Por Diego Schurman
Ya no son arrebatos. Ni chicanas
de campaña. Desde ayer, el justicialismo plantea institucionalmente
la posibilidad de una renuncia de Fernando de la Rúa. El diputado
cordobés Eduardo Di Cola presentó un proyecto para modificar
la Ley de Acefalía argumentando que en medio de la crisis nadie
descarta el alejamiento del Presidente. El emisario de José
Manuel de la Sota fue tan contundente como Carlos Ruckauf. Hay que
armar un acuerdo para que este muchacho (el Presidente) gobierne o deje
de gobernar, dijo a Página/12 el mandatario bonaerense. Un
gobierno como este que no gobierna, ¿no es acaso el peor escenario
posible para el país?, se sumó en nombre de Carlos
Reutemann el vicegobernador santafesino Marcelo Muniagurria.
El proyecto de Di Cola propone que, en caso de que el Presidente renunciara,
se convoque a elecciones con el sistema de Ley de Lemas. Este régimen
permite presentar a los partidos un número ilimitados de candidatos.
El ganador es el postulante que reúne más votos dentro del
partido que cosecha las mayores adhesiones.
Según la actual Ley de Acefalía, si hoy De la Rúa
diera un paso al costado y teniendo en cuenta que no hay vicepresidente,
una asamblea legislativa debe elegir un sucesor entre los gobernadores,
diputados o senadores para completar el mandato presidencial hasta el
2003.
Para el representante de De la Sota, su iniciativa ofrece una ventaja
comparativa:
Ante la crisis, quien
asuma con el mecanismo actual lo hará debilitado: si el elegido
es de la Alianza tendrá menos poder que De la Rúa, y si
es del PJ no se respetará la voluntad del electorado que eligió
como Presidente a un hombre de la Alianza.
Apelar a la Ley de Lemas
no sólo posibilitará que asuma un nuevo gobierno con el
consenso de los votos de la gente sino que, además, evitará
que los precandidatos pierdan tiempo en internas partidarias.
Ante la ola de especulaciones, el diputado buscó limitar la responsabilidad
de la aventura. Fue una idea mía, señaló.
Incluso otro legislador cordobés, como Teodoro Funes, tomó
distancia del proyecto. Esto no ayuda en estos momentos, dijo
a este diario..
Pero pocos creían en la Casa Rosada de la inocencia del gobernador
De la Sota. Recordaron cómo Carlos Menem, y también su ministros,
se desligaba de las presentaciones judiciales que realizaban los ultramenemistas
para habilitar la re-reelección.
La iniciativa aparece como el broche de una semana aciaga para el gobierno:
Cavallo regresó con
las manos vacías de Estados Unidos
Las negociaciones con los gobernadores
por las deudas de la coparticipación volvieron a fracasar.
Radicales y frepasistas presentaron
un documento en el que ponen en duda la gobernabilidad.
De todos modos, el sugestivo proyecto no es el epílogo de la avanzada
justicialista. De a poco las voces se van sumando. El miércoles
el sindicalista Luis Barrionuevo pidió la renuncia de De la Rúa.
Lo hizo en un acto que compartió con los jefe de las dos CGT, Hugo
Moyano y Rodolfo Daer, y el senador electo Eduardo Duhalde.
El gastronómico intentó arrepentirse ayer y enseguida muchos
imaginaron la mano de Ruckauf, su actual jefe político. Es que
hasta ayer el gobernador no quería aparecer públicamente,
ni siquiera a través de sus socios electorales, como un desestabilizador
o según sus propias palabras como la voz del
apocalipsis.
Sin embargo, tras la frustrada negociación por las deudas de la
coparticipación que el Gobierno mantiene con las provincias, se
salió de madre. Creo que avanzar sobre la renuncia del Presidente
no sería más quealimentar una situación caótica.
¿Se imaginan esperar 90 días más para tener otro
presidente?, arrancó.
Pero, claro atizó ante Página/12, el Presidente
debe gobernar o dejar de gobernar. No puede entrar y salir. Le tiene que
poner las espuelas a los ministros, cumplir su rol, o irse.
El gobernador de Buenos Aires centró su furia en Cavallo. Es que
horas atrás, durante el encuentro en el Consejo Federal de Inversiones,
había mantenido un altercado con el ministro que estuvo a punto
de terminar en un soberano intercambio de insultos.
