Por Maximiliano Montenegro
@Si Domingo Cavallo cumple lo que prometió a los gobernadores que
la reducción de intereses en sus deudas para este año y
el próximo no deberá ser reembolsada después,
los bancos privados que hacen negocios prestándoles a las provincias
dejarían de ganar unos 1400 millones de dólares. No es una
cifra menor, que obviamente el establishment financiero se resiste a ceder.
Cavallo se está sumando a las posturas radicalizadas,
ironizó ayer un banquero a este diario. Nadie sabe cómo
hará el ministro para garantizar dicho acuerdo. Pero lo cierto
es que necesitaba cerrar desesperadamente algún trato con los gobernadores,
tras haber regresado de un insólito viaje a los Estados Unidos,
donde comprobó por sí mismo que cada vez se hace más
difícil pasar la gorra en Nueva York. En el Ministerio de Economía
dicen tener en claro que el problema central es el tema de la deuda. Lo
que no tienen tan claro es cómo afrontarlo.
Nadie mejor que el analista jefe de Morgan Stanley en Nueva York, Jaime
Valdivia, para definir el fracaso de las gestiones de Cavallo en Wall
Street: El ministro no consiguió mucho porque si hubiera
conseguido algo el mercado estaría arriba cinco puntos, afirmó.
Ayer, los inversores siguieron vendiendo bonos argentinos y el riesgo
país pegó un nuevo salto (ver página 11). Morgan
Stanley es uno de los mayores bancos de inversión norteamericanos,
el que mayor cantidad de metros cuadrados poseía en las Torres
Gemelas y uno de los que más presiona porque Argentina dolarice.
Valdivia es un tiburón de Wall Street que no se cansa de pedirle
más ajuste al Gobierno. Pero conoce a la perfección las
jerarquías en los mercados financieros: Cavallo no se reunió
con Morgan Stanley ni con JP Morgan, apuntó. Este último
es el banco más influyente de Wall Street y el que mayor deuda
argentina colocó en los mercados internacionales en los últimos
años. Sólo habría logrado dos reuniones de poco vuelo,
con los directivos de Lehman Brothers y del C.S First Boston.
El consultor Miguel Angel Broda coincide en calificar de fracaso
el viaje express del ministro. Fue a tocar puertas en busca de fondos
y sólo consiguió monedas, les comenta en privado a
sus clientes. Sea cierta o no, ésa es la impresión generalizada
que dejó Cavallo tras su viaje. Que cansado de delegar en Daniel
Marx las gestiones financieras en el exterior, creyó que él
mismo podría conseguir un paquete financiero con el cual garantizar
alguna clase de reestructuración voluntaria de la deuda.
Más aún, prendió la idea de que no se corrió
hasta Washington para no exponer en público el chasco de las intensas
gestiones que realizó en privado desde la habitación de
su hotel en Nueva York. Desde allí habría mantenido teleconferencias
con funcionarios del BID, el Banco Mundial y el Tesoro, buscando infructuosamente
arrancar del árbol de los organismos internacionales los fondos
que le niegan los mercados.
Tampoco habría resultado exitoso su intento por lograr que el directorio
del Fondo Monetario anunciara el desembolso de 1200 millones previsto
para noviembre en el marco del acuerdo vigente. Dichos recursos deberían
destrabarse una vez que el staff del organismo diera el visto bueno a
las metas fiscales del tercer trimestre y evaluara que hay perspectivas
razonables de cumplir las pautas del cuarto. Justamente, sobre éstas
últimas hay grandes dudas, no sólo en el Fondo sino también
entre los inversores, que con la recaudación impositiva derrumbándose
consideran casi una misión imposible alcanzar el déficit
cero en lo que resta del año (ver aparte).
Así, Cavallo arribó a Buenos Aires con todos los ojos puestos
en la mesa de negociación con los gobernadores. Recortarle las
transferencias de impuestos coparticipados a las provincias es una condición
necesaria pero no suficiente para cumplir con dichas metas
fiscales. Y un traspié más, en este frente, sería
difícil de sobrellevar para el ministro, que hace más de
dos semanas viene amagando con su enésimo paquete de medidas.
Por eso, ayer les prometió a los gobernadores que garantizará
el único punto que trababa el acuerdo. A los mandatorios provinciales
los entusiasma a propuesta de refinanciación de los 8000 millones
de dólares de deuda que mantienen con los bancos a una tasa sensiblemente
menor a la actual. Esa deuda paga un interés de alrededor del 20
por ciento anual y la idea es disminuir la tasa al 7 por ciento hasta
fin de año y al 10 por ciento el próximo. Sin embargo, los
bancos exigían que los intereses reducidos se capitalizaran a partir
del 2003. De esa forma, sólo resignarían liquidez, pero
no perderían ni un sólo centavo en las proyecciones de sus
estados contables.
