Por Eduardo Febbro
Desde Peshawar
A pesar de que todos los buscaron
en cada rincón del Nieshtar Hall de Peshawar, nadie vio a ningún
representante moderado del régimen talibán acudir
a la conferencia sobre la paz y la unidad nacional de Afganistán
organizada por los movimientos monárquicos y tradicionalistas en
el exilio. La cumbre inició ayer su primera jornada de cesiones
poniendo a la aún invisible ala moderada del régimen talibán
en el centro de las conjeturas políticas. Cerca de 1000 jefes tribales,
eruditos del Islam y representantes políticos de distintas tendencias
acudieron a lo que fue la primera manifestación pública
de envergadura de la oposición afgana. A falta de poder arrojar
resultados concretos y sin la presencia de los talibanes, la conferencia
tiene el mérito de introducir una dinámica política
en un contexto donde, hasta ahora, sólo repercutían las
bombas. La cita convocada por el Frente Nacional Islámico de Afganistán,
NIFA, puso de relieve la diversidad de las corrientes existentes en el
gran arco de la sensibilidad afgana. El líder de la NIFA, Sayed
Ahmad Gailani, pronunció un dramático discurso de apertura
señalando que Afganistán está hundido en la
fase más critica de su historia. El líder político
que lanzó la idea de esta reunión pidió con fuerza
que cesen las operaciones militares para que se pueda comenzar a
trabajar en la reconstrucción del país lo más pronto
posible.
La víspera de la cumbre consagrada enteramente al futuro político
del país, la participación o no del sector moderado
o aceptable de la milicia fundamentalista que reina en Kabul
ocupó todas las expectativas. Ya empezada la reunión, su
ausencia suscitó un llamado lanzado por el mismo Gailani quien
estimó que los talibanes que están de acuerdo con
nuestras ideas sobre la paz y un gobierno amplio deberían ponerse
a trabajar inmediatamente. Según Gailani, la cooperación
de las talibanes puede considerarse como importante y fructuosa.
La frase suena a llamado desesperado más que a invitación
al diálogo. Durante este primer día de debates se hizo obvio
que los talibanes, moderados o duros, son un interlocutor inevitable del
drama afgano. Con ellos lo peor está ocurriendo, sin ellos lo peor
puede continuar. Si la hipotética presencia de los hombres más
aceptables de la milicia radical fue tan importante se debe a la estructura
misma del poder religioso ejercido por el líder talibán
Mohammad Omar. Monolítico, secreto, impenetrable. Si el sector
aceptable del poder talibán se hubiese acercado a Peshawar
ello hubiese significado una fisura en la estructura de poder, fisura
tanto más profunda cuando que equivaldría a que, al menos
un segmento del sistema talibán, acepta discutir en plena guerra
sobre la formación del futuro gobierno afgano que debe reemplazar
al poder actual. Entre rumores y especulaciones, el buen talibán
no pisó el suelo de Peshawar y, si vino, nadie lo identificó.
Uno de los escollos que traban la credibilidad de las negociaciones actuales
reside en que nadie sabe muy bien quién es moderado y quién
no. De manera general, los expertos locales explican que el talibán
moderado son aquella que encarnan la tendencia nacionalista del movimiento
en oposición a la línea internacionalista defendida por
los dos pesos pesados del régimen, el molah Mohammad Omar y Ben
Laden. Hace unos días, el mismo presidente pakistaní Pervez
Musharraf reconocía que contaba con escasas informaciones sobre
esa tendencia nacionalista de los talibán:No puedo precisar
quienes son esos elementos moderados, dijo Musharraf. Aunque no
resulte serio, la cuestión es central en el inestable y multifacético
y multiétnico enredo afgano. Francesc Vendrell, representante especial
de la ONU en Afganistán, fue el primero en pronunciar la palabra
moderado. Un mes después, de visita en Pakistán,
el secretario de Estado norteamericano Colin Powell y el presidente Musharraf
incluyeron el término en su propio vocabulario aceptando que esos
talibanes moderados se integraran a las negociaciones sobre
el porvenir de Afganistán. El detalle es trascendente por cuanto
implica que EE. UU aceptó públicamente la opción
política defendida por Pakistán, es decir, un gobierno con
los talibanes reciclados en moderados.
La reunión debía convocar a todos los sectores del país
pero lo más decisivos no se desplazaron. Ni la Alianza del Norte
ni el ex rey Shah estuvieron representados oficialmente. Los intereses
políticos de cada sector quedaron de manifiesto en la cumbre afgana.
Lo esencial fue dicho por el líder de la NIFA. Gailani pidió
la formación de un consejo provisorio de 120 miembros presidido
por el ex rey Mohammed Zaher Sha mostrando así el camino consensual
ideado por Islamabad: un rey que vuelve del exilio presidiendo un gobierno
dominado por la etnia mayoritaria, los pachtun, es decir los talibanes.
HABLA
UN EXPERTO DEL CENTRO DE ESTUDIO AFGANO DE PESHAWAR
La única solución pasa por el
rey Shah
Por E.F.
Desde
Peshawar
El profesor Hanin es una de
las personalidades afganas más respetadas dentro y fuera de su
país. Director del Centro de Estudios Afganos de Peshawar, el profesor
Hanin apoya la línea monárquica del ex rey Shah. En esta
entrevista con Página/12, el profesor Hanin hace un balance de
la cumbre de la oposición y explica por qué un rey exiliado
puede ser repentinamente la figura central del proceso de reconstrucción
política de Afganistán.
Todos los que estaban invitados a la gran cumbre afgana no vinieron,
sobre todo los interlocutores de peso como la Alianza del Norte y los
llamados talibanes moderados. Usted juzga no obstante que esta reunión
fue positiva.
