Gary Cooper estará ausente
con aviso, pero por lo demás está todo previsto para que
hoy, a la hora señalada las 12 del mediodía, como
en el clásico western de Fred Zinnemann se termine el suspenso
y el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) anuncie
cuál va a ser la película que la Argentina enviará
a la precandidatura por el Oscar de Hollywood al mejor film en idioma
extranjero. En los papeles, cualquiera de las 48 películas nacionales
estrenadas entre noviembre del 2000 y el jueves pasado califica para la
preselección, pero en los hechos la disputa va a estar básicamente
entre dos títulos, La ciénaga, producida por Lita Stantic
y dirigida por Lucrecia Martel, y El hijo de la novia, la exitosa producción
de Suar Enterprises, dirigida por Juan José Campanella. La tercera
en discordia puede llegar a ser La fuga, de Eduardo Mignogna, pero la
producción de Telefé acaba de ser elegida para representar
a la Argentina en los premios Goya, en Madrid, el 2 de febrero, y no suele
suceder que una misma película pelee simultáneamente por
ambos premios.
De hecho, la elección para una y otra Academia (la española
y la de Hollywood) son votaciones distintas. Tal como lo pide el estricto
reglamento del Goya, la selección debe partir de un jurado representativo
de los distintos rubros de la cinematografía local, por lo cual
éste año fueron convocados el director Juan Bautista Stagnaro,
el músico José Luis Castiñeira de Dios, el guionista
Leonardo Bechini, el técnico Claudio Reiter, el actor Jean-Pierre
Noher y el productor Oscar Kramer, quienes se decidieron por La fuga.
El caso del Oscar es más complejo y ha dado lugar a innumerables
controversias. La Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas
de Hollywood pide que el film preseleccionado salga de su par local, pero
como en la Argentina no está constituida una Academia del cine,
el Incaa viene probando distintos métodos, a cuál más
polémico.
Hasta 1988, el director del Instituto tomaba la decisión de manera
discrecional, en solitario, pero para evitar cargar sobre sus espaldas
con semejante responsabilidad y democratizar la elección, ese año
Manuel Antín (por entonces el responsable del organismo) convocó
a las diferentes entidades vinculadas al sector para que cada una de ellas
propusiera su candidata y de esa compulsa surgiera la película
seleccionada. Lo que en un principio pareció un procedimiento representativo
allí votaban las distintas asociaciones que reúnen
a los directores, productores y técnicos fue dando paso luego
a diversas presiones corporativas e intereses creados. El colmo se alcanzó
durante la gestión de Julio Mahárbiz al frente del Instituto,
cuando en 1998 salió elegida la película Tango, del español
Carlos Saura, un film de dudosa nacionalidad argentina, y al año
siguiente la tortuga Manuelita entró por la ventana, gracias a
una maniobra que consistió en incorporar a la votación a
grupos de la TV, vinculados a la producción del film.
Una de las primeras preocupaciones de la administración de José
Miguel Onaindia al frente del Instituto fue entonces la de transparentar
el mecanismo de elección de la película argentina por el
Oscar, que suele tener una cobertura mediática desproporcionada.
Al fin y al cabo, se trata de una preselección y la última
película que llegó a estar entre las cinco nominadas finales
fue La historia oficial, dieciséis años atrás, cuando
Norma Aleandro gritó Oh, my God! y le entregó
la estatuilla dorada a Luis Puenzo. El año pasado, el actual director
del Instituto optó por un jurado de apenas cinco miembros entre
ellos Sergio Renán, Aída Bortnik y Graciela Borges
que eligieron, en fallo dividido, Felicidades, de Lucho Bender, por encima
de la favorita del público y la crítica, Nueve reinas, provocando
una nueva controversia.
En esta oportunidad, Onaindia volvió a cambiar el sistema y convocó
a un jurado más amplio, de unos 22 miembros, cuyos nombres fueron
guardados -hasta el mediodía de hoy en celoso secreto, para
evitar lobbies, presiones y sugerencias. Este jurado votó en sobre
cerrado, en una urnaque se abrirá hoy ante la prensa y un escribano
público, lo que le agrega un cierto grado de suspenso y espectacularidad
televisiva al procedimiento. ¿Qué prevalecerá en
el ánimo de los votantes? La ciénaga tiene a su favor no
sólo su calidad, reconocida en todo el circuito de festivales internacionales
desde Berlín a Toronto y San Sebastián, pasando por
Nueva York sino también el hecho de haber conseguido un exitoso
estreno en los Estados Unidos, con críticas ditirámbicas
y un distribuidor que le garantiza la promoción necesaria entre
los miembros de la Academia de Hollywood. Por su parte, El hijo de la
novia es una comedia romántica porteña, pero estructurada
a la manera de Hollywood, un film más accesible y de alcance popular:
1.200.000 espectadores la vieron en Argentina, contra los 120.000 que
cosechó La ciénaga.
En cualquier caso, la película elegida hoy recién sabrá
su verdadera suerte final el 12 de febrero del 2002, cuando la Academia
anuncie los films nominados en todas las categorías, anticipando
la ceremonia del Oscar número 74, el 24 de marzo en el refaccionado
Teatro Kodak de Los Angeles. Un teatro que, a juzgar por las noticias
que llegan de la misma Academia, se convertirá en una auténtica
fortaleza, a pesar de lo cual más de una estrella seguramente se
va a negar a manipular un sobre, por más que lleve el lacre del
Oscar.
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