Por José
Natanson
Un cierto aire de batalla invadió
ayer al Gobierno, cuyos funcionarios vivieron la primera jornada postanuncios
en un clima épico, inédito desde los lejanos comienzos de
la gestión. Es la primera vez en mucho tiempo que un gobierno
se mete en serio con los sectores financieros, se entusiasmaba un
ministro. Según la alentadora visión de la Rosada, el panorama
se completaría con el apoyo del G-7 y de algunos sectores políticos
y empresarios, más dos movidas que dicen estarían
por llegar: una señal favorable del Fondo y el acuerdo con los
gobernadores. Eso ayudaría a torcerles el brazo a los mercados,
aseguraba un funcionario que ayer paseó junto a Fernando de la
Rúa por los soleados jardines de Olivos. ¿Y si no?, le preguntó
Página/12. Van a ceder, cuando planificó todo esto,
Cavallo sabía lo que se venía, agregaba, con más
optimismo que certezas.
Tantos días de espera parece que dieron resultado, al menos según
la perspectiva que predominaba en el Ejecutivo. Cuando esto se comprenda
bien, las medidas van a dar resultados positivos, aseguró
el Presidente. Se inicia una nueva etapa, exageró su
hermano Jorge. Tenemos un combate contra los especuladores. Van
a perder la guerra. Esta es nuestra batalla contra los que creen que se
puede manejar la moneda de un país y con eso hacer pingües
ganancias, desafió el secretario General Nicolás Gallo.
Más concreto, un ministro aseguró que la tormenta financiera
se disipará cuando el Gobierno pueda mostrar un marco mínimo
de consenso, que tiene cuatro ejes:
u El apoyo del Grupo de los Siete, que ayer expresó su respaldo
al plan a través del comunicado.
u El de algunos sectores empresarios, como la UIA, y de importantes dirigentes
políticos, entre ellos Raúl Alfonsín y Eduardo Duhalde.
u Una señal concreta de los organismos de crédito. Aunque
hasta ahora no hubo muchos gestos a favor (más bien todo lo contrario),
en el Gobierno están convencidos de que finalmente conseguirán
el respaldo. Confiaban en que De la Rúa podrá desplegar
toda su seducción para convencer a George W. Bush con quien
se entrevistará el domingo a las 11 en el Waldorf Astoria de Nueva
York para convencerlo de que los Estados Unidos hagan valer su peso
en los organismos internacionales.
u El acuerdo con los gobernadores. Ayer, De la Rúa pasó
casi todo el día en Olivos (los jardines son preciosos los días
de sol) y delegó en Colombo la ardua tarea de conversar con los
jefes provinciales.
Hasta ahora, el Gobierno no tiene certezas sobre el apoyo del Fondo o
el pacto con los gobernadores, por lo que el panorama optimista queda
en el plano de los deseos. Poco, si se tiene en cuenta que el riesgo país
superó los 2500 puntos, la Bolsa cayó y se registró
una significativa fuga de depósitos.
Un importante funcionario aseguraba ayer que el malhumor fue acentuado
por la desprolija puesta en escena que hizo el jueves el Gobierno. No
sólo porque un retraso de último momento dejó a la
platea esperando en el Banco Nación. También por una insólita
decisión de Cavallo: en lugar de dar precisiones técnicas
sobre el paquete, el ministro de Economía repasó el contenido
general y mandó a todo el mundo a leer el Boletín Oficial.
Los empresarios, economistas y banqueros se fueron bastante confundidos,
sobre todo porque la copia de los decretos con los detalles de las medidas
llegaron pasadas las once, cuando la mayoría se había retirado
del auditorio del Banco Nación.
La anécdota ilustra el clima de improvisación que vivió
el Gobierno en los últimos días. Ayer, por primera vez,
los hombres de la Rosada se mostraban optimistas por el futuro inmediato,
confiados en que la ofensiva de los mercados se apaciguará en poco
tiempo. ¿Y qué pasa si no se consigue el apoyo del Fondo
o el acuerdo con los gobernadores, o si esto no alcanza para evitar la
tormenta financiera?, preguntó este diario a losministros y funcionarios.
En todos los casos, la respuesta era la misma: Cavallo, que planificó
el plan casi en soledad, acompañado sólo por un par de asesores
y sin consultar ni siquiera a De la Rúa, previó que esta
sería justamente la reacción de los mercados. O, como resumió
más brutalmente un secretario de Estado cercano al Presidente:
Cavallo sabrá.
Un chequeo de rutina
Cuando le practicaron una angioplastia, el Gobierno montó
un cuidadoso operativo con el objetivo de no propagar la alarma.
Lo llevaron en secreto a la clínica, lo operaron y recién
difundieron la noticia cuando estaba fuera de peligro. El operativo
dio resultado, hasta que después apareció el ministro
de Salud, Héctor Lombardo, e informó que Fernando
de la Rúa era arterioesclerótico. Ayer, el Presidente
se sometió a un chequeo. Estoy muy bien. Todo bien,
normal, por suerte, dijo cuando salía del Instituto
Cardiovascular Buenos Aires. No presenta ninguna alteración,
informaron en la clínica. Esta vez, por las dudas, el encargado
de aclarar el asunto no fue Lombardo sino su médico personal,
Cristian López Saubidet.
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TIRONEOS
POR LOS FONDOS SOCIALES
Dumón no se entrega
Por
J. N.
Lejos de aclararse,
los tironeos por fondos y partidas continúan. Ayer, cerca del ministro
José Dumón aseguraban que los planes Trabajar seguirán
en vigencia. La afirmación contradice las declaraciones de la titular
de Seguridad Social, Patricia Bullrich, quien había asegurado que
desaparecerán porque los recursos irán al nuevo programa
social lanzado por el Gobierno.
El jueves, después de que se confirmara que el nuevo esquema asistencial
de la Rosada la tendrá como protagonista exclusiva, Bullrich anunció
que los fondos de los planes de empleo transitorio se transferirán
al Sistema de Asistencia Integral de la Familia. Antes, ella, Dumón
y el resto de los funcionarios involucrados se habían reunido para
discutir el tema. Ayer, cerca de Dumón y del secretario de Empleo
y Pymes, Enrique Martínez, sostenían que los programas continuarán
dependiendo del organismo, aunque se convertirán en proyectos productivos.
Según explicaron, una parte tiene una afectación específica
a través de financiación del Banco Mundial y, por lo tanto,
es intransferible. Lo de Bullrich es el vértigo de la acumulación
de recursos, pero nosotros tenemos el aval del Presidente, aseguraron.
El problema es que el decreto a través del cual se crea el megaplan
social no especifica qué partidas lo nutrirán, y sólo
dice que será el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, el encargado
de reasignarlas. Ayer, cerca de Colombo explicaban que salvo aquellos
con afectaciones específicas la mayor parte de los recursos
pasarán a depender de Bullrich. Todavía no sabemos
cuánto se le quitará a cada ministerio, pero sí que
la decisión estratégica es que la mayor parte de los fondos
confluyan en el plan social maestro, explicaban.
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