Por Julio Nudler
En ningún momento nombró
a la Argentina, pero es como si lo hubiese hecho. Sus referencias rozaron
la actual encrucijada nacional, y en cierto modo la de otros países
en apuros, o dieron directamente en el blanco. El discurso que pronunció
anteanoche Alan Greenspan, precisamente cuando Domingo Cavallo iniciaba
su poco glorioso regreso a Ezeiza, dejó en claro su antipatía
hacia los regímenes de tipo de cambio fijo, de los cuales el argentino
es un ejemplo extremo. Se mostró también crítico
hacia los sistemas muy apalancados: es decir, aquellos que recurren largamente
al endeudamiento, sobre una estrecha base de recursos propios. Estas peligrosas
estrategias no son exclusivas de empresarios tipo Juan Navarro. También
las emplean algunos ministros de Economía. Por otro lado, Greenspan
no mencionó ni una sola vez la dolarización como una vía
de salida. Su mensaje, que coronó la inauguración del nuevo
edificio que estrenó en Washington el Instituto de Economía
Internacional, fue un muestrario de ideas liberalconservadoras y pro globalización.
El jefe de la Reserva Federal señaló que las crisis
financieras de 1997-98 y las evidentes tensiones en algunas economías
emergentes durante el último año resaltan las debilidades
de nuestro sistema global. Lo del último año
puede tomarse como una clara alusión a la Argentina, que junto
a Turquía fue y sigue siendo el gran cuco de los mercados
financieros. Puede afirmarse reflexionó Greenspan
que ciertas condiciones de tensión aumentan la probabilidad de
que un país emergente caiga en default y contagie a otros.
Añadió que existe serio peligro de estallido, por
ejemplo, cuando entidades financieras acumulan grandes deudas de corto
plazo en moneda extranjera y utilizan ese fondeo para otorgar préstamos
a largo plazo, sin tomar cobertura, en moneda local. El riesgo es tanto
mayor cuando hay insuficientes reservas de divisas y un tipo de cambio
fijo, completó. Tal vez pueda considerarse que la descripción
no corresponde a la de un régimen bimonetario como el argentino,
pero la mención a la escasez de las reservas (en convertibilidad
las que existen están prendadas a la base monetaria) y a la paridad
fija se ajusta sí al identikit.
Esas situaciones prosiguió Greenspan suelen originarse
en presiones políticas irresistibles sobre los gobiernos, comprometiendo
la posición financiera internacional del país que las padece.
Para cubrir la brecha entre las demandas de la clientela política
y los recursos reales a disposición del Estado indicó,
muchos países se endeudaron con inversores extranjeros. Tomar deuda
externa resultó más fácil que conjurar las presiones
internas.
Cuando una economía se va tornando insolvente a fuerza de
endeudarse en moneda extranjera describió, en cierto
momento cesa repentinamente la capacidad del gobierno de obtener nuevos
créditos. (Le faltó decir que es cuando se decide el Déficit
Cero.) Este fenómeno es el que caracteriza a casi todas las crisis
financieras. Las instituciones crediticias proveerán fondos más
allá del flujo de caja de corto plazo de un deudor si perciben
que éste podrá refinanciar los vencimientos de su deuda.
Pero el primer indicio de que no va a lograrlo desatará una fuga,
tipo corrida bancaria. Por tanto deduce Greenspan, una condición
necesaria de solvencia para un país es que preserve un significativo
margen de capacidad de financiamiento sin utilizar.
Según el jefe de la Fed, un indicador de que el nivel de las reservas,
actual o futuro, es adecuado puede obtenerse del margen de rendimiento
entre los bonos de deuda del país en cuestión y el de títulos
similares del Tesoro estadounidense (vale decir, el famoso riesgo país).
Ese spread refleja señaló Greenspan no
solo el riesgo de default en la deuda dolarizada, sino también
la fortaleza (o debilidad) de la moneda local. Toda presión del
mercado cambiario sobre ésta obviamente reduce el accesoa créditos
en dólares. En otras palabras, el temor a una devaluación
ahuyenta a los prestamistas.
La capacidad de endeudamiento explicó es aprovechada
a pleno antes que las tasas de interés aumenten. Los servicios
de la deuda pública amenazan desatar un círculo vicioso
de déficits fiscales y deuda siempre crecientes. A menos que la
capacidad de endeudamiento sea confirmada continuamente por el mercado
a través de spreads modestos (bajo riesgo país), las crisis
con corrida bancaria parecen inevitables en sistemas tan apalancados.
Es decir, con demasiada deuda.
¿Cómo puede entonces un país emergente se
preguntó hacerse merecedor de crédito y sostener esa
credibilidad? Por empezar, acumulando un mucho mayor colchón de
reservas que un país desarrollado, que tiene más capacidad
de extraer fondos si es necesario mediante impuestos de los
recursos reales de la economía. Los países que superaron
el test del mercado no necesitan ofrecer garantías para certificar
su prudencia financiera. Pero, por supuesto concluyó,
no habrá reservas que alcancen si el sistema político de
un país es percibido como inestable.
Según el veterano banquero central, lo que reclama todo prestamista
es, primero, un sistema legal que proteja sus derechos de propiedad, y,
segundo, si la deuda está denominada en moneda extranjera, un régimen
fiscal y monetario suficientemente responsable para asegurar el repago
en términos reales equivalentes. Es cierto admitió-
que un país puede conseguir que le presten aunque no satisfaga
esos requisitos, pero a tasas de interés que le compensen ese riesgo
al prestamista. Muy a menudo esas tasas alcanzan niveles incompatibles
con el equilibrio fiscal o con la capacidad de conseguir crédito.
