Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
KIOSCO12


Después del default, ¿habrá alguna
“D” más en el horizonte cercano?

Nadie cree que la reestructuración
de deuda que se anunciará vaya a ser �voluntaria�. Para eso necesitaría de 25.000 millones de Washington, que no se consiguieron.

Secretario de Finanzas, Daniel Marx. A un paso de que le cuelguen el cartelito de default.

Por Maximiliano Montenegro

Domingo Cavallo provocó el estallido del riesgo país, después de sus declaraciones periodísticas del domingo, cuando aseguró que busca una “reestructuración integral” de la deuda. Además, no tenía un plan abrochado con los organismos internacionales para efectuar una reestructuración “voluntaria”, que alejara a Argentina del default. Para ello, necesitaría nuevos préstamos por más de 25.000 millones. Y Washington no estaría dispuesto a desembolsar semejante suma. Así se resume la opinión recogida por este diario entre analistas de bancos de inversión de Nueva York, y dos funcionarios, uno del Banco Mundial y otro del BID, en Washington. Por eso, la impresión generalizada es que es inminente el anuncio por parte del ministro de una reprogramación “forzosa” de la deuda, obligando a los inversores a aceptar nuevos títulos públicos a tasas de interés mucho más bajas que las actuales.
A esta altura, nadie cree que la “reestructuración integral” de la deuda anticipada por Cavallo vaya a ser “voluntaria” y, aunque seguramente se esforzará, difícilmente el ministro pueda venderla de esa manera; con cual el gobierno corre el riesgo de que, en las próximas horas, los inversores extranjeros terminen por clavarle el cartel de default.
Por voluntaria, de acuerdo a la definición de un economista de un importante banco, se entiende “cualquier cosa que, a igualdad de condiciones, no signifique una pérdida para los inversores, ya sea sobre los intereses como sobre el capital” de los bonos. “Si eso no ocurre, estamos ante un default o reestructuración forzosa”, agregó.
Cavallo tiene dos alternativas de reestructuración voluntaria. Una es una operación estilo “megacanje”, con la que el gobierno estiró los plazos y postergó parte de los vencimientos de la deuda, pero a cambio se comprometió a pagar a los acreedores tasas de interés “superuinosas” por los próximos treinta años.
Hoy el planteo es muy distinto. Cavallo reconoce, tácitamente, que aquella estrategia llevaba tarde o temprano a la cesación de pagos. Más abiertamente, admite que sólo reduciendo los intereses de la deuda –un gasto corriente para el Estado– es posible alcanzar el déficit cero y salir del círculo vicioso que, inevitablemente, parece también desembocar en el default. Según los dichos del ministro, el objetivo sería disminuir la carga anual de intereses entre 3000 y 4000 millones.
Sin embargo, para que una reestructuración de la deuda, con baja de intereses, sea voluntaria, es necesario un gran respaldo financiero de los organismos internacionales y del Tesoro norteamericano. Con esos dólares como garantía, el gobierno podría emitir nuevos bonos, para canjear por los viejos, pagando una tasa de interés menor, ya que los nuevos títulos tendrían el cobro asegurado por la garantía.
Esa es la única posibilidad –coinciden los expertos– para realizar hoy una canje voluntario de deuda que signifique un ahorro de intereses para el gobierno. Y que, al momento mismo de ser anunciado, no implique que las calificadoras internacionales de crédito (como Standard & Poor’s y Moody’s) le cuelguen al país el cartelito con la “D” de default.
Cavallo esbozó su intención de mostrar una ley que embargue la recaudación tributaria futura en favor de los acreedores como otra garantía posible para respaldar los nuevos bonos. Pero esto serviría de poco por un hecho elemental: la recaudación está en pesos, y los acreedores quieren cobrar en dólares.
El último informe para sus clientes del Deutsche Bank, uno de los bancos “aliados” del gobierno, sintetiza la desconfianza del “mercado” sobre los próximos pasos de Cavallo: “Una vez que la noción de una reestructuración de la deuda fue puesta sobre la mesa, no hay marcha atrás. Si la estrategia de reestructuración voluntaria resulta inviable –y nosotros tenemos dudas sobre su viabilidad– el próximo paso será una reestructuración forzosa. Argentina entra ahora en un período de gran incertidumbre, teniendo en cuenta el gran apoyo financiero necesario delos organismos multilaterales para respaldar una operación voluntaria. Bajo estas condiciones, el sistema financiero argentino y el régimen cambiario se vuelve todavía más vulnerable que antes”, alerta.
Tanto en el BID como en Banco Mundial, según pudo constatar Página/12, sostienen que en las conversaciones con el FMI sobre Argentina se llegó a la conclusión de que, para concretar una reestructuración voluntaria de la deuda como la que pretendía Cavallo, eran necesarios más de 25.000 millones de dólares para garantizar los nuevos títulos. Y afirman que conseguir una cifra semejante de Washington hoy es imposible.
“De acuerdo a nuestras estimaciones, Argentina necesita 30.000 millones de recursos frescos para ahorrar 4000 millones por año en el pago de intereses y mantener títulos a una tasa del 7 por ciento anual”, explica el reporte del Deutsche. Como descarta que “este dinero no estará disponible”, se pregunta: “¿cómo reaccionarán los depositantes y cuál será el impacto sobre la credibilidad del actual régimen cambiario?” En otras palabras, si después del default, vendrá alguna de las “otras D”: depósitos congelados, devaluación o dolarización.

