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GASTON PAULS, AHORA DEDICADO CASI POR
COMPLETO AL CINE, SUEÑA CON UNA TV DISTINTA, DE CALIDAD
“Estoy hasta las pelotas del monopolio televisivo”

A los 22 años fue el galán de �Montaña rusa� y ahora a los 30 es el actor de �Felicidades� y de �Nueve reinas�. Pero aclara: �Lo de la seriedad del cine no me lo creo. El cine, como la tele, puede ser serio o una estafa; tiene que ver con la dignidad y la coherencia con que se hacen las cosas�.

Por Hernán Fluk

Llegó de Francia hace algunos días con un premio bajo el brazo, pero prefiere hablar de trabajo, no de soles de oro. Y a lo largo de la conversación con Página/12 insiste en repetir lo que alguna vez escuchó decir a Juan Carlos Gené: que los actores tienen que expresarse arriba del escenario. Gastón Pauls pasó por el Festival des Cinémas et Cultures de l’ Amerique Latine de Biarritz y se llevó el Sol de Oro –compartido con Ricardo Darín– a la mejor actuación masculina, ambos por su trabajo en Nueve reinas, de Fabián Bielinski, el film argentino más exitoso del año pasado. “El premio fue inesperado –cuenta el actor– y lo que me dio más alegría fue el reconocimiento del laburo mutuo con Ricardo. No podía haber sólo un trabajo bueno porque uno dependía de lo que hacía el otro; como una relación sadomasoquista: para que funcione tiene que haber un masoca y un sado, y en la película hay un estafador y un estafado”.
El Sol de Oro ganado en Biarritz es apenas una flor más en la primavera cinematográfica que el actor vive desde hace tres años, cuando decidió encaminar su carrera casi exclusivamente hacia la pantalla grande, convirtiéndose en uno de los pocos actores de su generación (tiene 30 años) que vive del cine. Trabajó en doce films, de los cuales nueve ya fueron estrenados y hay tres en lista de espera: Sábado, de Juan Villegas; Un lugar donde estuvo el paraíso, que filmó en Perú junto a Federico Luppi dirigido por Gerardo Herrero, y Antibody, filmado en inglés, en Bulgaria, por una productora de Estados Unidos. En los próximos días viajará a Uruguay para participar en una coproducción española-argentino-uruguaya, dirigida por el uruguayo Diego Arzuaga, en la que compartirá cartel con Luppi, Héctor Alterio y Pepe Soriano. Después se va a rodar a Brasil y, en abril del año que viene, comenzará una película en Estados Unidos.
–¿El premio de Biarritz fue el primero?
–Sí. Estuve ternado en otros, pero no había ganado nunca. De todas maneras no estoy muy de acuerdo con los premios. Prefiero no ir a las entregas, aunque un festival es diferente, porque es una semana en la que se ve cine todo el tiempo. Hay premios y premios. El Martín Fierro, por ejemplo, es vergonzoso y ahí sí que no iría nunca. Dos días antes ya se sabe quien ganó, pero igual invitan a los ternados. Generan esa cosa de misterio, ponen la musiquita y las tres caras en la pantalla. Me parece de mal gusto porque el que no gana la pasa mal.
–Los actores suelen decir que los premios ayudan a conseguir trabajo.
–En la Argentina no, lamentablemente hay que seguir peleando por los centavos. Pero para afuera Nueve reinas me abrió un camino impensado. Voy a filmar en Uruguay, y más adelante Brasil, Chile y Estados Unidos. Fue el espaldarazo que necesitaba, porque el premio hace que mi trabajo sea visto en lugares a los que probablemente no habría llegado nunca.
–¿Siente que ahora es considerado casi exclusivamente como un actor de cine?
–En parte sí. Es algo que me pone muy feliz y hace que me sigan convocando. Hace tres años que no hago televisión porque no estoy muy de acuerdo con la forma en que se labura. Estoy con las pelotas por el piso de cierto monopolio televisivo, de que tres o cuatro tipos manejen la tele. Lo más peligroso me parece lo tendencioso de que unos pocos armen toda la programación y no haya posibilidad de meter nuevos programas. Mañana surge algún desconocido con un buen proyecto y lo más probable es que no lo pueda hacer o que se lo afanen. El medio está cerrado y les da guita a los que lo arman a su antojo.
–¿No volvería a trabajar en televisión?
