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LA ALIANZA DEL NORTE SE QUEJA DE QUE ESTADOS UNIDOS NO AYUDA NADA
¿Dónde están las Fuerzas Aéreas del Bien?

Mientras Israel mantiene su política de
seguridad frente a las presiones internacionales, los antitalibanes en Afganistán no logran avanzar hacia el estratégico enclave de Mazar-i-Sharif. El motivo, según un enviado en la zona, es que Estados Unidos está limitando su fuego aéreo para la cobertura televisiva mientras espera una crítica reunión sobre el Afganistán posterior a la caída de los talibanes.

Por James Meek
Desde Jabal os Saraj, Afganistán

Los comandantes de la minoritaria y subabastecida Alianza del Norte luchando por ganar terreno contra los talibanes están perdiendo rápidamente la fe en Occidente al ver que Estados Unidos se muestra remisa a darles un fuerte apoyo militar. Si Estados Unidos no incrementa sus ataques aéreos en lugar de los ataques simbólicos que hace ahora sobre las posiciones talibanes, la Alianza advierte que se arriesga a un desastre al darle al gobierno afgano la imagen de un movimiento que puede vencer al país más poderoso del mundo, atrayendo a los radicalizados del mundo hacia su causa. “Estamos desconcertados de ver cómo Norteamérica y sus aliados, esta coalición de toda la sociedad del mundo contra el terrorismo, lanza tres bombas cada día sobre los talibanes y eso es todo”, dijo ayer un enojado general Abdul Basir, uno de los más altos comandantes de la Alianza en su base en el Pase Salang en el norte de Kabul.
“¿Como podemos confiar en ellos? No parece que los norteamericanos se hayan dado cuenta de lo que sucede. No vemos ningún tipo de ataques aéreos como los que hicieron en Yugoslavia e Irak. Los talibanes no ha sufrido bajas serias y Estados Unidos no está ejerciendo presión sobre ellos. Entre los talibanes, hay combatientes de unos 15 países, ninguno de los cuales los quiere de regreso. No tienen adonde ir. Aguantarán hasta el final. De manera que no es cuestión de tirar unas pocas bombas y esperar que salgan corriendo”. El ministro de relaciones exteriores de la Alianza del Norte, Abdullah Abdullah, que tiene una cercana relación con el general Basir, dijo ayer que él también estaba alarmado. “Hasta ahora la presión sobre los talibanes no es tanta para que se desmoralicen, depongan sus armas y salgan corriendo”.
Los aviones cazas F18 de la marina de Estados Unidos que bajan en picada sobre el territorio de la Alianza todas las tardes, circulan las líneas del frente, lanzan bombas y luego vuelan de regreso a sus portaaviones, son una buena imagen de televisión. Los cínicos sugieren que llegando al mismo lugar, a la misma hora todos los días, lo hacen en parte para que los filme el gran cuerpo de medios basado ahí. Pero el manojo de bombas que lanzan desde lo alto es una fracción de lo que se necesitaría para hacer un agujero en las defensas talibanes, permitiéndole a la Alianza avanzar hacia Kabul. Pero si Estados Unidos es cauteloso en cuanto ayudar a la Alianza a entrar a Kabul por motivos políticos, su limitado apoyo en otro frente –el esfuerzo de la Alianza por capturar la ciudad clave del norte de Mazar-i-Sharif– es aún más desconcertante para los comandantes locales.
Los diferentes grupos de la Alianza que tratan de tomar la ciudad han logrado avanzar fuera de las montañas hacia las planicies frente a la ciudad, pero se atascaron ahí frente a fuerzas talibanes mejor abastecidas con armas más pesadas. El limitado apoyo aéreo que Estados Unidos está ofreciendo, sin el uso de bombarderos pesados o helicópteros artillados, no es suficiente para balancear la ventaja talibán. Tampoco hay señales de que Estados Unidos esté usando su armada de transporte aéreo y helicópteros de carga pesada para abastecer a la Alianza cerca de Mazar.
“Todos los caminos están cerrados, no podemos llegar a ellos para abastecerlos con municiones,” dijo el general Basir. “Los talibanes tienen artillería y cohetes, y la Alianza del Norte no. De manera que no pueden avanzar. Si perdemos tiempo, algunos de nuestros aliados perderán la fe y se pasarán del lado talibán. Al-Qaeda será aún más fuerte”. Uno de los motivos por el cual Estados Unidos puede no estar actuando con toda la fuerza, puede deberse a que esté esperando el resultado de una reunión crítica en Turquía la semana que viene, donde los representantes del exiliado rey de Afganistán, Mohamed Zahir Shah, depuesto en 1973, se reunirán con funcionarios de la Alianza para armar una lista de miembros de una asamblea gobernante interina para el Afganistán postalibán. Otro esque Estados Unidos puede tener problemas para negociar el uso de las bases aéreas en los países vecinos a Afganistán, como Tajikistán, Uzbekistán y Pakistán, para aviones de corto alcance como los helicópteros artillados.
Sin embargo, un nuevo factor está por incluirse en la ecuación a favor de la Alianza: Rusia. Hay una gran especulación sobre el uso de una pista de aterrizaje que la Alianza está construyendo cerca de su línea del frente, afuera de la ciudad de Gulbahar. El General Basir dijo ayer que estaba especialmente diseñada para acomodar transporte aéreo ruso, que podía traer abastecimientos militares según un acuerdo con el Presidente Vladimir Putin.

* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12
Traducción: Celita Doyhambéhère.

 

Claves

Ayer el ántrax llegó al Departamento de Estado norteamericano. Pero –como el resto del que ha sido esparcido en Washington– no es cualquier ántrax, sino una nueva variedad avanzada que sólo puede haber sido elaborado con tecnología de punta, y que ahora amenaza a toda la capital norteamericana.
También ayer, y en medio del clima de psicosis nacional originado por la ofensiva terrorista, el Congreso norteamericano terminó de aprobar una serie de restricciones a las libertades civiles. La resistencia y las dudas son minoritarias.
En el frente de Asia Central, la Alianza del Norte no logra romper las líneas defensivas que rodean el crítico enclave de Mazar-i-Sharif y critican por ello a la insuficiencia del respaldo de fuego aéreo norteamericano. Es posible que los estadounidenses estén esperando la realización de una reunión crucial en la zona para determinar la composición del futuro gobierno postalibán en Kabul.

 

LA CUMBRE ANTITALIBANA EN PAKISTAN NO RESOLVIO NADA
Cómo fue la Corte de los milagros afgana

Por Eduardo Febbro
Desde Peshawar

Cantos tribales religiosos, discursos enardecidos, invocaciones al profeta y al creador del universo, la reunión organizada por un sector de la oposición afgana en Peshawar tuvo todos los ingredientes que le pusieron los casi 1500 jefes de tribus afganas, dignatarios religiosos y líderes políticos que discutieron durante dos días sobre el futuro gobierno afgano. La Asamblea por la paz y la unidad nacional terminó con una declaración final que refleja el estado embrionario del proceso de negociación política actualmente en curso. No hubo desacuerdos ni antagonismos ya que todos los que asistieron a la cita organizada por el Frente Nacional Islámico de Afganistán, NIFA, estaban de acuerdo con el principio motor: si hay una solución política a la crisis afgana, ésta pasa inevitablemente por la figura del rey Zaher Shah. Como decía a Página/12 uno de los jefes de tribus, “poco importa que el rey lleve 30 años en el exilio, poco importan su edad y sus energías físicas. Lo esencial es el símbolo que representa”. La Asamblea pidió a las partes involucradas, a los Estados Unidos y a sus aliados poner fin al conflicto para permitir la consolidación de la solución política. La resolución planteó además la necesidad de que la reconstrucción del país se realice respetando las estructuras tradicionales afganas y fuera de la “influencia” que ejercen los países vecinos. En un curioso párrafo del texto, los representantes afganos solicitaron que los “extranjeros que tantas miserias trajeron a nuestro país abandonaran el territorio”. Se trata de una inédita alusión a Bin Laden y a los miembros de la red AlQaeda a quienes se les exige que no abusen de la hospitalidad de los afganos.
A nadie sorprendió que a esta incompleta cumbre que tanto clamó por la unidad no hayan asistido los protagonistas claves del conflicto: ni la Alianza del Norte, ni el aún metafórico sector moderado del régimen talibán, ni el rey Zaher Shah enviaron representantes oficiales. La víspera, uno de los líderes de la NIFA que opera en nombre del rey, Sayed Ahmad Gailani, convocó a los talibanes moderados a unirse a las discusiones con vistas a formar el próximo gobierno. Estos no dieron signos de interesarse en el proceso. Los integrantes de la Asamblea mostraron una unidad sin reservas en cuanto a su oposición al poder talibán, pero también reconocieron la ausencia de un líder capaz de federar y liderar a los sectores opositores. Hagiz Mohammad Yufsal, jefe del Consejo de la paz de las etnias afganas, decía a Página/12: “Tenemos muchas fuerzas y estamos listos para derrocar a los talibanes. Sólo esperamos la orden de nuestro jefe, pero el problema que tiene Afganistán es que, por el momento, carecemos de líder”. El comandante Mujaidin Mula Molan, ex jefe de una unidad de la Alianza del Norte que operó en Kandahar durante los años de la invasión soviética, admitió que “mientras los talibanes existan, la guerra continuará. La única salida reside en que los afganos se unan para expulsarlos del poder”.
Al igual que los refugiados afganos, los miembros de esta primera Asamblea por la paz y la unidad nacional tienen una fe ciega en que el rey Shah va a resolver todos los problemas. Zaher Shah aparece como el salvador de un país que naufraga entre las olas de las bombas norteamericanas y el radicalismo de la milicia en el poder. Nadie pareció plantearse el hecho fundamental de que las represalias estadounidenses representaban, por tercera o cuarta vez en la historia del país, una de las más densas “influencias extranjeras” dentro de Afganistán. El consensono sólo se hizo frente al rey sino también en torno al hecho de que sin los bombardeos norteamericanos es imposible desalojar a la milicia talibana.

