Por Maximiliano
Montenegro
Este no es un plan para
quitarle algo a alguien. Es un plan para devolverles la confianza a todos,
cerró su breve disertación Domingo Cavallo, tras explicar
el punto más sensible del paquete de medidas, instrumentado en
14 decretos, lanzado anoche: la reestructuración de la deuda, para
ahorrar unos 4000 millones de dólares en intereses el año
próximo. Sin la presencia de los principales banqueros privados
en el auditorio del Banco Nación, incondicionales hasta ayer de
las convocatorias del ministro, Cavallo anunció su intención
de canjear el 100 por ciento de los títulos de la deuda pública,
que paga tasas de interés de hasta el 18 por ciento, por bonos
que rindan tasas inferiores al 7 por ciento; pero garantizados con la
recaudación impositiva futura, una zanahoria que no está
claro que los acreedores vayan a apreciar. Semejante operación,
aclaró una y otra vez el ministro, será voluntaria.
Sin embargo, probablemente las calificadores de riesgo internacional interpreten
lo contrario, rebajando la nota de la Argentina a la categoría
de default. Los otros puntos fuertes del paquete son: la suspensión
transitoria del 6 por ciento de los aportes personales de los asalariados
a las AFJP, lo cual implicará un aumento del salario de bolsillo
de esa magnitud; el saneamiento de empresas endeudadas con la AFIP y los
bancos mediante la asistencia oficial; y la devolución hasta el
5 por ciento del IVA para los consumos realizados con tarjetas de débito.
Empresarios y banqueros habían sido convocados al auditorio del
Banco Nación para las 19.45 horas. Sin embargo, media hora después
se anunció que el discurso televisivo del Presidente, que estaba
previsto sería mirado en ese ámbito en una pantalla
gigante, se postergaba hasta las 21 horas. Y que después el ministro
de Economía explicaría en persona los aspectos más
críticos del plan. Así, en poco minutos comenzó un
éxodo de hombres de negocios hacia sus casas y oficinas, que dejó
raleada como nunca la platea del Nación. Sin embargo, la notoria
ausencia de banqueros fue interpretada por más de uno como algo
más que incomodidad horaria.
Como dijo el ministro, el 50 por ciento de los 90 millones en títulos
de la deuda está en manos de grandes bancos y AFJP locales, propiedad
de esos mismos bancos. El resto está en poder de fondos de inversión
del exterior. Cavallo manifestó su intención de empezar
el canje con los acreedores locales, para después extenderlo a
los extranjeros. Sin embargo, según pudo constatar Página/12,
hasta minutos antes de los anuncios, los banqueros desconocían
cuál iba a ser finalmente la propuesta oficial referida a la deuda.
Y los tanteos extraoficiales realizados en las semanas previas demostraron
que no estaban dispuestos a aceptar ni siquiera una quita de los intereses
de la magnitud informada. Sobre todo, si no había detrás
alguna garantía que cambiaría el riesgo de incobrabilidad
de los actuales títulos.
En este sentido, como informó este diario, Cavallo no pudo conseguir
un nuevo paquete financiero de Washington que pudiera actuar como una
garantía válida de los nuevos títulos para los acreedores.
Más aún, él mismo lo reconoció, enfrentando
la situación Hay que decir la verdad a los acreedores internos
y externos, para que nadie se engañe: no va a venir plata de afuera,
no vamos a pedir más financiamiento. Somos el país campeón
en el mundo en asistencia financiera del Fondo Monetario y la comunidad
internacional, aseguró.
Y pasó a la ofensiva, mostrándose como un duro crítico
de una reestructuración forzosa de la deuda. Los que pregonan
lisa y llanamente una quita de capital o intereses a los acreedores no
entienden que es quitarle también a los ahorristas y a los fondos
de pensión, pechó, impostando indignación.