Al menos en ese punto hubo coincidencias plenas con el santacruceño
Néstor Kirchner, otro de los gobernadores que evalúa una
salida anticipada del Presidente, pero que hace tareas de precalentamiento
calificando de talibán de mercado al ministro de Economía.
Al gobernador sureño le sobraron insultos y estuvo a punto de ir
a los golpes con Cavallo (ver página 7).
Claro que no solamente delasotistas y ruckaufistas evalúan escenarios
de cambio forzado de gobierno. Empujados por la crisis, también
lo hacen -aunque con mayor sigilo Eduardo Duhalde y Carlos Reutemann,
los otros dos presidenciables del PJ.
Los discursos del senador electo suelen estar ornamentados por la palabras
caos y anarquía. Hace poco al bonaerense le preguntaron
qué sobreviene al caos y la anarquía. Y, sin vueltas, aseguró
que, si aún con ese estado de situación no hay cambio de
rumbo, De la Rúa deberá dejar su lugar a quien se anime
a cambiar el modelo.
En esa línea también se expresó Muniagurria, el vicegobernador
de Santa Fe. Hay un nivel de inacción increíble. El
problema es netamente político. Este gobierno, a lo sumo, da la
imagen de muchas bicicletas con ciclistas para no caerse, cuando en verdad
hay que pedalear para actuar y cambiar
¿Y si no hay cambios? le preguntó este diario.
Se deteriora todo... y quién sabe... Estamos esperando que
el gobierno gobierne. El drama es que no pasa nada. Ese es el drama. Estamos
sin gobierno.
Claves
En medio de la conmoción
y la reacción que produjeron en el Gobierno las declaraciones
de Luis Barrionuevo, sobre que el Presidente debería
dar un paso al costado, el diputado Eduardo Di Cola, peronista
y ligado a José de la Sota, presentó un proyecto para
modificar la ley de acefalía de la Nación.
La maniobra es la cristalización
de lo que piensa gran parte del peronismo, más allá
de sus deseos: que Fernando de la Rúa puede no culminar su
mandato, ante la profundización de la crisis económica
y su creciente debilidad política.
Desde el Gobierno, aprovecharon
el blanco fácil que entienden es Barrionuevo,
y salió a refutarlo la mitad del gabinete.
Tal vehemencia generó,
una vez más, un efecto bumerán: fue el propio Gobierno
quien hizo crecer el tema e instalarlo con más fuerza.
El fracaso de las negociaciones
provincias-Nación y de la gira de Cavallo por EE.UU. contribuyó
a enrarecer aun más el clima de la víspera.
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EDUARDO
DI COLA HABLA DEL PROYECTO QUE PRESENTO
Una hipótesis de trabajo
Por Santiago Rodríguez
Juró y perjuró
que con José ni siquiera he hablado esta semana, pero
Eduardo Di Cola es uno de los hombres de José Manuel de la Sota
en Diputados y cuesta creer que no le haya avisado que presentaría
un proyecto de acefalía que contempla la sucesión de Fernando
de la Rúa. En diálogo con Página/12, Di Cola aseguró
que ni él, ni el gobernador cordobés, alientan la renuncia
del Presidente y explicó que lo mejor que le puede pasar
al justicialismo y a cualquiera de los candidatos con aspiraciones es
que este Gobierno termine su mandato. Pero también advirtió
sobre la falta de liderazgo de De la Rúa y consideró
que por el camino que va se dirige hacia una encerrona de la cual
le va a costar cada vez más salir.
¿Por qué presentó el proyecto en este momento?
Uno no desea que las circunstancias de acefalía sucedan,
pero la obligación de previsibilidad nos indica que debemos tener
todos los marcos legales para una salida institucional adecuada en caso
de acefalía normal, correcta y corta posible. Así como el
vicepresidente en su momento se fue, pegando un portazo a los diez meses,
hoy nadie puede descartar la idea, aunque sea remota, de que De la Rúa
renuncie. Explicado en otros términos se podría comparar
al siguiente hecho: que yo legisle para castigar y prever la posibilidad
de un homicidio, no quiere decir que uno está impulsando que haya
asesinos, sino previendo una situación.
¿Cree realmente que una posible renuncia de De la Rúa
es remota?
