Por
Julio Nudler
Domingo
Cavallo resolvió cambiar una vez más. El Cavallo último
modelo admite que ninguna política tendrá éxito si
antes no se logra que bajen sustancialmente las tasas de interés,
y que esto requiere una renegociación global de la deuda. Por tanto,
la reprogramación, obviamente con una quita importante en el capital
o en los intereses que rinden los bonos, pasa a ser el eje de su inestable
estrategia. Por ahora mantiene el carácter voluntario de ese cambio
de condiciones, pero así como ayer despreciaba la necesidad de
lo que ahora reconoce vital, no puede excluirse que, de fracasar en el
intento de un acuerdo negociado, se decida por una reprogramación
compulsiva, cuyo paso inicial sería declarar al país en
cesación de pagos. Entretanto, la Argentina sigue rechazando la
opción del default, pese a que los mercados la tratan virtualmente
como si ya hubiese incurrido en el impago de sus compromisos. Al momento
actual, lo más difícil de precisar es el estado concreto
de la cuestión, ya que las declaraciones efectuadas por Cavallo
en las últimas horas, sugiriendo que en su misteriosa escapada
de 48 horas a Nueva York consiguió avances significativos respecto
de la deuda, despertaron fundado escepticismo. No son pocos los que creen
que está buscando contrarrestar de algún modo las versiones
sobre el fracaso de su furtiva misión, siendo en realidad que volvió
con las manos vacías. Pero un conocido consultor económico,
con muy buena llegada al equipo mediterráneo, recomendaba anoche
a Página/12: Dejen una puertita abierta. No se jueguen a
afirmar que Cavallo miente. Yo, por mi parte, le doy más del 50
por ciento de crédito, porque pienso que para hablar así,
algo tiene. Aun así, es mucho lo que el ministro sigue ocultando.
Probablemente bastante más que lo que dice.
Una deuda endiablada
Ayer mismo, un argentino de posición destacada en uno de las mayores
bancas de inversión, le aseguraba a este diario, desde su domicilio
europeo, que el camino hacia la reestructuración de la deuda será
largo y muy arduo, aun después de contar eventualmente con el respaldo
de Estados Unidos y el Fondo. No hay ningún país emergente
con una deuda de estructura tan compleja, explicó, agregando
que de haber sido más fácil, la reprogramación
se habría hecho hace rato. La dificultad radica en que los
bonos están en muchas manos, de inversores grandes, medianos o
chicos, e incluso fondos de jubilación, y que además hay
diferentes clases de títulos, algunos de ellos globales, y nominados
en diversas monedas.
Como hace tanto que se viene hablando de la Argentina, los tenedores
de bonos tuvieron mucho tiempo para asesorarse legalmente advirtió.
No habrá sorpresa. Esto significa que muchos inversores pueden
apuntarse a los grupos disidentes, los llamados free riders, que no aceptan
ninguna modificación en las condiciones originales y así
se benefician con la mayor solvencia que logra el país deudor a
costa de los tenedores que sí aceptan la reestructuración.
Si los díscolos recurren a la Justicia, sus chances de ganar los
pleitos es muy alta, como se constató en casos como el peruano.
Por tanto, hablar de refinanciar la deuda como si fuese tema de días
o pocas semanas es puro voluntarismo.
Ni hoy ni mañana
Si esto es así, algo falla en las expresiones vertidas por Cavallo
en las últimas horas. El jefe de Economía justificó
la postergación de los anuncios, que vienen esperándose
desde hace dos semanas, afirmando que la eficacia de las medidas depende
de la reducción de las tasas de interés, a lograr por medio
de una renegociación exitosa con los acreedores. Pero si ésta
insumirá mucho tiempo, quizá meses, el paquete no podría
ver la luz hasta entonces. Según un consultor que habló
con este diario, lo que estaría esperando Cavallo es tener la mera
bendición del Fondo para lanzar una oferta de canje voluntario.
Después se verá si funciona, concluyó.
Esta es la única apuesta que le queda al mediterráneo para
que sea creíble el déficit cero. Después de lanzarlo
en julio como piedra de toque de la política económica,
se profundizó la recesión, siguió creciendo eldesempleo
y, lo más fatal, se derrumbó la recaudación impositiva.
La carta a jugar ahora es generar la expectativa de una brusca reducción
en los servicios de la deuda a través de una renegociación.
Se esperará que los mercados compren esa posibilidad
y no se descargue una nueva tormenta. La consigna sigue siendo ganar tiempo.
Y no es muy diferente la del Fondo.