Su propuesta de quita de intereses, a una tasa inferior del 7 por ciento,
es a cambio de ofrecer bonos garantizados con la recaudación, lo
cual se implementará por un decreto de necesidad y urgencia y no
por ley, como en algún momento ensayó sin éxito el
ministro. Esta deuda ya no tendrá ningún riesgo para
el acreedor, exageró. En tanto, por las dudas, anticipó
los dardos que seguramente lanzará el establishment financiero:
La solvencia de los bancos depende de la calidad de las carteras.
Es mentira que dependa de los balances, porque los balances están
dibujados, cuando tienen en los activos títulos que pagan las tasas
de interés actuales, afirmó. La cita del ministro
apunta a desactivar el argumento utilizado como amenaza por los
banqueros para no resignar rentabilidad de que si el Gobierno entra
en default o afecta el activo de los bancos, empapelado en los últimos
tiempos de títulos públicos, se verá tan comprometido
que inevitablemente habría que inmovilizar transitoriamente
los pasivos de las entidades, es decir, los depósitos. Sea como
fuere, es difícil que los acreedores locales acepten sin resistencia
una garantía tan débil a cambio de un fuerte recorte en
los intereses de la deuda, ni luce prácticamente imposible que
hagan voluntariamente lo propio los inversores externos. Primero,
porque la recaudación está en pesos y los bonos fueron emitidos
en dólares. Segundo, porque el Gobierno ya se comprometió,
mediante la ley de déficit cero, a cumplir primero con los vencimientos
de intereses de la deuda y después con los otros gastos del sector
público. Así, esta garantía por decreto no agrega
mucho.
Según contó ayer Horacio Liendo, el asesor legal de Cavallo,
si un acreedor no aceptara sumarse al canje, podría mantener el
título anterior, que paga una tasa de interés más
alta. Así, Economía busca dejar legalmente en claro que
el canje será voluntario y quiere evitar que le lluevan juicios
del exterior en las cortes de Nueva York por incumplimiento de las tasas
pautadas en los contratos originales de los bonos. Sin embargo, la pregunta
obvia es qué incentivo tendrá entonces un acreedor de sumarse
al canje, que en el equipo económico piensan podría quedar
completado en su totalidad en un plazo de 2 a 3 meses. La respuesta de
Liendo pareció poco convincente: el nuevo título será
mucho más seguro, se limitó a decir, aunque aclaró
que el otro también se pagará. Con la rebaja de intereses
prevista unos 4000 millones en el Presupuesto del 2000 Cavallo
busca escapar del círculo vicioso recesión, caída
de la recaudación, más ajuste para cumplir con el déficit
cero, más recesión, etc., etcétera.
Si lograra semejante ahorro en el Presupuesto, entonces podría
ganar espacio para cumplir con el déficit cero que igualmente
será necesario porque no habrá financiamiento para el Estado
sin aplicar nuevos recortes de salarios y jubilaciones . Y, si los ahorristas
no se asustan, detonando una corrida bancaria, la apuesta es ir recuperando
gradualmente la confianza de los consumidores y empresarios, para encontrar
algún motor de la reactivación.
En esta línea, ayer también se anunciaron tres medidas importantes
con una lógica reactivante:
La reducción transitoria
por el plazo de un año del aporte a las AFJP del 11 por ciento
del salario al 5 por ciento. Esto implicará un aumento inmediato
de la remuneración de bolsillo para los trabajadores en relación
de dependencia del 6 por ciento.
La devolución del 5
por ciento del IVA para aquellos consumos realizados con tarjetas de débito.
El saneamiento de empresas
con deudas impositivas y bancarias gracias a la asistencia oficial. Este
punto todavía no está claro cómo se instrumentará
y en el caso de las acreencias bancarias de las empresas podría
significar una virtual estatización de deudas privadas. Por lo
pronto, se modificará el Código Civil, que no permite compensar
créditos y débitos con el Estado (es decir, si a uno le
deben la jubilación no puede cobrársela no pagando impuestos).
Esta medida permitiría abriría la posibilidad, con la intermediación
del Estado, de pagar cualquier deuda con títulos públicos.
