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DINAR LINEAS AEREAS

Ahora el ministro admite que, así, el déficit cero no sirve. Pero oculta más de lo que dice
Cavallo versión octubre, con la deuda como cruz

La gente cambia. En marzo, Domingo Cavallo no quería ni oír hablar de ajuste fiscal ni de renegociar la deuda. Sin embargo, acordó el ruinoso megacanje de bonos, y en julio lanzó el déficit cero como la panacea. Pero ahora declara que con esta factura de intereses no habrá paquete que funcione. Dice tener un acuerdo en marcha, pero muchos no le creen.

Por Julio Nudler

Domingo Cavallo resolvió cambiar una vez más. El Cavallo último modelo admite que ninguna política tendrá éxito si antes no se logra que bajen sustancialmente las tasas de interés, y que esto requiere una renegociación global de la deuda. Por tanto, la reprogramación, obviamente con una quita importante en el capital o en los intereses que rinden los bonos, pasa a ser el eje de su inestable estrategia. Por ahora mantiene el carácter voluntario de ese cambio de condiciones, pero así como ayer despreciaba la necesidad de lo que ahora reconoce vital, no puede excluirse que, de fracasar en el intento de un acuerdo negociado, se decida por una reprogramación compulsiva, cuyo paso inicial sería declarar al país en cesación de pagos. Entretanto, la Argentina sigue rechazando la opción del default, pese a que los mercados la tratan virtualmente como si ya hubiese incurrido en el impago de sus compromisos. Al momento actual, lo más difícil de precisar es el estado concreto de la cuestión, ya que las declaraciones efectuadas por Cavallo en las últimas horas, sugiriendo que en su misteriosa escapada de 48 horas a Nueva York consiguió avances significativos respecto de la deuda, despertaron fundado escepticismo. No son pocos los que creen que está buscando contrarrestar de algún modo las versiones sobre el fracaso de su furtiva misión, siendo en realidad que volvió con las manos vacías. Pero un conocido consultor económico, con muy buena llegada al equipo mediterráneo, recomendaba anoche a Página/12: “Dejen una puertita abierta. No se jueguen a afirmar que Cavallo miente. Yo, por mi parte, le doy más del 50 por ciento de crédito, porque pienso que para hablar así, algo tiene”. Aun así, es mucho lo que el ministro sigue ocultando. Probablemente bastante más que lo que dice.

Una deuda endiablada
Ayer mismo, un argentino de posición destacada en uno de las mayores bancas de inversión, le aseguraba a este diario, desde su domicilio europeo, que el camino hacia la reestructuración de la deuda será largo y muy arduo, aun después de contar eventualmente con el respaldo de Estados Unidos y el Fondo. “No hay ningún país emergente con una deuda de estructura tan compleja”, explicó, agregando que “de haber sido más fácil, la reprogramación se habría hecho hace rato”. La dificultad radica en que los bonos están en muchas manos, de inversores grandes, medianos o chicos, e incluso fondos de jubilación, y que además hay diferentes clases de títulos, algunos de ellos globales, y nominados en diversas monedas.
“Como hace tanto que se viene hablando de la Argentina, los tenedores de bonos tuvieron mucho tiempo para asesorarse legalmente –advirtió–. No habrá sorpresa.” Esto significa que muchos inversores pueden apuntarse a los grupos disidentes, los llamados free riders, que no aceptan ninguna modificación en las condiciones originales y así se benefician con la mayor solvencia que logra el país deudor a costa de los tenedores que sí aceptan la reestructuración. Si los díscolos recurren a la Justicia, sus chances de ganar los pleitos es muy alta, como se constató en casos como el peruano. Por tanto, hablar de refinanciar la deuda como si fuese tema de días o pocas semanas es puro voluntarismo.

Ni hoy ni mañana
Si esto es así, algo falla en las expresiones vertidas por Cavallo en las últimas horas. El jefe de Economía justificó la postergación de los anuncios, que vienen esperándose desde hace dos semanas, afirmando que la eficacia de las medidas depende de la reducción de las tasas de interés, a lograr por medio de una renegociación exitosa con los acreedores. Pero si ésta insumirá mucho tiempo, quizá meses, el paquete no podría ver la luz hasta entonces. Según un consultor que habló con este diario, lo que estaría esperando Cavallo es tener la mera bendición del Fondo para lanzar una oferta de canje voluntario. “Después se verá si funciona”, concluyó.
Esta es la única apuesta que le queda al mediterráneo para que sea creíble el déficit cero. Después de lanzarlo en julio como piedra de toque de la política económica, se profundizó la recesión, siguió creciendo eldesempleo y, lo más fatal, se derrumbó la recaudación impositiva. La carta a jugar ahora es generar la expectativa de una brusca reducción en los servicios de la deuda a través de una renegociación. Se esperará que los mercados “compren” esa posibilidad y no se descargue una nueva tormenta. La consigna sigue siendo ganar tiempo. Y no es muy diferente la del Fondo.

