Por Cristian Alarcón
Javier Villanueva, un hombre
de 24 años, preso el último domingo por manejar un auto
robado, se sentó ante el fiscal Oscar Acevedo todavía temblando,
después de una sesión de torturas. Acevedo le preguntó
si había sufrido apremios en la comisaría de Villa Centenario,
donde había estado preso. Pero el supuesto ladrón de autos
no quiso saber nada, se mantuvo mudo y atemorizado en su silla. El fiscal
abrió entonces una investigación de oficio. Las marcas en
el cuerpo de Acevedo eran demasiadas y tenía laceraciones en las
manos. Recién cuando el detenido fue revisado por un médico
que determinó que las marcas eran producto de la aplicación
de corriente, reconoció que lo habían sometido a 220 voltios
con un cable en la oficina de judiciales de la comisaría. En la
requisa al lugar ese instrumento de tortura, casi antiguo, apareció
allí donde el torturado indicó que estaba. Era, según
el propio Jefe de la Departamental, le contó ayer a Página/12,
el cable con el que hacía unos días un hombre se había
suicidado colgándose. Desde la madrugada del martes los nueve policías
que estaban de guardia, incluido el subcomisario, están presos.
Ayer la noticia surgió de a poco. A partir de un dato surgido de
una fuente judicial este diario se comunicó con una persona de
la seccional 7ª, ubicada en la calle B. Lavieja 199. Después
de varias preguntas, contestadas con la negativa, este diario insistió:
¿Pero entonces ustedes no tuvieron ningún problema
judicial?. Toco madera, pero por ahora no, dijo el funcionario
que se identificó como el inspector Ricardo González. Pero
la suerte de los hombres de la séptima no era tal. El domingo 21
alrededor de las cuatro de la tarde un patrullero persiguió al
hombre que manejaba un Chevrolet Corsa y consiguió agarrarlo. Detenido,
fue llevado hasta la comisaría de Villa Centenario. El dueño
del Corsa llegó al lugar, reconoció su vehículo,
y también a quien se lo había robado. El fiscal Acevedo
dispuso entonces la detención de Javier Villanueva, un hombre de
24 años, que según las fuentes policiales tiene antecedentes
por robo calificado y por robo de automotores, pero nunca había
pasado por la 7ª.
Hasta allí el procedimiento de los bonaerenses había estado
de maravillas. Recuperaron un auto y tenían un ladrón más
tras las rejas. Pero según la información que ayer terminó
de hacerse pública, hubo afán investigativo extra. Según
el relato que finalmente Villanueva hizo ante el fiscal, lo llevaron a
la oficina de Judiciales, el lugar donde suele tomarse declaración
y donde además hay armarios en los que se guardan las pruebas de
las causas para luego remitirlas a las Unidades Funcionales de Investigación.
En una de las gavetas había un cable y según el denunciante
sería el utilizado para producirle las torturas, le dijo
a este diario el comisario inspector Daniel Rago, jefe de la Departamental
Lomas de Zamora. Ayer el fiscal confirmó que inició la investigación
cuando un médico, al revisar el cuerpo de Villanueva, determinó
que las marcas que tenía eran producto de la aplicación
de corriente eléctrica. Por eso anoche estaban por tomar declaración
indagatoria a nueve policías de la seccional. Y además la
Departamental decidió intervenir la comisaría y trasladar
a los 30 efectivos que revistaban allí.
Las agencias de noticias hablan del hallazgo de una picana le
dijo Página/12 al jefe policial.
Lo que antes era picana era un aparatito usado con voltaje, y al
que se le podía poner mayor o menor voltaje. Este es un cable con
el que se ahorcó otra persona y que por eso estaba en el sitio.
¿Y cómo es que se tortura usando un cable?
Conectándolo a otro cable o a enchufes. En este caso se pueden
hacer pericias, si se encuentra tejido en los extremos es una carga muy
importante para probar un hecho como el que acá habría ocurrido.
María del Carmen Verdú, de la Coordinadora Contra la Represión
Policial e Institucional, Correpi, le dijo ayer a este diario que hacía
un tiempo que no detectábamos torturas con cables. Lo
que nos describen últimamente son adaptaciones de los aparatos
de defensa personal quevenden en Estados Unidos que pueden ser preparados
para subir el voltaje, explicó. Lo cierto es que Lomas de
Zamora es el distrito que lidera el ranking de la tortura en la provincia
de Buenos Aires. Mario Coriolano, el Defensor de Casación bonaerense,
jefe de los defensores, recordó ayer a Página/12 que en
el último año y medio fueron denunciados más de 700
casos en la provincia de Buenos Aires y que 123 de ellos corresponden
a Lomas de Zamora. A ello se le suman los 800 casos de apremios a menores
denunciados por la Suprema Corte Bonaerense. Es bajísimo el porcentaje
de casos registrados que han sido denunciados por las propias víctimas.
Son en general los defensores, de adultos o menores, los que dan cuenta
de las marcas en el cuerpo que deja la violencia uniformada.
LA
FAMILIA DE VILLA TESEI MURIO MIENTRAS DORMIA
Con una lluvia de puñaladas
Los mataron mientras dormían.
Según la investigación judicial y el resultado de las autopsias
realizadas a la familia encontrada muerta en Villa Tesei, el matrimonio
y la hija recibieron entre 13 y 25 puñaladas cuando descansaban
la noche del 1º o 2 de octubre. Mientras tanto, continúa la
búsqueda del principal sospechoso, un remisero que trabajaba para
el padre de la familia.
El fiscal de Morón José Andrés De los Santos caratuló
el caso como triple homicidio calificado por ensañamiento
y alevosía, un delito que se castiga con reclusión
perpetua. De acuerdo con las autopsias, Omar Quiroga habría recibido
25 puñaladas; su mujer, Gladys Emilse Luchiardi, 18; y su hija
María Belén, 13 heridas. La cantidad de puñaladas
señala el ensañamiento y el hecho de que las víctimas
estuvieran dormidas marca la alevosía, explicaron fuentes
de la investigación.
Los investigadores sostienen que al menos dos personas tuvieron que participar
en el crimen y que una de ellas era conocida de las víctimas. Además,
las hipótesis están orientadas a que el móvil del
asesinato tendría que ver con una disputa económica. Podría
tratarse, por ejemplo, de una venganza por una deuda. En un principio,
los expertos descartaron la idea de un robo.
Los homicidas tomaron la precaución de borrar huellas y hasta
lavaron distintos sectores de la vivienda para no dejar rastros,
señalaron fuentes de la investigación. Sin embargo, en los
procedimientos se secuestraron tres cuchillos rotos, con los que se habría
cometido el delito. También había manchas de sangre en varios
lugares de la casa.
Voceros judiciales comentaron que un grupo de psiquiatras y psicólogos
está elaborando un perfil del sospechoso. Según dichos de
conocidos de las víctimas, uno de los remiseros que trabajaba para
Omar Quiroga había estado en el patio de la casa cavando un pozo.
Cuando fue consultado por una vecina, respondió que estaba haciendo
una changuita para el jefe de la familia. La Policía allanó
la casa del chofer, conocido como Chelo, pero no lo encontró. Lo
que sí pudo hallarse cerca de la estación de trenes de Lanús
fue el auto Peugeot 504 con el que trabajaba.
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