Lograr que el rey vuelva a jugar un papel político en Afganistán
era tan complicado que el hecho de que Pakistán haya aceptado ya
es un gran progreso. La idea sobre la cual se basó esta reunión
era precisamente esa, es decir, que el rey Shah sea el federador del próximo
gobierno. Los países vecinos pretendían elegir por nosotros
el próximo régimen y no aceptaban la presencia del rey.
Pretendían tener una suerte de poder a su medida. Pero el rey Shah
viene a romper esa lógica de intromisión. Luego de los atentados
del 11 de septiembre, el presidente Musharraf apoyó a EE.UU. y
ni Bush ni Musharraf querían que el rey se entrometiera en sus
planes. Lo que pasa hoy es una evolución. El proceso cambió
profundamente. Antes del 11 de septiembre el gobierno talibán se
apoyaba en Pakistán, era su más fiel aliado. Pero eso también
cambió y el régimen talibán se encuentra muy debilitado.
El ala moderada de los talibanes, ¿existe realmente o es
un invento de EE.UU. y Pakistán?
Creo que tenemos que dividir a los talibanes en tres categorías.
Primero están los talibanes que nacieron en Afganistán y
a los que se los puede considerar como afganos. La segunda categoría
es la de los talibanes que estudiaron en las escuelas coránicas
de Pakistán. La tercera son los talibanes extranjeros, los árabes,
los pendjabis. Arabia Saudita controla y financia a los talibanes extranjeros.
El caso de Bin Laden nos muestra cuán importante es el papel que
juegan los talibanes extranjeros. En el seno de esos tres sectores existen
talibanes moderados pero el problema es que no tienen ningún poder,
ninguna autoridad.
Se tiene la impresión de que el rey Shah fue sacado por arte
de magia como una carta política. Acaso tiene el poder real de
federar una unión nacional.
El pueblo afgano quiere al rey porque el rey es la opción
de la paz. La gente está harta de la guerra y de la influencia
de los países extranjeros. Pero el rey no resuelve todo, es preciso
que la ONU intervenga para garantizar la seguridad. Cuando el rey ocupó
el poder, los ministros de su gabinete representaban a todas las etnias
de Afganistán. Hoy, la gente está muy preocupada por el
reemplazo de los talibanes. En 1992, cuando el Ejército Rojo se
retiró de Afganistán, la Alianza del Norte no dejó
un gran recuerdo de su gobierno. Los mujaidines cometieron muchos errores
y generaron demasiada violencia. Por otra parte, la política de
EE.UU. hacia Afganistán siempre fue negativa. Los afganos no saben
a quién encomendarse. Esa es la razón por la cual el rey
es central.
MOTIVOS
DE UN RETRASO EN LA OPERACION BRITANICA
El Golfo empieza a resquebrajarse
Por Richard Norton-Taylor
Desde
Londres
Gran Bretaña retardó
un anuncio por polémico: el de desplegar tropas propias para las
operaciones terrestres en Afganistán. El retraso se debió
a las crecientes tensiones internas en los estados del Golfo, según
pudo saber este diario. Ayer se esperaba ansiosamente que el secretario
de Defensa inglés, Geoff Hoon, les comunicara a los congresistas
la decisión de comprometer tropas propias, incluso comandos de
la marina británica, a la ofensiva militar en Afganistán.
La dilatación del aviso fue interpretada como el resultado de desacuerdos
entre los jefes del Estado Mayor conjunto o entre ellos y Hoon.
A pesar de esto, fuentes del área de defensa insistieron en que
no era esa la causa. Otras fuentes del gobierno británico dijeron
que la postergación se debe a consideraciones diplomáticas:
la necesidad de tener en cuenta las diversas susceptibilidades de los
países musulmanes, incluyendo a Omán. Hoon volará
hacia Omán esta noche para visitar a más de 20 mil soldados
británicos que toman parte en un extenso plan de ejercicios militares
allí: el proyecto Saif Sareea (espada veloz). En tales maniobras
también participan portaaviones HMS Illustrorious y HMS Ocean,
con una brigada marina de casi 1200 comandos a bordo. Entretanto, se supone
que el secretario de Defensa no anunciará que las tropas se quedarán
en la región hasta que no haya conversado con el gobierno omaní.
Por lo tanto, la declaración se espera para mañana o para
el lunes. Pero Omán y Kuwait donde están estacionados
Tornados de la Fuerza Aérea británica están
preocupados por la reacción que pueda tener el amplio mundo musulmán
a cualquier conspiración debida a que ellos aceptaron prestar bases
terrestres a Estados Unidos o Gran Bretaña para el ataque contra
Afganistán. Semanas atrás, Estados Unidos se enfureció
con Arabia Saudita cuando rechazó que utilice su territorio como
base de apoyo.
Tanto Hoon como el almirante Michael Boyce, jefe del Estado Mayor británico,
aclararon que algunas tropas se quedarán en la región para
las operaciones terrestres en Afganistán de los próximos
meses. Una opción consistiría en adaptar el HMS Illustrious
en una plataforma de aterrizaje para helicópteros, inclusive los
Chinooks y los Reyes de Mar (Sea Kings). El capitán
de esos portaaviones, Charles Style, dijo ayer que sus barcos estaban
altamente preparados para cualquier acción que se les pida.
Y agregó: Estamos listos para responder a cualquier pedido
del secretario de Estado. Entretanto, el ministerio de Defensa informó
ayer que uno de los soldados británicos en Omán murió
en un accidente en la ruta: el señalero Bob Grattan, de 18 años,
murió tras un choque de tres vehículos militares y otros
cuatro soldados resultaron gravemente heridos.
Traducción: Verónica Gago.
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