Por Patricia Chaina
Mientras esta semana la televisión
comercial reunió a sus representantes en las jornadas de exposición
y venta que desde hace doce años se realizan en la Argentina (ATVC),
un inusual foro sobre televisión de calidad se desarrolló
en la sede del Goethe Institut Buenos Aires. Allí, autoridades
del Input (International Public Television), un organismo creado hace
25 años con el objetivo de mejorar la calidad del medio, convocaron
a realizadores y estudiantes para debatir sobre la TV pública.
Para eso, Input presentó una serie de programas que consideran
ejemplo de lo mejor de la TV mundial y que desde hoy y hasta el domingo,
en diferentes horarios, se ofrecerán al público en el Teatro
San Martín, junto a las ponencias debatidas. En diálogo
con Página/12, Teresa Montero Otondo, vicepresidenta de Input,
y Sergio Borelli, ex directivo de la RAI, fundador y coordinador del organismo,
detallaron los parámetros con los que identifican a la TV de calidad
y por los cuales cada año en diferentes países se reúnen
los hacedores de la buena televisión, para garantizar la
democracia y la regionalización, contra los males de la globalización.
¿Por qué decidieron llevar adelante esta conferencia
en Argentina?
S. B.: Queremos incrementar la participación de los colegas
argentinos a la actividad de Input. Porque hasta ahora se trabajó
de forma discontinua, y sin lógica entre las presentaciones. Un
año sí, otro no. Se olvidaban qué era Input y había
que volver a insistir, a recordarle a la gente sobre la reunión
de Input. Ahora, con el compromiso de la gente de Canal 7, de TEA Imagen
y de Fund TV, que participa del encuentro, quizá podamos sistematizar
esta participación. Vale la pena intentarlo.
¿Cuál es el criterio en el que basan la calificación
de TV de calidad?
S. B.: TV inteligente, que dice algo, que no repite estereotipos.
Si la TV no inventa nada, no crea, no resignifica, su comunicación
no es tal, porque el otro sabe lo que uno va a decir porque lo quiere
escuchar, como un niño que pide que le repitan que a Caperucita
Roja se la come el lobo. La TV es igual, es un medio que puede ser interesante
e inventivo, pero generalmente se queda en los esquemas arquetípicos.
T. O.: Calidad es lo que le aporta algo al teleespectador. La TV
no es sólo entretenimiento. Sin embargo la TV de masas es de consumo.
La TV comercial da a todo el mundo al mismo tiempo la misma cosa, para
vender el mismo producto. La TV comercial no vende programas, vende productos.
La TV no comercial, que yo llamo pública y que infelizmente en
América latina es estatal y no pública, aunque debería
serlo ya que vive de fondos públicos, tendría que atender
al público, al ciudadano y no al gobierno de turno. Teniendo eso
en mente, ¿qué se puede hacer? No sólo lo que la
TV comercial no hace, que es dirigirse a la gente y no al consumidor.
El discurso tiene que ser humano. Lo que se ofrece tiene que establecer
un lazo de proximidad, identidad y servicio a ese público.
¿Qué elementos favorecen la planificación de
una buena programación?
T. O.: La posibilidad de mantener una filosofía de programación
que identifique a un canal. El cable puede tenerlo o no, la TV comercial
también. La TV pública lo debe tener: factura, ritmo, color,
y gente capaz de comprometerse con el objetivo de programar pensando en
dar servicio. Cuidar del buen gusto, la sensibilidad y de la inteligencia
del público. Si uno trabaja con estos conceptos enseguida obtiene
buena programación.
¿Qué programas consideran ustedes parte de esta TV
de calidad?
S. B.: Los programas de Input, por supuesto. Son ciclo programados
para una TV que no existe y debería existir, como el documental
Sacrificio: ¿Quién traicionó al Che Guevara?
realizado en Suecia. O Rosa, muerte de un compositor, de Peter
Greenaway, de Holanda.
En la TV argentina, ¿qué ciclos podrían ingresar
en esta categoría?
T.O.: Más que programas son formatos, como CQC,
donde hay búsqueda de un lenguaje nuevo, se trabaja la ironía
y el humor para desmitificar modelos impuestos. Los argentinos en ese
sentido son muy creativos.Magazine For Fai interesó
también por su hechura, su estilo, la veta cómica y la ironía.
Creemos que Argentina puede aportar mucho más en este sentido.
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