Por Pablo Vignone
Boca tocó el timbre
y preguntó:
Señora, me tengo que ir. Antes de tomar la leche, ¿no
lo deja a Racing salir a jugar un rato?
La Señora AFA lo dejó salir. Pero Racing no tenía
ganas de jugar. Y tampoco supo cómo. Porque, la verdad, no acostumbra.
Porque le sabe mejor la enjundia que el placer. A diferencia de Boca,
que cuando quiere puede jugar y de lujo porque tiene alguna
reserva. Y entonces, entre uno que juega cuando quiere, y el otro que
aunque quiera no puede, se armó un partido que entusiasmó,
que entretuvo, que cumplió con las tremendas expectativas creadas
en torno. Lo ganó Boca y lo ganó muy bien, superando a Racing
en todos los rubros y, se supone, poniéndole una bisagra al campeonato.
Será lícito argumentar que la diferencia no fue sólo
Juan Román Riquelme sino lo que se generó en torno a él.
Por lo que se contagiaron sus compañeros, la mayoría en
un más que aceptable nivel para el trato de la pelota y la apertura
de los espacios, y por la tímida respuesta que produjo en el rival.
Si Reinaldo Merlo le había encontrado la vuelta a su equipo ubicando
a José Chatruc como generador, verlo al enganche dedicado en el
primer tiempo a seguirlo de cerca a Riquelme, como marcador miti y miti,
daba una pauta perfecta de las diferencias que se percibían en
el campo.
Boca perdió el control de la pelota apenas durante cinco de los
noventa minutos, allá entre los 15 y los 20 del primer tiempo.
Racing, como se presumía, lo respetó demasiado. Ni siquiera
cuando el local se puso en ventaja el puntero eligió arriesgarse
a perder el equilibrio. Resultó de una magistral habilitación
de Riquelme a Delgado, que ante la salida de Campagnuolo tocó con
inteligencia hacia adentro, por donde entraba el Mellizo Guillermo como
una locomotora para clavarla a media altura. Pero Merlo pretendía
que el 442 que montó ayer en la Bombonera no hiciera
agua, como para esperar el entretiempo y elaborar otra estrategia para,
a lo sumo, empatar: lo que siempre dejó en evidencia la lectura
del partido fue que Racing tampoco quería arriesgarse a más.
Por eso exacerbaba su sello característico, la lucha y la disputa,
para mantener maniatado el trámite.
Y mientras Racing calculaba febrilmente, sin resultado, Boca se dedicaba
a volar. Y gozaba. Tuvo esos últimos 20 minutos finales para el
aplauso, que hizo eclosión cuando Riquelme entró al área
con pelota dominada tras un corner, ensayó una finta ante Campagnuolo
y la pelota se perdió finita tras el segundo palo.
Merlo tardó un rato en decidirse a cambiar figuritas, mandando
a Maceratesi a la cancha para tener tres puntas y sacando a Chatruc, que
no había hecho nada ni creando ni tapando. Casi diez minutos. Todavía
estaban 01 abajo y Racing entiende de milagros. Sonaba como una
apuesta lícita.
Esa decena fue suficiente para que Riquelme y Cía. descifraran
la tibieza del rival. Al volante le bastaron otros diez minutos. Primero
con una combinación muy similar a la del primer gol, pivoteando
a Clemente Rodríguez, que el Mellizo se apresuró a definir,
perdiéndola por arriba del travesaño. Al ratito le puso
un tiro libre como con la mano en la cabeza de Delgado, que le ganó
a los lungos del fondo racinguista y la cambió de palo, desairando
a Campagnuolo.
En la hoguera del 20 se consumía el invicto del puntero.
Boca seguía ejerciendo con firmeza la batuta del partido y en el
cambio del fútbol por la fuerza salía ganando por robo.
Racing se quedaba con diez por la expulsión de Ubeda le pegó
sin pelota a Delgado cuando estaba amonestado y se veía venir
la noche. Vino el 30 con una hermosa jugada que nació en
un cambio de frente milimétrico del Diez, se corporizó en
una pared de Riquelme con el Mellizo y terminó en un sombrero de
Carreño sobre Campagnuolo que, al ratito, para evitar más,
hacía tiempo en un saque dearco... El penal de Barbosa a Estévez,
que vio Sánchez, fue meramente anecdótico.
Habrá que ver cómo se recupera Racing de una derrota que
le van a cobrar recién dentro de 24 días. Se sabía
que no era invencible, pero faltaba demostrarlo. Sin embargo, sigue siendo
el puntero. Y convendría no olvidarlo. Si River celebró
ayer el triunfo que le entregó su archirrival en bandeja de plata,
no debiera perder de vista que su asalto, si quiere llevarlo a cabo, recién
empieza ahora.