 


 

PROPUESTA POLEMICA DEL EX ECONOMISTA JEFE DEL BID
Desdolarizar y flotar la moneda

La única salida práctica para la actual crisis argentina pasa por desdolarizar la deuda pública, el sistema financiero y los contratos domésticos, mediante el establecimiento de un sistema de cambio flotante anclado en estrictas metas de inflación. Esa receta fue expuesta por el ex economista jefe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Ricardo Hausmann, en un artículo publicado ayer por el diario Financial Times.
Lo llamativo es que el propio Hausmann, en el aniversario de los 10 años de la convertibilidad festejado en el Banco Central a principios de abril insistió en que, a pesar del “consenso mundial” en contra de la rigidez de los sistemas de cambio fijo, Argentina tenía que seguir adelante con su sistema de convertibilidad. Previamente había escrito variados papers explicando que los que no servían eran los modelos intermedios entre los cambios fijos puros, como la convertibilidad, y los completamente flotantes. Ultimamente, también se le escucharon en Washington encendidas defensas de la dolarización en América latina. Ayer, en una muestra extrema de heterodoxia y pragmatismo frente a la crisis argentina, Hausmann optó por no atarse a sus principios de otrora y aconsejó directamente una devaluación ordenada.
Según el actual profesor de Desarrollo Económico en la Universidad de Harvard, la aplicación de esta salida dejaría a la Argentina “con un régimen monetario como el de Chile, un sistema bancario saneado y una economía competitiva” y además, dicha solución eliminaría las tensiones intra Mercosur al descartar la principal fuente de conflicto.
Hausmann rechazó una flotación sin medidas adicionales o un default con devaluación. Una flotación por sí sola no resolvería el problema de la deuda porque la mayoría de los títulos están nominados en dólares y su valor se incrementaría de forma exponencial. Por otra parte, una combinación de flotación con default, sin desdolarizar la economía, tampoco solucionaría los problemas, porque si bien la deuda se reduciría en un primer momento, continuaría nominada en dólares y con la moneda depreciándose.
Para Hausmann, su proyecto de devaluación de la moneda y los créditos representa la mejor alternativa, pues se acabó para la Argentina el tiempo de recuperar la credibilidad con paquetes de ayuda y reprogramaciones de deudas. En su opinión, los inversores deberían preferir esta estrategia frente a un descuento o quita tradicional, pues aunque la necesaria desdolarización haría caer sustancialmente el valor de sus títulos indexados en pesos, esa depreciación “probablemente sería temporal”.
El diario londinense apoyó con un editorial la nueva heterodoxia de su columnista: “Si la ortodoxia no funcionó, debería probarse con la heterodoxia”.

 

Encrucijada argentina

Golpeada por una desaceleración económica mundial, la suerte de América latina en el 2002 estará marcada por la forma cómo Argentina resuelva su crisis y por la fortaleza que demuestre Brasil, destacó Charles Dallara, director del Instituto de Finanzas Internacionales. “Pienso que Argentina está en una encrucijada”, dijo Dallara al referirse a la grave situación económica del país. “Tienen que ver cuidadosamente las opciones para reestructurar su deuda”, señaló. “Si (la reestructuración) es hecha de un modo voluntario, deben tomar en cuenta todas las preocupaciones de los acreedores globales. Si ocurre así pienso que será un proceso manejable para Argentina”, agregó.

 

PRINCIPAL