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LAS CALIFICADORAS PLANTEARIAN EL CARTEL DE LA CESACION DE PAGOS
¿Habrá vida después del default?

El nivel de depósitos será el dato a observar para saber si después de la D, de default, vienen las D que le importan a la gente.

En los �mercados� evalúan dos escenarios posibles después del default.

Por Maximiliano Montenegro

¿Hay vida después del default? Depende de si hay o no una fuga masiva de depósitos de los bancos en los días posteriores. Ese será el dato a monitorear –coinciden los analistas– para saber si a la primera D (default), abominable para los acreedores, le siguen otras D mucho más traumáticas para el común de los mortales: Depósitos congelados, Devaluación, Dolarización. Si no hubiera corrida de depósitos, entonces la situación podría mejorar, porque estar peor también es difícil.
Las declaraciones del secretario del Tesoro norteamericano, Paul O’Neill, reconociendo públicamente que Washington no tiene previsto garantizar con nuevos fondos frescos el canje de deuda argentino, confirmaron la idea, unánime entre los economistas de los principales bancos de inversión, de que en las próximas horas Argentina entrará en default. O, al menos, están convencidos de que, apenas Domingo Cavallo anuncie la reestructuración “voluntaria” de deuda, con reducción de intereses, sin las garantías necesarias, las calificadoras internacionales de crédito (como Standard & Poor’s y Moody’s) estamparán al gobierno argentino la nota D, de default.
Después de escuchar innumerable cantidad de veces a José Luis Machinea primero, a Ricardo López Murphy luego y al propio Domingo Cavallo hasta hace poco que tal situación sería el fin, cabe preguntarse si éste es el fin. Y, en todo caso, el fin de qué. “Estamos metidos en una crisis terminal que terminó en default. Porque de hecho el Gobierno hace rato que no tiene financiamiento de los inversores privados; está sufriendo las consecuencias como si estuviera en default. A partir de ahí, ahora las cosas pueden ser peor o no”, explica el economista jefe de un importante banco local, que tan cerca del día D prefiere el anonimato.
“Ahora se abre un gran signo de interrogación sobre cuál será el comportamiento de los depositantes en el sistema financiero. Si se asustaran y se disparara una corrida como la que hubo en agosto, entonces no habría que descartar nada, podrían venir otras D en poco tiempo. Si los depósitos se quedaran, podría haber una salida ordenada”, acota un colega de la fuente anterior.
Según los analistas consultados por este diario, los escenarios que se abren son dos:
u En el escenario de agudización de crisis, como ya se dijo, los bancos empiezan a peder aceleradamente depósitos, no sólo de los fondos de inversión, que de hecho ya iniciaron la retirada en los últimos días, sino también de los pequeños ahorristas que, como ocurrió en agosto, temen una confiscación. Si la sangría no se detiene antes de un mes, el Gobierno se vería obligado a aplicar alguna medida de “inmovilización transitoria” de los depósitos, para evitar la quiebra generalizada de los bancos. No habría otra alternativa, ya que, a diferencia de agosto, difícilmente el Gobierno pueda conseguir de Washington un nuevo paquete de salvataje financiero para llevar confianza a los ahorristas. Así se llegaría a la segunda D. Seguramente la gente también buscará refugiarse en el dólar, apurando la tendencia a la dolarización de la economía. Si el Gobierno opta por ésta D, antes que por la D de la devaluación, podría tomar medidas –como cobrar impuestos y pagar salarios públicos en dólares– para acompañarla. Sin embargo, en esta situación, la presión cambiaria sería fuerte y nadie sabe si el Gobierno aguantará firme el timón, cuando del Banco Central empiecen a volar los dólares en sumas extraordinarias.
Antes, nadie descarta que Cavallo (o su reemplazante) pudieran escoger la D de la devaluación –para dotar a la economía de mayor competitividad y quedarse con algo de reservas en el Banco Central– para después sí dolarizar. Aunque la visión del “mercado” es que el Gobierno encontrará tanto en el radicalismo, en el Frepaso y en el justicialismo una fuerte oposición a dolarizar, por lo que podría simplemente devaluar y mantener la Convertibilidad. En ese caso, debería instrumentar un complejo proceso de desdolarización de créditos y depósitos, perjudicando a estos últimos.Sea como fuere, en este escenario no es posible ponerle un plazo al final de la recesión.
u El segundo escenario, en la imaginación de algunos brokers, es una salida al estilo de Rusia o Ecuador, después de la cesación de pagos. “Esta es la salida exitosa: que en dos años podamos volver a crecer”, especulan. Rusia, que cayó en default en agosto del ‘98, desde el año pasado crece a una tasa superior al 4 por ciento, mientras que Ecuador -”defolteó” en el ‘99– este año estaría creciendo a una tasa similar. La lógica es que, al ahorrarse de pagar unos 4 mil millones anuales de intereses, el Gobierno tendrá una situación fiscal más holgada para cumplir con el déficit cero. Y podría aplicar alguna política fiscal más expansiva –como una rebaja más agresiva de impuestos– para intentar encontrar el círculo virtuoso de la reactivación. “La salida va a ser lenta, pero si no se tocan los depósitos ni hay devaluación, puede empezar un círculo virtuoso desde la miseria, pero círculo virtuoso al fin, que empuje a la economía fuera de la recesión”, argumentan.
Pero insisten con que este último camino será arduo –con tasas de desocupación superiores al 15 por ciento por un buen tiempo– y muy lejano de la reactivación de los primeros años de los ‘90, debido a que las tasas de interés para el sector privado se mantendrán elevadas, casi prohibitivas para invertir. “Si alguien se salva raspando del suicidio, después mucho no le confían”, grafican, utilizando una metáfora propia de la city en tiempos de crac financiero.

