Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
KIOSCO12


El variété llega al Colón, en un programa del siglo XX

Kagel y Milhaud suben a
escena el próximo viernes 9,
con dirección musical de
Gerardo Gandini y puestas de Theocharidis y Amitín.

Gerardo Gandini será el
director musical del espectáculo.
David Amitín (izquierda) hizo la régie de “El pobre marinero”.

Por Diego Fischerman

Mauricio Kagel suele decir que es una especie de extranjero en todas partes. Radicado en Alemania desde los ‘60 y considerado por Europa como uno de los principales compositores alemanes surgidos a partir de la segunda mitad del siglo XX, este argentino cuenta, además, con el extraño privilegio de que su país natal es uno de los que menos ha escuchado su música. “El vino hace unos años para hacer un concierto en el Goethe, yo estrené allí sus Marchas para festejar la derrota (o algo así) e hice este año, con la Filarmónica, sus Variaciones sobre Brahms sobre Händel”, cuenta Gerardo Gandini, quien dirigirá en el Colón, la semana próxima, un programa doble en el que estará incluido Variété de Kagel y la ópera breve El pobre marinero de Darius Milhaud, sobre texto de Jean Cocteau.
El dato habla por sí sólo: es la primera vez que se hace una obra escénica de Kagel en el Colón. “Hubo una especie de confluencia de ideas. Por un lado, David Amitín ofreció, en principio para el Centro Experimental, hacer la obra de Milhaud. De esta composición, que tiene una música sencilla, liviana, casi intrascendente, lo que le interesaba era precisamente la tensión con un texto casi folletinesco. El argumento es el mismo que después toma Albert Camus para El malentendido: una mujer mata a su marido creyéndolo otro pero, en realidad, nunca se sabe si se trató realmente de un error o de un crimen intencional, ya que la mujer está enamorada del amigo de su esposo. Cuando hablé con Sergio Renán (director artístico del teatro), él propuso hacerla en la sala grande junto con Variété de Kagel, reeditando el Abono Siglo XX que él había creado en su gestión anterior al frente del Colón. El abono finalmente debió suspenderse por la muerte de Vittorio Sicuri, director del Coro Estable, que estaba preparando la obra que iba a ir en el segundo concierto del ciclo, Il Canto Sospeso de Luigi Nono. Pero lo curioso es que ahora, escuchando El pobre marinero, que es de 1926, y Variété, que fue compuesta cincuenta años después, una al lado de la otra, hay en ellas mucho más en común que lo que podría suponerse. De hecho la música de Milhaud es una especie de varieté.”
Con funciones el próximo viernes 9 a las 20.30 y el domingo 11 a las 17, en la primera parte del espectáculo al que el Colón bautizó ahora como Siglo XXI se verá El pobre marinero, protagonizado por Graciela Oddone, Carlos Bengolea, Gustavo Gibert y Juan Barrile, con puesta de Amitín, vestuario de María Julia Bertotto e iluminación de Félix Monti y Alfredo Morelli. En la segunda parte, alrededor de setenta artistas entre los que cuenta el campeón mundial de magia Adrián Guerra, patinadores artísticos premiados en la olimpíada de la especialidad en Japón, bailarinas exóticas, la solista del Ballet Estable Lourdes Arteaga, niñas gimnastas, acróbatas, hipnotizadoras, bailarines de break dance y los actores Martín Pavlovsky, Andrea Bonelli e Ignacio Gadano, luchan por el espacio del escenario, en el marco de una suerte de invasión del Colón por géneros menores. Con régie de Diana Theocharidis, que el año pasado puso Sul cominciare, sul finire en el Centro Experimental del teatro, escenografía de Emilio Basaldúa, iluminación de José Luis Fiorruccio y vestuario de Luciana Gutman, esta obra fue escrita por Kagel con la única consigna de que lo que sucediera en escena estuviera en manos de artistas de variedades.
“Lo que une a las dos obras –explica Gandini– es la ausencia total de explicitación de dramatismo. En El pobre marinero es dramático lo que se dice pero no las acciones y, mucho menos, la música. En Variété ya el título delata una intención de liviandad aunque, en realidad, eso después no se cumple demasiado. Algunos de los números de la música de Kagel pueden asociarse con el cabaret o con el circo, pero otros no absolutamente melancólicos, por ejemplo el final. La orquesta de Milhaud es un grupo de cámara convencional, conformado por maderas, tres metales y un quinteto de cuerdas. En cambio la de Kagel es sumamente original, con un acordeón, órgano, una percusión amplísima, un cello y dos instrumentosque están tratados con un cierto criterio jazzístico: el clarinete –que también toca clarinete bajo y saxo alto– y la trompeta. Estos dos instrumentos funcionan casi siempre juntos, como si fueran el brass de una big-band. Kagel trabaja con materiales residuales, usa acordes perfectos, como si fueran elementos que quedaron de otras obras, pero los usa de una manera absolutamente nueva y propia ¿A qué se parece Variété de Kagel? A nada.”

 

PRINCIPAL