Por Horacio Cecchi
No voy a abrir juicios
negativos sobre mis funcionarios, respondió tajante apenas
terminado el acto de asunción de Juan José Alvarez como
ministro de Seguridad bonaerense. En realidad, el gobernador Carlos Ruckauf
quiso decir ex funcionario, porque se refería al ministro saliente
Ramón Verón. Tampoco hacía falta decir demasiado:
Verón salía por la puerta trasera tras el escándalo
desatado por la denuncia de la Suprema Corte sobre la muerte de 60 chicos
en presuntos enfrentamientos con la policía. El nuevo ministro
inicia su gestión con un difuso crédito: la oposición
reconoce como positiva la designación de un político en
lugar de un comisario al frente de un problema político como el
de la seguridad. Ruckauf aprovechó para anunciar el recambio de
su gabinete: el ministro de Justicia Jorge Casanovas fue reemplazado por
el duhaldista Antonio Arcuri, y el director de Escuelas, Octavio Bordón
lo será por Mario Oporto. Mientras Alvarez asumía, la secretaria
de Derechos Humanos nacional Diana Conti anunciaba un pedido de investigación
sobre Ruckauf por la actividad de los escuadrones de la muerte policiales
(ver aparte).
El final de la administración de seguridad de Verón no pudo
ser más estrepitoso: un día antes, la Suprema Corte denunciaba
la muerte de 60 menores en territorio bonaerense, entre 1999 y 2000. Muertes
que según el informe eran notificadas por los uniformados como
enfrentamientos. La resolución de los ministros de la Corte puso
en duda la veracidad de dichos enfrentamientos al dar cuenta de que muchos
de esos menores habían presentado previamente denuncias de amenazas
y/o tratos lesivos, y dejaba entrever la actuación sistemática
de escuadrones de la muerte.
El jueves, cuando la versión de la caída de Verón
recorría los pasillos platenses, el propio ministro dibujó
su final durante una entrevista radial en la que respondió: Es
casi un deporte de los menores denunciar apremios ilegales.
El informe de la Corte fue el que disparó la caída. Pero
su suerte ya estaba escrita aún antes de las elecciones. La
denuncia aceleró la decisión sorpresivamente, confió
un diputado del PJ bonaerense. Fue un cambio estratégico,
aseguraron en la oposición.
Alak, Balestrini y Alvarez salieron votados en sus intendencias
con mucha fuerza. Y lo que están pidiendo es un espacio de poder
señaló un diputado aliancista. Los dos años
que le quedan a Ruckauf son tremendos y se enfrenta a una puja interna
durísima. Su discurso de la mano dura formó parte de una
táctica: necesitaba mostrarse como un duro, y tener enfrente a
una legislatura opuesta a sus proyectos a quien culpar. Pero ahora, teniendo
mayoría en las dos cámaras, se le cayeron las excusas. Y
sabe que la mano dura ya no cosecha votos. Entonces, cedió a los
pedidos de compartir poder, pero entregó un ministerio que es un
polvorín. Si sale mal, que es muy previsible, intentará
compartir la responsabilidad.
Juan José Alvarez, reelecto intendente de Hurlingham, Juanjo
para el arco político justicialista y también de la oposición,
es uno de los Tres Mosqueteros junto con Julio Alak, intendente
de La Plata, y Alberto Balestrini, de La Matanza, llamados así
porque se aventuraron a una línea independiente de Eduardo Duhalde
en el PJ.
En el 95, Alvarez resultó electo intendente de Hurlingham.
Durante su gestión designó a Patricia Bullrich como secretaria
de Coordinación, quien ideó el Plan Policía-Vecino,
abriendo espacios de participación vecinal en temas de seguridad.
El plan fue considerado modelo y despertó el interés de
León Arslanian para implementarlo durante la Reforma de la Bonaerense.
Arslanian llamó a Alvarez, que pasó a ser secretario de
Relaciones con la Comunidad. No se llevaron bien detalló
un integrante de la Reforma inicial. Cuestiones de celos políticos.
A los tres meses, Alvarez se fue dando un portazo y el plan modelo nunca
se aplicó. En el 99, fue reelecto en la intendencia.
Su llegada al ministerio por el momento abre dudas. Es muy positivo
que se designe a un político al frente de la seguridad, que es
un tema político y no policial. Pero no le abrimos un crédito
hasta que veamos que se propone hacer y cómo lo hace, aseguró
el senador frepasista Eduardo Sigal. El tema de la seguridad va
a volver a estallar sostuvo el senador radical Diego Rodrigo.
Las cárceles anunciadas nunca se levantaron, las 18 alcaidías
tampoco, los policías están involucrados en todos los delitos.
Se dejaron pasar dos años ignorando todas las denuncias,
muertes, corrupción policial dijo el diputado frepasista
Alejandro Mosquera. Es evidente que hay una responsabilidad política.
