Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
KIOSCO12


CHARLY GARCIA FESTEJO SUS 50 AÑOS EN EL TEATRO COLISEO
La permanente resurrección del mito

El pasado musical volvió a sustentar la vigencia de un artista mimetizado con su personaje, que excede a su obra más reciente.

Por Esteban Pintos

Pensar en los últimos diez años de la brillante carrera de Charly García obliga, necesariamente, a detenerse y repasar una serie de incidentes de corte policial, actos espectaculares (su “clavado” del noveno piso, el show de las 250.000 personas), graciosas apariciones mediáticas (sus encuentros con Susana Giménez, el mensaje vía “Televisión abierta” para Andrés Calamaro), el inconcebible recital-banquete en la quinta de Olivos para el detenido ex presidente Carlos Menem, un fallido regreso de Sui Generis (¿alguien recuerda Sinfonías para adolescentes?) y una larga lista de pequeñas historias que reavivaron el mito de un hombre que bien podría merecer el calificativo –si es que puede aplicarse a la música– de prócer.
Seguro que lo es. Claro, todos estos elementos accesorios al mito no tendrían razón de ser de no haber construido antes una enorme obra. Pero en los últimos diez años saturaron los accesorios y faltó contenido: casi no hubo canciones. Sobraba morbo en cada show. Saber qué iba a pasar, porque “con Charly nunca se sabe”. El riesgo de la imprevisibilidad escénica superó, en este tiempo, cualquier mérito musical. No casualmente, el ruido mediático a su alrededor creció en esta era del descontrol, e incluso se renovó el público, tal como puede comprobarse en cada show, con adolescentes provistos de remeras con su rostro y cierto fresco fervor.
Ahora bien: ¿Qué era mejor? ¿Aquellos recitales caóticos pero seductoramente inciertos de mitad de los noventa? ¿O un show como el del sábado, sobrio y limitado? El modelo 01 de Charly García luce bien, metido en la música, concentrado en ofrecer un buen show y no una “performance” de aquellas perpetradas en los noventa. Eso se notó, por ejemplo, en la elección de una porción del repertorio (“Dos edificios dorados”, “Oye Dios que me has dado”, ambas de David Lebón, “No soy un extraño”, “No te animas a despegar”, de lo mejor de la noche), en una sencilla pero agradable escenografía y en las evidentes ganas de todos los músicos, él y su banda, por hacerlo bien, sin descontrol. Pero no puede. Aunque suene a ejercicio de vana nostalgia, lo bueno de verdad era ver al mejor Charly García, loco y genial, que dominó los setenta y ochenta en el rock argentino. Eso no volverá a suceder, simplemente porque el tiempo pasa y el descontrol de la mano de la sequía compositiva dejan sus huellas, tarde o temprano.
Lo que se vio el sábado a la noche en el Coliseo fue una sucesión de buenas intenciones pocas veces concretadas, un pequeño desfile de algunos músicos-amigos (no estuvieron ni Mercedes Sosa ni Gustavo Cerati, entre otros) potenciada por la enérgica aparición de León Gieco cantando “Los Salieri de Charly” y un par de buenos momentos. Uno de ellos, dejó en claro de qué va la cosa hoy con Charly García. Su hijo Miguel, hasta ahora músico de bajo perfil y apenas un par de proyectos grupales concretados sin gran exposición mediática, apareció en el escenario para cantar “El karma de vivir al sur”. Compartió piano y voz con su padre, y logró recuperar algo de aquel espíritu que existía cuando esa canción fue compuesta a fines de los ochenta. Lo mismo sucedió al momento de “Necesito tu amor” o “Buscando un símbolo de paz”, aunque el entusiasmo general de la banda y el aporte de los invitados –Fabián Quintiero, Fernando Samalea e Hilda Lizarazu, parte de una de las mejores bandas que lo acompañaron– no superaron del todo al desorden sonoro. El desorden resulta atractivo,incluso excitante en el rock y de ejemplos así está llena la historia del género. Pero no debería abusarse de él. La banda que acompaña a Charly, una formación más o menos estable de cuatro músicos (Serra, Epumer, Cintalo, Murray), no tiene más para ofrecer que lo visto el sábado y en los últimos cinco años. Es lo que hay. Lo mismo con Charly. ¿Habrá algo más en el futuro? La historia, las canciones y el personaje lo merecerían.

 

 

PRINCIPAL