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IDAS, VUELTAS Y DESCONCIERTO EN EL GOBIERNO, EN OTRO DIA SIN ANUNCIOS
De la Rúa no quiso competir con Francella

Al promediar la tarde, pocos funcionarios en la Rosada sabían sobre el destino de los anuncios.
El Gobierno había reservado el espacio de televisión para las nueve de la noche. Finalmente, fueron postergados. Un día de reuniones que alcanzaron para poco.

Fernando de la Rúa, al fin de la jornada en la Rosada, aclara que no habría anuncios.

Por Fernando Cibeira

Ayer por la noche, en hora ya avanzada para decidir cualquier medida, un funcionario daba la mejor imagen de lo que sucedía en la Rosada. “No tengo la menor idea sobre si hoy va a haber algún anuncio”, respondía. Para ese entonces, el presidente Fernando de la Rúa había terminado su encuentro con los jefes de la CGT y el gobernador del Chaco, Angel Rozas, se peleaba y se amigaba con el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo. La programación televisiva de las 21 –”El sodero de mi vida”, “Poné a Francella”, “Popstars”–, empezó finalmente sin novedades. Los minutos de aire que los hombres de Comunicación habían reservado para que De la Rúa diera a conocer el plan quedaron sin usar, sencillamente porque no había nada que anunciar. ¿Las posibles reacciones del mercado en la jornada de hoy? Lo mejor es resignarse. “Seguiremos batiendo records”, auguraba el funcionario.
“Mañana se dirá cuando daré el mensaje al país sobre las medidas económicas”, explicó De la Rúa antes de irse de la Rosada a paso lento y con la mano izquierda en el bolsillo. Como luego de cada repetido día de incertidumbre, el Gobierno reiteró ese ejercicio tan efectivo como tapar el sol con las manos con declaraciones de última hora que tratan de demostrar que está todo bien.
Pasadas las 22, Domingo Cavallo apareció frente a las cámaras que infructuosamente esperaban novedades en el Salón de Bustos. “La gente no tiene que afligirse”, opinó por el retraso. Tras cartón salió De la Rúa con un mensaje esperanzador aunque no del todo comprensible. “Las medidas serán anunciadas en el más breve tiempo posible, pero lo vamos a anunciar previamente nosotros porque hoy leí que algunos decían que lo haríamos hoy, esto no es anuncio del gobierno”, dijo. Claro, ¿no?
Por la mañana, eran pocos los que en Gobierno se animaban a arriesgar qué sucedería. Básicamente, el mayor problema en estos días es la falta de información, producto de la tabicación que separa a cada protagonista de la Rosada. Cerca del Presidente auguraban una jornada movida pero que terminaría bien. En cambio, un hombre de la Jefatura de Gabinete alertaba sobre la posibilidad de complicaciones, aunque creía que las negociaciones con los gobernadores justicialistas –sobre todo los de las tres provincias grandes: Carlos Ruckauf, José Manuel De la Sota y Carlos Reutemann– había servido para acercar posiciones. Sin embargo, ni uno ni otro sabían bien qué era lo que en esos momentos planeaba Cavallo, ni los últimos detalles agregados a su plan. “No sé, con Cavallo no hablamos”, se excusaba un vocero del Gobierno.
De la Rúa siguió con su variada ronda de consultas que apunta a conseguirle apoyo político a las medidas. “El plan del Gobierno se dará a conocer una vez que se cuente con todos los consensos. Y no sólo nacionales, también los internacionales, que marchan muy bien”, apuntaba un funcionario –optimista– con despacho en la Casa de Gobierno.
En la búsqueda de consensos, el Presidente ya tuvo más de un tropiezo. El martes, por ejemplo, recibió a Raúl Alfonsín y sus economistas más cuatro gobernadores radicales que salieron espantados por las vaguedades que habían oído de boca del Presidente cuando intentaron profundizar en las medidas. Para los visitantes resultó evidente que el único que conocía al dedillo el plan era Cavallo y que De la Rúa apenas si podía aportar más precisiones que las que ya conocían por los diarios.
También sufrió cuando intentó conseguir algún representante prominente de la Iglesia que aceptara llegarse hasta su despacho para darle su apoyo. La búsqueda resultó infructuosa: ningún obispo se animó a participar del encuentro. La otra jugada difícil de interpretar fue la convocatoria a los dos jefes de la CGT, ya jugados en una posición pública de abierta confrontación con el Gobierno. Lo del jefe de la central obrera oficial, Rodolfo Daer, si se quiere, siempre es oscilante y ayer estuvo discreto al apoyar la reestructuración de la deuda externa. Más complicado de entender era haberle dado micrófono al camionero Hugo Moyano quien, no podíaesperarse otra cosa, defenestró el plan (ver aparte). “Moyano es el partidario de la devaluación”, lo descalificaban luego cerca del Presidente.
De la Rúa estuvo también con los gobernadores radicales, con los tres presidenciables del peronismo y otros como el pampeano Rubén Marín y el puntano Rodríguez Saá. Ya no se oculta que en la estrategia de la Rosada lo que hagan Ruckauf, De la Sota y Reutemann pasó a ser esencial. “Son los más razonables y los más comprometidos en cuidar la gobernabilidad del país”, respondía ayer un vocero. La sorpresa la dieron los gobernadores de la Alianza, como el chaqueño Rozas, que se quejaron del trato que recibían sus colegas de la oposición, supuestamente más beneficiados a la hora del reparto de fondos (ver página 11). “Rozas también recibió plata pero cayó en default porque no hizo un trámite. En cada reunión de las que participaron, Cavallo les explicó en detalle la ayuda que se le había dado a cada provincia”, respondió una fuente de gobierno. Al menos en ese aspecto, cerca de De la Rúa no había reproches para Cavallo.
El otro encuentro del Presidente fue con unos treinta legisladores nacionales, todos ellos jefes de bloques legislativos. De la Rúa los recibió junto al secretario general de la Presidencia, Nicolás Gallo, y los ministros Ramón Mestre y José Dumón. Entre los visitantes hubo varios oficialistas como los titulares de ambas cámaras, Rafael Pascual y Mario Losada, y los senadores José María García Arecha y Jorge Agúndez. Pero también peronistas como José Luis Gioja y Antonio Cafiero, y los frepasistas aliancistas Darío Alessandro y Rodolfo Rodil que ayer fracturaron su propio bloque.
A medida que se acercaba la hora D, iba quedando en evidencia que no sólo era aventurado pensar en un acuerdo para ayer, sino que era más que sensato poner en duda que pudiera estar hoy. Ya para entonces, El Sodero y Francella estaban en su última pausa y alguien imaginó que lo mejor sería que el Presidente saliera a poner un poco de tranquilidad en medio del desconcierto. “Esto no es un anuncio del gobierno, así que el gobierno dirá en qué momento lo haremos”, aclaró De la Rúa.

 

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