Por Victoria Ginzberg
La Alta Comisionada de las
Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Mary Robinson, estuvo en Buenos
Aires para participar del taller regional sobre Estrategias para la Promoción
de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Durante los
cuatro días que duró su visita se reunió, entre otros,
con el presidente de la Nación, los ministros de Relaciones Exteriores
y de Justicia, miembros de la Corte Suprema, la subsecretaria de Derechos
Humanos de la Nación y los representantes del área de distintas
provincias, el defensor del Pueblo y organismos de derechos humanos. La
funcionaria con mayor responsabilidad en las actividades sobre derechos
humanos que lleva a cabo la ONU es abogada y fue senadora y presidenta
de su país, Irlanda. Diplomática, felicitó al
gobierno y al pueblo de Argentina por el compromiso que tienen para revisar
los crímenes cometidos por la última dictadura, pero señaló
que estuvo en la Corte para reforzar la importancia de este proceso
y calificó al juez español Baltasar Garzón como un
pionero. Robinson, que ha pedido el fin de los bombardeos contra
Afganistán, afirmó que cualquier estrategia militar
debe respetar los principios de derechos humanos y que su preocupación
principal es la situación humanitaria que se está
viviendo en la zona de conflicto.
¿Cómo se evita que los derechos humanos sean simplemente
una mera declaración de principios?
Esa es mi verdadera preocupación. No creo en los derechos
humanos en el papel, quiero que sean realidad. Y en el contexto actual
en Argentina, los derechos humanos pueden ser muy prácticos. He
estado animando a que se piense en un marco que facilitaría una
participación amplia de todos los sectores de la sociedad. Lo digo
porque veo grandes esfuerzos en el trabajo que se está haciendo
en Argentina a nivel local, en las diferentes experiencias en las provincias
y en la ciudad de Buenos Aires, pero falta coherencia a nivel nacional.
Es comprensible que haya puntos de vista políticos diferentes,
pero podría ser útil usar ese marco de derechos humanos,
que pone énfasis en los derechos económicos, sociales y
culturales y que habla del derecho a lo básico: a la educación,
a la vivienda, a la salud, a la seguridad social.
En países como Argentina, que tiene alto nivel de indigencia
y de desocupación, ¿cómo se aborda desde los derechos
humanos el problema de la pobreza?
La pobreza es muy central en esto porque uno de sus peores aspectos
es la exclusión, el estar fuera del proceso de la toma de decisión,
sin participar, que trae como consecuencia la falta de dignidad. En este
proceso participativo que propongo la idea sería involucrar a todos
los grupos, los marginalizados, los desempleados, las mujeres, los sindicalistas,
los parlamentarios y las organizaciones no gubernamentales.
Pero algunos sectores necesitan que antes de ser integrados se les
garanticen mínimas condiciones de vida.
Lo que se discutiría en este proceso participativo es precisamente
cómo en esta situación económica difícil se
puede tener más justicia, más equidad y cómo explotar
las energías que tenemos para hacer progresos, aunque no se tengan
todos los recursos. Mi punto de referencia para decir esto es la experiencia
que tuve en Irlanda, mi país. Yo fui capaz como presidenta de Irlanda
de reconocer la importancia del autodesarrollo de las comunidades locales.
Y el explotar esas energías todos juntos fue uno de los elementos
que contribuyó a que se acelerara el desarrollo económico
en Irlanda, un desarrollo que se está viendo hoy.
En Argentina se están revisando las leyes que impidieron
el juzgamiento de los militares y miembros de fuerzas de seguridad que
violaron los derechos humanos durante la última dictadura. ¿Qué
mensaje les daría a los jueces de la Corte Suprema que van a tener
que expedirse sobre este tema?
Primero, veo que desde que estuve aquí en 1995 como presidenta
hubo un progreso significativo. Los desaparecidos, la impunidad, el secuestro
de niños no son cuestiones fáciles. Felicito al gobierno
y al pueblo de Argentina por el compromiso que tienen para revisar estos
asuntos. Y vi al presidente de la Corte Suprema para reforzar la importancia
de este proceso que se está viviendo en Argentina.
