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TRES EXPERTOS POLITICO-MILITARES ARGENTINOS ANTICIPAN LO QUE VIENE
La guerra del siglo XXI, manual de uso

No va a ser como nada que se
haya visto antes. Será difícil, larga, dura, sucia y llena de posibilidades escalofriantes, como la entrada en escena de armamentos nucleares. De hecho, una de esas posibilidades, la acción de las armas bioqímicas, ya aterroriza a Estados Unidos. En estas páginas, las opiniones exclusivas
de tres expertos argentinos sobre el horizonte al que habrá que habituarse.

HABLA EL POLITOLOGO CARLOS ESCUDE
“Será larga y será sucia”

“Esta es una larga guerra sucia que va a durar una década en todas partes del planeta”, vaticinó Carlos Escudé en diálogo con Página/12, a propósito de la lucha mundial contra el terrorismo y la ofensiva militar contra Afganistán.
–¿Es conveniente para Estados Unidos y sus aliados derrocar al régimen talibán desde un trasfondo económico, por ejemplo para desbloquear las rutas de petróleo en la región y asegurar que siga el descenso de su precio?
–Ya en julio Estados Unidos le exigía a Afganistán que entregara a Bin Laden. Tratar de encontrar una hipótesis conspirativa basada en la conveniencia de un gasoducto para pasar por un territorio afgano sin valor en sí mismo no tiene mucho sentido, especialmente porque el petróleo de las repúblicas ex soviéticas de Asia Central siempre se puede transportar por territorio ruso. Para atacar a Afganistán Estados Unidos se vio obligado a establecer una alianza con Rusia, en la que se comprometió a no aprovechar su presencia en los países ex soviéticos. Lo que está en juego aquí es una convergencia de intereses ruso.americana en torno a la destrucción del terrorismo fundamentalismo islámico que ya desde 1999 atacó a Moscú. Claro que no era Nueva York; ahora sí los americanos reaccionaron.
–¿Cuánto tiempo cree que va a durar esta guerra?
–Esta es una larga guerra sucia que va a durar una década en todas partes del planeta, con infiltraciones en las organizaciones terroristas y asesinatos selectivos y en el medio va a haber guerras calientes como la actual en Afganistán si es que, por ejemplo, Pakistán cae en manos de un gobierno fundamentalista –lo que involucrará no sólo las bombas atómicas paquistaníes sino también su capacidad de fabricarlas al servicio de los terroristas–. En ese caso es seguro que Estados Unidos ataque a Pakistán: desde el aire va a arrasar con todas las instalaciones misilísticas nucleares y cuanta instalación militar encuentre. Si el régimen saudita cae también en manos terroristas, entonces en Arabia Saudita podría haber una guerra caliente. Puede haber guerra en Egipto, en este momento hay 70 mil tropas de la OTAN haciendo maniobras bajo la operación Bright Star. Así que esta es una guerra fría con focos calientes.
–¿Qué tipo de armamento involucra esta guerra?
–Si hablamos de la guerra larga y fría, es una guerra de inteligencia y asesinato selectivos de terroristas: si hablamos de las guerras puntuales que pueden producirse, por ahora se limitan a armas convencionales, aunque las escaladas no se pueden descartar. Sería apocalíptico pensar que en las guerras calientes que podrían producirse en Medio Oriente, en el sur de Asia o en el Golfo Pérsico, se vayan a usar armas nucleares.
