Por Fernando DAddario
Acaso tenga razón Juan
Carlos Baglietto cuando define al hogar-estudio-oficina de los Vitale
como un mundo distinto. Cada uno se ocupa de algo, está todo
organizado y funciona bien. Si el país funcionara como la casa
de los Vitale, estaríamos bárbaro..., dice, describiendo
por oposición la realidad de otro mundo real, externo, que no anda
tan bien, ni mucho menos. En el terreno discográfico, por ejemplo,
la multinacional EMI canceló (o congeló, que para el caso
es lo mismo) para este último trimestre de 2001 la mayoría
de los lanzamientos discográficos que tenía pautados. Entre
ellos Qué más hacer en esta tierra incendiada sino cantar,
el nuevo disco de Lito Vitale y Juan Carlos Baglietto. Nunca más
oportuno el título, aunque los músicos profesionales, además
de cantar en tierras incendiadas, necesitan editar sus canciones. Allí
surge la imagen de la casona de San Telmo donde los Vitale tienen instalado
su bunker (nunca menos oportuna la definición), ese espacio material
donde se corporiza, entre rondas de mates y cafés, la virtualidad
del sello independiente Ciclo 3. Será finalmente esa suerte de
pyme familiar la que pondrá el cd en la calle a partir de mañana.
El viernes y el sábado próximos lo presentarán en
el Opera.
El disco cambia el eje que sustentó en los últimos años
el éxito de la dupla Vitale-Baglietto: una química extraña
de estilos interpretativos muy fuertes puestos al servicio de canciones
tradicionales provenientes del tango y, en menor medida, del folklore.
En Qué más hacer... asumieron el riesgo de grabar temas
originales. Se trata de un nuevo rosariazo, ya que el peso autoral recayó
fundamentalmente en las plumas (ya transitadas, pero siempre lúcidas)
de Adrián Abonizio y Jorge Fandermole. Lucho González, en
tanto, se llevó la mejor parte de los créditos musicales.
Sacar ahora este disco, así, independiente, es una manera
de resistir, desde lo que sabemos hacer, a este momento de bajón
que vivimos en la Argentina, dice Vitale en la entrevista con Página/12.
Cómo será este momento que Baglietto abandonó su
habitual prescindencia en la materia y se animó a escribir un tema,
en rigor uno de los mejores del cd. Se llama Malas palabras
(ver recuadro). Yo nunca escribo, porque me falta la gimnasia para
hacerlo. Y además, sé que no puedo escribir tan bien como
Fander o como Abonizio. Ellos tienen talento y gimnasia para hacer letras.
Yo, ninguna de las dos cosas. Pero canciones chotas puedo escribir perfectamente...,
señala Baglietto y dispara la aclaración de su colega: Además,
la tuvo que escribir sí o sí. El último día,
ya teníamos la música de todo el disco y faltaba que hiciera
la letra de esa canción. Escribila ya porque mañana
tenemos que mezclar. Y así salió, de golpe.
¿Por qué decidieron grabar temas originales si les
iba bien con las versiones de clásicos que ya tenían el
sello Vitale-Baglietto?
Vitale: La lógica del mercado no va con nosotros. No sé
por qué. Tenemos un público que cumple, que estaba esperando
este disco. A veces veo en los shows caras que nos siguen desde siempre,
y pienso ¿otra vez vienen a ver lo mismo? Creo que
esa gente se merece que le demos algo nuevo.
Baglietto: No nos juntamos para estar tanto tiempo. Es más,
cuando lo hicimos pensamos que íbamos a grabar un disco y punto.
Después de estos años de trabajar, llegamos a un punto en
que, si no hacíamos estas canciones nuevas, no tenía mucho
sentido seguir juntos.
¿Antes de grabar el disco tenían una idea conceptual
de lo que querían, o se fue armando a medida que llegaban las canciones?
Baglietto: Las únicas ideas que teníamos eran las
de grabar canciones originales y no estar atados ni al tango ni al folklore.
Ah, y que tuvieran muchos acordes (risas). Lo malo de esto es que ahora
no nos van a poder dar ningún Grammy, o van a tener que inventar
otro rubro, porque no sé cómo podrían encasillar
este disco.
Charly García escribió en su momento para La Máquina
de Hacer Pájaros Qué se puede hacer salvo ver películas.
¿Se les cruzó esa imagen cuando titularon el disco?