Así, el Gobierno podría asumir las deudas privadas ante
los bancos, con bonos ya emitidos.
Con tarjeta, IVA de
16
Entre las medidas de aliento al consumo, el decreto ómnibus
difundido ayer faculta al Ministerio de Economía a descontar
hasta cinco puntos del IVA a los consumidores que abonen sus compras
o contrataciones con tarjetas de débito. El pago de un IVA
diferencial del 16 por ciento regirá para los pagos mediante
la utilización de transferencias bancarias cursadas por tarjetas
de débito que emitan las entidades habilitadas, o que se
utilicen para la acreditación de sueldos, beneficios laborales,
asistenciales o de la seguridad social. La misma norma, en
el artículo 48, establece que el mismo beneficio podrá
otorgarse a quienes realicen sus operaciones en efectivo o con otro
medio de pago, siempre que incluyan la operación en las llamadas
tarjetas de información, acumulación de compras u
otro sistema de registro que resulte equivalente para el fisco.
Por otra parte, se resuelve que los contribuyentes que realicen
en forma habitual la venta de cosas muebles para consumo final o
presten servicios de consumo masivo, deberán aceptar como
medio de pago las transferencias bancarias instrumentadas mediante
tarjetas de débito, y podrán computar como crédito
fiscal del IVA el costo que les insuma adoptar el mencionado sistema,
con un límite que establecerá Economía.
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DE
LA RUA, CON TONO EPICO, ANUNCIO SU NUEVO PLAN
No hay una alternativa distinta
Por Fernando Cibeira
El acuerdo con los gobernadores
entró en un punto muerto, pero en Gobierno interpretaron que esta
vez por nada del mundo el presidente Fernando de la Rúa podía
dejar de dar su mensaje con los lineamientos del nuevo plan, de lo contrario
el riesgo país podía llegar a un nivel que luego costaría
siglos bajar. Así que una hora más tarde de lo señalado
salieron a la cancha y, luego, en Gobierno aseguraban tener la satisfacción
del deber cumplido. Fue evidente que De la Rúa guardó para
su discurso el aspecto más social del plan hasta se dio el
lujo de anunciar un aumento de sueldo, proveniente del reintegro del 6
por ciento de los aportes a las AFJP, mientras que Domingo Cavallo
apenas si sobrevoló el tema y lo hizo con más incomodidad
que placer. Con todo, el Presidente transitó varios de los tópicos
comunes en sus mensajes de tipo fundacional en tanto que las
pocas novedades ya habían sido anticipadas por los diarios. No
hay una sola persona que pueda proponer una alternativa distinta porque
no la hay, fue su defensa de las medidas y del discurso único.
Sin achacarse ninguna culpa, el Presidente diluyó las críticas
a su gestión a las que se le hace a toda la clase política
y pidió a productores, empresarios, políticos, periodistas
y líderes religiosos a hacer un frente patriótico
en defensa de su programa.
El ítem social fue el primero y uno de los que más tiempo
de los 27 minutos que duró el mensaje se llevó. En sintonía
con la mística que quiere instalar la ministra de Seguridad Social,
Patricia Bullrich, el Presidente definió las medidas sociales como
absolutamente revolucionarias, aunque no aportó detalles
del porqué del calificativo. Sí dijo que su plan comenzará
atendiendo 5 millones de niños y más de 500 mil beneficiarios
con lo que se repararán años de desprotección
de la familia argentina. Los argumentos prometen conocerse en los decretos
que se publicarán hoy.
Hasta ahora, en los mensajes transmitidos por la cadena oficial el Presidente
siempre había estado solo, a veces con algún paisaje informal
de fondo como, por ejemplo, el de la bucólica quinta de Olivos.
Esta vez se optó por la postal opuesta. Primero, el formalismo
que otorgan los oropeles del Salón Blanco de la Rosada en el que
se grabó el mensaje. Después, la imagen de apuesta de gobierno
en su conjunto, con el Presidente al frente en su escritorio de madera
labrada y el Gabinete escuchando, rígido, detrás, casi a
la manera de esas fotos de álbum de las familias reales europeas.
