Por Maximiliano
Montenegro
Domingo Cavallo provocó
el estallido del riesgo país, después de sus declaraciones
periodísticas del domingo, cuando aseguró que busca una
reestructuración integral de la deuda. Además,
no tenía un plan abrochado con los organismos internacionales para
efectuar una reestructuración voluntaria, que alejara
a Argentina del default. Para ello, necesitaría nuevos préstamos
por más de 25.000 millones. Y Washington no estaría dispuesto
a desembolsar semejante suma. Así se resume la opinión recogida
por este diario entre analistas de bancos de inversión de Nueva
York, y dos funcionarios, uno del Banco Mundial y otro del BID, en Washington.
Por eso, la impresión generalizada es que es inminente el anuncio
por parte del ministro de una reprogramación forzosa
de la deuda, obligando a los inversores a aceptar nuevos títulos
públicos a tasas de interés mucho más bajas que las
actuales.
A esta altura, nadie cree que la reestructuración integral
de la deuda anticipada por Cavallo vaya a ser voluntaria y,
aunque seguramente se esforzará, difícilmente el ministro
pueda venderla de esa manera; con cual el gobierno corre el riesgo de
que, en las próximas horas, los inversores extranjeros terminen
por clavarle el cartel de default.
Por voluntaria, de acuerdo a la definición de un economista de
un importante banco, se entiende cualquier cosa que, a igualdad
de condiciones, no signifique una pérdida para los inversores,
ya sea sobre los intereses como sobre el capital de los bonos. Si
eso no ocurre, estamos ante un default o reestructuración forzosa,
agregó.
Cavallo tiene dos alternativas de reestructuración voluntaria.
Una es una operación estilo megacanje, con la que el
gobierno estiró los plazos y postergó parte de los vencimientos
de la deuda, pero a cambio se comprometió a pagar a los acreedores
tasas de interés superuinosas por los próximos
treinta años.
Hoy el planteo es muy distinto. Cavallo reconoce, tácitamente,
que aquella estrategia llevaba tarde o temprano a la cesación de
pagos. Más abiertamente, admite que sólo reduciendo los
intereses de la deuda un gasto corriente para el Estado es
posible alcanzar el déficit cero y salir del círculo vicioso
que, inevitablemente, parece también desembocar en el default.
Según los dichos del ministro, el objetivo sería disminuir
la carga anual de intereses entre 3000 y 4000 millones.
Sin embargo, para que una reestructuración de la deuda, con baja
de intereses, sea voluntaria, es necesario un gran respaldo financiero
de los organismos internacionales y del Tesoro norteamericano. Con esos
dólares como garantía, el gobierno podría emitir
nuevos bonos, para canjear por los viejos, pagando una tasa de interés
menor, ya que los nuevos títulos tendrían el cobro asegurado
por la garantía.
Esa es la única posibilidad coinciden los expertos
para realizar hoy una canje voluntario de deuda que signifique un ahorro
de intereses para el gobierno. Y que, al momento mismo de ser anunciado,
no implique que las calificadoras internacionales de crédito (como
Standard & Poors y Moodys) le cuelguen al país
el cartelito con la D de default.
Cavallo esbozó su intención de mostrar una ley que embargue
la recaudación tributaria futura en favor de los acreedores como
otra garantía posible para respaldar los nuevos bonos. Pero esto
serviría de poco por un hecho elemental: la recaudación
está en pesos, y los acreedores quieren cobrar en dólares.
El último informe para sus clientes del Deutsche Bank, uno de los
bancos aliados del gobierno, sintetiza la desconfianza del
mercado sobre los próximos pasos de Cavallo: Una
vez que la noción de una reestructuración de la deuda fue
puesta sobre la mesa, no hay marcha atrás. Si la estrategia de
reestructuración voluntaria resulta inviable y nosotros tenemos
dudas sobre su viabilidad el próximo paso será una
reestructuración forzosa. Argentina entra ahora en un período
de gran incertidumbre, teniendo en cuenta el gran apoyo financiero necesario
delos organismos multilaterales para respaldar una operación voluntaria.
Bajo estas condiciones, el sistema financiero argentino y el régimen
cambiario se vuelve todavía más vulnerable que antes,
alerta.
