Página/12
en Estados Unidos
Por Gabriel A. Uriarte
Enviado especial a Washington
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¿Estados Unidos detendrá los bombardeos contra Afganistán
por el mes sagrado de Ramadán?
Es muy improbable, como lo adelantó ayer el secretario de Defensa
Donald Rumsfeld. Es cierto que militarmente una pausa no sería
desastrosa. Los talibanes no tienen ninguna forma de reemplazar el material
destruido en los ataques desde el 7 de octubre, especialmente sus misiles
y cañones de defensa antiaérea. Ni estas armas ni el equipo
electrónico para coordinarlas pueden encontrarse dentro de Afganistán,
y las fronteras del país parecen estar bastante bien selladas,
al menos para impedir el paso de equipo pesado. Los talibanes sí
tendrían la posibilidad de reemplazar sus bajas, pero estas no
parecen haber sido muy numerosas. En realidad, la mayor fuente de pérdidas
fueron las deserciones, unas 5000 hasta el momento. En ese sentido, su
principal actividad durante una hipotética pausa de Ramadán
sería ante todo fortalecer la disciplina y los castigos en fuerzas
compuestas de conscriptos y milicias.
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Si no hay obstáculos militares con una pausa, ¿qué
le impide a Estados Unidos declararla para evitarse problemas diplomáticos
con el mundo árabe?
Porque los problemas diplomáticos al detener el ataque serían
mucho mayores. Una pausa sería proclamada como una victoria por
los talibanes y sus simpatizantes, y no estarían muy equivocados.
Estados Unidos habría bombardeado por aproximadamente un mes sin
conseguir nada tangible excepto destruir el bastante escuálido
sistema de defensa aérea de los talibanes. La coalición
anti-talibana en Afganistán, la Alianza del Norte, no ha capturado
ninguna ciudad importante, ni hablar de la capital Kabul, y sus comandantes
se quejan frecuentemente de que el bombardeo estadounidense es muy modesto,
moderación que no impidió que aviones norteamericanos bombardearan
por error dos aldeas en manos de la Alianza
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¿Una pausa no permitiría mejorar estos defectos?
No. No hay nada que impida refinar las operaciones mientras éstas
siguen en curso. Y el efecto simbólico de una pausa en el mundo
árabe contrapesaría por mucho cualquier mejora táctica
en la campaña sobre Afganistán.
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¿Esta es la posición oficial del gobierno norteamericano?
No. El Pentágono insistió desde el primer momento que se
mencionó Ramadán que sus planes no preveían ningún
tipo de pausa. La mención acerca de los planes militares es importante
dado que los republicanos siempre condenaron a los demócratas por
interferir con las Fuerzas Armadas durante la guerra de Vietnam por motivos
políticos similares (el año nuevo budista, por ejemplo)
a los que se plantean ahora con el Ramadán. Sin embargo, la pausa
está siendo fuertemente impulsada por Colin Powell.
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¿Por qué Powell se opone a continuar los ataques durante
Ramadán?
La oposición de su Departamento de Estado se basa, primero, en
un sencillo cálculo institucional. Obedecer imperativos diplomáticos
solo podría aumentar su papel en la guerra contra el terrorismo,
mientras que ignorar estos imperativos lo marginaría en relación
a un Donald Rumsfeld cuyas gestiones diplomáticas hasta el momento
han sido bastante más exitosas que las de Powell. Pero un motivo
asesor de Powell, el director de Planeamiento de Políticas Richard
Haas, responde a los dos grupos más opuestos a una campaña
total contra Afganistán: el muy fuerte grupo arabista
dentro del Departamento de Estado y la industria del petróleo,
que financió sus estudios en el instituto Brookings acerca de la
futilidad de impedir a Irak que exporte petróleo. Qué coincidencia
interesante. Ahora Haas, como el nuevo enviado especial a la región,
presiona para incluir a países como Siria a la coalición
contra Afganistán, y afirma queun bombardeo durante Ramadán
tendría efectos catastróficos en Arabia Saudita y Pakistán.
Esos países, naturalmente, emiten todo tipo de advertencias siniestras
acerca de alzamientos islámicos y muchos más Afganistán
para reforzar esa idea.
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¿No hay peligros de insurrecciones islámicas si se bombardea
durante Ramadán?
Parece más verosímil que esas insurrecciones se vuelvan
más probables si los fundamentalistas perciben que su presión
triunfó en detener los ataques.
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¿Pero qué podría lograr una continuación de
los bombardeos?