Los jueces del Fondo
Sus emisarios invirtieron el lluvioso y racinguista domingo de la víspera
intentando que Daniel Marx (secretario de Finanzas) y el propio Cavallo
consiguieran convencerlos de que el país cumplió con el
déficit cero o al menos que los enjuagues con que dice haberlo
conseguido fueron tolerables. Una vez cumplido este ritual, el organismo
que regentea el teutón Horst Köhler estará en condiciones
de girarle a la Argentina un nuevo tramo de 1260 millones. Esta entrega
abriría a su vez el camino para la liberación de los 3000
millones prometidos por el Fondo para que el país los invierta
en la compra de garantías. Con éstas podría respaldarse
la emisión de nuevos bonos, de menor rendimiento, para canjear
por los actuales. A su vez, la cesión de esa masa de recursos por
el FMI permitiría acceder a fondos adicionales del Banco Mundial
y del BID con igual propósito.
Todo depende de todo
Después de haber sostenido que el déficit cero era la llave
para recuperar la confianza de los mercados y el crecimiento de la economía,
Cavallo está admitiendo que el equilibrio fiscal es inalcanzable,
o incluso inútil, si no se resuelve el problema de la deuda. Este
es un diagnóstico opuesto al que tenía al asumir el ministerio,
siete meses atrás. Pero incluso esta nueva comprensión de
la realidad puede estar ocultando algunas verdades todavía más
crudas. Una es que el canje voluntario, en condiciones propicias y no
ruinosas, puede no llegar a realizarse jamás. En tal caso, el mismo
diagnóstico de Cavallo obliga a deducir que la Argentina no podría
evitar el default y la reprogramación forzosa.
Desconsenso de Washington
Detrás de esta operación, todavía quedará
el gran asunto que Cavallo sigue negando: qué hacer con la convertibilidad
y el tipo de cambio fijo. ¿Cómo haría el país,
sin desembarazarse del patrón dólar y con el ahogo monetario
provocado por la convertibilidad, para generar negocios y relanzar la
inversión? Pocos valoran hoy en el mundo las rígidas reglas
de juego argentinas. Hasta el propio John Williamson, quien redactó
en 1988 el recetario ultraliberal que pasaría a conocerse como
Consenso de Washington y al cual adhirió ciegamente la Argentina
en los 90, ahora, vaya sarcasmo, está recomendando devaluar
el peso.
En una entrevista que publicó anteayer La Nación, Williamson
indica que una de las medidas para proteger al país de las
crisis es crear mecanismos de ajuste cuando llegan los shocks externos,
y muchos economistas creen que el tipo de cambio es útil para hacer
esto... De inmediato, y en particular referencia a la Argentina,
advierte que moverse a un tipo de cambio flexible significaría
abandonar la convertibilidad, y eso implicaría tomar un paquete
de medidas que crearían una gran crisis, sin duda. Pero ahora se
está tratando de evitar otro tipo de crisis. En síntesis,
ve al abandono de la convertibilidad y a la flotación del peso
como un mal, pero menor. Y por si podía quedar alguna duda, añade:
El dólar norteamericano perdió el contacto con la
realidad. Está en la estratosfera y se ha llevado al peso con él.
Estados Unidos está en condiciones de lidiar con eso. La Argentina
no.
Frenkel,el
asesor
No
sólo para respaldar su posición, sino para tratar
de disimular la falta de éxito en su paso por Estados Unidos,
Domingo Cavallo destacó ayer, en un reportaje, que desde
hace una semana es asesorado por Jacob Frenkel, ex presidente del
Banco de Israel y actualmente titular de la Unidad de Crédito
Soberano de Merril Lynch, según lo caracterizó el
propio ministro. Es un profesional prestigiosísimo,
pero su tarea en el banco es más diplomática que operativa,
señaló un activo representante de la banca de inversión
sobre Frenkel, consultado ayer. Entre sus antecedentes, Jacob Frenkel
puede exhibir la de haber tenido como alumnos a figuras destacadas
de la economía mundial, como el actual titular de Hacienda
de Brasil, Pedro Malan. Su tarea no tiene nada que ver con
la estrategia de Merril Lynch como banco de inversión, ni
busca nuevos negocios para el banco, como colocación de bonos
o privatizaciones, sino que se dedica al advisoring (asesoramiento
a gran nivel) a gobiernos o instituciones, en muchos casos en forma
gratuita, fue la precisa referencia de un hombre de las finanzas
que conoce de cerca los pasos del israelí Frenkel. A
pesar de su impresionante currículum, no creo que esté
muy al día en materia de ingeniería financiera. Pero
me extrañaría que, entre sus recomendaciones a la
Argentina, pudiera haber alguna propuesta dura o inamistosa para
los acreedores, sugirió el financista consultado.
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LOS
ANALISTAS VEN UN CONFLICTO MERCADO VS. SOCIEDAD
El
camino del eterno recorte
El
riesgo de estallido social, la precaria situación
económica de buena parte de la población, el conflicto
mercado vs. sociedad, dejaron de ser expresiones propias de sectores
de oposición o contestatarios al modelo económico. Ayer,
dichas afirmaciones aparecieron en el centro del análisis semanal
de la Fundación Capital, que pone bajo la lupa las debilidades
del Gobierno para afrontar y elegir un rumbo en medio de una realidad
política y social que se le escapa de las manos.
