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SEPARARON A POLICIAS INVOLUCRADOS EN LA MUERTE DE CHICOS
Sospechosos de formar un escuadrón

Son cuatro, investigados
por los crímenes. Prestaban servicio en la comisaría tercera de Don Torcuato, como
anticipó este diario.

El comisario de la seccional 3ra, Eduardo Dolan, con los legajos de los sospechosos en la mano.

Por Cristian Alarcón y Horacio Cecchi

Sospechados de ser los matadores de chicos de entre 14 y 16 años, señalados en una larga lista de denuncias como quienes golpeaban y torturaban en la comisaría 3ª de Don Torcuato, conocidos en la zona norte del Conurbano como la patota más temida de la Bonaerense, los primeros nombres de las sombras del escuadrón de la muerte ayer fueron puestos en disponibilidad preventiva. La Crítica, como se conoce a la seccional en la que decenas de veces estuvieron detenidos Gastón “el Monito” Galván y Miguel “Piti” Burgos, los niños asesinados por un supuesto escuadrón parapolicial, se quedó sin el sargento Hugo Alberto Cáceres, el sargento Carlos Horacio Icardo, y los suboficiales Miguel Angel Lemos y Marcos Bresán. Juan José Alvarez, el ministro de Seguridad que intenta despejar el tufo a maldita policía que dejó la administración Verón, nombró ayer un nuevo “segundo” de la fuerza –el comisario mayor Ricardo De Gastaldi– y enseguida lo envió en helicóptero a la mismísima 3ª, que nunca antes tan crítica, vio como sus “pesados” pasaban a quedar “afuera”. Esa misma es la comisaría que en sucesivas investigaciones Página/12 señaló como la que albergaba a los hombres investigados por el crimen de Galván y Burgos.
Si cualquier interesado en saber cómo se distribuye el poder fáctico en la zona de Don Torcuato, e incluso llegando al Tigre, pregunta por quién merece el mote de “sheriff” del lugar, nadie dudará: “el Hugo Beto”, la popular manera en que se ha hecho famoso el sargento Cáceres. Ese nombre ha sido repetido a Página/12 durante los últimos dos meses por más de media docena de fuentes. Lo nombran los padres de los chicos asesinados en los supuestos enfrentamientos que la semana pasada denunció la Suprema Corte de Justicia bonaerense. Lo menciona una altísima fuente de la Corte. Ayer una fuente judicial también confirmó a este diario que por lo menos tres de ellos aparecen en el secreto expediente de “el escuadrón” que lleva en San Martín el fiscal Héctor Scebba. Las vinculaciones de los policías no terminarían en su pasión por la golpiza, el apriete, las amenazas en público, las persecuciones a los tiros y la venganza como método. Por lo menos el sargento Cáceres también es un hombre vinculado a los negocios de la seguridad en el partido donde viven, junto a los más pobres, los más ricos bonaerenses: San Isidro. Cáceres, además, es el único de los cuatro que por ahora zafa de la sanción por cuestiones administrativas. Ayer un atribulado comisario de la 3ª, Eduardo Dolan, le dijo a Página/12 en su despacho que el hombre está con licencia por enfermedad desde el 21 de abril de este año. “Qué tiene”, fue la pregunta. “Depresión profunda.”
En La Plata “Juanjo” Alvarez designó al comisario De Gastaldi, hasta ayer director de Investigaciones, como segundo de la fuerza, en reemplazo de Carmelo Impari. Impari había sido quien firmó la polémica circular que a principios de agosto ordenaba la “limpieza” de los niños mendigos. Alvarez también desplazó a Daniel Rago de la departamental de Lomas de Zamora (ver aparte). En su defensa clamaron sin suerte los intendentes de Lanús y de Almirante Brown, Manolo Quindimil y Hebe Maruco. Junto a Rago, fue removido Claudio Smith, director de Investigaciones de Lomas, enviado a la departamental de Morón. Smith había sido un entrañable nexo entre el ex comisario Mario Naldi y Mario “Chorizo” Rodríguez. En Morón, estaba a cargo Alberto Sobrado, que fue elevado de rango, como director de Delitos Complejos y Narcocriminalidad. Sobrado aparece como un leal al nuevo ministro: coincidieron ambos en Hurlingham.
De Gastaldi fue quien ayer aterrizó en “la Critica” para comunicar oficialmente la medida contra el grupo sospechado, acompañado de un equipo de Asuntos Internos. A las seis de la tarde había recibido el nombramiento. A las seis y media firmó. A las siete subió a un helicóptero hacia Torcuato. De todas maneras, Alvarez no tiene todo resuelto. Fuentes judiciales revelaron ayer a Página/12 la preocupación existente en la Corte y en los más altos cargos del poder judicial sobre la desidia queestaría siendo la marca distintiva sobre todo entre los fiscales del distrito judicial de San Isidro. Allí se tramitan la mayoría de las causas por homicidio que reveló la Corte. Entre ellas están los crímenes de Fabián Blanco, cuya historia fue publicada en exclusiva por Página/12 el último domingo y la de Juan Salto, un chico de 16, que murió acribillado cuando intentaba esconderse abajo de un auto. Tanto a Fabián como a Juan los habían amenazado de muerte. Los dos vivían aterrorizados por la patota de “Hugo Beto”. Sus amigos y sus madres reconocen a la distancia los perfiles de los hombres de la patrulla. Y sus autos.
La causa en la que se investiga el asesinato de Galván y Burgos es casi la única que se tramita en el distrito de San Martín. Los cuerpos, baleados con 11 y 6 tiros, ambos rematados con un disparo en la nuca, atados, y uno de ellos con la cabeza cubierta con una bolsa que no fue usada para asfixiar sino para emitir un mensaje policíaco, fueron tirados más allá de la jurisdicción de San Isidro –a la que pertenece Torcuato–, en un descampado de José León Suárez. Ayer, por primera vez desde que los mataron el 24 de abril de este año, una alta fuente judicial le reconoció a Página/12 que Cáceres, Icardo y Lemos aparecen como sospechosos. Esos mismos nombres son los que se repiten en las denuncias que los chicos muertos hicieron contando cómo eran sometidos en la tercera a diferentes tipos de tortura. Allí, según los relatos de los padres, era común que uno de los oficiales, conocido como el karateca, se dedicara a practicar con los menores detenidos golpeándolos con patadas de experto en el pecho. Al Monito Galván –le contó su madre a este diario apenas lo asesinaron– lo obligaron poco antes del ajusticiamiento a permanecer parado más de doce horas en un calabozo. “Salió con los pies llenos de llagas y de ampollas -dijo Zunilda Galván– pero él me pedía por favor que no denunciara porque le tenían jurado que lo iban a matar.”