–¿Qué significaría perseguir al terrorismo más allá de Afganistán?
–Perseguirlos en la Triple Frontera, por ejemplo. En Valdés, donde está el Hezbolá; por supuesto también en Irak donde parece que provienen los ataques de ántrax –tienen miles de litros de ántrax con una fábrica de leche en polvo que puede transformarse en forma de armamento–. Perseguir al terrorismo significa también penetrar en las células del Hezbolá, en Ciudad del Este. Porque está acá, cerca de casa.
–¿Cómo ve la coalición que está armando Estados Unidos?
–Empezando por Rusia, porque sin Rusia, Estados Unidos no podría estar operando en las repúblicas de Asia Central. El presidente Putin volvió a hablar de la posibilidad que Rusia se integre a la OTAN, lo cual está muy lejos pero es significativo: ya se habla de los mecanismos por los cuales fuera esto sería posible. Estamos frente a un nuevo orden mundial donde Estados Unidos y Rusia son aliados.
–¿La OTAN no se diluye bajo la centralización de poder de Estados Unidos y Gran Bretaña?
–La OTAN es una organización euro-atlántica para la defensa militar que establece la posibilidad que se incluya otros países europeos y Rusia es definido como tal, con lo que califica para formar parte. En esta organización hoy las voces cantantes son Estados Unidos y Gran Bretaña -principalmente el primero– porque el peso que tiene Estados Unidos sobre el poder militar de la OTAN es mayoritario. Pero Rusia exigiría una participación real.
–¿Cuáles son los efectos de esta coyuntura bélica en Medio Oriente?
–Todo depende de cuáles sean las reacciones sobre todo de los palestinos. Su líder Yasser Arafat ha tenido hasta ahora una reacción favorable, no así la prensa palestina que está llena de llamados a la guerra contra Estados Unidos y que ve la paz con Israel como una etapa táctica, porque a largo plazo el objetivo sigue siendo la destrucción de Israel. La prensa palestina está llena de slogans binladenistas. Sin embargo, si se cosechan muchos logros en la lucha contra el terrorismo puede ser que se alcance el desprestigio de los terroristas palestinos. Hay que tener en cuenta que los palestinos tenían una reivindicación territorial –que por definición es negociable–; ahora, cuando se convierte en existencial, no hay negociación.
–¿Qué pasa con los grupos insurrectos de otras regiones, puede haber un cambio de lo que representan?
–El IRA ha aceptado desarmarse y no tiene una reivindicación existencial, ¿hubiera hecho esta claudicación si no se hubiera producido el drama del 11 de setiembre? El IRA necesita demostrar que no es esencialista y que si llevó a cabo actos de terrorismo, no es comparable con el terrorismo de Bin Laden.
–¿Cambia la seguridad interior?
–Todos vamos a ser espiados, nuestras comunicaciones se van a vigilar, aunque las posibilidades sean limitadas. Olvídese del derecho a la privacidad.
–¿Habrá mayor recesión?
–Claro, a no ser que se produzcan guerras calientes tan importantes que lleven al gobierno norteamericano a pedir nuevas órdenes a las empresas que fabrican armamentos: sólo de este modo la guerra podría tener un efecto keynesiano.