BOCA
FUE SUPERIOR LINEA POR LINEA
Que se agarre el Bayern Munich
Por Facundo Martínez
Boca hizo muy bien los deberes
ante el puntero del Apertura y demostró que puede ser protagonista
exclusivo, aun en un período considerado de ensayo, con un esquema
táctico alternativo; siempre que, por supuesto, Juan Román
Riquelme esté con las luces encendidas. No le costó al conjunto
de Carlos Bianchi trabajar el encuentro, dominarlo y controlarlo luego
con el marcador a favor, aunque mucho lo ayudó en esto la floja
producción de Racing. Línea por línea, Boca fue superior
y hasta le sobró, tanto que el entrenador se animó a sacar
faltando 20 minutos a varios de sus talentos para darles descanso y para
seguir probando hombres y posiciones en el campo. El equipo cumplió
con las expectativas previas: frenar el envión del máximo
candidato y tomar prestancia ante el compromiso frente al Bayern Munich,
por la Copa Intercontinental que se disputará el 27 de noviembre
en Tokio.
La línea de tres, con Mauricio Serna como líbero, volvió
a dar buenos frutos; encima esta vez no estuvo Rolando Schiavi y la actuación
de su reemplazante, el juvenil Joel Barbosa, fue más que meritoria;
cuando le tocó jugar de stopper así como cuando el técnico
rearmó la línea de cuatro y debió correrse al lateral
izquierdo, desde donde continuó aportando su marca y una interesante
claridad en la salida. Mientras que Nicolás Burdisso, prolijo y
seguro, se las arregló para neutralizar a Maximiliano Estévez
y a Diego Milito, respaldado por Serna, que anduvo bien en los cierres,
mostrándose cómodo y contundente en esa posición.
Detrás de estos tres, Oscar Córdoba no tuvo demasiado trabajo,
aunque por apresurarse tuvo una mala salida en el complementario, en una
jugada que no prosperó.
Bien y segura estuvo también la zona de volantes, con Gustavo Pinto
y Cristian Traverso en el medio, cortando y anticipando aunque con
algunas desprolijidades, y los juveniles José Calvo y Clemente
Rodríguez sobre los laterales; el primero más suelto en
la primera mitad y contenido en la segunda, y el otro, a la inversa, buscando
siempre sorprender a la defensa de Racing en sociedad con Riquelme, que
fue la figura excluyente del encuentro porque jugó el partido que
debía y no escatimó esfuerzos para pensar por el resto del
equipo, pergeñando las jugadas que fueron determinantes. No pudieron
con él ni Adrián Bastía ni José Chatruc; recostado
por momentos sobre los laterales, buscó con éxito abrir
el mediocampo rival, arrastrando a su marca.
En la ofensiva, Marcelo Delgado y Guillermo Barros Schelotto tuvieron
actuaciones con intervalos: en unas bien con la pelota, en otras egoístas
y erráticos, aunque en el balance cumplieron con creces, ya que
junto con Riquelme fueron protagonistas de los tres goles.
Boca supo lo
que quería
Exultante por el triunfo sobre Racing, Carlos Bianchi se mostró
conforme e ilusionado con la producción de su equipo. Esta
era una buena ocasión para cada uno de los jugadores, en
el sentido de decirme a mí que tienen que estar presentes
el 27 de noviembre contra Bayern Munich. Y no la dejaron pasar,
manifestó el entrenador, quien consideró que Boca
opacó a Racing y rescató del encuentro que Boca
fue mucho más que Racing, por situaciones de gol, mejor manejo
de la pelota y porque casi no le causaron problemas defensivos,
lo cual fue muy importante.
Con respecto al rival, el técnico agregó: Racing
no podía venir a la Bombonera en mejores condiciones, y más
después de ese espectacular triunfo contra Estudiantes. Pero
se encontró con un Boca que desde el primer instante supo
lo que quería y que demostró que quiere pelear hasta
la última fecha, aunque lograr el título, como se
nos dio el año pasado después de ganar la Copa Intercontinental,
será muy difícil.
Por último, Bianchi elogió la actuación de
Juan Román Riquelme, pero también la de los juveniles
Joel Barbosa y Gustavo Pinto, que cumplieron a la perfección
lo que les pidió. Boca fue mucho más que Racing
y el futuro de Boca sigue estando ahí, en los chicos. Allí
es donde hay que seguir perseverando, prosiguió el
técnico.
Guillermo Barros Schelotto sintió sensaciones encontradas
tras el partido: Siento una sensación rara porque perdió
Gustavo pero el fútbol es así. Boca jugó en
un nivel bárbaro y de esta manera crecerá la posibilidad
de ganar en Tokio, dijo.
