Por Martín
Piqué
Parecía una nueva versión
de la marcha peronista. Actualizada a las circunstancias y a los adversarios
de estos tiempos. Los gobernadores del PJ se unieron contra el enemigo
común: Domingo Cavallo. Los ánimos ya estaban caldeados
por la frustrada negociación del jueves a la noche. Y ayer al mediodía,
luego de que el ministro los retara por no hacer el ajuste en sus distritos,
el enfrentamiento se extendió aún más. Hasta los
mandatarios más cautos, como Carlos Reutemann, quien se define
como de centroderecha y tiene una histórica buena relación
con Cavallo, cuestionaron al titular de Economía y al Gobierno.
Pero no se quedaron sólo en eso: también convocaron a una
reunión para el martes, en San Luis, tendiente a organizar una
Marcha Federal a la Plaza de Mayo.
De todos, el más duro fue Carlos Ruckauf. Cavallo tiene que
ser más justo con las provincias: éste es el Gobierno de
De la Rúa y no de él. Debe saber que nosotros (los gobernadores)
resignamos fondos y luego volvimos a ceder más. Desde entonces
el gobierno nacional quebró y no les paga a las provincias,
dijo Ruckauf. Además de cargar contra el ministro, el bonaerense
criticó con dureza al presidente Fernando de la Rúa: Basta
de titubeos y de dudas, es hora de gobernar y de cambiar, le instó.
Reutemann comentó se terminó la buena relación
con Cavallo, diagnosticó volvió a ser aquel
que perdió con Aníbal Ibarra y profetizó ahora
va a decir que todos los gobernadores somos unos tarados.
El resto de los jefes provinciales, en tanto, culpó a Cavallo por
su falta de tacto, y luego, con Lole a la cabeza, puso el
dedo en un tema urticante para el oficialismo: la interna entre el superministro
y el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo. El pampeano Rubén Marín
disparó: Las esperanzas que teníamos de arreglar algo
con Colombo, se esfumaron cuando llegó Cavallo.
Los gobernadores del PJ también aprovecharon el día para
organizar una acción conjunta contra el Gobierno: la tan anunciada
Marcha Federal, que había sido propuesta por Néstor
Kirchner y ayer fue retomada por todos los miembros del Frente Federal.
Así, el propio Kirchner y el salteño Juan Carlos Romero
llamaron por teléfono a los demás mandatarios para sumarlos
a la propuesta. La mayoría aprobó la movida, aunque algunos
con cierta resistencia.
El senador electo Ramón Puerta, coordinador del Frente Federal,
consultó a los dos líderes de la CGT, Rodolfo Daer y Hugo
Moyano, quienes comprometieron su apoyo en la movilización. El
camionero se entusiasmó con la iniciativa y prometió a Página/12
que la marcha ideada por las provincias del PJ será una de
las más importantes que conozca la historia argentina, después
de la concentración que se hizo cuando vino el General Perón.
Para apurar los trámites, Romero propuso una fecha tentativa: El
viernes 2 de noviembre a las 16 en Plaza de Mayo.
Sin embargo, el entusiasmo de los organizadores deberá superar
dos obstáculos: por un lado, la incredulidad de varios gobernadores
de provincias chicas que creen que esta marcha es sólo
un fantasma enarbolado para asustar al Gobierno y llegar mejor posicionados
a las negociaciones. Y por otro, la nueva estrategia de Eduardo Duhalde,
quien por estos días se mantiene lejos de las confrontaciones con
el Ejecutivo. Es más, algunos hasta sospechan que Duhalde tiene
pacto de no agresión con el oficialismo. Recuerdan el faltazo de
los legisladores duhaldistas en la sesión que pretendía
derogar los superpoderes de Cavallo.
DESCONFIANZAS
DE LOS GOBERNADORES RADICALES
No contaban con el Mingo
Por M. P.
El jueves a la noche, los gobernadores
de la Alianza hablaron de cuarto intermedio. Con ese artilugio,
repetido ante cada fracaso de las tratativas por la coparticipación
de impuestos, intentaron bajarle el tono a la polémica que había
generado la abrupta retirada de sus pares del PJ. La escena retrataba,
además, la difícil situación que atraviesan los mandatarios
del oficialismo: defienden a muerte los intereses de sus provincias, pero
al mismo tiempo quieren evitar que el Gobierno, ya bastante debilitado,
se desintegre al final de la negociación. La complicada estrategia
de los aliancistas no contaba con un factor adicional, e impredecible:
Domingo Cavallo.
El tipo está buscando alguna excusa para irse, aseguró
ayer a Página/12 un gobernador de la UCR con mucho peso dentro
del partido. Esa opinión es compartida por casi todos sus correligionarios,
y anteayer se escuchó como un mantra en los dos ascensores del
CFI, cuando los radicales bajaban del séptimo piso con la amarga
sensación del fracaso.
Sin embargo, los gobernadores de la Alianza no comparten todos los movimientos
ni tampoco las tácticas a corto plazo. El rionegrino Pablo Verani
es el más proclive al Gobierno: siempre está dispuesto a
firmar los documentos que exhibe el ministro de Economía. El mendocino
Roberto Iglesias, en cambio, es mucho más crítico, al igual
que Angel Rozas, y no deja pasar oportunidad sin criticar el estilo y
la inflexibilidad de Cavallo. José Luis Lizurume y Sergio Montiel
se encuentran en una posición intermedia: la presión del
Ejecutivo y el descalabro económico en sus distritos los tiene
un poco apabullados como contó a Página/12
uno de sus colegas y eso los hace más influenciables.
Las internas de los radicales quedaron expuestas el propio jueves. A la
salida del CFI, cuando fracasó la reunión con Cavallo, la
mayoría se fue por su lado. Sólo unos pocos, entre ellos
Verani y el chaqueño Rozas, se dirigieron al restaurante José
Luis, en Quintana y Callao, para cenar con el jefe de gabinete Chrystian
Colombo. Junto a ellos estaban un funcionario del Banco Nación,
el senador electo chaqueño Eduardo Moro, y el ministro de Economía
de Río Negro. Se quedaron hasta la medianoche, entre discusiones
y bromas que apenas podían dispersar el malhumor.
El Gobierno está en un momento de debilidad política
y, en este contexto, lo peor es pelearse con todos los gobernadores a
la vez, decía ayer a este diario uno de los participantes
en la cena. Ese argumento, precisamente, es la base de todas las críticas
que escuchó Colombo de boca de los gobernadores de la UCR. El cuestionamiento
incluye otro punto delicado: los mandatarios radicales sospechan de sus
pares peronistas porque creen que la retirada colectiva del jueves fue
una puesta en escena. Estuvieron poco corteses, provocaron un desaire
muy fuerte y tanto Colombo como Cavallo quedaron golpeados. Pero después
terminan firmando un acuerdo con el Presidente, insistía
ante este diario un aliancista del Interior. La cuestión se tratará
en la reunión del Comité Nacional de la UCR que se tendrá
lugar el próximo martes.
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