Tanto en el BID como en Banco Mundial, según pudo constatar Página/12,
sostienen que en las conversaciones con el FMI sobre Argentina se llegó
a la conclusión de que, para concretar una reestructuración
voluntaria de la deuda como la que pretendía Cavallo, eran necesarios
más de 25.000 millones de dólares para garantizar los nuevos
títulos. Y afirman que conseguir una cifra semejante de Washington
hoy es imposible.
De acuerdo a nuestras estimaciones, Argentina necesita 30.000 millones
de recursos frescos para ahorrar 4000 millones por año en el pago
de intereses y mantener títulos a una tasa del 7 por ciento anual,
explica el reporte del Deutsche. Como descarta que este dinero no
estará disponible, se pregunta: ¿cómo
reaccionarán los depositantes y cuál será el impacto
sobre la credibilidad del actual régimen cambiario? En otras
palabras, si después del default, vendrá alguna de las otras
D: depósitos congelados, devaluación o dolarización.
PROPUESTA
POLEMICA DEL EX ECONOMISTA JEFE DEL BID
Desdolarizar y flotar la moneda
La única salida práctica
para la actual crisis argentina pasa por desdolarizar la deuda pública,
el sistema financiero y los contratos domésticos, mediante el establecimiento
de un sistema de cambio flotante anclado en estrictas metas de inflación.
Esa receta fue expuesta por el ex economista jefe del Banco Interamericano
de Desarrollo (BID), Ricardo Hausmann, en un artículo publicado
ayer por el diario Financial Times.
Lo llamativo es que el propio Hausmann, en el aniversario de los 10 años
de la convertibilidad festejado en el Banco Central a principios de abril
insistió en que, a pesar del consenso mundial en contra
de la rigidez de los sistemas de cambio fijo, Argentina tenía que
seguir adelante con su sistema de convertibilidad. Previamente había
escrito variados papers explicando que los que no servían eran
los modelos intermedios entre los cambios fijos puros, como la convertibilidad,
y los completamente flotantes. Ultimamente, también se le escucharon
en Washington encendidas defensas de la dolarización en América
latina. Ayer, en una muestra extrema de heterodoxia y pragmatismo frente
a la crisis argentina, Hausmann optó por no atarse a sus principios
de otrora y aconsejó directamente una devaluación ordenada.
Según el actual profesor de Desarrollo Económico en la Universidad
de Harvard, la aplicación de esta salida dejaría a la Argentina
con un régimen monetario como el de Chile, un sistema bancario
saneado y una economía competitiva y además, dicha
solución eliminaría las tensiones intra Mercosur al descartar
la principal fuente de conflicto.
Hausmann rechazó una flotación sin medidas adicionales o
un default con devaluación. Una flotación por sí
sola no resolvería el problema de la deuda porque la mayoría
de los títulos están nominados en dólares y su valor
se incrementaría de forma exponencial. Por otra parte, una combinación
de flotación con default, sin desdolarizar la economía,
tampoco solucionaría los problemas, porque si bien la deuda se
reduciría en un primer momento, continuaría nominada en
dólares y con la moneda depreciándose.
Para Hausmann, su proyecto de devaluación de la moneda y los créditos
representa la mejor alternativa, pues se acabó para la Argentina
el tiempo de recuperar la credibilidad con paquetes de ayuda y reprogramaciones
de deudas. En su opinión, los inversores deberían preferir
esta estrategia frente a un descuento o quita tradicional, pues aunque
la necesaria desdolarización haría caer sustancialmente
el valor de sus títulos indexados en pesos, esa depreciación
probablemente sería temporal.
El diario londinense apoyó con un editorial la nueva heterodoxia
de su columnista: Si la ortodoxia no funcionó, debería
probarse con la heterodoxia.
Encrucijada argentina
Golpeada por una desaceleración económica mundial,
la suerte de América latina en el 2002 estará marcada
por la forma cómo Argentina resuelva su crisis y por la fortaleza
que demuestre Brasil, destacó Charles Dallara, director del
Instituto de Finanzas Internacionales. Pienso que Argentina
está en una encrucijada, dijo Dallara al referirse
a la grave situación económica del país. Tienen
que ver cuidadosamente las opciones para reestructurar su deuda,
señaló. Si (la reestructuración) es hecha
de un modo voluntario, deben tomar en cuenta todas las preocupaciones
de los acreedores globales. Si ocurre así pienso que será
un proceso manejable para Argentina, agregó.
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