Por Cledis Candelaresi
Bajo el ostentoso nombre de
Oportunidad Nueva Competitividad Empresarial, Aerolíneas
Argentinas presentó ayer ante los gremios su nuevo programa para
reducir costos laborales, fundado en una rebaja salarial de hasta el 25
por ciento, recorte de viáticos, nuevos retiros voluntarios y jubilaciones
anticipadas. La propuesta en este rubro, uno de los más sensibles
de la estrategia que diseñó la española Marsans,
se funda en idénticos principios a la que había formulado
la SEPI y que desató un conflicto que puso a la compañía
en una situación casi terminal. Tanta es la semejanza, que esta
eclosión gremial podría repetirse.
El hispano Antonio Mata (por Marsans) y el argentino Luis Lúpori
(presidente de Air Plus) bosquejaron ante los representantes gremiales
los rudimentos de su propuesta laboral. Aunque no abundaron en detalles,
lo fundamental quedó en claro: habrá un recorte salarial
escalonado para todos los trabajadores, sin piso que excluya a los que
menos ganan.
Los gremios, esperanzados de que el plan español sea sólo
una carta de negociación y debilitados por el derrumbe de sus convenios
colectivos a raíz de la convocatoria de acreedores, se toman tiempo
para dar una respuesta orgánica. Pero ayer los dirigentes insinuaban
reparos, aunque de distinto tenor. Los técnicos aeronáuticos,
liderados por el díscolo Ricardo Cirielli, sugerían que
si la empresa no flexibiliza su posición, podrían reiterar
una medida de fuerza. Los pilotos, más componedores, se conforman
con que les garanticen los pagos por productividad, que constituye una
porción importante de su salario.
El cronograma empresario prevé reducir hasta un 10 por ciento los
sueldos de hasta 800 pesos; entre un 10 y un 15 por ciento para los que
oscilan entre 800 y 1000; entre el 15 y el 25 por ciento a los sueldos
de hasta 3.500 y un 25 por ciento a quienes ganen más. Los recortes
serán aplicados sobre todos los componentes del salario, incluidos
viáticos y vales de consumo, aunque, a decir de los directivos
empresarios, constituirán un ahorro forzoso y no un
descuento liso y llano.
Según promete la actual conducción de Aerolíneas,
al cabo de tres años los trabajadores podrían recuperar
los montos descontados por dos vías a elegir: haciéndose
del efectivo (no está aclaro si con el correspondiente interés
o no) u obteniendo acciones de la compañía.
Pero este recupero, sin embargo, está condicionado a que se cumplan
ciertos objetivos, uno de ellos ineludibles: que Aerolíneas (y
las otras empresas del grupo, entre ellas Austral) alcance determinados
parámetros de ingresos brutos totales a fijar anualmente.
A esta meta habrá que añadir por lo menos una de las otras,
como cierto coeficiente de ocupación de las aeronaves, horas
bloque de actividad y pasajeros a transportar. Sólo si se
alcanzan estos dos objetivos el recorte de los trabajadores sería
realmente un ahorro. De lo contrario, será pura y sencillamente,
un descuento.
La otra gran promesa patronal es mantener por dos años la estabilidad
del personal, aunque no por esto resigna el afán de achicar el
plantel de alrededor de 7000 empleados. Para lograr este cometido, la
dupla MarsansAir Plus lanzó un nuevo plan de retiros voluntarios
y jubilaciones anticipadas, al tiempo que garantizó el pago de
las cuotas adeudadas por la Sepi al personal que ya se acogió a
planes anteriores.
El plan se completa con una revisión integral de las condiciones
laborales de todo el personal, que supone reducir un 30 por ciento los
viáticos, así como limitar el pago de horas extras y otros
beneficios convencionales actuales, entre otros recortes de prerrogativas
laborales.
La irritante propuesta que había presentado la Sociedad Estatal
de Participaciones Industriales meses atrás también preveía
modificar los convenios colectivos de cada uno de los siete gremios y
recortar salarios, aunque hasta un tope menor, del 20 por ciento. Esta
iniciativa, denominada Plan Director, disgustó a varios de los
sindicatos pero pusodirectamente en pie de guerra al de los técnicos
aeronáuticos, comandados por Cirielli, resistencia que paralizó
a Aerolíneas durante nueve días en mayo pasado, ya que sin
el personal de mantenimiento, ningún avión puede despegar.
Meses después, con la compañía en concurso de acreedores
y los convenios colectivos caídos, Marsans vuelve a insistir con
una fórmula parecida al la de Sepi y, en algún sentido,
aún más dura.
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