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A RACING
LE HABIA SIDO UTIL EN LA PLATA
El 4-4-2 no le dio resultado
Por
Ariel Greco
Racing dejó
su invicto en la Bombonera, aunque todavía mantiene intactas sus
chances de conseguir el título. Consciente de que el de ayer era
uno de los partidos más difíciles que le quedaba, Racing
salió decidido a buscar el empate, pero se quedó con las
manos vacías. La idea de Merlo fue clara. Copió una parte
del esquema efectivo de La Plata e intentó desarrollarlo en la
Bombonera. Dejó de lado la línea de tres-cinco de los partidos
anteriores y apostó por dos de cuatro, con Maciel otra vez en el
medio junto a Bastía, y Viveros y Chatruc como salida por los costados.
Más allá de la idea táctica en la pizarra, el inconveniente
fue la puesta en escena. Las razones de semejante debacle son varias,
desde una actitud timorata hasta bajas producciones individuales, pasando
por la imposibilidad de detener a Riquelme.
Este fundamento es más que obvio: el rival llámese
Riquelme también juega. El conductor de Boca leyó
el partido y se tiró a la izquierda. Desde allí manejó
a su equipo y desordenó a Racing. Más allá de su
fervor, a Bastía le costó tomarle la vuelta y quedó
obligado a tirarse a ese sector, dejando un hueco por el centro. Como
con el volante central no alcanzaba, Chatruc también se retrasó
para tratar de contener, sin éxito, al estratega rival. La ecuación
sencilla indica que el supuesto conductor de Racing debió desdoblarse
para marcar a su colega boquense. Así, a los de Avellaneda les
costó generar juego, y los delanteros quedaron aislados.
Otra de las causas hay que buscarla en las actuaciones individuales. En
el equipo de Merlo es muy difícil rescatar ayer una figura. Si
bien contó con labores correctas, como las de Bedoya, Viveros o
Vitali, en general sus jugadores rindieron menos de como venían
haciéndolo. Milito y Estévez casi no participaron del juego,
aunque a su favor hay que tener en cuenta que fueron muy pocas veces habilitados.
Estévez generó varias infracciones pero abusó de
las caídas. En el fondo, a los dos centrales les costó demasiado
cerrar a los costados y quedaron muy expuestos ante la velocidad de los
delanteros rivales. Y Maciel, tal vez el termómetro del equipo
en lo que va del Apertura, padeció en la mitad de la cancha sin
poder afirmarse como el volante de contención que Racing necesitaba.
La cautela con salió a jugar el equipo de Merlo, con la clara premisa
de agruparse cerca de Campagnuolo para cuidar el cero e intentar salir
de contragolpe con la velocidad de Estévez y Milito, no es novedad.
El planteo fue similar al que exhibió en el arranque en La Plata,
casi con los mismos resultados. La gran diferencia es que a Boca le sobró
el oficio para manejar el partido que le faltó a Estudiantes en
aquella ocasión. Cuando Racing arriesgó en busca del empate
con tres delanteros y un jugador menos por la expulsión de Ubeda,
Boca aprovechó el desorden para liquidar el encuentro. Lo único
positivo para Racing es que, por el trámite, zafó de la
goleada.
Riquelme, el
mejor del mundo
De la misma manera que intenta mantener la cautela en las victorias,
Reinaldo Merlo minimizó las consecuencias de la caída.
No hay que hacer ningún drama porque nos ganó
un buen equipo, aseguró Merlo, que elogió de
una manera muy particular a Juan Román Riquelme. Sigo
pensando que es el mejor del mundo. Si querés anularlo, tenés
que entrar con un revólver. Tratamos de tomarlo en zona,
pero él es un gran jugador que desequilibra. Contra los grandes
que desequilibran, a veces no se puede, analizó el
entrenador racinguista.
En cuanto a las causas de la derrota, el técnico admitió
que se cometieron equivocaciones. Nos superaron en todo el
partido, pero no voy a entrar en los detalles. Los errores de mi
equipo los hablo con mis jugadores. Si tengo que hacer una autocrítica,
será en el hotel con ellos, remarcó Merlo, que
no cuestionó la actuación del árbitro Angel
Sánchez, algo que hicieron algunos de sus jugadores. Boca
nos ganó muy bien, acá no hay excusas posibles,
dijo el entrenador.
En cambio, Maximiliano Estévez acusó a Sánchez
de dirigir con mala leche en algunas jugadas del partido.
Estévez se quejó de la tarea del árbitro, que
según su criterio dirigió a favor de Boca. Y
después dicen que a nosotros nos ayudan. Por favor. Si Sánchez
cobró siempre para Boca. Así no se puede jugar,
señaló el jugador.
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