Los jueces del Fondo
Sus emisarios invirtieron el lluvioso y racinguista domingo de la víspera intentando que Daniel Marx (secretario de Finanzas) y el propio Cavallo consiguieran convencerlos de que el país cumplió con el déficit cero –o al menos que los enjuagues con que dice haberlo conseguido fueron tolerables–. Una vez cumplido este ritual, el organismo que regentea el teutón Horst Köhler estará en condiciones de girarle a la Argentina un nuevo tramo de 1260 millones. Esta entrega abriría a su vez el camino para la liberación de los 3000 millones prometidos por el Fondo para que el país los invierta en la compra de garantías. Con éstas podría respaldarse la emisión de nuevos bonos, de menor rendimiento, para canjear por los actuales. A su vez, la cesión de esa masa de recursos por el FMI permitiría acceder a fondos adicionales del Banco Mundial y del BID con igual propósito.

Todo depende de todo
Después de haber sostenido que el déficit cero era la llave para recuperar la confianza de los mercados y el crecimiento de la economía, Cavallo está admitiendo que el equilibrio fiscal es inalcanzable, o incluso inútil, si no se resuelve el problema de la deuda. Este es un diagnóstico opuesto al que tenía al asumir el ministerio, siete meses atrás. Pero incluso esta nueva comprensión de la realidad puede estar ocultando algunas verdades todavía más crudas. Una es que el canje voluntario, en condiciones propicias y no ruinosas, puede no llegar a realizarse jamás. En tal caso, el mismo diagnóstico de Cavallo obliga a deducir que la Argentina no podría evitar el default y la reprogramación forzosa.

Desconsenso de Washington
Detrás de esta operación, todavía quedará el gran asunto que Cavallo sigue negando: qué hacer con la convertibilidad y el tipo de cambio fijo. ¿Cómo haría el país, sin desembarazarse del patrón dólar y con el ahogo monetario provocado por la convertibilidad, para generar negocios y relanzar la inversión? Pocos valoran hoy en el mundo las rígidas reglas de juego argentinas. Hasta el propio John Williamson, quien redactó en 1988 el recetario ultraliberal que pasaría a conocerse como Consenso de Washington y al cual adhirió ciegamente la Argentina en los ‘90, ahora, vaya sarcasmo, está recomendando devaluar el peso.
En una entrevista que publicó anteayer La Nación, Williamson indica que “una de las medidas para proteger al país de las crisis es crear mecanismos de ajuste cuando llegan los shocks externos, y muchos economistas creen que el tipo de cambio es útil para hacer esto...” De inmediato, y en particular referencia a la Argentina, advierte que “moverse a un tipo de cambio flexible significaría abandonar la convertibilidad, y eso implicaría tomar un paquete de medidas que crearían una gran crisis, sin duda. Pero ahora se está tratando de evitar otro tipo de crisis”. En síntesis, ve al abandono de la convertibilidad y a la flotación del peso como un mal, pero menor. Y por si podía quedar alguna duda, añade: “El dólar norteamericano perdió el contacto con la realidad. Está en la estratosfera y se ha llevado al peso con él. Estados Unidos está en condiciones de lidiar con eso. La Argentina no”.

Frenkel,el asesor

No sólo para respaldar su posición, sino para tratar de disimular la falta de éxito en su paso por Estados Unidos, Domingo Cavallo destacó ayer, en un reportaje, que desde hace una semana es asesorado por Jacob Frenkel, ex presidente del Banco de Israel y actualmente titular de la Unidad de Crédito Soberano de Merril Lynch, según lo caracterizó el propio ministro. “Es un profesional prestigiosísimo, pero su tarea en el banco es más diplomática que operativa”, señaló un activo representante de la banca de inversión sobre Frenkel, consultado ayer. Entre sus antecedentes, Jacob Frenkel puede exhibir la de haber tenido como alumnos a figuras destacadas de la economía mundial, como el actual titular de Hacienda de Brasil, Pedro Malan. “Su tarea no tiene nada que ver con la estrategia de Merril Lynch como banco de inversión, ni busca nuevos negocios para el banco, como colocación de bonos o privatizaciones, sino que se dedica al advisoring (asesoramiento a gran nivel) a gobiernos o instituciones, en muchos casos en forma gratuita”, fue la precisa referencia de un hombre de las finanzas que conoce de cerca los pasos del israelí Frenkel. “A pesar de su impresionante currículum, no creo que esté muy al día en materia de ingeniería financiera. Pero me extrañaría que, entre sus recomendaciones a la Argentina, pudiera haber alguna propuesta dura o inamistosa para los acreedores”, sugirió el financista consultado.

