Por James Meek
Desde
Jabal os Saraj, Afganistán
Un nuevo intento de las fuerzas
antitalibanas por capturar la ciudad pivotal de Mazar-i-Sharif en el norte
se realizará en coordinación estrecha con asesores militares
de Estados Unidos, que establecieron una base en el norte de Afganistán,
dijeron ayer fuentes de la oposición. La presencia de asesores
norteamericanos entre las tropas de la Alianza del Norte cerca de Mazar
es algo que se sabe desde hace más de una semana, pero ayer Mohamed
Ashraf Nadim, un vocero de los tres ejércitos principales que acampan
en los accesos a la ciudad, dio nuevos detalles sobre su rol y su ubicación.
Después del lanzamiento de las operaciones aliadas, entre
15 y 20 norteamericanos vinieron a Dara-i-Suf para coordinar los ataques
contra los talibanes dijo Nadim. Tienen su propia base ahí
y están equipados con armas y otros medios de defensa y usan uniforme.
Citando a funcionarios de defensa no identificados en Washington, el New
York Times informó el lunes que fuerzas especiales de Estados Unidos
estaban operando como controladores aéreos de vanguardia en Afganistán,
cumpliendo labores de reconocimiento para los ataques aéreos de
Estados Unidos cerca de Kabul y Mazar. Este diario ha sabido que personal
de Estados Unidos visita todas las noches la base aérea de Bagram,
en la línea de frente entre la Alianza y las fuerzas talibanas,
para discutir con los oficiales de la Alianza los objetivos y los daños
causados.
Nadim dijo que el lunes, en una reunión de seis horas con los comandantes,
se había acordado un plan de acción conjunto para el ataque
de Mazar. Al final de la reunión los comandantes habían
discutido el apoyo aéreo para la operación con el equipo
de Estados Unidos. Nadim dijo que la ofensiva podía comenzar mañana,
aunque tales predicciones deben ser tomadas con cautela. La opositora
Alianza del Norte afirmó que estuvo a punto de capturar a Mazar
antes, sólo para ser derrotada por una fuerte resistencia talibán.
Hablando por teléfonos satelitales desde posiciones de la alianza
en el norte de Afganistán, Nadim dijo que la ofensiva sería
un ataque a tres puntas, desde Keshendeh, Akkupruk y Shulgarah. También
habría ataques sobre las fuerzas talibanas en la provincia de Samangan,
al este de Mazar.
Sin embargo, Nadim sembró dudas sobre la escala del apoyo de Estados
Unidos a la operación, y sobre su probable éxito, al admitir
que los problemas que han acosado a las aisladas operaciones de la Alianza
en el norte, separada de los caminos al mundo exterior escasez de
armas, municiones y hasta alimentos y zapatos, no han sido resueltos.
El lunes, el secretario de defensa de Estados Unidos Donald Rumsfeld dijo
que los aviones de transporte C-130 de Estados Unidos han estado lanzando
municiones con paracaídas a las fuerzas aliadas durante dos semanas,
presumiblemente cerca de Mazar, aunque no lo especificó. No obstante,
Nadim dijo que la alianza no había recibido nada. Todavía
no hemos recibido nada, aunque hemos hablado con ellos y han prometido
abastecernos. Los tres ejércitos aliados están divididos
no sólo por la geografía sino por líneas étnicas,
una encabezada por Rashid Dostum, un Uzbek; otra por Mahamed Ustad Atta,
un Tajik; y una por Haji Mohamed Mohaqeq, de los Hazara.
Mohaqeq confirmó ayer a este diario que en la reunión del
lunes se había acordado un plan para una operación conjunta,
coordinada por el poder aéreo de Estados Unidos, pero dijo que
no podía dar la fecha exacta del comienzo de las operaciones. También
contradijo a Nadim al decir que su ejército había recibido
municiones lanzadas por Estados Unidos. También negó que
el ataque sobre Mazar este mes haya sido un fracaso. En los 15 días
desde que atacamos, ya hemos avanzado 15 kilómetros, matado a 200
soldados enemigos y destruido 20 a 30 de sus vehículos. Hemos tomado
tres importantes pueblos, Charchal, Safet Kutal y Beshkam. Estamos listos
para seguir adelante. No hay dudas sobre la importancia de Mazar.
