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Ni siquiera la ayuda de Antonio
alcanzó para anunciar las medidas

El Gobierno decidió postergar para mañana o pasado el anuncio de las medidas económicas y de los cambios en el Gabinete. Aún faltaban definir cuestiones de fondo en el paquete.

Los De la Rúa, Fernando y Antonio, ayer trabajaron juntos, como lo hacen ante cada crisis.

Por José Natanson

”Quiero un discurso fuerte, pero no de consignas sino de medidas. Bien concreto”, definió Fernando de la Rúa a su hijo Antonio. Fue ayer, en Olivos, antes de que comenzaran a desfilar, uno a uno, los funcionarios que se acercaban con las propuestas de cada área. De la Rúa los escuchaba, atento y hermético, y anotaba los puntos centrales en un cuaderno. Después le pasaba la síntesis a su hijo, que se encargaba de darle formato discursivo en su notebook. Aunque la idea original era formular el anuncio hoy, anoche el vocero Juan Pablo Baylac informó a este diario que se posponía para principios de la semana. Alegó razones técnicas, pero lo cierto es que el Gobierno tiene demasiados asuntos sin resolver, lo que le impide definir de una vez el conjunto de medidas.
La escena se repitió durante toda la jornada. Por ejemplo, cerca del mediodía llegó la ministra de Trabajo, Patricia Bullrich, junto al secretario de Empleo y PYMES, Enrique Martínez. Llevaban una carpeta con las propuestas elaboradas en la cartera. Entre ellas, el beneficio universal de 150 pesos para los jefes de hogar desocupados. La iniciativa –un replanteo general de la política asistencial de Gobierno que apunta a acabar con las prácticas clientelistas– constituye la medida social más fuerte y es, por lo tanto, una de las claves del paquete.
De a poco fueron llegando los demás. En diferentes salas, casi todo el Gabinete conversaba y debatía las distintas iniciativas, mientras aguardaban a que el Presidente los recibiera de a uno. El más esperado, Domingo Cavallo, llegó a la tardecita, después de trabajar junto a sus colaboradores durante todo el día en el Ministerio de Economía.
Mientras Cavallo y De la Rúa conversaban a solas, el ministro del Interior, Ramón Mestre, y el jefe de Gabinete, Crhystian Colombo, fatigaban los teléfonos intentando recomponer las negociaciones con los gobernadores, aunque ya no planeaban una gran reunión sino que las provincias firmen una por una. Cerca, el secretario General de la Presidencia, Nicolás Gallo, recibía un llamado de Legal y Técnica en el que le avisaban que el decreto de creación del Ministerio de Turismo estaba listo.
En una sala contigua, el jefe de Diputados, Rafael Pascual, analizaba la viabilidad política de los proyectos que requerirán la aprobación del Congreso. “Las cosas no están fáciles, pero mejor ahora que después del 10 de diciembre”, repetía Pascual cada vez que un ministro lo consultaba sobre la posibilidad de que una iniciativa se transforme en ley.
El objetivo era apurar al máximo los tiempos para que hoy, antes de la temida apertura de los mercados, el Presidente presentara en un mensaje al país el conjunto de iniciativas. Sin embargo, anoche Baylac informó que el anuncio se postergaba una vez más. La explicación oficial: el paquete contiene una gran cantidad de resoluciones y decretos que aún no están técnicamente listos. Como también hay algunas que deben pasar por el Congreso, De la Rúa decidió consultar mínimamente a los autoridades legislativas. Además, la fusión de estructuras crea problemas de competencia entre los ministerios, lo que demoró aún más las cosas.
Más allá de las explicaciones oficiales, es innegable que todavía falta definir una serie de cuestiones claves, sin las cuales no tendría sentido formular un anuncio. El capítulo financiero, por ejemplo, es uno de los aspectos más importantes, y no puede resolverse hasta que no se llegue a un acuerdo con los gobernadores, los bancos y las AFJP, que aún está lejos de lograrse (ver página 5).
