Por
Ricardo Plazaola
En ocasión del pavoroso espectáculo del ataque a las Torres
Gemelas, alguna gente que otea el pasado y el porvenir y busca indicios
del devenir humano se puso a revisar las profecías de Nostradamus.
Y sin que se sepa cómo y dónde, le inventaron a Nostradamus
un augurio: Dos hermanos las Gemelas caerán y
llegará la hecatombe.
El libro con las profecías, a pesar de todo, se agotó en
las librerías de Estados Unidos y del mundo entero. Uno de los
compradores porteños, supimos ahora, es Jorge G, alias el Chapa,
hombre que vive en los últimos tiempos, dado el vacío de
sus bolsillos, absorbido por las oscuridades del porvenir. Este hombre
es, además de vecino de Avellaneda, hincha de Racing. El hombre
se acercó mesando sus barbas grises a su amigo, Oscar P, alias
el Griego, y le mostró un párrafo del libro del astrólogo
que subrayado decía: Primero, volverán las luces moras
a brillar sobre las tierras sabias.
Oscar el Griego leyó y calló, confundido. Entonces Jorge
Chapa se dio vuelta en la fila de los que se hacen socios de Racing y
le habló a Héctor V., médico, que miraba preocupado
el reloj porque tenía que volver al hospital. Jorge G. le mostró
el augurio de Nostradamus al doctor V., y tampoco tuvo éxito, por
lo que decidió explicarse.
Primero, ¿en qué año estamos? En el primero
del milenio. Primero es 2001. Sigamos. Volverán las luces. ¿Qué
significa luces? Cañitas voladoras, fuegos artificiales, festejos.
O sea, festejos en 2001. ¿Me siguen?
El griego y el médico lo seguían atentamente. Moras,
pero no por los moros, no, moras como adjetivo, como moradas, por el color,
es decir, el color cárdeno... ¿se entiende? Cárdeno,
¿les suena?... ¿el femenino de cárdeno? ¿El
femenino plural? ¿Me explico? ¡Volver a festejar goles como
el de Cárdenas, muchachos!.
Se detuvo, con los brazos alzados. Detrás del Griego y el médico
se había arrimado, intrigado, Roberto G, un abogado bigotudo y
morocho. Jorge el Chapa dio entonces el golpe final, casi a los gritos:
Tierras sabias... ¿dónde están los sabios...
si no en las academias?... Tierra sabia, cancha de la Academia... ¿se
dan cuenta de que está escrito claro como el agua?: Primero, volverán
las luces moras a brillar sobre tierras sabias... ¡Racing, campeón!
¡Grande, Nostra!.
Héctor V., el médico, cardiólogo fino, sacó
su estetoscopio y revisó discretamente al Chapa Jorge. Mientras
le daba el alta, le confesaba: ¿Sabés una cosa? Un
amigo mío, que es un bostero podrido, me dijo que la caída
de los dos hermanos y la hecatombe de Nostradamus se refería a
los dos hermanos de Avellaneda que se van al descenso, qué hijo....
Nadie le celebró el aporte.
Cuando Racing salga campeón..., dijo el Chapa, y no
terminó la frase, se quedó gesticulando enormidades, sonriendo
casi emocionado, mirando hacia un horizonte en el que veía éxodos
de tribus felices y más allá armoniosos truenos celestes.
Cuando Racing salga campeón... se mueren todos, pensó
el Griego, soñando con la fiesta de las fiestas y la madre de las
venganzas. El cardiólogo le relojeó las venas hinchadas
y le recetó media aspirina diaria, con dosis crecientes en las
próximas fechas.
Cuando Racing salga campeón, me voy a morir del llanto,
dijo el boga de los bigotes, Roberto G., sonriendo, y no vuelvo
más a la cancha, total para qué más, para qué
más.
Cuando Racing salga campeón, que lo traigan a Bush...,
dijo el cardiólogo. El Chapa, el boga y el griego lo miraron esperando
la explicación.
Luego el médico cantó bajito: Traigan al gorila de
Yorbush // para que vea // que este pueblo no cambia de idea // sigue
con el mate / jamás conla Crush. El Chapa se emocionó
y le dio un abrazo. Por las dudas, el médico se puso los anteojos
y se largó a explicar:
Bush o alguien del Fondo Monetario, para que vean las cosas que
podemos hacer acá. Porque cuando Racing salga campeón, se
van a ver cosas nunca vistas. Se secarán las cataratas, se hundirán
los obeliscos, se pondrá el sol dos noches seguidas... El señor
Bush no va a entender nada, estoy seguro. Va a pensar que para nosotros
es otro carnaval exótico y narcotizante, propio de vagos desacatados.
Cuando Racing salga campeón, temblará el Titicaca
y retumbará el Cuzco, y el señor Bush creerá que
somos unos mamados alegres bailando sambas y carnavalitos. Creerá
que nos dejamos llevar por el embrujo del soccer o del tangou sólo
para olvidar nuestras miserias. Se burlará en la intimidad de nuestra
pasión inexplicable y recordará lo tranquilo que se comen
panchos y pochoclos en el estadio de los New York Knicks. En todo caso,
Bush pensará que sus pasiones son suyas, y por lo tanto mejores,
además de más tranquis y con baños limpios.
Cuando Racing salga campeón, Bush va a seguir creyendo que
hay misas de primera y misas de segunda. No, que no venga.
Cuando Racing salga campeón, nos odiarán rojos, bosteros,
cuervos y gallinas, en ese orden y como debe ser, pero a pesar de la hiel
negra y la escondida envidia, ellos sí que nos entenderán.
El Chapa y el Griego lo abrazaron y el Boga le levantó el brazo:
El doctor al Senado, dijo, emocionado. Entonces el médico
sacó muestras gratis de un betabloqueante, se las regaló
y se fue caminando rápido, mientras recordaba aquellos versos de
la poetisa de Morelos: Deténte, sombra de mi bien esquivo
// imagen del hechizo que más quiero. El Chapa pensó:
Yo prefiero que Bush no venga.
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