Por Martín
Piqué
Luego de escuchar el vitriólico
discurso que les dispensó Domingo Cavallo el viernes, por televisión,
los gobernadores reaccionaron con incredulidad y rabia. Pensaban que se
trataba de una provocación, e intentaron mitigar el mal momento
a través del teléfono: el pampeano Rubén Marín,
por ejemplo, habló con Adolfo Rodríguez Saá, Juan
Carlos Romero y Néstor Kirchner, todos del Frente Federal. También
dialogó con José Manuel de la Sota, quien durante el enfrentamiento
con Cavallo mantuvo un notorio bajo perfil que generó suspicacias
y recelos. Además de compartir el enojo contra el ministro, los
jefes provinciales se pusieron de acuerdo en torno a punto: Hay
que arreglar una posición de conjunto, coincidían
desde sus celulares. Habrá que ver si los gobernadores tienen espaldas
para mantener esta actitud.
Esa será la postura que tratarán de imponer a partir de
mañana. Y para eso deberán enfrentarse de nuevo con el titular
de Economía, quien ya aseguró que negociará en
forma individual sólo con los gobernadores que acepten las
condiciones de la Nación. El Gobierno dice que acordó
con Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, pero no es así, salvo
el caso de Córdoba. Lo tiran desde Economía para tratar
de dividir el campo de los gobernadores, comentó ayer a Página/12
el gobernador de una provincia chica que integra el Frente Federal.
En la Casa Rosada son conscientes que la relación de Cavallo con
los gobernadores está rota. Pruebas no faltan. Al portazo de los
peronistas en el CFI, se le sumó el viernes la conferencia de prensa
que dio el ministro, casi una declaración de guerra. Por el lado
oficial, el encargado de recomponer las relaciones fue el jefe de Gabinete,
Chrystian Colombo. Ese mismo fatídico viernes, Colombo y su equipo
llamaron por teléfono a los mandatarios del PJ. En cada conversación,
utilizaron el mismo recurso: desautorizar a Cavallo y convocar a una nueva
ronda de negociaciones.
El gesto conciliador del jefe de Gabinete fue tomado con ironía:
Son como el torturador bueno y el torturador malo, uno (Cavallo)
es el duro y el otro (Colombo) te escucha, bromeaba un gobernador
peronista en diálogo con este diario. Pero no por eso los llamados
de Colombo dejaron de surtir efecto: varios mandatarios se manifestaron
a favor de reiniciar las negociaciones por la coparticipación federal.
Entre ellos, el radical Angel Rozas quien ayer advirtió que no
debe romperse el diálogo entre la Nación y las provincias
y pronosticó que cualquier otra opción sería
trágica para el país.
De todas formas, los jefes provinciales del PJ no suspendieron en ningún
momento las tratativas con el Gobierno: pese al desplante que le hicieron
a Cavallo, dejaron a sus ministros de Economía debatiendo con la
segunda línea de Economía Hugo Garnero y Jorge Baldrich,
especialmente. Esos funcionarios, además, se encargaron de
telefonear a los titulares de las carteras de Hacienda de cada provincia,
para reforzar las gestiones que estaba haciendo Colombo con los mismos
gobernadores.
Con estos antecedentes, lo más probable es que a partir de mañana
la Nación y las provincias se sienten de nuevo a negociar. Aunque
la bronca con Cavallo persiste: El Caballo (sic) está desbocado,
ahora hay que esperar para ver dónde para. Cuando se mandaba estas
cagadas con Menem terminaba llorando, comentaba ayer, en medio de
su descanso familiar, un gobernador del PJ que aspira a la Presidencia
en el 2003. Con otras palabras, pero con el mismo sentido, se refirió
al ministro el santacruceño Kirchner, quien de todos modos confió
en que las negociaciones van a avanzar: Si el Gobierno tuviera racionalidad,
este acuerdo tendría que marchar, porque estuvo muy cerca,
dijo a Página/12.
El debate por la coparticipación incorporará esta semana
nuevos escenarios, además del ya clásico CFI: por un lado,
la Casa de San Luis en Buenos Aires, donde el martes se reunirán
todos los gobernadores del PJ. Allí se discutirá cómo
seguir: los del Frente Federal mantendrán su ideade tratar
colectivamente los grandes temas y contarán con el flamante
respaldo de Carlos Reutemann. Córdoba y Buenos Aires son una incógnita.
De la Sota jugará su juego (la semana pasada renegoció deudas
con la banca privada, a cambio de garantías de las empresas a privatizar:
EPEC y Lotería de Córdoba). Y Carlos Ruckauf se pintará
la cara para intentar ganarse el apoyo de los chicos.
El segundo escenario será el Parlamento, donde los peronistas piensan
que esta semana conseguirán derogar los superpoderes de Cavallo.
Vamos a actuar en consecuencia con los gobernadores: el lunes voy
a empezar a llamar a todos para que vengan a la sesión del martes,
adelantó a Página/12 un diputado por Buenos Aires de mucho
peso dentro de la cámara. La última apuesta es la famosa
Marcha Federal, que ahora fue postergada para el viernes 9
de noviembre y que promete reunir según sus organizadores
a más de 100.000 personas.