La interrupción de la Reforma de la Bonaerense abrió
el campo al regreso de la Maldita Policía, relacionada con abusos
aberrantes y cantidades de delitos en los que los policías estuvieron
involucrados. Hoy estamos viviendo las consecuencias dijo Ciro Annicchiarico,
concejal frepasista en Lomas de Zamora y ex integrante del Instituto de
Política Criminal y de Seguridad bonaerense. Ahora se recurre
a la vieja receta de cambio de cúpula. Quizás Alvarez pueda
hacer las cosas bien.
De todos modos, el difuso crédito con que cuenta Alvarez fue relativizado
por el propio Ruckauf: confirmó en el cargo al comisario que planteó
sitiar las villas, Amadeo DAngelo, designado por Verón como
virtual jefe policial. Ayer, durante el acto de asunción, el otro
reemplazante, Antonio Arcuri en el Ministerio de Justicia, en lugar
de Jorge Casanovas, electo diputado, cerró con un broche
de oro su discurso inicial: Hay que acelerar los tiempos de la ley,
aseguró y consideró excelentísima, la
actuación de su antecesor, enfrentado con el 99 por ciento de los
jueces de la provincia.
Los números
negros
Los datos de la Suprema Corte bonaerense fueron contundentes:
60 chicos muertos entre l999 y 2000 a manos de la policía.
Este año, esa tendencia estuvo lejos de disminuir: según
cifras del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) durante
el primer semestre de 2001, 15 chicos menores de 18 años
fueron muertos y otros 18 resultaron heridos por las fuerzas de
seguridad en el Gran Buenos Aires. De acuerdo con los datos de ese
organismo, de las 102 personas muertas en enfrentamientos con la
Policía el año pasado en el Gran Buenos Aires, el
42 por ciento tenía menos de 21 años y 27 de éstos
aún no habían cumplido los 18. Sobre los menores detenidos,
las cifras son: 11.066 en 1999, 15.903 en 2000 y al 31 del julio
de este año la cantidad era de 8.255, según datos
del propio Ministerio de Seguridad de la provincia.
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Hitos del hombre de
hierro
Asumió el ministerio a fines de marzo del año pasado
suplantando a Rico, en medio del festejo de la Bonaerense. Llegó
con un currículum digno de un tipo implacable:
de él se decía que era el policía con mayor
cantidad de delincuentes abatidos en la historia de la Bonaerense.
Ligado a la Maldita Policía, fue uno de los primeros instructores
de la causa AMIA, de donde terminó siendo apartado. Luego
de un interludio volvió a principios de 2000, impulsado por
Luis Patti, como superintendente de la Bonaerense. Allí permaneció
hasta asumir como ministro de Seguridad Bonaerense. Algunos de sus
hitos imborrables:
En agosto del 2000, en
Los Polvorines, tres delincuentes que habían asaltado un
banco, recibieron 190 disparos por parte de la policía. Además
un policía murió y otro resultó herido de gravedad,
víctimas de balas que no procedieron de los asaltantes. Lo
curioso del caso fue que la Policía llegó al lugar
10 minutos después de concretado el asalto, sin que se produjera
persecución previa. Un cabo arrepentido denunció
que se había tratado de una ratonera armada para mejorar
la imagen policial y recibió amenazas.
En setiembre del mismo
año, en Beccar, fue asesinado el músico Mariano Witis,
quien servía de rehén a otro joven ladrón que
también murió en medio de una lluvia de balas disparada
por los agentes. La policía lo presentó como un ladrón
hasta que la familia la sacó de su error. Verón justificó
el operativo por el que hoy están procesados varios policías.
Un mes más tarde,
su segundo, el jefe de la Policía Bonaerense, Eduardo Martínez,
tuvo un exabrupto: ante las crecientes acusaciones a la policía
por torturas en las seccionales, contestó con escasa sensibilidad:
Si un policía tortura, lo fusilo. Fue reemplazado
por José María Gallina.
Pero las acusaciones
por tortura y malos tratos en las comisarías aumentaron:
en el último año y medio fueron denunciados más
de 700 casos en la provincia.
A fines de agosto, el
propio Verón lanzó sin éxito una controversial
medida. Ordenaba que cualquier menor que anduvieran callejeando
y pidiendo limosnas fuera trasladado a una comisaría. Ante
el escándalo que se desató debió dar marcha
atrás.
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Investigar a
Ruckauf
La seguridad en la provincia no sólo es un polvorín
tras la denuncia de la Suprema Corte. El informe rebotó en
el gobierno nacional. Ayer, Fernando de la Rúa se mostró
muy preocupado e indicó a la secretaria de Derechos Humanos,
Diana Conti, para que se abocara al tema, según
aseguraron desde la misma secretaría. El tema de fondo
no se resuelve con la renuncia de Verón, dijo Conti
a Página/12. La denuncia de la Corte refrenda institucionalmente
algo que ya suponíamos: que la policía persiguió
e incluso mató en situaciones dudosas a menores, que habían
presentado denuncias de apremios ilegales y malos tratos. Por un
lado, lo que se hace inminente es suspender el contacto de la policía
con los menores. Por el otro, la omisión cuando se trata
de muertes conlleva responsabilidad penal, sobre todo de un gobernador
que hizo de la mano dura un caballito de batalla.
