Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
KIOSCO12


�Estamos ganando�, dicen ya los norteamericanos

Jon P. Dorschner, de la Academia Militar de Estados Unidos, puede decir lo que el Pentágono no puede decir: por qué cree que su país está ganando la guerra. Y aquí se lo dice a Página/12.

Marines norteamericanos corren en formación sobre la pista de despegue del �USS Peleliu�.

Por Gabriel A. Uriarte
Desde Washington

Paciencia, repiten una y otra vez en el Pentágono ante los críticos que lo acusan de ser demasiado moderado en su campaña contra los talibanes. En los últimos días, el número de estos críticos ha aumentado dramáticamente en las páginas editoriales norteamericanas, y lo seguirá haciendo en tanto que no se vean resultados y se acerquen el invierno y el mes de Ramadán, que empieza el 17. El Pentágono, por motivos de seguridad, no puede explicar detalladamente por qué la campaña no está perdida. Jon P. Dorschner, de la Academia Militar, no está bajo esta restricción, y en diálogo con Página/12 explicó los motivos para su optimismo. Y su paciencia.
–¿Cree que la campaña norteamericana ha sido un fracaso?
–Antes que nada, recordemos que la región es muy compleja y muy inestable. Creo que nuestro gobierno no debe apresurarse, sino que debe cultivar la paciencia y preparar bien el terreno. Tenemos que ser meticulosos en reclutar individuos, tribus y grupos étnicos a nuestra causa. Si damos los pasos correctos, estos aliados serían muy valiosos. Nuestra política debería estar limitada, al menos inicialmente, a ciertos objetivos específicos; es decir, destruir la organización de Osama bin Laden y derrocar a los talibanes.
–¿Pero no cree que la continuación de los bombardeos durante el mes sagrado de Ramadán solo empeorará el problema al polarizar la opinión en Afganistán y la región?
–De nuevo, no debemos apresurarnos, especialmente en juzgar este asunto. En Pakistán, los medios presentan filmaciones dramáticas de manifestantes barbados jurando a gritos su lealtad hasta la muerte a Osama bin Laden y (el líder talibán) Mullah Muhammad Omar. Es muy dramático, pero no es un criterio confiable para medir las lealtades en la región. Creo que el gobierno pakistaní quedó agradablemente sorprendido por la moderación de las manifestaciones. Haría falta que crezcan fenomenalmente para hacer posible que Pakistán abandone la coalición.
–¿Y no cree que bombardear durante el Ramadán podría gatillar esta reacción?
–Todo lo que hemos visto hasta ahora demuestra que la gran mayoría de los paquistaníes nunca simpatizaron activamente con Bin Laden. Muchos dicen admirarlo, pero pocos están dispuestos a matar o morir por él. En 1998, Bin Laden instó a los musulmanes en Pakistán y Afganistán a atacar y matar norteamericanos, con muy escasos resultados. Los partidos religiosos paquistaníes emplean manifestaciones para intimidar a sus oponentes porque no cuentan con ningún apoyo masivo. Jamás lograron más del 4 por ciento del voto popular. Además, los comandantes de cuerpo del Ejército fueron nombrados por el presidente Pervez Musharraf, y la tradición es que sus subordinados los obedezcan ciegamente. Y la otra gran tradición del Ejército paquistaní es el secularismo.
–Pero en Afganistán se dice que las muertes civiles inclinan a la población a apoyar a Bin Laden...
–Pienso que todo indica lo contrario. Bin Laden y los talibanes impulsan variantes muy extremas del Islam sin ningún arraigo en Afganistán, con una arrogancia que insultó a las religiones locales. Segundo, recordemos el grado extremo de represión y puritanismo que los talibanes implementaron en Afganistán, como enterrar a gente viva por crímenes. Por último, Bin Laden y sus seguidores árabes viven en casa palaciegas, lo que es muy sentido en una sociedad afgana azotada por la hambruna. Muchos de los hombres de Bin Laden cometen abusos contra los afganos nativos, y Omar se rehúsa a castigarlos. Hubo casos repetidos de violación que no fueroncastigados, lo que llevó a asesinatos en venganza por afganos individuales. Por último, los talibanes, de la etnia pashtún, ofendieron a todas las demás, lo que explica por qué la Alianza del Norte cuenta con el apoyo completo de los uzbecos y tajikos, entre otros.
–¿Diría que esta hostilidad hacia los talibanes afecta su capacidad de combate?
–Nunca fue muy alta. Los talibanes capturaron gran parte del territorio de Afganistán mediante los sobornos a señores de la guerra locales. Es cierto que al principio gozaban de cierta popularidad porque se creía que restaurarían el orden. Pero esto desapareció desde hace tiempo, y casi nadie quiere unirse a sus filas. Ahora el ejército taliban consiste de un pequeño núcleo de fanáticos, entre números mucho mayores de conscriptos. Estos conscriptos son reclutados a punta de fusil, y no tienen ninguna moral o disciplina. Por lo tanto, los talibanes los usan para ataques frontales contra trincheras y campos de minas, lo que lleva a bajas altísimas y deserciones masivas. Así, el número de veteranos entre los talibanes ha declinado inexorablemente. Muchos comandantes talibanes se han transformado en señores de la guerra, ven que oponerse contra la coalición no tiene sentido y están listos para cambiar de bandos.
–Pero aun así harían falta ofensivas en tierra para precipitar este cambio. ¿Cree que la coalición anti-talibana Alianza del Norte es capaz? En principio, son bastante inferiores en número...
–Sí, pero son voluntarios, están mucho mejor disciplinados y entrenados. Los medios repiten una y otra vez que los talibanes controlan el 90 por ciento del territorio, pero este control es muy tenue. Dependen de su presencia militar: la Alianza del Norte siempre obtiene el apoyo de la población cuando logra expulsar a los talibanes. La Alianza dice que si pudieran establecer un control más firme sobre estas áreas, podrían reclutar a miles más de soldados, lo que equilibraría los números de ambos bandos. Lo que piden ahora es un suministro regular de armas y munición de alta calidad.
–¿Cree que sólo con esto podrían derrotar a los talibanes?
–Las fuerzas talibanas jamás se han enfrentado a bombardeos con artillería y aviones modernos. Tampoco se han enfrentado a tropas bien equipadas con armas modernas. El terreno les da muchas ventajas, pero hay que recordar que tanto las fuerzas paquistaníes como las de la Alianza del Norte han combatido en este tipo de terreno con mucha mayor eficacia que los talibanes. En el caso de los soviéticos, ellos fueron derrotados porque no adaptaron sus tácticas al terreno. Primero emplearon enormes fuerzas mecanizadas en un país con pocas carreteras. Cuando pasaron a los ataques con helicópteros, fueron derrotados por el suministro de misiles antiaéreos. Creo que ahora debemos continuar extendiendo apoyo logístico y militar a la Alianza –cuyos miembros también son musulmanes–, trabajar con Pakistán, especialmente su ejército, y tener paciencia.

 

PRINCIPAL