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Los acusados por el crimen
de La Clota ya están tras las rejas

El Matu es el hombre a quien
había conocido el relacionista Claudio Lanzetta días antes de su muerte. Es un taxi boy con antecedentes de ladrón. El y los otros tres hombres que estuvieron la noche del crimen en su casa fueron detenidos ayer.

Claudio Lanzetta con Alakrán y Daniela Cardone, en el programa que la modelo conduce en tevé.

Por Horacio Cecchi

Si Matu llevaba más de una o dos noches de intimar con Claudio “La Clota” Lanzetta, deberá revelarlo la investigación. Por ahora –como una sospecha con evidencias muy fuertes–, Matu fue uno de los dos jóvenes que acompañaron al relacionista público vip de la noche porteña y a su amigo Hugo “Guga” Pereyra a un festejo inolvidable. Fue quien bajó a buscar un celular y quien subió armado y acompañado por dos desconocidos, también armados, para robar y terminar asesinando al dueño de casa. Ayer, Matu, además de ser un apodo y tener antecedentes como taxi boy y asaltante de compañías nocturnas, pasó a ser un detenido, junto a sus tres colegas, tras un operativo de los federales en El Talar de Pacheco. Los cuatro están acusados de participar en el crimen de La Clota.
Tan rápida y desconcertante fue la noticia de la muerte de La Clota como veloz y silenciosa la detención de los sospechosos del crimen. Por la mañana, sólo el movimiento nervioso en el juzgado de la jueza de instrucción 37 Silvia Nora Ramond auguraba novedades. Y, efectivamente, por la tarde, un grupo de federales de la seccional 53ª daba forma a esos augurios, deteniendo en El Talar de Pacheco a Matu y sus tres colegas.
El domingo pasado, Lanzetta pasó a buscar a su amigo Guga y a dos jóvenes que había conocido la noche del sábado. Uno de ellos era Matu. Los cuatro cenaron en la parrilla El Portugués, en Las Cañitas. Pasadas las dos de la mañana del lunes, los cuatro subieron al 5º piso A, de Juncal 3745, donde vivía La Clota. Guga se quedó con uno de ellos en el living, y Lanzetta se encerró con Matu en un cuarto. Al rato, Matu dijo que había olvidado el celular en el auto y bajó a buscarlo. La Clota le dio las llaves de casa. A los pocos minutos, subió, pero acompañado por una pistola y dos amigos también armados.
Entre los cuatro, ataron y amordazaron con cinta adhesiva a Lanzetta y a Pereyra, los ubicaron en sillas y les cubrieron los rostros con almohadas. Después empezaron a vaciar el departamento. Alguno pedía a gritos la caja fuerte. Hasta que Matu le pidió la tarjeta de crédito. Quiso saber el código para extracciones, pero La Clota no lo recordaba. Entonces, sonó el disparo. El proyectil, posiblemente calibre 22, entró junto al oído derecho. Por el momento, los investigadores no determinaron si el tiro se escapó o el gatillo fue jalado adrede.
Ninguno de los cuatro se quedó a que lo determinaran. Desaparecieron de escena rápidamente. Guga demoró un rato en pedir auxilio. Fue socorrido por el portero, mientras un vecino llamaba a la policía. Poco después, un patrullero de la comisaría 53ª llegaba al lugar y encontraba a La Clota Lanzetta, aún atado a la silla, muerto.
La investigación dirigida por el comisario Néstor Fernández siguió un par de pistas fuertes: uno de los asaltantes había dejado su celular. También se encontró un número de teléfono en el cajón de la mesita de luz. Y una campera que quedó olvidada. Todo llevó hasta una vivienda de la calle Lavalleja 2332, de El Talar de Pacheco. Allí, ayer por la tarde, fue detenido uno de los cuatro amigos.
A tres cuadras de allí, en la terminal de micros, los federales detuvieron a los otros tres cuando aguardaban un micro. Fueron trasladados a los tribunales de San Isidro donde ayer, a última hora, aguardaban el trámite formal para ser derivados a la comisaría de origen. El caso se mantiene en estricto secreto de sumario. Hoy, la jueza Ramond tomará declaración indagatoria a Matu y sus tres amigos. Y, quizás el viernes, Guga, el único testigo, sea citado para una rueda de reconocimiento.

 


 

EXPEDIENTE POLICIAL DESTRUIDO
En el tacho de basura

El mensaje fue claro y sin sutilezas: un expediente en el que se investigaban presuntas irregularidades de parte de la Policía Bonaerense con el manejo de horas adicionales apareció hecho pedazos en distintos cestos de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) Nº 4 de la Fiscalía Penal de La Plata. Quienes lo destrozaron tenían las llaves necesarias para ingresar a todos los cuartos del lugar, ya que se comprobó que ninguna de las puertas abiertas fue forzada.
El jueves 25 a las 6 de la tarde, el fiscal Víctor Violini terminó su trabajo diario y se marchó, cerrando con llave la puerta de su despacho y la puerta principal de la UFI. Hasta el otro día a las 7 de la mañana, nadie debía ingresar al lugar, pero no fue así. Cuando el viernes llegó el personal de limpieza descubrió con asombro que el expediente de la causa 24.204, cuyo número sugestivamente no fue recortado, estaba esparcido en pequeños trozos por los tachos de cada una de las habitaciones, por lo que decidió comunicarle la extraña nueva a Violini. Inmediatamente, el fiscal denunció la destrucción de la causa ante su par Rosalía Sánchez y solicitó al Fiscal de Cámaras, Héctor Vogliolo, que incremente las medidas de seguridad en las fiscalías platenses.
Al hecho se suman otros dos, ocurridos entre la semana pasada y la anterior: primero, robaron del escritorio de la secretaria del fiscal unos 300 pesos correspondientes a un secuestro policial, y luego, rompieron el parabrisas del auto de Violini, que estaba estacionado en el playón de la UFI. Ante la pregunta de este diario sobre la posibilidad de conexión entre los episodios, el fiscal contestó: “Lo del robo no estoy muy seguro. Pero es evidente que tanto lo del parabrisas como esto último fueron actos intimidatorios, e imagino que relacionados con una misma causa, en teoría la 24.204”. Además, Violini afirmó que “se está tratando de ubicar al denunciante, lo que sería clave para reconstruir la causa”.

 

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