LOS ANALISTAS VEN UN CONFLICTO MERCADO VS. SOCIEDAD
El camino del eterno recorte

El riesgo de “estallido social”, la “precaria situación económica de buena parte de la población”, el “conflicto mercado vs. sociedad”, dejaron de ser expresiones propias de sectores de oposición o contestatarios al modelo económico. Ayer, dichas afirmaciones aparecieron en el centro del análisis semanal de la Fundación Capital, que pone bajo la lupa las debilidades del Gobierno para afrontar y elegir un rumbo en medio de una realidad política y social que se le escapa de las manos.
Según el análisis de la fundación –orientada por Martín Redrado y Carlos Pérez–, al Gobierno sólo le fue posible cumplir con la regla del déficit cero en el tercer trimestre, apelando “a una reducción del 57 por ciento en otros gastos de funcionamiento del Estado y del 12 por ciento en las transferencias a las provincias”, además del recorte del 13 por ciento en salarios y jubilaciones, y del 44 por ciento en los intereses de la deuda, “producto del megacanje”.
“Si se tiene en cuenta la tendencia reciente de la recaudación impositiva –advierte la fundación–, el panorama luce más exigente en el futuro inmediato, sobre todo en noviembre, cuando hay concentración de (vencimiento de) intereses.” Considerando un supuesto “optimista”, según califica el estudio, de 5 por ciento de caída en la recaudación, “durante el cuarto trimestre la reducción del gasto ajustable deberá extenderse al 41 por ciento (desde el 38 por ciento de septiembre) y si persiste la depresión recaudatoria en torno al 10 por ciento, el recorte deberá alcanzar al 50 por ciento”. Ello se vincula en línea directa con “la necesidad de disminuir las transferencias a provincias y de un nuevo canje de deuda que reduzca la carga de intereses para la última parte del año: de lo contrario, el déficit cero es inviable”.
El análisis refiere que las dificultades del Gobierno para viabilizar un nuevo plan de medidas y la demora en implementarlo se vinculan con una serie de factores políticos que complican su situación:
a) El reparto del poder determinado por el mapa político post-eleccionario, que “obligó a la búsqueda de consensos políticos que no fueron tan rápidos como se esperaba”.
b) “El riesgo de estallido social implícito en la precaria situación económica de buena parte de la población y en alto grado de irritabilidad social.”
c) “El nivel de riesgo, al borde del colapso, al que llegó la Argentina”, y el riesgo de un “inmediato default” en caso de “cualquier paso en falso frente a los acreedores”.
La entidad reconoce la existencia de un “siempre presente conflicto ‘mercados versus sociedad’, exacerbado por el contexto político, económico y social derivado de tres años de recesión”, que “hace particularmente difícil cualquier ‘paquete económico’, ya que las medidas que satisfagan al primero (el mercado) serán repudiadas por el segundo, y viceversa”. La entidad señala que, en el medio de tal conflicto, “la propuesta oficial parece deambular entre uno u otro extremo según las circunstancias: los planes sectoriales de competitividad (sacrificio fiscal a cambio de reactivación) conviven con el déficit cero (‘fiscalismo’ en su máxima expresión), mientras que la emisión de un bono federal (Lecop) que actuará como tercera moneda (sin respaldo), se superpone a declaraciones oficiales respecto de una probable dolarización”.


BRASIL VUELVE A LA NEGOCIACION
Disculpa aceptada

El canciller brasileño, Celso Lafer, anunció la decisión de su gobierno de reanudar las negociaciones comerciales con Argentina, suspendidas el viernes tras el embate de Domingo Cavallo contra el socio principal del Mercosur. El titular de Itamaraty consideró “superada la crisis” tras recibir una nota del presidente argentino, Fernando de la Rúa, que deja en claro que las negociaciones no girarán en torno a la política cambiaria brasileña, según informó la agencia oficial de noticias de ese país.
El gobierno de Fernando Henrique Cardoso quedó a la espera, desde el viernes, de una comunicación oficial de las autoridades argentinas que descalificaran los dichos de Cavallo, que había considerado “agotado” el modelo de relaciones comerciales con países como Brasil, “que se dan el lujo de hacer lo que quieren con sus monedas”. Ayer, desde Madrid, el canciller Lafer dio a entender que ese paso se había cumplido.
No obstante, el canciller dejó claro que en una vuelta a la mesa de negociaciones con Argentina no aceptará que el sistema cambiario esté de nuevo en la agenda de discusiones. “Lo que el gobierno brasileño no está dispuesto a negociar es el sistema cambiario o la existencia de mecanismos de salvaguardas ligados a las diferencias cambiarias”, advirtió. Lafer y el Gobierno que representa están convencidos de que el sistema cambiario “es el más apropiado para Brasil” y recordó que su país no interfiere en el modelo argentino de convertibilidad, impuesto por Cavallo hace una década.
“El gobierno brasileño recibió con satisfacción esta nota del presidente De la Rúa, porque insiste en la importancia del proyecto Mercosur y porque circunscribe las actuales dificultades de Brasil y Argentina a los diferendos de naturaleza comercial”, dijo Lafer. Según el ministro, Brasil sigue interesado en negociar los problemas comerciales para lo que es necesaria una evaluación de los sectores que estén siendo perjudicados por la política cambiaria brasileña cuya moneda, el real, ha perdido algo más del 30 por ciento de su valor en lo que va del año.

 

 

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