QUIEN
ES QUIEN EN EL RANKING DE LAS PROVINCIAS DEFICITARIAS
Los orígenes del rojo en las cuentas
Por Cledis Candelaresi
Desde 1997, el déficit
del conjunto de las provincias argentinas se multiplicó 24 veces,
hasta llegar a los 2800 millones de este año. Pero los datos oficiales,
cuidadosamente recopilados por Economía y Jefatura de Gabinete,
contienen otras revelaciones inquietantes. Una: la brecha se explica más
por una escalada en el gasto que por una caída en los ingresos
a raíz de la recesión o la evasión. Dos: Buenos Aires
lidera el ranking de las jurisdicciones deficitarias. Sus cuentas cerraron
en rojo a partir de 1998, con lo que, llamativamente, su desequilibrio
se originó en vísperas de las últimas elecciones
presidenciales.
Que nadie se engañe, se pueden hacer todos los discursos
electorales y todos los discursos demagógicos que se quiera, pero
en la pérdida del crédito en la Argentina tuvo que ver con
el exceso de gastos de las provincias durante los años 97, 98 y
99, el exceso de endeudamiento y el endeudamiento oneroso, recriminó
Domingo Cavallo en su polémico discurso del viernes.
Sin ninguna duda la verdadera pesadilla de las cuentas públicas
federales es la provincia de Buenos Aires, tal como advirtió en
enero pasado un análisis del Fondo Monetario Internacional, cuando
la emisión de patacones no era siquiera un sueño. Su déficit,
superior a los 1600 millones de pesos anuales, no sólo representa
el 60 por ciento del déficit conjunto de todas las jurisdicciones,
sino que emergió abruptamente a partir de 1998, año previo
a las últimas elecciones.
En 1997, el principal estado del país tenía un superávit
superior a los 412 millones de pesos. Un año después, la
provincia que por entonces gobernaba Eduardo Duhalde ya registraba un
déficit de 1354 millones, que el año pasado alcanzó
su pico de 1950 millones. Córdoba y La Rioja, por citar otros ejemplos,
también desmejoraron en ese lapso sus resultados financieros. Pero
la brecha en sus cuentas fue mucho más modesta, no sólo
en términos absolutos sino como proporción de sus ingresos.
En el mismo período, San Luis redujo drásticamente su superávit,
aunque, junto a Santiago del Estero, la provincia gobernada por Rodríguez
Saá sigue teniendo el privilegio de un resultado positivo. Santa
Cruz, la de Kirchner, también se anotó algún tanto,
ya que logró moderar su déficit, bajándolo de 59
millones anuales a 40. Quizás esa mejor performance fiscal envalentonó
a uno y otro mandatario para que en las últimas horas se presentaran
como los más acérrimos críticos a las propuestas
de la Nación para reformular el pacto federal.
El aliancista Angel Rozas quien, a semejanza de varios de sus pares justicialistas,
tiene aspiraciones presidenciales, administra una provincia que no podría
superar la prueba del déficit cero. Desde 1997, la falta en sus
cuentas se incrementó un 50 por ciento y hoy es uno de los estados
más endeudados: tiene obligaciones por un total de 1300 millones
de pesos y sólo fue superada por Buenos Aires.
Los datos están sintetizados en un informe del que dispone el jefe
de gabinete Chrystian Colombo. El trabajo, que entre sus fuentes cita
a la Secretaría de Política Económica del Palacio
de Hacienda, revela que el gasto provincial creció incesantemente
desde 1994, con un pico en 1999. Aunque un poco más contenido,
similar comportamiento tuvo el de la Nación, que también
alcanzó su máximo en ese año electoral.
Según aquel análisis, si se cargara sobre las cuentas federales
el costo de subsidiar a las once cajas previsionales que fueron transferidas
a la Nación, el gasto primario de las provincias trepó de
poco más de 35.900 millones en 1997 a 38.225 el año pasado.
Esas estadísticas generales sirvieron para presionar a los gobernadores
para que acepten el recorte de los fondos coparticipables, pero es poco
útil para juzgar la naturaleza del gasto en cada jurisdicción.
Este bien podría haberse destinado a cubrir creciente demanda en
serviciosesenciales como educación y salud. O haberse dilapidado
en el clientelismo político, aumentando el empleo público
improductivo o la obra pública menos necesaria pero más
vistosa a la hora de inaugurarla.
Sea como fuere, para cubrir sus crecientes erogaciones las provincias
se ampararon en un endeudamiento excesivamente caro, a pesar de que ofrecieron
la mejor de las garantías: los fondos coparticipables. Ahora pesa
sobre ellas un lastre de obligaciones de distinto tipo por 21 mil millones
de pesos, de los cuales algo más de 7500 millones están
concentrados en los bancos comerciales.
Aquí los números también deparan una sorpresa. Córdoba
es la que tiene una mayor porción de deuda con esta banca, ya que
debe casi 1000 millones.
Con lo cual, una eventual renegociación que alivie el cronograma
de pagos y reduzca la tasa de interés tendría entre las
principales beneficiadas a la provincia del justicialista José
Manuel de la Sota.
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