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El principal sospechoso acusó del
crimen de la maestra a sus amigos

Fernando Antúnez dijo que
fueron los otros dos presos quienes mataron a la maestra en el GEBA. Contó que fue violada después de muerta. Admitió que el rasguño
que tiene se lo hizo la mujer.

La familia de Fabiana cree
que en los nuevos allanamientos se encontrarán los objetos que faltan.

Por Alejandra Dandan
@Terminó ayer la primera ronda de indagatorias a los tres empleados de limpieza del club GEBA. Ninguno se hizo responsable del crimen y de la violación a la maestra María Fabiana Gandiaga, cuyo cuerpo apareció una semana después del homicidio. Sólo uno admitió haberla visto desnuda en el baño y más tarde sin vida. En su testimonio, el joven llamado Fernando Antúnez responsabilizó a sus dos compañeros por el crimen. Estuvo siete horas frente al juez Alberto Seijas y es, tal vez, el más complicado en la causa: es el único de los tres con rasguños en la cara –él mismo reconoció que fue la maestra quien los provocó– y quien tenía el celular de la maestra muerta. Durante la tarde fue careado con los otros dos sospechosos. A lo largo del día de hoy y mientras se esperan nuevos allanamientos, los familiares de Gandiaga aguardan el resultado de las pericias de ADN.
Aunque la información que atravesó las puertas del juzgado de Seijas fue absolutamente escasa, algunos de los abogados se encargaron de reproducir parte de los testimonios con tonos espeluznantes que se oyeron en la sala. Durante más de quince horas, Seijas intentó encontrar más datos sobre el asesinato ocurrido en el club GEBA el sábado 20 por la noche. La indagatoria comenzó con uno de los tres sospechosos, tal vez el más comprometido en la causa: Fernando Antúnez. El joven era empleado desde hacía tres meses de Lima Lux SA, la empresa de servicios contratada por el club. “No sólo no tuvo nunca un problema de conducta, era uno de los más cumplidores”, dijo Guillermo González, vocero de la compañía instalada en Lomas de Zamora, en el conurbano sur y cerca de la localidad de Berazategui, donde viven los padres de Antúnez y su mujer ahora embarazada. Hasta ahora, ni la empresa, ni los vecinos de Antúnez habían observado en este joven de 21 años características extrañas. La búsqueda de esos rasgos extraños fue tarea del juez y los secretarios.
Su relato fue el testimonio más importante. Aunque no reconoció su relación con el crimen, mencionó tres momentos de contacto con la víctima. El primero fue cuando María Fabiana hablaba desde su teléfono celular desde un lugar cercano al baño donde fue violada y asesinada. Más tarde, admitió haberla encontrado desnuda dentro del baño y finalmente ya muerta mientras la violaban. Antúnez responsabilizó a Carlos Vallejos y Miguel López, los otros compañeros de su turno, de esa violación. De acuerdo a las fuentes del tribunal consultadas, Vallejos y López rechazaron la acusación pero no responsabilizaron a nadie. Eso sucedió inmediatamente después de la indagatoria a Antúnez cuando el magistrado hizo declarar durante cuatro horas a Vallejos y otras tres a López.
Otro punto importante de la indagatoria a Antúnez fue su respuesta sobre el celular y las explicaciones de las marcas de rasguños que conserva aún en la cara y en los brazos. En la audiencia reconoció que fue la mano derecha de María Fabiana quien le provocó los rasguños. Sobre el celular, las explicaciones fueron por lo menos, extrañas. El teléfono fue encontrado en poder del joven y cuando el juez le preguntó la causa, respondió que se lo dieron sus compañeros en pago por una deuda.
En esa primera ronda de preguntas, el juez logró al menos sostener una de las presunciones que hasta aquí se manejaban. María Fabiana habría sido violada después del crimen. Antúnez aseguró haberla “tocado”: la maestra ya “no se movía” y “estaba rígida”, según contó. Las acusaciones fueron testeadas por el propio juzgado. Durante la tarde, cruzó a Antúnez con los otros dos acusados.
El abogado de la familia de la maestra, Juan José de Valle, consideró que sólo los nuevos allanamientos podrían arrojar más datos: “Aún falta las cadenas de oro, la alianza, el reloj y la riñonera de Fabiana”, dijo.

 


 

SON SEIS LOS SOSPECHOSOS POR EL CRIMEN DE LA CLOTA
Homicidio con apoyo externo

Por A. D.

La investigación por el crimen de Claudio “La Clota” Lanzetta ahora mantiene como sospechosas a unas seis personas. El dato más fuerte en la causa por el crimen de este empresario de la noche fue el testimonio de un amigo de La Clota y el único testigo. Guga Pereira confirmó a la Justicia que uno de los dos invitados de La Clota se fue con una excusa del departamento y regresó apuntando él mismo una pistola y acompañado por otros dos extraños también armados. Después de un intento de robo, desde una de esas armas, presuntamente de calibre 22, habría salido el tiro que dio contra la sien del empresario. Los familiares sostienen la hipótesis del robo. Así lo dijeron ayer en la ceremonia del funeral en Parque Colonial, el cementerio privado donde fue enterrado.
Los nuevos rastreos de la Justicia indican que La Clota conoció el día anterior al crimen a ese joven de unos 23 o 25 años que montó la trampa. Fue el sábado después de su paso por Big One, la disco manejada por Lanzetta desde hace cuatro meses en el microcentro. El domingo llamó a su amigo Guga para que “le hiciera pata”. Había conocido “a un bombón”, explicó, y quería volver a verlo. La cita se organizó para esa noche y ese “bombón” iría con un amigo. Cenaron en Las Cañitas y fueron al departamento de La Clota en Palermo.
El “bombón”, después de un rato, bajó por su celular supuestamente olvidado en el auto, pero regresó con otras dos personas. Para los investigadores, el crimen no habría sido planificado aunque no descartan aún ningún otro móvil. Después del disparo, los cuatro extraños que ahora son buscados por la Justicia se fueron del departamento sin llevarse las cosas de valor que habían separado. Fuentes de la fiscalía consultadas por este diario no descartan que los extraños hayan trabajado con algún tipo de apoyo desde el exterior. Por eso las pesquisas se abrieron a otros posibles sospechosos.

 

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