La diferencia son unos 1400 millones de dólares que, de no capitalizarse,
dejarían de percibir las principales entidad que operan en el sistema
financiero local. Días atrás, Cavallo había amagado
con imponer un esquema similar de quita en los intereses (por unos 600
millones) de los títulos públicos en poder de las AFJP que,
dicho sea de paso, son propiedad de la mayoría de los bancos que
les prestan a las provincias. Pero, casi inmediatamente, la calificadora
de riesgo Standard & Poors advirtió que cualquier alternativa
que significara una pérdida para el acreedor llevaría al
gobierno argentino a una situación de default selectivo.
Entonces, en Economía empezaron a aceptar que se capitalizan los
intereses, cosa que ayer Cavallo prometió no ocurrirá.
LA
PROPUESTA QUE LLEVO EL GOBIERNO AL CFI
La misma oferta que el lunes
Sin plata, no hay acuerdo. Y
de poco valió la espera: al regreso de Domingo Cavallo de Nueva
York, el Gobierno le volvió a presentar a los mandatarios provinciales
prácticamente la misma propuesta que le había entregado
el lunes, y que ya había sido rechazada. Entre tantas expectativas
generadas por el viaje secreto del ministro de Economía a Estados
Unidos, estaba la de algunos gobernadores que confiaron en que obtendría
más recursos para soltarle a las provincias. No fue
así, y el gobierno nacional se enfrentó ayer al primer gran
obstáculo que deberá sortear si persiste en sostener como
bandera el Plan de Déficit Cero. Y tomó nota, además,
que las condiciones para negociar ya no son las mismas que las prevalecientes
hasta los comicios del domingo 14.
El acuerdo que ayer llevó a la mesa de negociación la nutrida
delegación del Poder Ejecutivo tres ministros y tres secretarios
de Estado consistía, básicamente, en lo siguiente:
Rconocimiento de los saldos
impagos a las provincias por coparticipación del 1º de julio
al 31 de diciembre de 2001, a través del Fondo Fiduciario para
el Desarrollo Provincial, y emisión de Letras de Cancelación
de Obligaciones Provinciales (Lecop) por hasta 1300 millones de pesos
para su pago.
Mantenimiento de la suma fija
mensual a girar a las provincias en el 2001 y el 2002 en 1364 millones
de pesos (con una quita, explicada más abajo); garantía
de una transferencia mínima de 1400 millones en 2003, 1440 millones
en 2004 y 1480 millones en 2005. Los recursos a transferir en estos tres
años resultarían del promedio de impuestos coparticipables
recaudados en los tres años anteriores a cada uno de ellos.
Aquellas provincias que
registren deudas podrán llegar a sufrir un descuento que no superará
el 13 por ciento y que será equivalente a lo que la Nación
deba descontar por haberes y jubilaciones. Este descuento será
compensado con un documento que le permita (a la provincia) cancelar deudas
con el Fondo Fiduciario. Las provincias que no tengan deudas, harán
los acuerdos en forma individual con la Nación.
La renegociación de
las deudas provinciales se asume en forma conjunta, convirtiéndolas
en préstamos garantizados con recursos nacionales a ser asumidos
por el Fondo Fiduciario. Las provincias se endeudarán a su
vez por el mismo monto con el Fondo, con garantía en recursos coparticipables,
a condición de no aumentar sus gastos primarios, ni asumir
nuevas deudas, hasta la cancelación de las obligaciones resultantes
de la renegociación, salvo autorización expresa del
Ministerio de Economía. Los préstamos garantizados serían
a tasa fija del 7 por ciento anual.
Fue el tercer punto el que resultó irreconciliable. El descuento
del 13 por ciento en los recursos a recibir por la mayoría de las
provincias (salvo cinco, las demás son deudoras) prácticamente
les anula la posibilidad de financiar su funcionamiento. Además,
las obliga a mantener de aquí en más una disciplina de Déficit
Cero sin poder endeudarse. Ni las no endeudadas admitían
semejante corset sobre las provincias hermanas.
Pero también éstas, las que no debían renegociar
deudas, tuvieron motivo para la queja. La cláusula que las habilitaba
a hacer acuerdos en forma individual con la Nación
no les garantiza que recibirían la parte proporcional a los 1364
millones de pesos. Ni Cavallo ni Colombo pudieron darle garantías
al respecto, y el recurso de correr a las provincias con el fantasma del
caos ya no le resulta efectivo al titular del Palacio de Hacienda.
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