–La tele me encanta y no tengo ningún prejuicio. Me gustaría trabajar en un unitario, en un programa que cuente cosas que nos pasan pero no de manera pretenciosa: un programa popular, bien hecho e inteligente.“Okupas” me pareció una propuesta muy interesante. Si la tele se abriera más, sería buenísimo. Yo laburé en un telefilm que dirigió Adrián Caetano a partir de una propuesta muy buena: se hicieron diez telefilms sobre textos de autores argentinos clásicos y Adrián adaptó La cautiva, de Esteban Echeverría. Hasta diría que me gusta más laburar en televisión que en cine: la tele tiene algo de colegio, durante un año vas todos los días al mismo estudio, con los mismos técnicos y actores. Es mucho más divertido, hay más joda.
–¿Por qué decidió encarar su carrera hacia el cine?
–Lo que me resulta atractivo del cine es que hay un trabajo más fino y más intenso, pero me gusta más verlo que hacerlo. Desde el punto de vista artístico y hasta por mi ego: verme en una pantalla de cine no tiene nada que ver con cómo me veo en un televisor.
–Pudo despegarse de la imagen de galancito de televisión.
–Sí, pero fue complicado. Cuando empecé tenía 22 años y fue muy potente el tema de la popularidad. En un momento, cuando “Montaña rusa” tenía 30 puntos de rating era muy complicado salir a la calle y había una gran histeria. Pero yo sabía que era el comienzo de un proceso y estaba seguro de que no quería hacer televisión toda mi vida. Igual, lo de la seriedad del cine no me lo creo. El cine, como la televisión, puede ser serio o una estafa. Tiene que ver con la dignidad y la coherencia con que se hacen las cosas.
–Usted ha participado de experiencias muy disímiles en cine.
–Es cierto, y está muy bueno. Lucho Bender me convocó para Felicidades, que era un proyecto en el que había dinero, pero con una propuesta estética diferente. Nueve reinas era más potente, con más gancho. Y después del estreno me llamó Juan Villegas para hacer Sábado, de manera independiente y donde nadie cobró un peso. En cada una de las tres películas se contaba algo que yo quería contar, y ésa es la principal razón por la que estoy haciendo lo que hago. También me pasan cosas curiosas. Hace un tiempo me llamó un estudiante de cine para proponerme algo, pensando que jamás le iba a contestar su llamado. Qué loco. Yo pensaba que nunca me iban a llamar para esos proyectos. En ese sentido todos somos inseguros y creemos que el otro nos va a rechazar.
–El poder elegir sus trabajos lo convierte en un privilegiado.
–Eso es todo un tema en este momento del país. A veces siento culpa, pero por otro lado siento que yo arriesgué, y se tienen que dar muchas cosas para que las decisiones que uno toma lleguen a buen puerto. Yo decidí laburar en cine y tal vez no me llamaba nadie. Yo estoy contento, pero a la vez creo que si uno ocupa cierto lugar tiene que hacerse cargo y utilizarlo de la mejor manera. El arte tiene el deber de decir lo que otros no pueden decir y de no seguir participando de la idiotez general. Los privilegios trato de aprovecharlos para hechos constructivos, por eso no voy a los programas en los que se juega por autos. Me parece violento en un momento como éste en que la gente se caga de hambre ganar un auto por responder dos preguntas.
–¿En qué sentido aprovecha esos privilegios?
–Una vez estuve en la Plaza de Mayo en una marcha de los maestros y hablé frente a 70 mil personas. Fue una de las pocas veces en las que me temblaron las piernas, literalmente, y sentía que yo estaba hablando por un montón de gente que no podía hacerlo. Creo que hay una obligación desde el lugar que uno tiene de intentar generar algo positivo. Igual todavía me siento en falta con eso. Por medio del arte quiero expresar muchas más cosas en las que creo.
Y Gastón Pauls no se detiene. Sobre el final de la entrevista confiesa su deseo de ponerse del otro lado de la cámara: “Quiero dirigir una peli con un amigo y es algo en lo que estamos laburando. Hace seis meses que salimos a grabar de noche en la ciudad con una cámara digital y ya tenemos 40 horas de material. Me atrae mucho Buenos Aires de noche, me parece algo increíble. He grabado hasta gente cagando en la calle. La idea es hacer una mezcla de documental y ficción”.

 

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