Por
Laura Vales
Patricia
Bullrich no perdió el tiempo en promesas chicas: Voy a ejecutar
la política social más revolucionaria que haya tenido la
Argentina desde Perón, anticipó ayer, en el día
de su asunción como ministra de Seguridad Social. Pero por el clima
que siguió a su debut, haría bien en empezar a prenderle
velas a Santa Evita: los programas sociales están repartidos por
todos los ministerios; los ministros ya empezaron a plantear que ni locos
van a soltarlos; el padrón único de beneficiarios no existe
y por ahora no está claro cómo conseguir que los fondos
alcancen para todos los que se propone asistir.
La propuesta de Bullrich, expresada en sus términos más
atractivos, puede resumirse en tres puntos básicos: unificar los
programas sociales dispersos, terminar con el clientelismo y repartir
los recursos con justeza (usando un criterio de asignación universal)
entre las familias más castigadas por el modelo económico.
¿Quién podría oponerse a cualquiera de estos puntos?
A continuación, se detallan las principales objeciones que funcionarios
del Gobierno formularon ayer a Página/12. Cada una refleja, a su
manera, la fuerte pulseada que ya se desató en torno del manejo
de los planes sociales:
- Unificar programas. La dificultad para concentrar los programas
en una sola mano responde a que falta una decisión del presidente,
explicó un técnico de Desarrollo Social. Todos los
ministerios tienen sus planes de asistencia; los hay en Interior, en Trabajo,
hasta en la Jefatura de Gabinete. El único que puede modificar
esta situación es De la Rúa, ordenando a sus ministros que
traspasen estos fondos a un solo lugar. El lo sabe y hasta ahora no avanzó
sobre el tema; habrá que ver si esta vez lo hace.
El segundo problema es la pelea por las funciones que mantendrá
cada área. El paquete que reclamaba originalmente Patricia Bullrich
implicaba manejar la Anses, el ministerio de Desarrollo Social y la Secretaría
de Promoción de Empleo. De esta manera esperaba unificar las asignaciones
familiares con los planes Trabajar y los programas sociales, conformando
un presupuesto muy fuerte. Pero sólo consiguió el control
de la Anses.
El nuevo ministro de Desarrollo Social, Daniel Sartor, ya hizo saber que
no piensa convertirse en un ordenanza de la Agencia Social. No hay
traspaso de ningún programa al área de Bullrich, anticipó
ayer uno de sus colaboradores. Como dijo el presidente, se va a
trabajar en conjunto en todo lo atinente al ingreso social; nadie está
pensando en resignar funciones.
Desde el Ministerio de Trabajo hubo señales idénticas; los
planes de empleo van a permanecer en mi competencia, dijo el ministro
José Dumón a Página/12 (ver página 9). La
secretaría de empleo que encabeza Enrique Martínez, encargada
de administrarlos, quedó bajo su órbita.
- Poner los fondos en una sola bolsa. Aunque quisiéramos
hacerlo, hay partidas de dinero que no pueden reasignarse, porque corresponden
a programas con financiamiento internacional con asignación específica,
apuntaban ayer en el ministerio de Dumón. Pongamos como ejemplo
los planes Trabajar. Se pagan con créditos de Banco Mundial; son
entre 60 y 80 millones de pesos por año que se otorgaron específicamente
para ese proyecto, es decir que su uso no puede cambiarse así porque
sí. Para hacerlo habría que renegociar con el banco. Lo
mismo se aplica a otros programas.
El paquete total de planes de empleo, entre lo que reparten la Nación
y las provincias, dicen los técnicos, consiste en cerca de 400
millones de pesos por año.
- El padrón. Hasta ahora, a pesar de los repetidos anuncios, nunca
se armó un padrón único de beneficiarios que permita
controlar que no exista superposición de beneficios. En este
caso hay un problema de arrastre, yes que los gobernadores se niegan a
entregar a la Nación sus padrones, se quejó un legislador
del radicalismo.
En el Gobierno apuestan a armar un listado utilizando la estructura del
Anses, trabajando a partir de la demanda, es decir del propio interés
de la gente por inscribirse para recibir asistencia del Estado. Un criterio
más o menos factible en centros urbanos y muy complejo fuera de
ellos. Aún en este caso, sin la cooperación de las provincias
será complicado detectar cuándo una persona recibe más
de una prestación.
Con este panorama, todo indica que la ministra podrá avanzar en
principio en la redistribución de las asignaciones familiares.
Bullrich ya anunció que su idea es que todas las familias con ingresos
menores a mil pesos por mes reciban 30 pesos por hijo. Para hacerlo, necesita
repartir de manera distinta el dinero que el Anses ya destina a las asignaciones
familiares. La estimación es que 500 mil familias dejarán
de percibirlos, y ese ahorro se distribuirá entre 3 millones de
beneficiarios nuevos, apuntó ayer un hombre del Gobierno.
El mecanismo implica reasignar fondos entre las familias más pobres
del país y no genera grandes dudas; el interrogante está
puesto, en cambio, en toda la asistencia ubicada por encima de esos 30
pesos por hijo.
Agarrátela
con Sartor
Agarrátela
con Sartor, metete con Sartor, le gritaron al periodista Carlos
Torrengo, secretario de redacción del diario Río Negro,
los ocupantes de un Peugeot en el centro de General Roca. Poco antes
habían embestido contra su camioneta. Las alusiones al ministro
de Desarrollo Social, Daniel Sartor, hicieron que el diario realizara
la denuncia judicial. Una persona, de nombre Luciano Ricardo Proscopo,
se encontraba demorada ayer por este hecho. La semana pasada Torrengo
había escrito una columna en la que cuestionaba al flamante
funcionario nacional oriundo de Río Negro. Además, el
periódico hace tiempo viene denunciando las irregularidades
de las que se acusó a Sartor cuando era empleado del banco
de la provincia y durante su gestión en el Ministerio de Acción
Social de Río Negro. Hace seis meses hubo un intento aún
no esclarecido de quema del depósito del papel de la
publicación y hace unos años fue incendiado el auto
de un periodista de la redacción. Las publicaciones sobre hechos
de corrupción y clientelismo político le valieron al
diario de Río Negro el enfrentamiento de los gobernadores Horacio
Massaccesi y Pablo Verani. |
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