Aspiro a que lo sea, pero depende de la propia Alianza y del propio
De la Rúa. Depende de la racionalidad que sean capaces de ponerle
a una circunstancia tan crítica. Fíjese que al ministro
de Economía, al que se lo está cuestionando tan seriamente
desde la propia Alianza, está negociando entre otras cosas con
los acreedores internacionales y con los gobernadores en nombre del Gobierno;
me pregunto con qué autoridad puede hacerlo si desde la propia
alianza gobernante se lo deslegitima.
O sea que, según su visión, si De la Rúa sigue
en el camino que va, la posibilidad de que termine renunciando es cada
vez mayor.
Por el camino que va se dirige hacia una encerrona de la cual le
va a costar cada vez más salir porque a las circunstancias hay
que agregarle la falta de liderazgo que De la Rúa está manifestando.
Salir de este camino es una responsabilidad que le toca a De la Rúa
y a la Alianza.
¿Habló con De la Sota del proyecto antes de presentarlo?
No, no, absolutamente; con José ni siquiera he hablado esta
semana porque ha estado metido con la negociación entre el Gobierno
y las provincias. Sé que algunos han tratado de vincularlo, pero
lo desmiento totalmente porque De la Sota ni sabe que he presentado esto.
Además, De la Sota, al igual que todos los gobernadores, yo y el
justicialismo en general, salvo algunas voces discordantes que pueden
haber y no hacen más que interpretar lo que la gente dice en la
calle, estamos haciendo un esfuerzo supremo para no obstaculizar el desarrollo
de este gobierno. Lo que este gobierno ha tenido de la oposición
no lo ha tenido ningún otro.
Ahora si la hipótesis de acefalía se diera y se implementara
el mecanismo que usted propone, está claro que De la Sota sería
candidato.
Bueno, esa será una decisión que tomará cada
uno de los que aspiran a ser presidente. Según la actual Ley de
acefalía asume un senador, un diputado o un gobernador que debe
terminar el mandato, pero en el marco de la crisis institucional y económica
considero que quien asuma en esas condiciones no tendría el poder
ni la legitimidad suficientes para enderezar el rumbo. Por eso propongo
que quien asuma lo haga provisoriamente y convoque a elecciones en 90
días, pero como ese plazo puede ser insuficiente para los partidos
propongo la ley de lemas por única vez. No estoy de acuerdo con
ese sistema, pero sería la única manera de destrabar la
situación si se diera.
¿Por qué no está de acuerdo con la ley de lemas?
La ley de lemas desestructura lo que son los partidos y transforma
a cada uno de los lemas en un partido en sí mismo vinculado exclusivamente
a los proyectos personales.
En el propio bloque del PJ señalaron que el proyecto es una
jugada personal suya. ¿Cree que tendrá éxito en el
Congreso?
Todo depende de la hipótesis que se plantea de gravedad institucional.
Cuanto menos va a tener la acogida de una hipótesis de trabajo.
Sabe también que su proyecto es leído ya como una
avanzada del delasotismo con miras a la presidencia.
Quien haga esa lectura se equivoca. Lo mejor que le puede pasar
al justicialismo en general y a cualquiera de los candidatos con aspiraciones
es que este gobierno termine su mandato.
En
el Gobierno ven una confabulación peronista
Por Fernando Cibeira
A esta altura de la indefinición,
en Gobierno ya son varios los que piensan que, más que un compás
de espera, lo que le sucede al presidente Fernando de la Rúa con
su nuevo gabinete es que no sabe bien qué señal dar. Si
es más radicalismo como en el caso del ministro de Desarrollo
Social, Daniel Sartor, o más delarruismo como sería
el ascenso de Hernán Lombardi, si dará una señal
de achicamiento como podría ser con la unificación
de Educación y Justicia o creará más ministerios
como hará con la nueva cartera de Turismo, Cultura y Deportes.
Las dudas sirvieron para profundizar el clima de incertidumbre creado
por el fracaso de la gestión de Domingo Cavallo en Estados Unidos
y el nuevo traspié en la negociación con los gobernadores.
En medio del desconcierto, el Gobierno encontró una soga de la
que agarrarse en las declaraciones del senador y gastronómico Luis
Barrionuevo, que le pidió a De la Rúa que dé un paso
al costado. Aunque se supone que son sus aliados, no hay nada mejor que
un sindicalista gordo en momentos en que se necesita un enemigo.