 


 

Miren qué seriamente nos retiramos de Cisjordania

Nos vamos pero no nos vamos. Este es el mensaje que el gobierno de Ariel Sharon envió ayer al mundo con el retiro de las tropas de Beit Rima, una de las seis ciudades cisjordanas en las que el ejército israelí penetró tras el asesinato del ministro Rehavam Zeevi. Trascartón, el repliegue de las tropas en esa ciudad fue seguido por una operación militar en la aldea de Auarta, al sudeste de la ciudad autónoma de Nablus, en Cisjordania. Aliviado ante la reacción de Israel –que parecía no temer que se tensen aún más las relaciones con su principal aliado en un momento especialmente conflictivo–, el presidente George Bush hizo saber a través de su vocero, Ari Fleischer, que “la retirada parcial de Israel es un paso positivo”. Con esto, Fleischer desacreditó los dichos del secretario de Estado Colin Powell en el sentido de que la retirada de Israel debía ser “inmediata” para que pudieran reanudarse las negociaciones entre palestinos e israelíes. Eso lo dijo también ayer el Consejo de Seguridad de la ONU, pero Ariel Sharon tampoco tiene por qué preocuparse en este punto: las resoluciones del Consejo rara vez resuelven nada, y ésta ni siquiera es vinculante. El resto no alteró la monotonía de los partes del día: murieron cinco palestinos y otros resultaron heridos en enfrentamientos con soldados en Tulkarem en Cisjordania, y en Belén.
Tras una reunión de gabinete extraordinaria que fue convocada como resultado de las presiones de la comunidad internacional, el gobierno de Sharon hizo saber que “habrá una retirada escalonada”. Esta, “debe empezar en sectores en los que ha vuelto a reinar la calma, posiblemente el sábado por la noche o el domingo”. Previo a ellos habría un encuentro de seguridad con sus homólogos de la Autoridad Palestina”. Es que si bien el ejército israelí se retiró ayer de la aldea de Beit Rima, aún mantiene sus posiciones en Ramalá, Belén, Nablus, Jenin, Tulkarem y Kalkilya, donde residen alrededor de dos millones de palestinos. En la reunión habrían confrontado las posturas de quienes propiciaban una retirada paulatina e inmediata. El canciller laborista Shimon Peres habría promovido una retirada rápida, en sintonía con la solicitud del gobierno de Estados Unidos, mientras que Sharon y Ben Eliezer serían favorables a un repliegue “por etapas”, para mantener la presión sobre los palestinos.
Sin embargo, el jefe de la inteligencia militar, el general Amos Malka declaró: “No queremos dar a la Autoridad Palestina la garantía de que no volveremos a los territorios que evacuaremos”. Esta política es el resultado de que “Estamos preocupados en cuanto a las próximas operaciones terroristas, y sabemos que la Jihad Islámica y el Hamas pueden actuar libremente”. Con esto, manifestó que Israel desconfía de la AP encarnada en Yasser Arafat, a quien Sharon no dudó en responsabilizar por el accionar de los grupos extremistas palestinos, y por la muerte de Zeevi.
Cinco palestinos murieron ayer por disparos de soldados israelíes en Cisjordania, en una nueva operación militar de Israel en territorios de la Autoridad Palestina (AP). Una de las víctimas, un oficial de los servicios secretos palestinos, murió en un enfrentamiento registrado en la ciudad autónoma de Tulkarem, donde también fueron heridas otras cinco personas, entre ellas un bebé de cuatro meses, informaron fuentes palestinas. Feras al-Salahat, de 28 años, integrante del grupo Ezzedin al Qassem, brazo armado de la Organización para la Resistencia Islámica (Hamas), murió por disparos israelíes, según fuentes cercanas al grupo integrista. Los otros tres muertos son dos policías y un obrero, todos en la ciudad cisjordana de Belén, bajo ocupación israelí desde el asesinato. Estas muertes elevan a 45 el número de víctimas palestinas desde el inicio de las incursiones israelíes en Cisjordania tras el asesinato el 17 de octubre del ministro de Turismo israelí, Rehavam Zeevi, reivindicado por el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP).

 

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