La secretaría de Conti conformó dos expedientes. Uno,
sobre violaciones de derechos humanos en la provincia. No
tengo expedientes de todas las provincias. Un expediente de ese
tipo se arma cuando el grado de denuncias recibidas empieza a dejar
entrever una acción sistemática, señaló
la secretaria. El otro expediente corresponde a los asesinatos de
Gastón Galván, de 14 años, y Miguel Burgos,
de 16, ocurridos en Don Torcuato el 24 de abril pasado, investigados
y denunciados en una serie de notas por Página/12. Allí
está sistematizado todo el trabajo realizado por la fiscalía.
Con los dos expedientes, me voy a presentar ante la Suprema Corte
para solicitar una investigación por presunta responsabilidad
penal del gobernador Carlos Ruckauf.
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ANTONIO
ARCURI REEMPLAZARA A CASANOVA Y MARIO OPORTO, A BORDON
Ruckauf mueve sus fichas poselectorales
Por Felipe Yapur
Carlos Ruckauf sabía
que tenía que reestructurar su gabinete. Lo sabía desde
antes de las elecciones del 14 de octubre, porque Eduardo Duhalde lo estaba
presionando. Pero nunca pensó que fuera el informe de la Corte
de Justicia provincial, que denunció la muerte de al menos 60 niños
y adolescentes a mano de la Policía Bonaerense, lo que aceleraría
los tiempos y mucho menos imaginó que tendría que despedir
al policía Ramón Verón del Ministerio de Seguridad,
la cartera desde donde implementó su política de mano
dura y que tanto resultado le diera durante la campaña electoral
del 99.
Para el gobernador nunca había estado en discusión su política
de mano dura. Pero con el informe de la Corte de Justicia
bonaerense en la calle todo cambió. Se vio obligado a modificar
sus planes sobre la marcha y en tren de darle una nueva imagen a su gobierno
recurrió al intendente de Hurlingham, Juan José Alvarez,
quien ya había colaborado con el entonces ministro León
Arslanian.
Sacando rápidamente al uniformado del medio cree que logro matar
a dos pájaros de un tiro. Por un lado, oxigena el gabinete
en medio de esta nueva crisis con la Policía Bonaerense, pero también
le pone un freno al avance duhaldista al designar a uno de los intendentes
que mejor performance hizo en los comicios pasados y que está enfrentado
a la férrea estructura territorial del senador electo.
Alvarez conforma, junto con los intendentes Alberto Balestrini (La Matanza)
y Julio Alak (La Plata), el grupo que se conoce como Los tres mosqueteros
y que Duhalde busca con desesperación desarticular porque sabe
que éstos tienen en sus planes discutirle el nombre del candidato
a gobernador de 2003.
Tras pedir licencia a su puesto en Hurlingham, el actual ministro llegó
según confiaron sus colaboradores para darle
nuevos aires a la política de seguridad. Eso sí, se
apresuraron a aclaran que si bien rechazan la mano dura, tampoco
somos garantistas como Arslanian. En todo caso, prefieren sostener
que Juanjo se ajusta al derecho, frase que repiten sin cesar
aunque evitan dar pistas sobre cuál es la diferencia con las otras
dos líneas.
Los cambios en el gabinete se veían venir. Ruckauf lo sabía
y con la profundización de la crisis que lo arrastró casi
al fondo de la tabla de popularidad, vio crecer la figura del ex gobernador,
quien comenzó a presionar al mandatario para que reestructure el
gabinete. El dedo acusador del senador electo señalaba al director
general de Escuelas (DGE), José Octavio Bordón, y al ministro
de Justicia, Jorge Casanova. Los recambios casi tenían fecha, iban
a aprovechar el 10 de diciembre cuando Casanova asumiera como diputado
nacional para concretarlos.
Con el resultado electoral en las manos, Duhalde profundizó su
embestida. El ex gobernador quería el puesto de Bordón a
quien le cuestionaban su gestión muy gris solían
repetir los duhaldistas y pretendía que lo reemplazara alguien
que ya había ocupado ese cargo. La elegida era la diputada Graciela
Giannettasio, a la que Duhalde quería resarcir por no haberla elegido
como su compañera en la fórmula para senadores. Ruckauf
resistió colocando en la DGE a Mario Oporto, el segundo de Bordón
y hombre del sociólogo mendocino.
El puesto de Casanova estaba desde hace tiempo resignado y desde ayer
es ocupado por el ultrarrecontraduhaldista, Antonio Arcuri. La llegada
de este estrecho colaborador está relacionado con la forma en que
Duhalde organiza y equilibra su armado territorial. Arcuri, quien supo
dirigir el apetecido y millonario Fondo de Reparación Histórica
del Conurbano bonaerense, tiene a su esposa Brígida al frente de
la intendencia de San Vicente, un partido que dividió hace unos
años para poder contentar al otro caudillo de ese distrito, Oscar
Rodríguez. Este conduce el partido de Presidente Perón y
es el marido de la senadora electa Mabel Müller. Duhalde se rearma
en su camino a la candidatura presidencial. Ruckauf resiste porque quiere
recorrer el mismo camino.
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