 


 

ERNESTO LOPEZ, SOCIOLOGO MILITAR
“No les dan los tiempos”

“La estrategia militar está flaqueando porque no se ha definido bien la modalidad del enfrentamiento y se maneja mal la variable tiempo”, señaló Ernesto López, especialista en Sociología militar, en entrevista con Página/12.
–¿Qué opina sobre la estrategia militar de los aliados anglosajones?
–La estrategia militar es equivocada porque a mí me parece que la operación militar convencional no sirve frente a una amenaza no convencional, y ésta es en principio Bin Laden aunque de paso operan contra los talibanes.
–El ataque al régimen talibán, ¿implica destrabar objetivos económicos en la región?
–Me parece que empieza con el ataque a las torres, con la lógica del terrorismo internacional en su máxima potencia. Estados Unidos contesta esa agresión en un contexto internacional que lo trabaja bien –consigue que se expida el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, la OTAN y el TIAR, en los tres casos dando el permiso para una acción retaliativa–. Pero no hay tiempo para derrocar a los talibanes y de ahí a Bin Laden, por distintas razones, en parte porque se les viene el Ramadán y después el invierno y en parte porque, si no es una operación corta y limpia, el mundo árabe le va a jugar en contra. La estrategia está flaqueando por estas razones, porque no se ha definido bien la modalidad del enfrentamiento y no se maneja bien la variable tiempo. Lo militar era entrar y salir, no establecer una guerra convencional; de hecho no han podido encuadrar a Ariel Sharon.
–A propósito, ¿cuál es la incidencia de la operación militar en el conflicto en Medio Oriente?
–Yo creo que las consecuencias son complicadoras, porque hay una tendencia a la solidaridad del conjunto del mundo árabe y por otro lado como ocurre a veces la operación militar no es lo suficientemente limpia ¿no?: los misiles sobre Afganistán, sobre una oficina de gente vinculada a Naciones Unidas, por ejemplo. Buena parte del problema del terrorismo internacional se conecta directamente con el conflicto de Medio Oriente, porque la guerra se está librando en Afganistán pero el epicentro del conflicto está en otro lado. Si cae Arafat, va a arder Medio Oriente. No han podido controlar a Sharon y Arafat quedó muy expuesto, y él es una pieza importante para mantener el equilibrio. Si yo fuera Powell estaría muy preocupado.
–¿Qué significaría perseguir al terrorismo más allá de Afganistán? ¿Irak, por ejemplo?
–Debería argumentarse de modo plausible que el estado iraquí refugia, fomenta o planifica las acciones del terrorismo internacional, y Europa, que tiene una dependencia con el petróleo de Irak, es poco probable que lo crea.
–¿Cómo ve las intenciones de Estados Unidos de armar la coalición de países listos para el ataque y la defensa, como Japón, Taiwán, India e incluso el apoyo de Rusia?
–Lo único que veo es el relativo fracaso de una política que es asumida con toda dureza desde que la inició Bush, y que buscaba ampliar las alianzas por la vía de la OTAN hacia Europa oriental, ratificando lo de la República Checa, Hungría y Polonia y la incorporación de los países bálticos; de repente cambiaron completamente las cosas y hasta ahora veo parches a situaciones inimaginadas hace dos años.
–¿Qué tipos de armas involucra este contexto?
–De mucha información sobre las fuentes de financiamiento de las redes terroristas y estructuras, información sobre los circuitos de aprovisionamiento y abastecimiento de armamento; también poblacional –se dice que la red de Bin Laden tiene células en distintas partes del mundo-; sobre todas las cosas es una cuestión de información y de bloqueo de las alternativas terroristas, éstas son las armas.
–Siendo Pakistán y China potencias nucleares, uno aparentemente está de aliado de Occidente y el otro da un apoyo moderado, ¿qué puede pasar?
–La postura de China me parece muy a favor de una situación de equilibrio; en cambio, la situación de Pakistán pone en escena un momento muy conflictivo para el gobierno del general Musharraf, razón también por la que Estados Unidos debiera hacer muy corta su intervención en Afganistán.
–¿Qué alianzas político-militares se abren?
–Creo que está todo en desarrollo, hay una alianza global antiterrorista en la que coinciden las grandes potencias –incluidas China y Rusia–, y es curioso cómo después de haber maltratado a ambos con el desarrollo misilístico de defensa, Estados Unidos termina dependiendo de la inteligencia rusa.
–¿Cuáles son los cambios que se prevén en la seguridad de los países?
–Los golpes pueden venir por otra clase de atentados, el uso de material bacteriológico; por lo mismo se despliega en un terreno nuevo, a lo mejor pasan a la guerra cibernética, a afectar los circuitos, los sistemas de computación, del Pentágono. La característica de esta forma de agresión es que no se circunscribe, no tiene reglas, no respeta las convenciones de la guerra.
–¿Habrá cambios en las concepciones sobre las guerrillas extrarregionales, por ejemplo las FARC, el IRA, la ETA?
–No creo, me parece que son procesos que llevan –por ejemplo en los casos de las FARC y la IRA– dinámicas distintas. Primero, porque acá hay intereses norteamericanos metidos que creen que en Colombia hay terrorismo internacional, que no es así; creo que las FARC debieran ser reconocidas como una fuerza insurgente de una nación que en el interior de la misma procura cambiar condiciones políticas. No creo que pueda ser leído como terrorismo internacional, eso responde a conveniencias políticas.
–¿En qué medida se agrava la recesión mundial que se viene?
–En lo inmediato mortifica, complica, pero hay que ver más adelante qué inyecta en términos de industria armamentista y aprovisionamiento; las guerras no producen sólo consecuencias negativas, la estructura de la industria bélica, cuando se refuerza a raíz de conflictos; en general eleva el nivel de actividad económica en los lugares de su desarrollo. Además, la situación de recesión empezó antes de la guerra.