Si bien los ataques no lograron matar a los activistas de al-Qaeda, los
han forzado a tomar más precauciones para que no los maten. Los
campamentos de entrenamiento destruidos en los primeros días del
bombardeo sin duda estaban vacíos, pero su destrucción es
importante dado que los nuevos reclutas para la jihad no pueden ser bien
entrenados en múltiples cuevas donde se esconde el estado mayor
de Al Qaeda. Al mismo tiempo, la constante presencia de aviones norteamericanos
en los cielos sobre Afganistán dificulta el movimiento de los talibanes
en el interior del país. Ayer mismo el embajador talibán
a Pakistán pidió a los voluntarios de ese país que
no crucen la frontera porque serían masacrados en ruta por los
norteamericanos. Nada de esto impide que las células existentes
de Bin Laden lancen ataques, pero complica bastante reforzarlos y preparar
nuevos atentados.
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Más allá del Ramadán, ¿el invierno no detendría
de facto las operaciones?
No. Forzaría a disminuir la intensidad, pero también ofrecería
ciertas ventajas. El invierno dificulta el movimiento, y el movimiento
es un factor importante para que Bin Laden y los líderes talibanes
evadan los ataques aéreos. Si se los puede localizar y fijar por
unas horas en una cueva, incluso una muy profunda, su muerte es muy probable.
Al mismo tiempo, el frío sobre el terreno hace mucho más
visibles a camiones y tanques, cuyas señales de calor quedan muy
resaltadas en el equipo térmico norteamericano. Por último,
las fuerzas de choque de los talibanes vienen del sur del país
o de lugares igualmente calurosos en Medio Oriente. No están aclimatados
al muy crudo invierno del norte del país, como sí lo están
los uzbecos y tajikos de la Alianza del Norte.
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¿Entonces la campaña podría ganarse durante el invierno?
No. Las operaciones de invierno serían un preludio para desgastar
a los talibanes y preparar a la Alianza del Norte para la primavera. La
Alianza siempre fue una aglomeración de contingentes con poca cooperación
entre sí, y esto empeoró con el asesinato de su líder
histórico Ahmed Shah Massoud el 11 de septiembre, que revirtió
el mando real a los diferentes líderes locales. Y esta falta de
cooperación es fatal para la Alianza dado que son inferiores en
número a los talibanes por aproximadamente 3-1.
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¿Qué más habría que mejorar antes de una ofensiva
de tierra?
Además de mejorar la muy imperfecta coordinación tierra-aire,
Estados Unidos también debe establecer un sistema logístico
que permita apoyar una ofensiva a gran escala de la Alianza del Norte.
Los muy limitados ataques de la Alianza tras el 11 de septiembre ya le
crearon una crisis de suministros, y ayer muchos de sus comandantes que
quejaban de escasez incluso de balas. Washington probablemente regularice
los envíos de municiones desde la ex-Unión Soviética,
aportando el dinero para que la transferencia sea rápida y ventajosa
para todos los involucrados. Fue así, dicho sea de paso, como abasteció
a los mujaidines que resistían la invasión soviética:
comprando armas en Checoslovaquia y transportándolas vía
Pakistán. No es casual, como diría el viejo Pravda, que
ambos bandos en Afganistán estén armados con AK-47.
11¿La
demora en concluir el bombardeo no causaría una crisis de opinión
pública dentro de Estados Unidos?
Quizá cause cierta decepción, pero no hay ninguna alternativa
mejor. La otra opción es declarar una pausa y esperar el advenimiento
de esos seres misteriosos de los que hablan el Departamento de Estado
y Pakistán, los talibanes moderados (lingüísticamente
una contradicción en los términos). Al contrario, en momentos
cuando Estados Unidos sufre un contra-bombardeo de cartas-ántrax,
la verdadera crisis de opinión pública ocurriría
si George W. Bush suspende el propio contra Osama bin Laden y los talibanes.
Alerta
por razón desconocida
Estados
Unidos se encargó de recordar que la alerta máxima se
ha convertido en un estado permanente en ese país. Ayer, el
Procurador General norteamericano, John Ashcroft, anunció,
en una conferencia de prensa convocada a último momento, que
la administración concluyó en base a la información
procesada, que podrían haber nuevos ataques terroristas en
Estados Unidos o contra intereses estadounidenses durante la próxima
semana. Y agregó que se considera esta información
creíble pero desafortunadamente no contiene datos específicos
sobre el tipo de ataque u objetivos específicos pero
que es suficiente para declarar al país bajo una alerta
máxima, tal como lo declaró públicamente
el FBI el pasado 11 de octubre. A la vez, el director del FBI, Robert
Mueller subrayó que no había razones para creer
que esas amenazas estén ligadas a la diseminación del
bacilo de ántrax en territorio estadounidense y remarcó,
tal como lo había advertido Ashcroft, que aún no hay
objetivos identificados. |
NUEVOS
CASOS Y NUEVOS TEMORES DE ATAQUES
Del
ántrax a los buques-bomba
Por
Audrey Gillan *
Desde Nueva York
El
ántrax golpeó ayer el corazón del sistema judicial
norteamericano cuando los jueces de la Corte Suprema tuvieron que reunirse
fuera del edificio de la Corte por primera vez en sus 66 años de
historia, porque allí se encontraron esporas en las salas de correo
del Departamento de Justicia. También se hallaron esporas en el
Departamento de Estado, donde el presidente George Bush dio un discurso
ayer ante líderes africanos. A su vez, se supo que una trabajadora
postal de Nueva Jersey contrajo la enfermedad por inhalación de
ántrax que es el tipo más grave y ya mató a
tres personas. Con este caso, suman cinco los que padecen esa enfermedad
por inhalación, en tanto otros cinco la presentan pero del tipo
cutáneo. La Casa Blanca confirmó que sospecha que es posible
que haya más ataques y que los funcionarios deben estar alerta.