 


 

DESTITUYERON AL JEFE DE LA DEPARTAMENTAL DE LOMAS
El coletazo de las torturas

Por H.C.

Siguen los remezones en la Bonaerense. Esta vez, y con tono de señal por elevación, la decisión del nuevo ministro de Seguridad, Juan José Alvarez, tocó la cabeza de la cuestionada Departamental de Seguridad de Lomas de Zamora: el comisario Daniel Rago fue relevado del cargo y colocado a la espera de nuevo destino, lo que en términos de la rígida y vertical estructura policial significa quedar sutil pero lisa y llanamente destituido. Las causas: ocho uniformados, entre oficiales, suboficiales y agentes de la comisaría 7ª, de Villa Centenario, dependiente de Lomas de Zamora, fueron detenidos por picanear a un detenido el 21 de octubre pasado. Rago desplazó al jefe de la 7ª. Ayer le tocó a el turno a él, en un movimiento que algunos interpretan como señal fuerte: en un caso comprobado de torturas, no alcanza con la cabeza de la seccional.
El 21 de octubre pasado fue detenido Javier Villanueva, con 24 años y un auto ajeno. Fue conducido a la comisaría de Villa Centenario, donde el dueño del vehículo reconoció su auto y al que se lo había robado. El fiscal Oscar Acevedo, de Lomas de Zamora, ordenó entonces su detención. Al tomarle declaración, comprobó marcas que le parecieron extrañas. Villanueva negó todo, pero de las pericias médicas que ordenó surgió que, efectivamente, había sido picaneado.
La seccional fue allanada: en una gaveta hallaron un cable eléctrico. Según Villanueva, fue el que usaron para pasar corriente por su cuerpo. “Era un cable con el que se ahorcó otra persona, y era guardado como prueba”, aseguró Rago en aquel momento. El jefe de la seccional fue removido, y todo el plantel desplazado a otros destinos. Once uniformados quedaron detenidos. Tres fueron liberados porque no se encontraban ese día en la seccional. Ayer, otros dos siguieron el mismo camino. Las acusaciones quedaron concentradas sobre el subcomisario Oscar Djurazek, el oficial inspector Eduardo Castillo, los cabos primero Walter Fidel Franco y José Melchor Hidalgo, y los agentes Víctor Pérez y Gustavo Pereyra.
Según reveló un investigador a Página/12, “surgieron nuevos elementos y en los próximos días es probable que haya nuevas detenciones”. Los nuevos elementos son los reconocimientos médicos truchos realizados sobre el amoratado cuerpo de Villanueva, que olvidaron mencionar las lesiones.
Daniel Rago quedó señalado en el vértice. “Es una señal rápida y fuerte a los jefes de todas las departamentales –confió una fuente reservada–. En un caso así, no basta con la cabeza del comisario.” Rago había sido nombrado por el ex ministro Osvaldo Lorenzo, en una designación muy cuestionada. Su departamental es la que enfrentó más denuncias de torturas de toda la provincia.

 

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