 


 

CUAL SERIA EL IMPACTO DEL DEFAULT EN EL SISTEMA FINANCIERO
Menos ganancias después de levantarla con pala

Por Claudio Scaletta

Mientras se demoran los anuncios de la inevitable reestructuración de la deuda pública y el riesgo país bate records a diario, en el sistema financiero ya se debaten los escenarios probables frente a la segura cesación de pagos. El contexto lo constituyen bancos que poseen más de 15.000 millones de dólares en títulos públicos y una altísima exposición en créditos a los estados nacional y provinciales. Sólo los préstamos a las provincias representan 10.000 millones en los activos de las entidades financieras. Las predicciones van desde una optimista disminución transitoria de ganancias y liquidez a una crisis sistémica.
Hace tiempo que los inversores en títulos de deuda argentina decidieron descontar la posibilidad de una cesación de pagos. Desde que Domingo Cavallo asumió en Economía, el riesgo país no dejó de subir. Esto no evitó que, tentados por un negocio de rendimientos crecientes, muchas entidades aumentaran su exposición. De acuerdo con la información suministrada a este diario por analistas de la city, los créditos al sector público (títulos públicos en cartera más préstamos al sector público no financiero) otorgados por el Banco de Galicia superan los 4000 millones (el 33 por ciento de sus activos), los del Banco Francés 3500 millones (el 37 por ciento) y los del Banco Río 3000 millones (cerca del 30 por ciento). Otros bancos locales supeditados al endeudamiento público, aunque en menor medida, son el Suquía, con 600 millones, el Bisel y, por supuesto, los oficiales. De acuerdo a cifras del Banco Central de agosto de 2001, el Banco Nación suma, entre títulos y préstamos al sector público, 5500 millones, el Ciudad de Buenos Aires, 1800 millones y el Bapro (en cifras de abril de 2001) 3630 millones.
Según explicó a Página/12 Favio Rodríguez, economista de la Fundación Capital, la elevada exposición de las entidades privadas fue parte de “una estrategia de supervivencia basada en compensar la menor rentabilidad obtenida en la intermediación financiera tradicional por el ingreso extraordinario de las elevadas tasas conseguidas con los préstamos a los estados, tanto nacional como provinciales”. Sin embargo, en los balances de los bancos que más se jugaron a las ganancias extraordinarias de los bonos locales, no está contemplada el rendimiento de los papeles. En consecuencia, un canje compulsivo de títulos podría provocar una crítica situación con alcances de difícil predicción.
Puestos a representar la situación del “sólido” sistema financiero argentino tras una cesación de pagos, los analistas coinciden en que no se tratará sólo de asumir las pérdidas, tanto de valuación nominal de los títulos como de una menor rentabilidad, sino que también deberá financiarse una muy probable corrida concentrada en los depósitos de las entidades más expuestas. En lo que va del año, la fuga de depósitos se convirtió en otra de las constantes que acompañaron la suba del riesgo país completando el cuadro de “indicadores de confianza”.
De todas maneras, para completar la descripción de escenarios de una cesación de pagos es necesario distinguir con mayor precisión que tipo de default ocurrirá finalmente. Si se trata de un canje de bonos compulsivo, en el que se entregue a los acreedores un nuevo papel con un rendimiento menor, como todo parece indicar sucederá, esto significará para los bancos una significativa pérdida de rentabilidad y para el sistema en una disminución de la liquidez. El consecuente impulso alcista en el costo del dinero podría compensarse parcialmente con la caída de la demanda de dinero. En conjunto esta situación, aunque crítica, no se traducirá en una crisis sistémica. El límite estará signado por la actitud de los depositantes.
El segundo escenario es el de un default más profundo, en el que los tenedores de bonos no reciban, al menos durante una primera etapa, ninguna compensación al vencimiento de sus títulos. En este caso, opinan los analistas, la caída de los bancos más expuestos aparece como muy probabley, en consecuencia, la crisis sistémica sería inevitable. La fuga de depósitos se traduciría entonces también en fuga de capitales.
En donde no aparecen disensos entre los especialistas es en la descripción del panorama resultante: al final del camino del default emergerá una mayor concentración del sistema financiero. “Los favorecidos serán las entidades cuyas casas matrices, si existen, o en su defecto sus accionistas, estén dispuestos a financiar y soportar la transición” sintetizó a este diario Rafael Ber, de Argentine Research. Indirectamente, la profundización de las restricciones crediticias podría arrastrar a las empresas locales más endeudadas retroalimentando los efectos con una ruptura en la cadena de pagos.

 

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