Luego de tantos días de demora, el mensaje también se retrasó
y se emitió una hora más tarde de lo previsto. Tanto fue
así que los empresarios convocados para verlo en pantalla gigante
a las 20 en el Banco Nación, comenzaron a irse al ver que la hora
anunciada pasaba sin novedades. Tuvieron que ir Bullrich y Cavallo a improvisar
algunas palabras para mantenerlos entretenidos. El Presidente apareció
a las 21, precedido por la imagen de una bandera argentina flameando.
Según explicó un ministro que participó de la redacción
del mensaje, las medidas fueron pensadas con cuatro ejes: redistribuir
la ayuda social para aliviar la situación de la gente, solucionar
el presente de las empresas que están paralizadas por sus deudas,
cortar gastos con el mejoramiento del funcionamiento del Estado y ahuyentar
el fantasma de la cesación de pagos con la renegociación
de la deuda.
Esta vez el Presidente buscó cierta sutileza para referirse a la
herencia recibida. No la mencionó explícitamente pero sí
habló de la deuda que se traía de arrastre. Incluso distribuyó
las culpas entre todos, sin diferencias de ninguna clase. No hay
nadie que pueda ponerse al margen de la situación ni hablar como
si no tuviera una cuota de responsabilidad y hacerse el distraído,
sostuvo. También dijo que todos contribuimos de algún
modo a generar la deuda que hoy nos asfixia. La hemos generado y la hemos
gastado entre todos, y entre todos tenemos que resolverla, siguió.
Lo curioso fue que el Presidente no alteró por nada ese nivel igualitario
de responsabilidad en la crisis por lo que en su mensaje no hubo atisbos
de autocrítica pese a los dos años que lleva su gestión.
En cambio, presentó su propuesta como la única salida posible
sin dar lugar a las discusiones, de lo contrario los costos los pagarán
todos. Los que atenten contra el plan, los que produzcan incertidumbre
le estarán generando al país un costo de cientos de millones
de pesos que tendrán que pagar todos los argentinos, aseguró.
Y en los momentos en los que reconoció malestar por lo que vino
haciendo hasta ahora, el Presidente diluyó el problema entre toda
la dirigencia política. Sé que muchos no están
contentos con el gobierno, que no les gusta mi forma, mi estilo. Sé
también que no creen en los políticos o que no les gusta
cómo se maneja la dirigencia. Esta es la oportunidad de toda la
dirigencia de interpretar el mensaje de las urnas. Millones de personas
cuestionaron a la política, dijo.
Pero si bien se preocupó en repartir las responsabilidades, en
cambio, pidió un apoyo uniforme para las medidas, uniéndolas
al destino del país. Entonces, el que está en contra de
su plan, está en contra del país. El que lo apoya, actúa
con sentimiento patriótico. El final, los últimos tramos
del mensaje estuvieron dirigidos a insuflar patriotismo. Es la República
Argentina lo que está en juego, no mi destino, ni el de ningún
político en particular (...) Dejemos de lado las agresiones entre
nosotros mismos, seamos solidarios y responsables con el destino de la
Patria.
La Argentina, ¡mejor
deudor que México!
Por Julio Nudler
¿Este es un plan
de derecha o de izquierda, para los ricos o para los pobres, regresivo
o progresista? En todo caso, la primera reacción que provoca
es de alarma y prevención porque el Estado (es decir, la
sociedad) entrega cosas tangibles a cambio de teóricos beneficios.
