Por Gabriel A.
Uriarte
Desde
Washington DC
No puedo garantizar que
el correo sea seguro. Era una declaración sorprendente viniendo
del director de ese correo, Jack Potter. Eso, al menos, fue lo que pensaron
sus colegas en la Casa Blanca, quienes se apuraron a informar a los medios
que el correo es abrumadoramente seguro. Pero las acciones
del gobierno demuestran que Potter no está de ningún modo
en falsa escuadra. El Departamento de Salud logró ayer que la farmacéutica
Bayer bajara el precio de su antibiótico Ciprofloxin de 1,77 dólares
a 95 centavos por cápsula, precio que regirá de inmediato
para la compra por el gobierno de antibióticos para tratar a 10
millones de personas (sus reservas actuales sólo bastan para dos
millones). Potter, de su lado, ordenó que se suministraran guantes
y máscaras a todos sus empleados, quienes están cada vez
más nerviosos por sus dos colegas muertos por ántrax, los
dos infectados y los cinco expuestos a esa bacteria que ya se registraron
en Washington DC y Nueva Jersey. Esta ansiedad fue la que impulsó
ayer el testeo de 7000 trabajadores postales en Manhattan, horas antes
de que se confirmara de que una segunda persona en el New York Post de
Rupert Murdoch estaba infectada con ántrax.
La noticia, sin embargo, no tuvo demasiado impacto. Excepto, claro, en
los empleados postales de la ciudad en cuestión. Son los únicos
que quedan. Sus colegas en Washington y Nueva Jersey ya fueron examinados,
evacuados en algunos casos, y tratados con el antibiótico Cipro.
Semanas antes se tomaron las mismas precauciones con quienes entraron
en contacto con la carta ántrax enviada a American Media en el
estado de Florida, que causó las primeras infecciones y la primera
muerte, y donde ayer se confirmaron esporas de ántrax en una cuarta
oficina de correos. Pero Nueva York recibió casi la mitad de las
cartas-ántrax registradas hasta ahora enviadas al New York Times,
el New York Post y las cadenas CBS y NBC, pero ni sus empleados
ni sus centros de correo fueron testeados. Estamos preocupados,
estamos nerviosos, tenemos que estarlo porque dos de nuestros compañeros
están muertos, enfatizó William Smith, presidente
del sindicato de empleados postales de Nueva York.
Pero las autoridades hacen todo lo posible para no extender a Nueva York
una crisis que ya detuvo las operaciones del correo en Washington. Argumentan
que no hay evidencias de que el ántrax usado en Nueva York haya
estado aerosolizado, es decir molido al punto en que puede
ser respirado y causar ántrax pulmonar, el más letal y el
responsable de todas las muertes hasta el momento. Sin embargo, ese había
sido el mismo argumento usado por los Centros de Control de Enfermedades
(CDC) para no evacuar la central de correo en Washington luego de que
se descubriera un sobre con ántrax en el Senado, con resultados
conocidos. En lo que probablemente será un modelo para nuevos casos
limitados de cartas-ántrax, se acordó realizar exámenes
médicos al azar y suministrar, preventivamente, Cipro para alrededor
de 7000 empleados en seis instalaciones, entre las de Rockefeller Center
y Times Square. Esto aplacó a los empleados postales, pero abre
un nuevo dilema para el gobierno: el suministro de Cipro, y otros medicamentos.
El problema es que el Cipro no es sustituible. En teoría hay otros
antibióticos igualmente efectivos contra el ántrax, tales
como la penicilina, pero en Nueva Jersey y Nueva York ya se notó
que este antibiótico no pareció impedir algunas de las infecciones.
Al mismo tiempo, el Cipro está bajo el control de una sola empresa,
la Bayer. Aun ahora que bajó el precio, la producción, al
estar concentrada en una compañía, no es fácil de
expandir rápidamente, algo preocupante dado eluso creciente de
Cipro en tratamientos preventivos (profilácticos).
