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EL PLAN SOCIAL DE BULLRICH EMPIEZA EN 2002
Para ocupados y desocupados

Aunque todavía le falta completar los recursos necesarios de los nuevos subsidios, el esquema de asistencia se basa en la universalización de la ayuda. Cambios en las asignaciones familiares.

Patricia Bullrich, ministra de Seguridad Social y Agencia Social, presentando el programa asistencial.

Por Cledis Candelaresi

Fernando de la Rúa firmó ayer el decreto para poner en marcha el Sistema Integrado de Protección a la Familia, que prevé subsidios para niños y jóvenes escolarizados de hogares de bajos ingresos y ancianos sin cobertura. Cuando esté en plena vigencia, el plan elaborado por el Ministerio de Seguridad Social demandará 3169 millones de pesos por año, de los cuales 860 millones anoche no estaban asegurados. Será el jefe de Gabinete quien resuelva qué partidas reasignar para que la iniciativa de la ministra de Seguridad Social, Patricia Bullrich, se transforme en realidad. Anoche intentó dar una vaga pauta de dónde saldrán los recursos: “Vamos a sacrificar estructuras burocráticas y el clientelismo político”, prometió. La cobertura de asignaciones familiares se ampliará a familiares de trabajadores en negro y a desocupados.
Bullrich inauguró la serie de exposiciones oficiales frente a los empresarios reunidos en el Banco Nación, precediendo la introducción de Domingo Cavallo y la breve y deslucida aparición del titular de Desarrollo Social, Daniel Sartor, cuyo ministerio está bajo amenaza de quedar vacío de contenido: gran parte de los recursos de sus programas serán absorbidos por el Plan Bullrich, aunque el detalle de esta transferencia aún no existe. En otros términos, todavía no se sabe qué otros programas sociales quedarán en pie y cuáles serán definitivamente eliminados.
La versión original del decreto incluyó un anexo con la mención de todos los programas que existen, desde las pensiones graciables al seguro por desempleo, pasando por otros específicos y menos conocidos. Pero a último momento, se optó por reemplazar el artículo que permitía echar discrecionalmente mano de ese dinero por otro que faculta a Chrystian Colombo a reasignar partidas.
A esta batalla interna por el Presupuesto, el Gobierno añadirá otra con los bancos para la instrumentación del nuevo sistema de pagos de los beneficios. Aunque el decreto no lo especifica, Seguridad Social trabaja en la instrumentación de una tarjeta de débito, que será cargada con el importe que corresponda a cada beneficiario. “Vamos a necesitar un sistema bancario solidario”, fue el llamamiento que hizo anoche la ministra.
Muchos detalles de instrumentación quedaron sujetos a la reglamentación en la que trabaja el secretario de Seguridad Social, Jorge Sanmartino, y que permitirá poner en funcionamiento el nuevo sistema gradualmente a partir del año próximo. Hasta entonces, subsistirán las prestaciones actuales.
El plan tiene algunos rasgos distintivos: extenderá el asistencialismo a los trabajadores en negro, incluye a quienes cobren seguro de desempleo, y será otorgado por el solo hecho de cumplir con los requisitos impuestos. “Se reemplaza el modelo clientelístico por otro fundado en el derecho del que recibe el beneficio y no en la gracia del que lo da”, subrayó Sanmartino, alfil de Bullrich en esta propuesta, que resumirá el grueso del asistencialismo estatal en las siguientes prestaciones.
Asignación por niño. Una asignación de 30 pesos por hijo de hasta 14 años para los hogares con ingresos totales de hasta 1000 pesos. Los padres o tutores no podrán tener un patrimonio neto superior a 100 mil pesos o ganancias anuales declaradas por más de 12 mil; ser autónomo inferior a categoría D o monotributista de la IV (pierden el derecho a una asignación quienes tienen remuneraciones de entre 1000 y 1500 pesos por mes).
Discapacidad infantil. Recibirá 30 pesos por mes por niño, con certificado expedido por autoridad competente y cuyos padres no reúnan más de 2000 pesos por mes o 24 mil al año.
Maternidad. Subsiste el sistema actual. El Estado seguirá haciéndose cargo de la remuneración durante el período de licencia laboral, para quien tiene antigüedad mínima y continuada de tres meses.
Escolaridad. Para todos los menores de 18 años que asistan a la escuela estatal o privada y sus padres cumplan con los mismos requisitos que losbeneficiarios de la asignación por niño y contra certificado de escolaridad. Este pago será en especie: una mochila, útiles y libros.
Escolaridad secundaria. Una suma anual de 400 pesos para los estudiantes de EGB3 de entre 14 y 17 años, cuyos padres tengan ingresos conjuntos inferiores a los 500 pesos por mes o ganancias anuales inferiores a los 6000 pesos. Esta prestación se suma a la anterior.
Tercera edad. Se pagarán 100 pesos mensuales a los ancianos que en 2002 tengan 75 años de edad y no gocen de otro beneficio o ingreso y dispongan de un patrimonio inferior a los 100 mil pesos. Habrá una escala gradual para percibir el beneficio, que en 2008 bajará a 70 años la edad requerida.
Prestación por cónyuge. Se mantiene el valor mensual de 15 pesos por cónyuge de jubilados y pensionados.
Una de las grandes incógnitas es cómo hará el Estado para controlar que, efectivamente, los beneficiarios cumplen con las condiciones exigidas y no pretenderán burlarlas. Para Seguridad Social bastará con un empadronamiento, que piensa organizar en un futuro cercano utilizando hasta las escuelas y, naturalmente, las 210 bocas que la Anses tiene en todo el país. Esa información será cruzada con los datos contenidos en la base de esa dependencia, que dispone de información precisa de quienes están en el sistema de empleo formal o gozan de algún beneficio asistencial.

