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LOS REALITY SHOWS TUVIERON UNA SEMANA MOVIDA
Juegos, trampas y cámaras

�Gran Hermano 2� sufrió
otra deserción. En �El Bar 2� se terminó la camaradería y �Reality reality� está al borde del fracaso.

Pablo Heredia tuvo un raro
brote místico y se fue de “GH 2”.
Barretto hizo trampa; Eugenia encabezó una rebelión femenina.

Por Eduardo Fabregat

Tras varios días con espíritu de abulia y sin mayores sobresaltos, tres de los reality shows presentes en la pantalla local vivieron una semana tormentosa: en “Gran Hermano 2”, Pablo Heredia sufrió un brote místico, empezó a mostrarse algo inestable y terminó saliendo voluntariamente de la casa. En “El Bar 2”, el aire fiestero de los comienzos (que incluyó borracheras varias y sexo explícito) se convirtió en un hervidero de desconfianzas a partir de un arreglo “entre mujeres”, que dejó a Eugenia en la extraña e inédita situación de ir al banquillo y a la vez elegir al segundo nominado. En “Reality Reality”, en tanto, la situación parece terminal: el programa apenas araña 2 puntos de rating, Gisella Barreto hizo trampa y pegó un portazo al ser descubierta, y la producción presiona constantemente a los actores para que “pase algo” o el juego se termina abruptamente. Como ejemplo del cambio de situación, sirve una de las frases repetidas por los participantes sin distinción de canal: “Parece que algunos empezaron a jugar”.
En “Gran Hermano 2” los productores empiezan a tener más “situaciones impredecibles” que las deseadas. Pablo Heredia, un buenazo pintón que mantenía el bajo perfil para sostener fluidas relaciones con todo el mundo (en especial con tres de las chicas), empezó a bajar un discurso místico, a mostrarse eufórico o bañado en lágrimas con la misma convicción y, mientras algunos compañeros se preguntaban si “éste se la pasó actuando estos 80 días”, terminó pidiendo que abrieran la puerta. La segunda salida voluntaria (la primera fue Gonzalo Novellino, el 4 de octubre) provocó que Telefé levantara el jueves el episodio de “Tiempofinal” para emitir un programa especial (promedió 22 puntos) en el que Juan Alberto Badía y Soledad Silveyra desmintieron los rumores de que Pablo estuviera recibiendo atención psiquiátrica, y que estaba “durmiendo en su casa”. En la casa mediática, en tanto, se multiplicaban los llantos de las chicas, y el rating se mantenía cerca de los 25 puntos.
En “El Bar 2” el cambio fue más brusco. Tras la salida de Cecilia y Mónica en las primeras nominaciones, Pamela y Eugenia encabezaron una movida reivindicativa del género y, mientras “los muchachos” jugaban a la pelota en la playa, convocaron a una reunión en la que arreglaron sus votos positivos para que Eugenia, casi condenada al banquillo, arrastrara con ella a un hombre a la elección del público. El elegido fue finalmente Cristian, quien también reveló hace poco una pesadísima historia familiar: anoche se decidía quién se quedaba afuera, pero lo cierto es que el clima dentro del bar ya no es de camaradería y “somos todos amigos”. “Lo que está claro es que algunos ya están pensando en la guita y nada más que la guita”, analizaron Diego y el nominado. Si a ese cambio en la mirada de los participantes se suman la presencia de Charly García –quien terminó pintando al aerosol paredes, sandwiches y tetas–, los furibundos enojos de “Sabrina Love” y una inminente fractura en ese frente femenino (Pamela ya se declaró arrepentida, y acusó a Eugenia de manejar la situación en su provecho), se entiende por qué el ciclo conducido por Andy Kustnezoff ya consiguió duplicar el rating, del 3.5 de sus primeras emisiones a los 7 puntos que consiguió con el programa del jueves donde Eugenia definió la segunda nominación.
Para “Reality reality”, en cambio, las cosas pintan sombrías. Cumplido solo el primero de los tres meses de encierro, el programa no levanta ni en interés ni en rating, y los participantes se muestran cada vez más reacios a las presiones de la producción para generar conflictos. “Si buscan que compitamos no lo van a conseguir, porque nosotros no venimos a competir, venimos a trabajar”, advirtió Emilia Mazer a una enviada que les manifestó la preocupación porque en “Reality Reality” no hay mayores cuestiones que agreguen algo de fuego. En realidad, quizá los conflictos llegaron tarde, cuando ya el público se cansó de esperar ese toque “diferente” que prometía el reality de los actores. Violando las reglas del juego, Gisella Barreto escribió una carta en la que pedía a sus amigos y allegados que votaran al resto del grupo, y la “coló” en el bolso del expulsado Juan José Camero. Cuando la producción reveló la trampa y anunció sanciones, la ex secretaria de Gerardo Sofovich decidió irse, aunque finalmente a los restantes participantes se les cortaron las comunicaciones y dejaron de asignarle “trabajos”. La depresión resultante parece predecir un inminente final para el fallido intento de Enrique Estevanez.
Así las cosas, esta semana los reality parecieron sacudirse un poco la sensación de cartón pintado y personajes calculados, para exhibir una faceta algo más real y circunstancias que pueden ayudar a sostener con rating un formato que apunta al agotamiento. El mejor resumen del género, sin embargo, volvió a sonar en una de las frases de despedida del “místico” Pablo. “Yo ya estoy, loco, ya gané. Ya soy famoso, ¿entendés?”. Clarísimo.

 

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