Según el análisis de la fundación orientada
por Martín Redrado y Carlos Pérez, al Gobierno sólo
le fue posible cumplir con la regla del déficit cero en el tercer
trimestre, apelando a una reducción del 57 por ciento en
otros gastos de funcionamiento del Estado y del 12 por ciento en las transferencias
a las provincias, además del recorte del 13 por ciento en
salarios y jubilaciones, y del 44 por ciento en los intereses de la deuda,
producto del megacanje.
Si se tiene en cuenta la tendencia reciente de la recaudación
impositiva advierte la fundación, el panorama luce
más exigente en el futuro inmediato, sobre todo en noviembre, cuando
hay concentración de (vencimiento de) intereses. Considerando
un supuesto optimista, según califica el estudio, de
5 por ciento de caída en la recaudación, durante el
cuarto trimestre la reducción del gasto ajustable deberá
extenderse al 41 por ciento (desde el 38 por ciento de septiembre) y si
persiste la depresión recaudatoria en torno al 10 por ciento, el
recorte deberá alcanzar al 50 por ciento. Ello se vincula
en línea directa con la necesidad de disminuir las transferencias
a provincias y de un nuevo canje de deuda que reduzca la carga de intereses
para la última parte del año: de lo contrario, el déficit
cero es inviable.
El análisis refiere que las dificultades del Gobierno para viabilizar
un nuevo plan de medidas y la demora en implementarlo se vinculan con
una serie de factores políticos que complican su situación:
a) El reparto del poder determinado por el mapa político post-eleccionario,
que obligó a la búsqueda de consensos políticos
que no fueron tan rápidos como se esperaba.
b) El riesgo de estallido social implícito en la precaria
situación económica de buena parte de la población
y en alto grado de irritabilidad social.
c) El nivel de riesgo, al borde del colapso, al que llegó
la Argentina, y el riesgo de un inmediato default en
caso de cualquier paso en falso frente a los acreedores.
La entidad reconoce la existencia de un siempre presente conflicto
mercados versus sociedad, exacerbado por el contexto político,
económico y social derivado de tres años de recesión,
que hace particularmente difícil cualquier paquete
económico, ya que las medidas que satisfagan al primero (el
mercado) serán repudiadas por el segundo, y viceversa. La
entidad señala que, en el medio de tal conflicto, la propuesta
oficial parece deambular entre uno u otro extremo según las circunstancias:
los planes sectoriales de competitividad (sacrificio fiscal a cambio de
reactivación) conviven con el déficit cero (fiscalismo
en su máxima expresión), mientras que la emisión
de un bono federal (Lecop) que actuará como tercera moneda (sin
respaldo), se superpone a declaraciones oficiales respecto de una probable
dolarización.
BRASIL
VUELVE A LA NEGOCIACION
Disculpa
aceptada
El
canciller brasileño, Celso Lafer, anunció la decisión
de su gobierno de reanudar las negociaciones comerciales con Argentina,
suspendidas el viernes tras el embate de Domingo Cavallo contra el socio
principal del Mercosur. El titular de Itamaraty consideró superada
la crisis tras recibir una nota del presidente argentino, Fernando
de la Rúa, que deja en claro que las negociaciones no girarán
en torno a la política cambiaria brasileña, según
informó la agencia oficial de noticias de ese país.
El gobierno de Fernando Henrique Cardoso quedó a la espera, desde
el viernes, de una comunicación oficial de las autoridades argentinas
que descalificaran los dichos de Cavallo, que había considerado
agotado el modelo de relaciones comerciales con países
como Brasil, que se dan el lujo de hacer lo que quieren con sus
monedas. Ayer, desde Madrid, el canciller Lafer dio a entender que
ese paso se había cumplido.
No obstante, el canciller dejó claro que en una vuelta a la mesa
de negociaciones con Argentina no aceptará que el sistema cambiario
esté de nuevo en la agenda de discusiones. Lo que el gobierno
brasileño no está dispuesto a negociar es el sistema cambiario
o la existencia de mecanismos de salvaguardas ligados a las diferencias
cambiarias, advirtió. Lafer y el Gobierno que representa
están convencidos de que el sistema cambiario es el más
apropiado para Brasil y recordó que su país no interfiere
en el modelo argentino de convertibilidad, impuesto por Cavallo hace una
década.
El gobierno brasileño recibió con satisfacción
esta nota del presidente De la Rúa, porque insiste en la importancia
del proyecto Mercosur y porque circunscribe las actuales dificultades
de Brasil y Argentina a los diferendos de naturaleza comercial,
dijo Lafer. Según el ministro, Brasil sigue interesado en negociar
los problemas comerciales para lo que es necesaria una evaluación
de los sectores que estén siendo perjudicados por la política
cambiaria brasileña cuya moneda, el real, ha perdido algo más
del 30 por ciento de su valor en lo que va del año.
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