Andrew Card, secretario general de la Presidencia, dijo: Puede haber
otras cartas metidas en el sistema. Pedimos que la gente sea muy cuidadosa.
El Departamento de Estado, por su parte, confirmó que la embajada
de ese país en Lima recibió la semana pasada un paquete
que contenía esporas de la temida bacteria.
Mientras esto sucedía, fueron desestimados los informes que establecían
que las cartas de ántrax que fueron enviadas a las oficinas del
líder de la mayoría del Senado, Tom Daschle, también
contenían bentonita que, se sabe, es utilizado en Irak.
El vocero de la Casa Blanca Ari Fleischer dijo que no se trató
de bentonita lo que se encontró en las pruebas. La bentonita puede
usarse para evitar que las partículas de ántrax se peguen
y puedan ser transportadas por aire. También mencionó que
no se detectó aluminio, que normalmente estaría presente
en el ántrax incrementado con bentonita. Algunos funcionarios en
Estados Unidos están decididos a encontrar nexos con Irak, por
lo que citan encuentros entre Mohamed Atta -líder de los secuestradores
de los aviones del 11 de setiembre y un funcionario de inteligencia
iraquí en Praga. Los expertos señalaron que la sola presencia
de bentonita no apuntaría necesariamente al programa de armas biológicas
de Saddam Hussein. Más aún, David Franz, el anterior jefe
del Instituto de Investigaciones de Enfermedades Infecciosas del Ejército
norteamericano afirmó que la bentonita fue utilizada por
los iraquíes en su producción de ántrax. Sin embargo,
la bentonita se encuentra en todo el mundo, incluido Estados Unidos. Suele
hallarse allí donde alguna vez hubo un volcán activo.
Las esporas de ántrax fueron detectadas el domingo por la noche
en una dependencia exterior que maneja el correo del Departamento de Justicia.
La oficina de distribución reparte el correo a la oficina del secretario
de Justicia John Ashcroft, quien lidera la búsqueda de los responsables
de la difusión de la bacteria por correo. Ashcroft no ha sido examinado
y tampoco está tomando antibióticos.
Ayer resurgió el miedo a un nuevo tipo de ataque terrorista luego
de que el alcalde de Boston, Thomas Menino, le pidiera a una corte federal
que prohíba el ingreso cualquier buque de gas natural en forma
líquida al puerto de la ciudad, con lo que probó que no
hay un plan adecuado para manejar con cualquier tipo de explosión.
Expertos de seguridad marítima dijeron que alguno de las decenas
de miles de containers marítimos que diariamente circulan por Estados
Unidos puede ocultar un arma de destrucción masiva, apuntada al
corazón de ese país. William Callahan, consejero de la compañía
de seguridad marítima Unitel, dijo: Nuestro mayor miedo es
que un buque totalmente cargado de gas natural en forma líquida
explote en los puertos de Nueva York o de Boston. Podría ser uno
de los contenedores de más de seis metros que contenga material
nuclear. El comercio marítimo está desprotegido en la parte
menos observada de Estados Unidos.
La revista New Scientist informó ayer que hay cada vez más
pruebas de que el ántrax en circulación es un producto norteamericano.
La publicación afirmó que no sólo la bacteria es
genéticamente similar al tipo que EE.UU.usó en sus propias
armas de ántrax en 1960, sino que las esporas también parecen
haber sido preparadas de acuerdo con una receta secreta norteamericana
de armamentización. También agrega que el aparente
uso del ántrax en los ataques actuales podría significar
que el secreto ya dejó de serlo. Una alternativa es que alguien
esté usando el ántrax que fue producido en el marco del
viejo programa de armas biológicas norteamericano que concluyó
en 1969, en cuyo caso el alcance de los próximos ataques sería
limitado.
*
De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Giselle Cohen
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