Vitale: Sí, a mí me vino esa imagen. Pero expresan
dos cosas totalmente distintas. Esa situación de quedarse a ver
películas tenía que ver con la dictadura, y hablaba de un
encierro necesario, hasta que pasara el terror. Ahora la actitud es otra.
Qué más hacer sino cantar es una invitación a expresarse,
a salir, a hacer lo que uno siente. Y esto lo decimos nosotros de esta
manera porque somos músicos, pero en realidad es una cosa extensiva
a los demás. Que cada uno lo aplique a lo que hace en la vida,
a lo que quiere. Esto no quita que el diagnóstico de la realidad
que hace esa canción sea terrible. Lo es, pero también abre
una puerta.
Baglietto: Además, la canción de Charly habla de ver
la realidad. Acá se trata de hacer.
En estos últimos años de recesión, a ustedes
les fue bien. ¿Eso los lleva a mirar la realidad de otro modo?
Vitale: Es que nosotros no podemos explicar por qué nos fue
bien. En nuestras carreras hicimos cosas que creíamos buenísimas
y nos fue como el orto. Y cuando nos fue bien, preferimos invertir todo
lo que ganamos en música. En mejores equipos, en instrumentos,
en infraestructura para poder laburar. Entonces, en tiempos de crisis,
logramos que seguir tocando en buenas condiciones sea posible. Que te
vaya bien o mal puede depender del azar, pero nosotros hacemos las cosas
como para que salgan bien. En este momento, no tenemos un mango, pero
tenemos los instrumentos y tenemos la camioneta y el colectivo, y podemos
hacer una gira por el interior sin que la entrada le cueste tan cara a
la gente.
Baglietto: Además, por suerte, la crisis no nos obligó
a abaratarnos artísticamente. Las cosas que cantamos tienen que
ver con nosotros en este momento en este país. No hablamos sobre
el hambre que no sentimos. Seríamos demagogos o hipócritas
si lo hiciéramos. Si viviéramos otra realidad, cantaríamos
cosas distintas. Me acuerdo de que cuando hicimos el cd con canciones
folklóricas nos quedó pendiente hacer algún tema
de Yupanqui, por ejemplo. Pero nos pasó que Atahualpa, aunque escribía
de cosas universales, tenía un lenguaje muy campero. Y yo por lo
menos sólo conozco el campo a través de las postales. ¿Quién
me va a creer si canto eso? Entonces interpreto cosas con las que me siento
identificado, aunque la haya escrito otro. En este caso son historias
más personales, con las que la gente puede identificarse a nivel
individual.
Pero la canción que usted escribió, Malas palabras,
es un pantallazo de la realidad general. Es, casi, como una declaración
de principios...
Baglietto: Es que tampoco soy de madera. ¿Cómo referirte
a las bombas, o a Cavallo sin que se te hinche la vena? Soy rosarino,
me caliento. Cuando iba a la cancha gritaba y puteaba al árbitro.
Ahora me descargo cantando.
Cuando asumió la Alianza, ustedes parecían estar cerca,
aunque sea culturalmente, del nuevo gobierno. ¿Era así?
Vitale: Nosotros nunca fuimos militantes de la Alianza. Hicimos
un tema para El grito sagrado, el disco de canciones patrióticas,
por encargo del gobierno de la ciudad, que por entonces estaba en manos
de De la Rúa. Pero lo hicimos porque nos interesaba el proyecto,
pero siempre nos ocupamos de aclarar que no teníamos nada que ver
con el gobierno.
Baglietto: Bueno, pero es cierto que nosotros nos creímos
que íbamos a asistir al gran cambio. Después del menemismo,
no podía venir sino algo mejor.
Vitale: No somos los únicos decepcionados. Los votó
todo el mundo, bah, un montón de gente. Ahora, dos años
después, está todo clarísimo: se fue todo a la mierda.
También para la música se convirtió en un país
raro. ¿Qué sienten ustedes cuando escuchan una canción
suya en La Mega?
Vitale: Y sí... es raro.
Baglietto: Lo más loco es que Hadad mandó a hacer
un estudio de marketing a una empresa norteamericana, que terminó
diciéndole que lo que necesitaba el público argentino era
música nacional. Le hizo caso y empezó el fenómeno
de La Mega.
