Por Martín
Pérez
Seis. Esa es la cantidad de
años juntos que celebran Sally y Joe. Pero más que los seis
años juntos, lo que Sally y Joe están celebrando en esta
fiesta de aniversario a la que han sido invitados sólo sus amigos
más cercanos, es su reconciliación. Porque Joe, un escritor
británico que está a punto de dirigir su primer film en
Hollywood, y Sally, una actriz treintañera que está llegando
a un quiebre en su carrera, se separaron después de un lustro juntos,
y ahora se han vuelto a reunir.
Tal como su nombre lo indica, el compartido debut en la dirección
de los actores Jennifer J. Leigh y Alan Cumming se centra en la fiesta
que dan sus protagonistas. Una típica fiesta de Hollywood, en la
que no faltan las drogas recreativas, el alcohol, las criadas hispanoparlantes
y, claro, una pileta. Mitad Dogma dinamarqués, mitad dogma a-lo-Altman,
Fiesta de aniversario recorre las miserias familiares, de pareja y de
los responsables artísticos de la industria del entretenimiento,
que saldrán a luz durante el atardecer, la noche y el amanecer
que dura su fiesta.
Jugando hábilmente con su realidad de actores de Hollywood, Cumming
y Leigh armaron un proyecto atractivo principalmente porque su película
habla de lo que ellos más conocen: su vida como actores de Hollywood.
Película de actores, su film involucra amigos que se interpretan
tal como ellos mitad a sí mismos y mitad a unos personajes
que no se diferencian demasiado de ellos, o de sus amigos. Así
es como aparecen en escena el actor humilde consagrado y su sincera esposa
(interpretados por Kevin Kline y Phoebe Gremlins Cates, marido y mujer
en la vida real), el amigo director que dirige a Sally en su futuro fracaso
cinematográfico (John C. Reilly, un habitué de los films
del director de Boogie Nights y Magnolia) y su mujer, una proto-psicópata
encantadora (Jane Adams, hermana sensible en Happiness), el abogado de
Jane y su mujer (la muy indie Parker Posey), y una amiga cercana de Joe
(Jennifer Beals).
Además de los amigos cercanos, los invasores son la futura estrella
del debut cinematográfico de Joe (una fantástica Gwyneth
Paltrow) y unos vecinos de la pareja protagónica. No tienen onda,
ciertamente, pero Sally y Joe deben simpatizar con ellos porque su perro
Otis ladra tanto, que ellos están a punto de demandarlos. Como
era de esperar, será la presencia de estos intrusos lo que vaya
desatando el drama. Un drama químico y pletórico en grandes
escenas entre actores; a veces declamativas (es cierto), pero siempre
apropiadas. Y también en pequeños clímax, de esos
que podrían cambiar la vida de sus protagonistas para siempre.
O no.
Sin el cinismo de Las reglas del juego, la mejor obra de Altman de crítica
a Hollywood, Fiesta de aniversario es un film sin filo. Que se disfruta
tal como se disfrutaría de la trastienda de una fiesta protagonizada
por sus actores, sin necesidad de sus personajes. Pero que ni siquiera
se acerca al salto al vacío de cualquier film del Dogma. Interesante
ejercicio de dos experimentados actores devenidos directores, esta ópera
prima tiene, muy a su pesar, un aire a indulgencia. Si en algún
momento tanto Leigh como Cumming quisieron hacer con éste supropio
film del Dogma, tal como ellos lo confesaron oportunamente, finalmente
terminaron iluminando y armando su film como una producción de
Hollywood. Y de esas limitaciones también vienen sus problemas
demasiado humanos a la hora de diseccionar su industria y sus protagonistas.
PUNTOS
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