La pelea con Barrionuevo y sus adláteres fue magnificada por el
Gobierno que vio en las declaraciones del sindicalista y el apoyo que
recibió de Eduardo Duhalde toda una movida opositora contra la
gobernabilidad. Es una confabulación peronista: se quieren
mostrar como los únicos que pueden gobernar el país,
explicaba un vocero. En el entorno del Presidente no aceptaban como atenuante
la baja credibilidad que podría tener Barrionuevo entre la gente,
a esta altura ya acostumbrada a sus memorables declaraciones. Es
un senador electo y en Estados Unidos eso tiene su valor, agregaba
el vocero.
Entre los más contentos por el flamante enemigo estaba la ministra
de Trabajo, Patricia Bullrich. Insistentemente, las versiones que recorrieron
Gobierno las últimas semanas mencionaban a Bullrich como segura
candidata a emigrar de su puesto debido a su relación cortada con
el sindicalismo gordo. Se suponía que luego de la derrota
electoral, De la Rúa buscaría una de las patas de la gobernabilidad
en los jefes de la CGT, siempre dispuestos a sentarse a negociar con el
Gobierno.
Incluso, en un asado, el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, les aseguró
a los sindicalistas que Bullrich ya estaba fuera del Ministerio. La ministra
se enteró y tuvo una pelea con Colombo. Ahora, con los sindicalistas
de enemigos, a Bullrich le volvieron los colores. Ayer, pidió que
Barrionuevo y el camionero Hugo Moyano se retracten porque
es muy peligroso empezar a menear y a jugar con la institución
más importante del país que es el Presidente.
En el menú de respuesta del oficialismo también incluyó
la aparición de un grupo de diputados afines al Gobierno nucleados
por el presidente de la Cámara, Rafael Pascual. Pero Pascual no
apareció y los diputados que dieron la conferencia de prensa en
el Congreso debieron presentarse a los periodistas porque nadie se sabía
sus nombres. Son estos personajes que junto a Carlos Menem saquearon
el país y lo dejaron endeudado, sostuvo el diputado sanjuanino
Mario Capello.
El ministro del Interior, Ramón Mestre, directamente acusó
a los sindicalistas de golpistas. Nos hace acordar a
aquellas épocas en que algunos políticos desesperados iban
a golpear la puerta de los cuarteles, dijo. Raúl Alfonsín,
más escueto, opinó que no contribuía a consolidar
las instituciones democráticas del país.
Más enigmática fue la respuesta del Presidente cuando lo
consultaron por los dichos de Barrionuevo. No, respondió.
¿No va a opinar?, le repreguntaron. No, no y
no. Es la única respuesta que me surge espontáneamente,
insistió De la Rúa, dejando a los cronistas confundidos.
Pero si al Gobierno puede haberlo puesto contento que en medio de la confusión
surgiera un enemigo fácil frente al cual podían unirse y
responder, no se midió con la misma alegría el avance concreto
delperonismo en la búsqueda del poder en tanto el Presidente no
encuentra la forma de salir de la crisis. Ayer mismo, el diputado cordobés
Eduardo Di Cola que responde al gobernador José Manuel De la Sota,
presentó un proyecto para modificar la ley de acefalía.
¿Pero los sindicalistas gordos y los gobernadores
peronistas de las provincias grandes no eran amigos del Gobierno? le
preguntó este diario a un vocero.
Se hacen los amigos pero son así: te das vuelta y te clavan
un puñal respondió, en tono tanguero.
Un funcionario con despacho en el primer piso de la Rosada no aceptaba
que la imagen de De la Rúa mejoraría si apura su respuesta
a la amplia derrota electoral del 14 de octubre: las medidas económicas
y el cambio de gabinete. No tendría sentido porque todo depende
del acuerdo con los gobernadores. Una de las principales medidas es la
refinanciación de las deudas que se están discutiendo con
los gobernadores. Y un nuevo gabinete, ¿cuánto dura si no
hay acuerdo, justificaba el funcionario.
El hombre, incondicional del Presidente, no aceptaba la hipótesis
que ya piensan algunos de los funcionarios de la Rosada: que De la Rúa
no sabe para dónde disparar. Que ahora duda cuáles serían
los cambios más adecuados en su elenco de ministros porque tampoco
tiene claro cuál es el perfil que le quiere dar. Que tampoco sabe
si debe hacer una reestructuración del gabinete o no. Es decir,
nada que ayude a la gobernabilidad, más argumentos para la oposición.
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