Su captura volvería insostenible la defensa del norte por los talibanes,
y pondría al alcance una ruta de abastecimiento en todo tipo de
clima desde las ex repúblicas soviéticas de Asia Central
al frente de la alianza cerca de Kabul. Ahora, la ruta está obstruida
por las tropas talibanas y el deliberado bloqueo del túnel de Salang,
cerca al frente de Kabul. Pero la caída de Mazar cortaría
la línea de abastecimiento de las tropas talibanas en la ruta,
y el General Abdul Basir, el comandante de la Alianza responsable del
túnel Salang, dijo que podría estar despejado de escombros
en una semana.
Mazar es tan importante como Kabul, y si alguna ciudad de Afganistán
es liberada, la primera será Mazar dijo el general Basir
en una entrevista realizada unos días atrás. Las fuerzas
de la Alianza están cerca de la ciudad. Han sacado a los talibanes
del área perimetral y están en la planicie, pero les es
difícil avanzar más. Los talibanes tienen artillería
y cohetes y la alianza no, de manera que no puede avanzar. Están
trabajando entre la gente para liberar a la ciudad por medio de una rebelión,
pero no podemos garantizar eso en un 100 por ciento.
Otra ventaja de arrebatar Mazar de manos de los talibanes sería
obtener el uso de su aeropuerto, que le daría a Estados Unidos,
Rusia y otros partidarios de la Alianza un puente aéreo para volar
con abastecimiento en aviones de transporte pesados. Mientras el descontento
crece en Washington por el limitado impacto de los ataques aéreos
hasta la fecha, se ha llegado a especular que las tropas de Estados Unidos
podrían tomar el aeropuerto, que está a alguna distancia
de la ciudad, como base desde la cual montar ataques con helicópteros
contra al-Qaida y las fuerzas talibanas.
De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
Estamos allí,
dice Rumsfeld
Por primera vez el secretario de Defensa norteamericano Ronald
Rumsfeld admitió públicamente la presencia de militares
en territorio afgano, desde que once días atrás un
complejo talibán fue blanco de ataques aliados cerca de Kandahar.
Rumsfeld confirmó ayer que tenemos un muy modesto número
de tropas terrestres en Afganistán y están allí
para propósitos de enlace y han estado haciendo un excelente
trabajo de asistencia con la coordinación de reabastecimiento
de diverso tipo así como objetivos en el norte y sur del
país. Asimismo Rumsfeld manifestó que un gran
porcentaje del accionar militar aéreo norteamericano se destina
al apoyo de las fuerzas opositoras de la Alianza del Norte, y declaró
que dedicamos más del 50 por ciento de nuestros esfuerzos
aéreos para apoyar a las fuerzas opositoras, y que
están las condiciones para pasar a una nueva fase.
Estados Unidos está en contacto con los antitalibanes, como
también en las zonas de poder del régimen talibán
en el sur de Afganistán, según aseguró el general
Tommy Franks, comandante en jefe de la operación estadounidense
en Afganistán.
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ISRAEL
SIGUIO EN ZONAS OCUPADAS
Nos íbamos, pero mejor...
Pese a que el gobierno
habló de una retirada en escala, y que las tropas israelíes
se retiraron de Beit Jala (Belén) este domingo, ayer Israel no
cedió a la presión internacional de replegar sus tropas
de las cinco ciudades autónomas palestinas que ocupó tras
el asesinato del ministro israelí de Turismo, Rehavam Zeevi, el
pasado 17 de octubre. La reunión de seguridad entre palestinos
e israelíes se truncó en acusaciones mutuas.
El líder palestino Yasser Arafat exhortó ayer en Roma a
Israel a volver a la mesa de negociaciones ante el Papa Juan Pablo II
y el gobierno de Italia, mientras que el ministro israelí de Exteriores,
Shimon Peres, confirmó el próximo encuentro con Arafat en
el foro euro-mediterráneo en España para el viernes, pero
descartó tratar las negociaciones de paz. Por su parte, dirigentes
de la extrema derecha del Likud, partido que lidera el premier Ariel Sharon
de la coalición gobernante, se oponían ayer a Sharon por
manifestarse a favor de la creación de un Estado palestino. Con
todo, fue una jornada de relativa calma.
OPINION
Por Claudio Uriarte
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La solución pasa por
Rusia
Parece cada vez más verosímil que sea Rusia la que
termine salvando a Estados Unidos del berenjenal en que se metió
en Afganistán, como ya lo hizo en Kosovo. Esto, claro, depende
de la racionalidad de los actores del conflicto, lo que no es para
nada seguro teniendo en cuenta a la administración Bush.