 


 

REDUCCION DE 6 PUNTOS EN APORTES JUBILATORIOS
Unos pesos más a fin de mes

El Gobierno dispuso una reducción de seis puntos en los aportes jubilatorios de los trabajadores en relación de dependencia, una medida con la que confía en generar una rápida respuesta en materia de reactivación de la demanda. La resolución, que tiene alcance sobre todos los empleados “en blanco”, sean afiliados a una AFJP o estén en el sistema de reparto (estatal), supondrá poner en el bolsillo de éstos un 6 por ciento adicional de su salario bruto que actualmente se descuenta como aporte previsional.
El decreto ómnibus difundido anoche, en su artículo 15, establece que “el aporte personal de los trabajadores en relación de dependencia” al sistema previsional se reducirá al 5 por ciento (actualmente es del 11) “por el término de un año”, que el Poder Ejecutivo podrá prorrogar por un año más “o disponer el aumento progresivo de los aportes” durante ese segundo año. La disposición tendrá vigencia ya a partir de los sueldos de noviembre.
Las AFJP ya han puesto el grito en el cielo por lo que representa esta resolución en pérdida de aportes de sus afiliados, pero no han hecho referencia aún a cuál será su política en materia de comisiones, la que como consecuencia de la baja del aporte a menos de la mitad se elevaría a proporciones exorbitantes. Según la argumentación del sector, “la reducción del aporte previsional no asegura la reactivación del consumo y contribuye a la pérdida de confianza y a la sensación de seguridad jurídica”, además de generar “una disminución futura en los haberes previsionales de los beneficiarios”.
En cambio, la propuesta oficial apunta a volcar sobre el mercado interno una demanda adicional de consumo. En su discurso grabado, el presidente Fernando de la Rúa destacó esta medida como una de las principales dentro del capítulo de políticas activas para la reactivación. La misma se encadena con el mecanismo de rescate por capitalización de las empresas endeudadas y la rebaja del IVA en compras minoristas con tarjeta (ver aparte), que incluyó en el mismo enunciado.

 

OPINION
Por Alfredo Zaiat

Sincerar el default

Los efectos del default ya se están viviendo. Cuando la construcción cae un 25 por ciento interanual, los supermercados venden 8 por ciento menos que doce meses atrás, el transporte retrocede 11,2 por ciento y las ventas en shoppings se derrumba casi el 22 por ciento se está en presencia de una profunda depresión económica. Ese registro es contundente: la riqueza generada por el país, que los especialistas denominan Producto Interno Bruto, se desmoronó a un ritmo del 12 por ciento en el tercer trimestre. Como gustan decir los financistas, se ha estado descontando la cesación de pagos. Los fantasmas diseminados por el sistema financiero sobre el impacto demoledor del default son ciertos. Pero ya se están padeciendo, no es que van a venir. La resistencia a la reestructuración de la deuda que han estado exponiendo los bancos tenía que ver con sus propios intereses más que sobre las desgracias que provocará sobre la gente. A esta altura, resulta evidente que el default no es un jardín de rosas. No es un camino deseable. Pero la verdad es que Argentina está en virtual default, sólo postergado su declaración formal a lo largo de este año por la asistencia financiera extraordinaria otorgada por el FMI, Banco Mundial y el BID. Desde ¡setiembre de 1999! el país no puede acceder al mercado voluntario de crédito internacional, y con dificultad y a tasas elevadísimas a nivel local con tomadores cautivos, como AFJP y bancos. Esa veda al financiamiento voluntario durante ese prolongado período ha acostumbrado a los agentes económicos a los efectos de un default. Y también se ha estado y se está padeciendo sus efectos devastadores sobre la economía. Una tasa de desocupación cercana al 20 por ciento no es otra cosa que una de esas consecuencias espantosas. No habría que esperar, entonces, otras más sorpresas desagradables con el anunciado canje forzoso. No se tratará de una cesación de pagos como la de Rusia, que en agosto de 1998 dejó muy mal parados a bancos y fondos de inversión excesivamente expuestos en ese mercado, como en el resto de los emergentes. Con Argentina, se ha tenido un lapso extenso para prepararse. Y en los hechos lo han estado haciendo muchos que se desprendieron de títulos. La reestructuración “voluntaria”, como la presentó el Gobierno, que para el mercado será “compulsiva”, o sea técnicamente default, no provocará mucho más daño en la ya deteriorada economía. Pero lo cierto es que tampoco servirá para sacar a la economía de la ciénaga. Al menos, ahora se ha empezado a sincerar una parte de la crisis, mordiendo rentas extraordinarias del sistema financiero. De aquí en más faltará que ese sinceramiento de la economía sea completado.

 

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