En lo fundamental cree Greenspan, la facultad de obtener financiación
no es una cuestión técnica sino profundamente política.
A menos que en una sociedad exista consenso sobre la necesidad de limitarse
a los recursos disponibles, le será difícil alcanzar y mantener
un adecuado colchón de capacidad de deuda.
Marx viaja a Canadá
Daniel Marx aprovechará el viaje a Canadá para buscar
apoyo de los organismos internacionales para realizar una reestructuración
voluntaria de la deuda. Buscará en especial el respaldo
del Banco Mundial, señaló una fuente oficial.
El viceministro participará en Toronto junto al vicepresidente
del Banco Central, Mario Blejer, de una reunión preparatoria
de ministros de finanzas y titulares de bancos centrales del Grupo
de los 20. La operación, que está siendo negociada
entre bancos y AFJP locales para luego extenderse a los internacionales,
busca rescatar del mercado bonos con altas tasas de interés
para intercambiarlos por papeles con rendimientos menores. Si bien
Marx tiene previsto continuar las conversaciones en torno al próximo
canje internacional, en el Gobierno insistieron ayer con que la
operación recién se concretará cuando la Argentina
demuestre el cumplimiento del déficit cero, recordó
la fuente a la agencia Reuters. Según trascendió la
semana pasada, Economía baraja la posibilidad de obtener
3000 millones del Fondo Monetario y otros 7000 millones de parte
del Banco Mundial, el BID y el Tesoro estadounidense. La idea es
utilizar esos fondos para comprar garantías Triple A y emitir
deuda a tasas muy bajas o bien para recomprar bonos en el mercado.
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CAVALLO
QUIERE FORZAR EL CANJE DE DEUDA CON LOS BANCOS
Ronda la cesación de pagos
Por Claudio Zlotnik
Al borde de la asfixia en medio
de la crisis, Domingo Cavallo apretó el acelerador. A pesar de
la advertencia de la calificadora Standard & Poors, el ministro
insistió en que los bancos, dueños también de las
AFJP, acepten una quita de la deuda. Concretamente, les dijo que la única
manera de evitar el tan temido default es si las entidades financieras
resignan una parte de sus abultadas rentas y acceden a prestarle al Estado
a tasas más bajas. En medio de la confusión que deparó
el viaje de Cavallo al exterior y la incertidumbre por el futuro económico
inmediato, ayer el riesgo país se disparó hasta los 1769
puntos, 42 por encima del cierre anterior, mientras que las acciones cayeron
0,3 por ciento y los títulos públicos retrocedieron 1,0
por ciento en promedio.
Domingo Cavallo quiere que los bancos hagan el ajuste. Planteó
el tema no bien se iniciaron las conversaciones para reestructurar la
deuda local. Pero la calificadora S&P salió al cruce de esa
pretensión la semana pasada, cuando advirtió que degradaría
la nota argentina, a default selectivo, en caso de que el
Gobierno fuerce un canje de bonos a tasas más bajas incluso si
ese trueque se realiza con la anuencia de los acreedores. La advertencia
de la calificadora de riesgo no hizo más que sacar a la luz las
internas en el Palacio de Hacienda. Mientras Cavallo se inclina por aliviar
los costos a la deuda en una operación de canje opción
que le hizo llevar su colaborador Horacio Liendo, su vice Daniel
Marx tiene una posición más cercana a los bancos y quiere
que los intereses que se dejan de pagar ahora se capitalicen. Es decir,
que el canje se concrete a una tasa de mercado.
En la actualidad, los títulos de deuda de corto plazo en poder
de las AFJP tienen un rendimiento cercano al 20 por ciento en promedio.
Y Economía pretende que los nuevos bonos rindan por lo menos la
mitad. Lo mismo sucede con los 2400 millones de dólares en Bonos
Pagaré que están en la cartera de los bancos.
Antes de emprender su viaje a los Estados Unidos, Cavallo se enojó
con los banqueros. Les recriminó el hecho de no aceptar el ajuste.
Los financistas le devolvieron el golpe recordándole la posibilidad
de una sanción por parte del S&P. En la city alegan que en
caso de decretarse un default selectivo, la crisis se profundizaría.
Dicen que pasarían años hasta que la Argentina vuelva a
tomar créditos en los mercados internacionales, por ejemplo. Sin
embargo, en Economía manejan otra alternativa. Si con el
canje abaratamos los costos, la deuda será más fácil
de pagar. No es cierto que se compliquen las cosas, señaló
anoche un estrecho colaborador del ministro a este diario. En la óptica
oficial, es verdad que S&P degradaría la calificación
al momento de realizarse el canje. Pero también es cierto que la
nota mejoraría sensiblemente una vez finalizada la operación
ya que, en ese momento, la tasa de la deuda descenderían fuertemente
.
La incertidumbre sobre el futuro económico se hizo evidente en
el microcentro. Al contrario de las principales plazas, como Wall Street,
donde el índice Dow Jones avanzó 1,25 por ciento y el Nasdaq,
el 2,5. En este contexto, nadie quiere invertir. Los inversores
están expectantes de lo que pueda pasar, enfatizó
Héctor Scasserra, vicepresidente del Mercado Abierto. No por casualidad,
los bonos que más cayeron fueron los más negociados en el
mercado: el Brady FRB, que mostró una pérdida del 3,4 por
ciento; y el Global 2008, que cedió el 2,1 por ciento.
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