Así, Impositiva aceptará que las empresas le paguen
deudas con acciones que emitan, de manera que el Estado se convertirá
en un socio bobo de numerosas firmas, capitalizando acreencias,
para transferirles eventualmente esos papeles a quienes traigan
capitales negros fugados al exterior, que podrán reinsertarse
en la economía sin explicación alguna. Los empresarios
podrán también compensar, en relación con el
sector público, deudas con acreencias. ¿Un mecanismo
a la medida de Macri (Correo Argentino) y Eurnekian (Aeropuertos
2000)? En general, se trata de un amplio y complejo rescate de empresas,
sin contrapartidas precisas, que incluye la cancelación de
casi diez mil millones en moras bancarias. Además, toda la
deuda pública quedará garantizada por la recaudación
de impuestos, con lo que Horacio Liendo termina por imponer su idea
de convertir a los tenedores de bonos en acreedores privilegiados,
que cobrarán antes que cualquier otro, trátese de
empleados públicos, jubilados o proveedores.
Por supuesto, si el país sale a flote y paga, estos reparos
parecerán excesivos. Pero si la política del dúo
De la Rúa/Cavallo vuelve a fracasar, ¿qué pasará
con las víctimas? Esto no significa, sin embargo, que los
acreedores brincarán de satisfacción. A ellos este
respaldo de los nuevos bonos con la recaudación les puede
parecer un mal chiste, porque el Tesoro recauda pesos y debe dólares
y, entre otras razones, porque ni siquiera se instrumenta mediante
una ley.
El de anoche es, probablemente, apenas el primer paso de un replanteo
mucho más profundo. Por ahora, Cavallo sigue aferrándose
a la convertibilidad y a la creencia de que equilibrando las cuentas
públicas (el déficit cero) la economía argentina
puede despegar, sin necesidad de cambiar nada más. Sólo
admite que debe limpiar la basura acumulada en los últimos
años (fundamentalmente la deuda pública y también
la privada), y para ello dispone un conjunto de medidas extraordinarias.
Para que este planteo le cierre, por lo menos en el papel, tiene
que talar los servicios de la deuda, cuestión que resuelve
de la manera más sencilla: avisando que en adelante la Argentina
pagará menos del 7 por ciento de renta anual por los papeles
de su pasivo. Ni siquiera un poquito más de 7 por ciento,
como erróneamente había afirmado el presidente, ganándose
la reprimenda de su ministro. ¿Por qué aceptaría
el establishment financiero internacional estos nuevos bonos, renunciando
a otros que pagan el doble? Porque lo dice papito Cavallo. ¡Es
el milagro argentino! De la noche al día, la Argentina pasa
a tener un riesgo país inferior al de México, aunque
ayer era más de cinco veces el azteca. Como explicaba recientemente
el Financial Times, si se mantiene la convertibilidad, la quita
en la deuda debe ser drástica. Y la anunciada lo es.
Si los capitales financieros, incluyendo los asustados depositantes
del sistema bancario local, le bajan el pulgar a este manotazo de
Cavallo, lo que puede seguir es el derrumbe de todo el tinglado,
arrastrando seguramente a este gabinete nacional. En ese caso, el
cambio unilateral en las condiciones de la deuda abrirá paso
a una dinámica más o menos previsible, que no dejaría
en pie a la convertibilidad. Lo que podrá al menos aducir
entonces el equipo económico es que cayó peleando,
y mostrar medidas como la reducción de seis puntos en los
aportes jubilatorios para ponerle plata en el bolsillo a los trabajadores
y arrancar a la demanda del pantano. Algo similar vale para la rebaja
condicionada del IVA. También será verdad que el agónico
intento tiene como marco a un mundo en recesión, que no ayudará
a que este país asome la cabeza. Y que esta convertibilidad
con tipo de cambio fijo es vista en Estados Unidos y Europa como
un lastre que conspira contra la recuperación de la economía.
En esta realidad, el FMI y sus dueños le han cerrado la ventanilla
a la Argentina, dejándola sola frente a sus acreedores. Ante
esto reapareció el Cavallo de 1982, ávido por rescatar
a las empresas maltrechas, esta vez no por culpa del plan de Martínez
de Hoz sino por el que él mismo implantó diez años
atrás.
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