Por Rosana Torres
Desde Madrid
Jamás había
soñado con cantar, y aún menos con tener éxito. Sí
es cierto que había soñado con escribir, pero lo que nunca
me había imaginado es que el menos académico de los académicos
poetas, Angel González, me presentara. Así se expresó
el martes Joaquín Sabina en la Casa de América, en Madrid,
en un acto en el que los poetas Luis García Montero y Angel González
apadrinaron al cantante como sonetista en la presentación de su
libro Ciento volando (de catorce). El encuentro sirvió para, de
algún modo, saldar la deuda que el artista dejó en Barcelona
en julio, cuando canceló dos veces su solo de palabras en el Festival
Grec, ambas veces a último momento. Ahora, el nuevo Sabina
alejado de las drogas y el alcohol tras su incidente vascular
se prepara también para un nuevo disco al que anuncia sin pudores
como undrugged.
Sabina reúne en Ciento volando cien sonetos, muchos de ellos dedicados
o inspirados en personajes como los cineastas Luis García Berlanga,
José Luis García Sánchez, el guionista Rafael Azcona,
el torero José Tomás, los cantantes Pablo Milanés
y Javier Krahe, el actor Santiago Segura y el escritor Antonio Muñoz
Molina, entre otros. Entre los asistentes a la presentación se
encontraban Ana Belén, Miguel Ríos, Santiago Segura, Pablo
Carbonell, José Manuel Caballero Bonald, Luis Pastor y Gonzalo
Torrente Maldivo: todos ellos escucharon las hermosas palabras que Luis
García Montero y Angel González dedicaron al nuevo poeta,
aunque no tan nuevo al entender de ambos, y sobre todo de
García Montero, que afirmó conocer las veleidades literarias
de Sabina. Angel González, que dijo estar de más porque
sustituía a Benjamín Prado, afirmó que no convenía
confundir al Sabina cantante con el Sabina poeta: Quizá no
sea oportuno ni siquiera relacionarlos; hay parentescos, pero son dos
creadores distintos que no se deben nada el uno al otro, y además
el cantante ha perjudicado al poeta que hoy leemos.
González, que se mostró convencido de que si al joven Sabina
no se le hubiera cruzado una guitarra siendo joven tendría hoy
una bibliografía aún más extensa que su discografía,
señaló que gracias a Ciento volando el público puede
darse cuenta de que es un poeta de verdad: Pone los acentos en el
lugar que se debe exigir que estén, y no podemos olvidar que escribir
un buen soneto es difícil, pero escribir cien es una temeridad,
y aún es más asombroso porque hay muchos buenos, y algunos
excepcionales. González recordó que el libro de Sabina
está salpicado de numerosas alusiones a Shakespeare, Cernuda y
otros muchos poetas. Estamos ante un poeta verdadero y duradero,
dijo el académico, que encontró los mejores sonetos en aquellos
que se mueven en el mundo satírico: Me han interesado mucho
todos los que abordó con la materia corrosiva del sarcasmo.
García Montero recordó anécdotas de juventud vividas
por ambos y cómo pasaban largas horas hablando de poesía,
y especialmente de Angel González. El libro no es una casualidad;
de hecho es una obra que nos recuerda mucho la teoría de Gil de
Biedma acerca de que la poesía es el verbo hecho tango, ya que
cuando los poetas quisimos quitar el olor a cerrado en nuestra obra, terminamos
recurriendo a la canción. La poesía de Sabina
es el mundo de la ciudad, la soledad, el vitalismo; una poesía
que mira de manera penetrante y que sabe condensar en una sola rima todo
un mundo y un pulso poético. Sabina, realmente impactado
por todo lo que acababa de oír, sólo dijo que en realidad
él era quien tendría que haber presentado a esos dos grandes
poetas: Debo estar muy grave para que hablen así de mí,
expresó antes de dar lectura a una decena de sus poemas.
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