 

OPINION
Por Rosendo Fraga

¿Hacia una nueva guerra civil mundial?

A semanas del ataque terrorista contra los EE.UU. que tuvo lugar el 11 de setiembre, cabe plantearse si se ha iniciado un conflicto que durará algunos meses tras los cuales el mundo será más o menos el que era antes como sucedió con la guerra del Golfo o si se ha iniciado un conflicto mundial que durará años, como fueron las guerras mundiales y que producirá alteraciones de fondo en el sistema internacional.
El mundo de febrero de 1991 –cuando terminó el conflicto del Golfo– no era muy distinto al de agosto del año anterior, cuando comenzó. En cambio, el de 1918 era muy diferente al de 1914, con la desaparición de los imperios ruso, alemán y austrohúngaro y el surgimiento del marxismo como ideología desafiante. Asimismo, el mundo que emerge en 1945 es muy diferente al de 1939, con la desaparición del nazismo y la aparición de la “guerra fría” con la URSS como nueva potencia mundial.
Es probable que el ataque del terrorismo fundamentalista contra los EE.UU. inicie un conflicto mundial prolongado y no sea un episodio transitorio como la guerra del Golfo.
El hecho de que el agresor no sea un estado como sucedió en el pasado obliga a mirar el conflicto en forma muy diferente a los del siglo XX. Desde este punto de vista, es probable que la conflagración iniciada se parezca más a una suerte de gran “guerra civil mundial” que se libra en forma “intraestatal” que a las guerras entre estados que hemos conocido desde el siglo XVI.
Desde esta perspectiva, es probable que las imágenes que hoy transmite la CNN, con el desplazamiento de portaaviones, aviones de combate, unidades de desembarco y helicópteros artillados, respondan más a la guerra del pasado que al nuevo conflicto que se inicia. También es posible que suceda lo que tuvo lugar hace casi un siglo con la Primera Guerra Mundial, que produjo un cambio sustancial en la forma de hacer la guerra.
En 1914, todos los países que entraron en el conflicto –Alemania, Austria, Rusia, Gran Bretaña, Francia, Bélgica– lo hicieron a caballo. La caballería no sólo estaba montada, sino que utilizaba todavía lanzas y sables. La artillería era toda tirada por caballos y toda la logística y el transporte era hipomóvil. Los uniformes todavía tenían los vivos colores del siglo XIX.
Al salir de la guerra en 1918, los caballos habían sido sustituidos por tanques, aeroplanos y gases y los uniformes de colores mimetizados con el barro de las trincheras habían sustituido a los colores vivos de los uniformes. Se había producido un cambio total en la forma de hacer la guerra. Es que el mundo había ingresado a la Primera Guerra Mundial en función de los conflictos del siglo XIX.
Algo similar puede suceder ahora. Es posible que las imágenes bélicas de estos días sean la entrada en el primer conflicto bélico del siglo XXI, con las formas militares de los últimos conflictos del siglo XX.
Es probable que estas formas de hacer la guerra sufran impactos y transformaciones muy importantes en los próximos meses, tras los cuales emergerán cambios de fondo, como los que sufrieron las Fuerzas Armadas a comienzos del siglo XX, por los impactos tecnológicos que se produjeron durante la Primera Guerra Mundial.
Es que el mundo en las imágenes parece estar entrando en una guerra entre estados como las que hemos conocido en el pasado, cuando probablemente estemos ingresando en una gran guerra civil que atravesará los estados dentro de sí mismos antes que enfrentarlos entre sí.

* Director del Centro de Estudios Nueva Mayoría.

 

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