¿Su posición es que continúen los juicios sobre
las violaciones de derechos humanos del pasado?
Las organizaciones no gubernamentales me han dicho que hay muchos
casos que deben seguir siendo investigados y que es importante atender
a la cuestión de la impunidad.
¿Cuál es su posición respecto del juicio que
lleva adelante el juez español Baltasar Garzón, en el que
se aplica la jurisdicción universal de los derechos humanos?
Creo que ha sido un pionero y de una manera muy importante para
combatir la impunidad. Los dictadores, los que abusan del poder, no duermen
ahora tan fácilmente por la noche. Aunque los hechos hayan sucedido
hace algunos años atrás, saben que todavía pueden
ser procesados. Eso es muy importante. En ese contexto es muy útil
la Corte Penal Internacional y estoy muy contenta que Argentina haya ratificado
el estatuto de la Corte.
El gobierno anterior y el actual criticaron a Garzón por
aplicar el principio de extraterritorialidad ¿Cuál es su
opinión?
Fui consciente del reconocimiento de la importancia de la jurisdicción
internacional en un buen seminario en Estados Unidos en el que se examinaron
las normas que se deberían observar en la jurisdicción internacional.
Estoy a favor de la jurisdicción internacional, aunque aún
debo examinar más esta cuestión.
¿Cómo cambió la agenda internacional de los
derechos humanos a partir de los atentados del 11 de setiembre?
Ha causado gran preocupación en la comunidad internacional
de derechos humanos. Yo caractericé los ataques como actos de terrorismo,
pero algo más, han cruzado una línea, y constituyen de hecho
crímenes de lesa humanidad. Creo que así se aísla
a los que cometieron estos actos, porque no se pueden cobijar bajo la
religión. También acogimos con beneplácito las resoluciones
del Consejo de Seguridad que requiere que todo país tome medidas
para combatir el terrorismo. Pero el problema es que algunos países
pueden usar esas medidas para restringir la libertad de expresión
y tomar medidas como la detención indefinida. Lo que decimos nosotros
es que la agenda contra la discriminación que se adoptó
en Sudáfrica en la Cumbre Mundial contra el Racismo es más
importante que nunca, en Argentina y en todos los países.
¿Y cómo se hace para controlar que los Estados no
restrinjan los derechos civiles a partir de este conflicto?
Lo primero que vamos a hacer es compartir información sobre
lo que están haciendo los países para aplicar esas resoluciones.
Vamos a alentar a los países para que promuevan activamente la
agenda antidiscriminación y espero que si intentan utilizar la
batalla contra el terrorismo para limitar, por ejemplo, la libertad de
expresión, habrá muchas críticas, de parte mía
y de parte de las ONG internacionales. Esa es la mejor manera de establecer
un equilibrio entre los requerimientos de la batalla contra el terrorismo
y la antidiscriminación.
¿Podría haber algún pronunciamiento de la comunidad
internacional contra los procedimientos militares que están haciendo
Estados Unidos e Inglaterra?
Hay una preocupación primero por la situación humanitaria
que se está viviendo, que era muy seria antes del 11 de setiembre,
pero que está aún peor todavía en Afganistán.
Es necesario tener acceso para promover la ayuda humanitaria, salud, alimentación,
ayuda médica. Cualquier estrategia militar debe respetar los principios
de derechos humanos.
¿Y cómo se detiene a un terrorista como Bin Laden?
Creo que es muy importante, cuando se ha cometido un crimen contra
la humanidad, que todos los países ayuden a detener a los que cometieron
esos actos y que se mantenga el énfasis en llevar a la gente a
la Justicia porque esos ataques fueron esencialmente contra la democracia,
contra el estado de derecho, contra la Justicia. Y entonces, para perseguir
a los que cometieron estos actos, debemos respetar también los
derechos humanos.
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