dilatar las tratativas. Pero también fue motivo de especulaciones entre los mandatarios provinciales, oficialistas y de la oposición, sobre la continuidad del ministro de Economía en el cargo. De lo que menos se habló con el jefe de Gabinete fue de la coparticipación, el motivo que en rigor los había reunido.
La jornada no arrancó de la mejor manera. Los gobernadores se cansaron de esperar a Colombo en el Consejo Federal de Inversiones (CFI). Todos interpretaron que el Gobierno no tenía nada para ofrecer.
Algunos mandatarios amenazaron entonces con dar un portazo. Pero la mayoría consideró peor retornar a sus provincias, después de una semana de ausencia, con las manos vacías. Otra fue la evaluación de Carlos Ruckauf, el único gobernador de un distrito grande que se ausentó. El bonaerense estaba en camino al CFI cuando le avisaron que Colombo no iría.
Desde la Jefatura de Gabinete se dio una interpretación distinta de las marchas y contramarchas. “Colombo participaba de la asunción de Sartor. Finalmente, cuando se vio todo el show que estaban armando los gobernadores, hizo el gesto de ir por la tarde para demostrar que no hubo un desplante”, dijeron a Página/12 desde sus oficinas.
Más allá de las justificaciones, alrededor de las 17 apareció Colombo en el CFI, pero para pedir un cuarto intermedio hasta hoy al mediodía. Argumentó la necesidad de esperar el retorno de Cavallo de los Estados Unidos, a donde viajó el lunes en secreto.
El ministro de Economía negocia a contra reloj una ayuda económica. Pero las conversaciones de los gobernadores no rondaron sobre el futuro de esa gestión ante la Reserva Federal de Nueva York y el Tesoro de Estados Unidos sino sobre la suerte del propio Cavallo, a quien –aseguraron por lo bajo–no les gustaría tener sentado hoy en la mesa de negociaciones.
“Quizás lo desplacen cuando pase el default. El tema es quién lo va a reemplazar, porque son pocos los que quieren ser el Jesús Rodríguez de De la Rúa”, señaló un conspicuo gobernador del PJ. Hacía un paralelo con el ex ministro de Alfonsín, quien dio muestras de su militancia radical asumiendo el cargo cuando la hiperinflación se mostraba incontrolable.
Algunos buscaron llevar agua para su molino y aseguraron que la nueva caída de la sesión del Congreso, donde se planeaba quitarse los poderes especiales a Cavallo, fue un ardid pergeñado desde el propio justicialismo “para no aparecer como responsables” de una eventual renuncia del ministro. “Si no, le estábamos regalando una excusa”, dijeron. En las tertulias se mencionó que uno de sus reemplazantes podría ser el propio Colombo.
En la media hora que el funcionario compartió con los mandatarios hubo algunos minutos dedicados al tema que los reunió: la coparticipación. El frente de los gobernadores pareció quebrarse cuando algunos aliancistas mostraron vocación acuerdista y hasta uno de ellos, el rionegrino Pablo Verani (que ahora tiene un hombre propio como Ministro de Desarrollo Social, Daniel Sartor), vaticinó que hoy será un día clave de las negociaciones. Una apreciación que, por ejemplo, no era coincidente con la de Aníbal Ibarra, jefe de Gobierno porteño.
En el PJ, por su parte, insisten en que no tienen asegurado cobrar el piso de 1364 millones de la coparticipación y que quieren sí o sí una “homologación” judicial de ese compromiso. El pedido surgió del santacruceño Néstor Kirchner luego del incumplimiento oficial de pactos anteriores.
Los mandatarios justicialistas de todos modos hacen valer su peso específico (son 14 en total). Y especulan que, más allá de la posibilidad de que los radicales arriben a un acuerdo, sin ellos el presidente Fernando De la Rúa “no tendrá la gobernabilidad asegurada”. Hasta anoche,en una cena que los reunió en la Casa de Tucumán de la Capital Federal, mantenían esa postura inflexible.

 

OPINION
Por Mariano Ciafardini *

Ideas contra el dislate

Se puede unir Cancillería con Salud Pública? Los dos ministerios tienen puntos de contacto, pero juntarlos sería un dislate. ¿Y unir el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos con el de Educación, como lo sugieren algunos en estos días? Sería un dislate igual. Sólo hay un argumento a favor, y es histórico: que antes estaban juntos. Sin embargo, esa combinación de funciones se basaba en ideas positivistas de principios del siglo que encontraban alguna correlación entre la supuesta “resocialización” carcelaria a cargo del Ministerio de Justicia y la “socialización” mediante la educación. Está claro ya hoy que el papel de la cárcel es, en el mejor de los casos, el de contención.
También está claro que el rol del Estado de afianzar la justicia no pasa principalmente por el manejo de la administración penitenciaria, sino que éste es simplemente uno de los eslabones de un sistema mucho más complejo, el sistema penal. En él, el rol de la policía como preventora del delito o como investigadora a las órdenes del Ministerio Público es fundamental para evitar la impunidad. La celeridad y seriedad de las formas de la realización de los juicios son la única garantía de la seguridad jurídica. Los delitos complejos necesitan una gran articulación entre la actividad de las fuerzas de seguridad y el desempeño de la fiscalía y los tribunales penales para ser investigados con eficacia. Y el delito “común” requiere de estrategias y planes de prevención que reduzcan la escandalosa cantidad de hechos que tiene atiborrados tanto a las comisarías como a las fiscalías, a los tribunales y a las cárceles.
Este es el peor momento para hablar de cambios en las estructuras institucionales sin un proceso de debate más profundo. Si igual quieren realizarse modificaciones, convendría descartar un criterio exclusivamente presupuestarista. Y si la integración de diversas áreas es imprescindible, hay mejores salidas que unir Justicia con Educación. Por ejemplo, incorporar al Ministerio de Justicia la Secretaría de Seguridad, actualmente en el Ministerio del Interior. Habría que incluir, también, a la actual Secretaría de Lucha contra el Narcotráfico, separándola de la función de prevención de la drogadicción que nunca debería haber salido del área del Ce.Na.Re.So., en el ámbito del Ministerio de Salud. De ese modo podría prestarse ayuda a las provincias cuando sea necesario articular acciones con los ministerios públicos y las policías provinciales. Y brindarles la información necesaria, además de cooperar en las estrategias de prevención del delito simple y el delito complejo y el funcionamiento de la justicia penal, de la no penal y de los medios alternativos de resolución de conflictos.
No olvidemos que actualmente están dentro del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos la Oficina Anticorrupción y la Unidad de Investigaciones Financieras contra el lavado de dinero, y la Secretaría de Política Criminal que lleva adelante la investigación estadística criminológica y dirige desde el Ministerio de Justicia el Plan Nacional de Prevención del Delito Urbano que ya está empezando a dar resultados en varios distritos.
Así, el Estado ganaría una ventaja: controlará el ejercicio del poder punitivo y la política de prevención y seguridad y mantendrá funcionando bajo su “paraguas” a la Subsecretaría de Derechos Humanos. Si se les sumara el Instituto Contra la Discriminación, la nueva estructura aseguraría al mismo tiempo la legalidad y los límites garantistas de estas políticas tan delicadas.

* Secretario de Política Criminal. Ministerio de Justicia y Derechos Humanos.

 

 

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