Pero los problemas no son sólo técnicos. También hay dudas en cuestiones bien de fondo. El Mercosur es quizás la más importante: el viernes, en una conferencia de prensa mañanera y sorpresiva, Cavallo atacó duramente a Brasil por la devaluación del Real. Aunque ayer, aconsejado por Adalberto Rodríguez Giavarini, el Presidente emitió un comunicado reafirmando el Mercosur, el asunto está lejos de solucionarse (ver aparte). “Todavía no tenemos una política definida”, se quejaba un funcionario en Olivos. La relación con los gobernadores también divide al Gabinete: tres hombres cercanos a De la Rúa –Colombo, Pascual y Mestre– están convencidos de que antes de presentar en público las medidas es necesario buscar un marco de acuerdo que sustente políticamente el paquete. “Si no, cualquier anuncio se diluye en cuestión de días”, explican. Otros, en cambio, creen que ya es hora de apurar las cosas. Entre ellos Bullrich, que evalúa como de “puro desgaste” las dos semanas de frustradas negociaciones con los gobernadores.
Hay otros temas que también aguardan una definición, como la relación del Gobierno con el gremialismo: Bullrich ha encarado una estrategia de “dialogar sin concesión” con los sindicalistas, lo que generó cuestionamientos de Colombo, que recomienda pactar una suerte de paz social con los capos cegetistas. El PAMI es otra de la cuestiones pendientes: el tironeo entre Héctor Lombardo, de un lado, y quienes impulsan su privatización (ver página 2), del otro, se mantiene vivo.
En cualquier caso, la obsesión de De la Rúa por cerrar hasta los más mínimos detalles hizo que el Gobierno pospusiera los anuncios que se aguardan desde hace dos semanas. Ya apuró algunos movimientos, como la designación de Daniel Sartor –un ex puntero rionegrino con un curriculum plagado de denuncias– en Desarrollo Social. Sin embargo, de la definición de todas estas cuestiones depende no sólo la configuración final de las medidas sino también los cambios de Gabinete. Un ejemplo: la permanencia de Bullrich al frente del Ministerio de Trabajo, por ejemplo, está atada a la decisión de estratégica de ceder o no ante los gremios.
Recién cuando De la Rúa resuelva esta larga serie de interrogantes podrá realizar el anuncio. A pesar de tanta indefinición, algunas –pocas– cosas están claras. En primer lugar, en el Gobierno juran que, aunque incluiría recortes importantes, no se trata de pura ortodoxia. Pero, además, en Olivos agregaban ayer un dato político central. “Cavallo ya lanzó tres planes y no tuvo éxito. El va a ser un ejecutor, como cualquier otro ministro, pero éste va a ser un programa de De la Rúa”, aseguraba anoche un integrante del entorno presidencial, confiado que –esta vez, por favor, sí– el paquete le permita al Gobierno recuperarse de dos años de puro bajón.

 

A emparchar el Mercosur

El viernes, Domingo Cavallo atacó duramente a Brasil, país con el que, dijo, no se puede trabajar por sus constantes devaluaciones. La sorpresiva declaración impulsó a las autoridades brasileñas a interrumpir las negociaciones que venían manteniendo con la Argentina para establecer mecanismos de salvaguarda. Ayer, Fernando de la Rúa desautorizó directamente a su ministro de Economía. “El Mercosur sigue siendo una política de Estado, una prioridad, una cuestión de Estado”, señaló el Presidente a través de un comunicado difundido en Olivos. Para el Presidente, las diferencias entre los dos países son “tensiones que se resuelven negociando y así continuaremos, ya que el proceso de integración es el objetivo irrenunciable de ambos países. El Mercosur cuenta en la actualidad con una reconocida importancia estratégica para sus miembros y asociados al bloque, para toda la región, el hemisferio y el resto del mundo. Es un activo que, por nuestro interés nacional, vamos defender y perfeccionar en aquellos puntos que hoy exhiben diferencias o problemas”, concluyó.

 

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