Pero los hechos duros siguen estando allí:
1) Rusia está sumamente preocupada por contener una ola de
fundamentalismo islámico alentada por Osama bin Laden que
viene desde el sur, que amenaza sus semicolonias postsoviéticas
de Uzbekistán, Tajikistán y Turkmenistán y
que produjo en 1999 una ola de atentados con cientos de muertos
civiles en Moscú y San Petersburgo, lo que llevó al
aplastamiento brutal de la rebelión secesionista islámica
de Chechenia el mismo año. Como toda potencia imperial, Rusia
sabe que el éxito de un separatismo estimula al siguiente.
Necesita, por lo tanto, atacar de raíz a la fuente operativa
de las operaciones de desestabilización, tendiendo posteriormente
cordones de acero inexpugnables para evitar reinfiltraciones. Por
eso Vladimir Putin permitió el histórico despliegue
de fuerzas norteamericanas en las repúblicas ex soviéticas
del sur, y por eso sus servicios de inteligencia trabajan horas
extra para entregar información sobre Afganistán a
Washington, información que, dicho sea de paso, está
entre lo mejor que existe en el mundo sobre el tema porque se trata
de los datos de la última potencia ocupante (entre 1979 y
1987).
2) Por su posición geográfica, Rusia es la potencia
más adecuada para dotar de suministros a la antitalibana
Alianza del Norte y ya lo está haciendo, a través
de la entrega de tanques de guerra. Pero la Alianza del Norte es
apenas un poco mejor humanamente y mucho más caótica
y dispersa político-militarmente que los talibanes, por lo
cual este apoyo debe ser administrado a la medida de cada situación
concreta, y de modo tal que lo que ahora parece un aliado pueda
convertirse rápidamente en un irreductible elemento de control
desde el norte.
3) Si este nivel de control desde Rusia es posible porque Rusia
ya está allí, el actual nivel de concentración
de fuerzas angloamericanas en torno de Afganistán es anormal,
y riesgoso militarmente a largo plazo. Aliados de la anglosajona
red Echelon como Australia y Canadá se han apresurado a enviar
fuerzas al teatro de guerra y lo mismo hizo una Francia usualmente
crítica pero que tampoco quiere quedar fuera del juego. No
obstante, es claro que hoy Estados Unidos no podría responder
si se le abriera un segundo frente de conflicto estratégico,
y lo será cada vez menos a medida que crezca el build-up
antiafgano para una operación cuyo mínimo de tiempo
es seis meses, y que puede superar el año.
Con este panorama, Estados Unidos podría construir un esquema
basado en dos niveles:
a) Dar a Rusia membresía en la OTAN, pero básicamente
para que contenga el polvorín islámico de su frontera
sur. Rusia estaría doblemente agradecida, porque con eso
también neutralizaría la fundacional estructuración
antirrusa de la Alianza Atlántica. De hecho, esto ya ha ocurrido
con el despliegue de la 10ª División de Montaña
norteamericana en Uzbekistán y Tajikistán. También
se favorecería la entrada rusa a la Organización Mundial
de Comercio, al precio de ciertas condiciones de transparencia económica.
Y se levantaría la veda a la construcción de oleoductos
y de gasoductos a través de territorio ruso, ahora asegurado
por una mano firme como la del ex jefe de la KGB.
b) En Kabul se instalaría una especie de gran asamblea nacional
multiétnica amplísima, vistosa, colorida, parlanchina,
reminiscente de una colección de extras exóticos
de Hollywood que es esencialmente lo que sería
y carente de todo poder real. La farsa incluso con elecciones
semilibres operaría bajo la señera e inútil
figura del octogenario y hoy exiliado rey Zahir Shah, mientras las
verdaderasdecisiones serían tomadas por una joint venture
entre el bien financiado dominio angloamericano del sur y la férrea
vigilancia rusa desde el Norte. Irán, India y China, por
distintas razones, podrían ser contribuyentes ocasionales
a la estabilidad de este protectorado.
Esta puede parecer una solución de realpolitik a la tragedia
que ahora envuelve al mundo y de hecho lo es, pero,
paradójicamente, sus principales obstáculos no pasan
por los pueblos que empezarían a ser usados como piezas de
ajedrez sino por la revivalista administración Bush, muchos
de cuyos estrategas son nostálgicos de la época de
Reagan, que siguen homologando a Rusia con la Unión Soviética
y a la Unión Soviética con el Imperio del Mal. Y que
aún parecen no advertir que los destructores de las Torres
Gemelas el 11 de setiembre no fueron los soviéticos, sino
los mismos combatientes de la libertad que la administración
Reagan tan fervientemente apoyó contra la invasión
soviética de Afganistán en 1979.
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