Vitale: Yo no podría ir a ningún programa de Hadad,
porque me parece una persona muy desagradable, y al mismo tiempo hay mucha
gente que se siente feliz de poder escuchar música nacional en
esa radio. Lo que pasa con eso es parte de la locura que significa vivir
en la Argentina. Hay tantas cosas que no se entienden... como haber visto
a Charly con Menem. Es tan extraño que ni siquiera te da para putearlo,
él es así. Bueno, la Argentina es así, inexplicable.
Con las cartas no
se juega
A Juan Carlos Baglietto también le llegó una de
esas cartas raras. Y el músico, que está
bastante susceptible con la guerra (firmó recientemente un
manifiesto por la paz, en una convocatoria de artistas rosarinos),
se asustó. Recibí una carta y la abrí
dentro del auto cuenta. Después, Jorgela (su
mujer) me dice ¿Viste lo que está pasando con
las cartas? Yo ni idea. Cuando me dijo que el remitente era
una empresa de cruceros, yo me quería morir. Igual que la
mía. Hice entonces todo lo que dicen que había que
hacer: bolsita, comisaría, hisopado, placa de tórax.
Estaba reparanoico, pero el médico me dijo que si después
de todos estos días no tuve ningún síntoma,
me tengo que quedar tranquilo. Igual, dejé la camioneta a
la vuelta de lo de Vitale, la cerré y no la fui a buscar
más.
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Declaración de principios
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El tema se llama Malas palabras. Juan Carlos Baglietto
escribió la letra y la música les pertenece a Lito Vitale
y Lucho González:
Más aquí, o más allá / las cosas ocupan
siempre su lugar / y al final, al final / la rueda jamás dejará
de rodar.
La razón sin fuerza / las malas palabras / los gritos de muchos
/ cuando tienen rabia / los hijos, la pizza / la gente que ama / las
tetas, tu culo, / tu olor, tus entrañas.
Las manos que tocan / sin tener pudores / la furia, la sangre / la
fe en los creadores / la música, el fuego / el rojo del vino
/ los bajos instintos / los altos valores / el olor del aire / el
sudor, los tacos / la gola de algunos / míticos cantores /
el fútbol, la risa / el sol de mañana / las camisas
suaves / el ruido del agua / el gusto del whisky / perdón sin
rencores / los cuadros de Berni / los buenos autores / los libros
del ciego / los viejos olores / meter la cabeza / por tus corredores.
Y al final al final / el mundo se mueve hacia otro lugar / más
aquí, o más allá / la vida te otorga otra oportunidad.
La muerte, las bombas / vengan de qué bando / de donde provengan
/ el miedo o el asco / la angustia, el choreo / las botas, los sables
/ el turco, el chamuyo / la sed, los cobardes / los que dicen siempre
/ cuidate, cuidate / quedate en contacto / pero no me llames / el
amarillismo / la tv de chismes / las mesas redondas / los críticos
de arte / los niños de ricos / que sienten tristeza / y los
chicos pobres / que se cagan de hambre. / Los interventores / porteros
y afines / las leyes de prepo / agentes del orden / el iva a la música
/ el lunes, el frío / el yenga, la artrosis / la culpa, el
olvido / fundamentalistas / lúmpenes y traidores / mártires
de día / soplones de noche.
Más aquí, o más allá / el mundo se mueve
hacia otro lugar / y al final, al final / por fin la justicia nos
redimirá.
Garúa, naranjo / Grisel, los mareados / Gardel, los redondos
/ el Cuchi, el Polaco / las nominaciones / las malas personas / la
vida en reality / los discos de Arjona / El flaco, Piazzolla / Olmedo,
el teatro / Lennon y McCartney / las madres de tantos / los jueces
corruptos / caja de empleados / los ingresos brutos / el default y
el pelado.
Y al final, al final / la rueda jamás dejará de rodar
/ más aquí, o más allá / la vida te otorga
otra oportunidad.
Los goles de comba / lo que nos dan tanto / todas las mujeres, / la
risa y el llanto / el diezmo, las coimas / los malos presagios / los
brutos ingresos / la Iglesia, el Senado / la fe, los amigos / los
buenos presagios / las guitarras viejas / la vieja y el tango / los
colonialistas / el hambre, las guerras / el culto a las drogas / venga
de quien venga.
Los gritos de muchos / cuando tienen rabia / la razón la fuerza
/ las malas palabras. |
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