Al mismo tiempo, el Cipro bien puede fallar en erradicar por completo
al ántrax: bacterias pasivas podrían activarse más
tarde y causar una nueva infección. Ayer se propuso agregar la
vacunación al tratamiento. Médicamente es una buena idea.
Pero en cualquier otro sentido le crea innumerables nuevos problemas al
gobierno norteamericano.
La vacuna contra el ántrax existe desde más de diez años,
y fue usada para inocular a todos los soldados enviados al Golfo en 1990-91.
Pero sus efectos secundarios fueron parecen haber sido muy dañinos.
Una investigación llevada a cabo por el Congreso reveló
que un 85 por ciento de los vacunados sufrieron fuertes efectos secundarios.
Y, según asociaciones de veteranos, entre el 10 y el 15 por ciento
de estos efectos fueron tan destructivos que tuvieron que darles la descarga
médica. Como con el Cipro, la vacuna está monopolizada por
una compañía, Bioport en Michigan, que bloqueó la
investigación de vacunas menos dañinas. Y el stock actual
(propiedad del Pentágono) no puede ser usado porque legalmente
está en cuarentena por los efectos en los veteranos del Golfo.
En suma, Estados Unidos deberá desarrollar y poner en producción
masiva una vacuna totalmente nueva, lo que tomará tiempo. Así,
los costos del Cipro se multiplicarán dado habrá que acumular
inventarios muy en exceso de los requerimientos actuales para las personas
donde el ántrax sobrevivió el tratamiento inicial. El director
del correo, ni cualquier otro funcionario, pueden ofrecer garantías
de que Estados Unidos está a salvo del ántrax.
VUELVE
LA PRODUCCION DE VACUNAS CONTRA LA ENFERMEDAD
El peligro Nº 2, la viruela
Por Charlotte Denny
Desde Londres
El gobierno norteamericano está
por permitir que, en la búsqueda por una nueva vacuna contra la
viruela, los laboratorios aceleren las pruebas de seguridad, lo que demuestra
que Washington se está preparando para un ataque biológico
de gran escala. Esta semana el secretario de Salud norteamericano, Tommy
Thompson, pidió al Congreso 500 millones de dólares para
producir la cantidad suficiente de esa vacuna para que cada estadounidense
sepa que de ser necesario tendrá una dosis con su nombre.
Mientras la Administración Bush se prepara para más ataques
biológicos luego de los casos de ántrax que ya mataron a
tres personas, Thompson preguntó a las compañías
líderes si pueden tener las vacunas listas para fin del año
próximo. Por lo general, hay un período de largos años
para que las nuevas drogas sean testeadas rigurosamente.
Los inspectores de la industria dicen que Washington está preparado
para dejar que las empresas reduzcan a doce meses los estudios clínicos.
El gobierno prometió la protección legal de las compañías.
Si van a poner estas cosas en seres humanos sin la duración
normal, necesitan seguro, dijo un ejecutivo de la industria. Ninguna
compañía americana ha hecho vacunas contra la viruela desde
los años 80 y la mayoría deberá empezar de cero.
La vacunación contra la viruela terminó luego de que la
enfermedad fuera erradicada en la década del 70, pero los expertos
temen que pueda ser usada como un arma altamente contagiosa y letal.
Acambis, la compañía inglesa que desarrolló una nueva
vacuna para esa enfermedad, dijo que espera que se completen las pruebas
de seguridad de 18 meses. Nunca se ha visto algo así en la
historia del desarrollo de las vacunas, sostuvo el vicepresidente
de Acambis, Thomas Monath, en una comisión del Senado. Monath afirmó
que ninguna empresa privada aseguraría a una compañía
para vacunar a cientos de millones de personas por un producto disponible
en tiempo récord. Acambis planea comenzar ensayos humanos para
determinar la seguridad de la vacuna contra la viruela a comienzos del
año próximo.
* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Giselle Cohen.
|