Por Adriana Meyer
El abogado del ex comisario
Juan José Ribelli, acusado de haber sido partícipe
necesario en el atentado a la AMIA, quiere demostrar que la SIDE
armó escuchas que perjudican la situación de su cliente.
José Manuel Ubeira dijo ayer a Página/12 que, si la SIDE
y el gobierno nacional limitan las declaraciones que prestarán
en el juicio oral los agentes de ese organismo de inteligencia que participaron
de la investigación y no los releva de su secreto profesional,
presentará pruebas sobre cómo armaron escuchas telefónicas
que comprometen a su defendido. El Gobierno podría hacer una autorización
específica para que esos espías sean interrogados sin condicionamientos.
Las escuchas que Ribelli insiste en impugnar ya demostraron su contundencia
en otra causa contra el ex comisario.
Ubeira se hizo eco de versiones que hablaban de una negativa oficial al
pedido del Tribunal Oral Federal 3 para que levante el secreto de Estado
en el que podrían ampararse los agentes al momento de declarar
sobre su intervención en la causa. Y adelantó cuál
será su estrategia: apelará a la Constitución Nacional
para argumentar que ninguna autoridad puede evitar ser juzgada ni puede
gozar de privilegio alguno. Es paradójico que habiendo sido
auxiliares de la Justicia en esta causa ahora no quieran explicar cómo
actuaron, se quejó el letrado. Agregó que las escuchas
son parciales porque se hicieron sólo a los policías de
la brigada de Lanús y no a los de Vicente López (también
acusados), y que fueron armadas y secuenciadas. En definitiva,
consideró que si esos elementos de prueba se incorporan sin que
él pueda cuestionar cómo fueron producidas se verá
afectado el derecho de defensa del ex comisario.
En las grabaciones Ribelli aparece hablando con casi todos los acusados
y les dice que se iba a entregar porque pensaba que la imputación
era sólo por incumplimiento de los deberes de funcionario público,
lo que no lo privaría de su libertad por largo tiempo. En otra
charla se comunica con el subcomisario Raúl Ibarra y le sugiere
que ante la cercanía de un nuevo aniversario del atentado deje
prolijo su escritorio por un eventual allanamiento. Y en las últimas
queda expuesto el pacto de silencio.
La jueza de Lomas de Zamora Silvia González comprobó con
testimonios la coherencia de las escuchas y las utilizó como prueba
al procesar a Ribelli por tres hechos de extorsión, dos en tentativa,
falsedad ideológica de instrumento público, violación
de los deberes de funcionario, fraude contra la administración
pública y asociación ilícita. Esa causa investigó
los delitos que cometieron los policías bonaerenses liderados por
Ribelli.
Ayer Ubeira recordaba que su cliente insiste en no reconocer
esas escuchas. Sin embargo, en una de ellas no sólo dio su nombre
sino también su número de documento al hablar con una escribana
para la conformación de una sociedad para recibir una donación
que pretendía hacer una empresa a la policía bonaerense.
El letrado está convencido de que el presidente Fernando de la
Rúa no levantará el secreto de Estado para que declare sin
limitaciones el ex jefe de la SIDE Hugo Anzorreguy y otros trece agentes
que lo acompañaron en su gestión. Por eso ayer solicitó
al Tribunal que se le avise apenas llegue una resolución oficial,
algo que todavía no ocurrió, para que pueda hacer sus planteos.
Los abogados de Memoria Activa consideran, en cambio, que el gobierno
no condicionará el juicio pero emitirá una autorización
limitada a la materia de la causa AMIA. Algo similar ocurrió en
el caso de los sobornos en el Senado, aunque no tuvo efectos demasiado
útiles.
La Trafic fantasma
Los testigos que declararon ayer en el juicio oral no vieron la
camioneta Trafic usada como coche bomba. Todos coincidieron en que
la mañana del atentado había menos tránsito
en la zona. Y ninguno fue interrogado durante la instrucción
del juez Juan José Galeano, a excepción de Fernando
Andrada. Este aseguró que el ex director del Hospital de
Clínicas, Florentino Sanguinetti, le quiso cobrar tres mil
pesos por la operación que sufrió tras resultar herido
por el ataque. Andrada estaba en Pasteur y Tucumán cuando
estalló la mutual judía, corrió hacia Corrientes
y se desmayó. Días después se enteró
que quien lo transportó hasta el Clínicas fue el ex
suboficial carapintada Miguel Angel Burgos. El testigo se reconoció
en un video, admitió que fue en esa camioneta que lo llevaron
pero dijo que las personas que lo socorrieron no eran las mismas
que aparecían en las imágenes. Una hipótesis
sobre el caso indicaba que esa ambulancia había
servido para transportar al conductor de la Trafic, si resultaba
herido. Pero fue elaborada cuando Andrada aún no había
sido identificado.
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