Por Claudio Scaletta
El nuevo paquete de Domingo
Cavallo probablemente no repercutirá de manera espectacular en
la actividad económica. Pero su principal logro ya es evidente:
amplió la base de sustentación política y empresaria
del gobierno de Fernando de la Rúa. Sectores antes excluidos de
la discusión, como el Grupo Productivo, se sienten ahora interlocutores
de la nueva política. Los mecanismos de cancelación de pasivos
fiscales y financieros fueron el precio de la unidad. Otros díscolos
que sumaron su apoyo, como Alfonsín, Duhalde y Daer, recurrieron
a un argumento más lábil: el Gobierno se dio cuenta de que
tenían razón y decidió restructurar el
pago de la deuda pública. Con solo esto habría cambiado
el rumbo económico. En la superficie, con el presidente de
la Unión Industrial (UIA), José Ignacio de Mendiguren, como
mascarón de proa, continuaron los escarceos con el sector financiero,
acusado hasta de intentar un golpe de mercado.
Cuando el modelo comenzaba a desplazarse por la cornisa, los
principales sectores empresarios parecen haber decidido no ir a un conflicto
final entre ellos. Domingo Cavallo dio el golpe de timón para evitarlo.
Hasta los más díscolos manifestaron su apoyo a las nuevas
medidas del gobierno de Fernando de la Rúa. Personajes disímiles,
pero que en los últimos tiempos habían unificado su discurso
contra el modelo, Eduardo Duhalde, Raúl Alfonsín
y Rodolfo Daer, se mostraron satisfechos con la reprogramación
de la deuda. El ex presidente llegó a interpretar las medidas como
el cambio de rumbo económico y social que reclamó
la sociedad en las elecciones.
Mientras desde el sector financiero se lamen las heridas para recomponerse
frente al nuevo escenario contrariados por el carácter compulsivo
de las medidas, pero sabiendo que al final del camino sus balances no
se verán afectados, el titular de la UIA convocó abiertamente
al apoyo de las medidas gubernamentales. El argumento: evitar el golpe
de mercado de los banqueros. Con tono épico De Mendiguren sostuvo
que hablamos con los trabajadores en el día de ayer, para
evitar un golpe de mercado que se estaba intentando.Nadie
puede creer que esto iba a ser pacífico porque hay 4 mil millones
en danza y hay sectores que llamamos los ganadores de los últimos
9 años en la Argentina que van a dejar de percibir eso, completó.
No es la primera vez que, a su manera, el dirigente se muestra en sintonía
con las decisiones del titular del Palacio de Hacienda. Ya lo había
hecho, por ejemplo, en las arremetidas de Cavallo contra el Mercosur,
cuando la entidad fabril decidió acompañar al mediterráneo
reclamando la suspensión de la Unión Aduanera regional.
Lo cierto es que la reestructuración de la deuda pública
permitiría el ahorro de 4000 millones de pesos que servirán
para evitar el sobreajuste que demandaría el mantenimiento del
déficit cero. Economía ya había mandado un presupuesto
en el que figuraba un ahorro de 2700 millones por efecto del canje
de deuda. Sin embargo, esto no evitará que se mantenga el
recorte ya realizado del 13 por ciento, ni el ajuste a las provincias.
Por otra parte, la rebaja de aportes previsionales del 11 al 5 por ciento
no afectará sólo a los fondos de las AFJP a las que
el Ministerio de Economía considera sobrecapitalizadas, al igual
que a sus aportantes sino también al sistema de reparto,
que contará por ello con 500 millones menos. En todo caso, según
señaló el economista de la CTA Martín Hourest a este
diario, se estaría frente a una estrategia de sostenimiento
temporal de la crisis. Los problemas de la economía argentina
permanecen intactos. Continúa representando el 20 por ciento
de la deuda de los países emergentes, sigue dependiendo del endeudamiento
externo para crecer y los ricos se niegan a sostener el Estado,
concluyó Hourest.
PARA
TERRAGNO, EL GIRO QUIZAS HAYA LLEGADO TARDE
Le gusta, pero no le alcanza
Por C. S.
Rodolfo Terragno fue el primer
integrante de la Alianza en decir que la deuda pública debía
restructurarse. En diálogo con Página/12 se mostró
satisfecho con que el Gobierno reconociera finalmente el problema. Sin
embargo, consideró también que la actual reprogramación
no alcanza.
¿El sector de la Alianza que usted representa cambió
de idea luego de las medidas de Cavallo?
No, no fuimos nosotros, fue el Gobierno, que cuando le decíamos
hace tiempo que tenía que reestructurar la deuda insistía
en que no se podía, en que reestructurar era una mala palabra.
Ahora, por fin, reconocen que el problema es la deuda.
¿Esto le permitió al Gobierno ampliar su base de sustentación?
Es obvio que si el gobierno reconocía que el problema central
era la deuda iba a ampliar su sustentación social y económica.
El problema es que puede haber llegado demasiado tarde.
¿Quiere decir que esta reestructuración no alcanza?
En principio aparece muy módica. Con el ruido que esto provoca
tendría que haberse apuntado a una renegociación mayor.
Nosotros ya pagamos varios costos. Primero nos quedamos sin crédito,
que es lo que pasa cuando se entra en default. Segundo, hoy tenemos el
riesgo país en 2500. Rusia que entró en default hace 3 años
lo tiene en 920. Además la reacción de los mercados financieros
locales e internacionales tras los anuncios fue negativa. Subió
el riesgo, la prensa del exterior dice que esto es una confesión
de que no podemos pagar. Entonces, si íbamos a hacer este lío,
hubiésemos ido por más. 4000 millones en la consolidada
me parece bastante módico como resultado.
¿Qué opinión le merece garantizar los nuevos
bonos con recaudación?
Tiene dos problemas. El primero es que tiene que pasar por el Congreso.
No lo puede decidir el Ejecutivo ni siquiera con los superpoderes. También
se puede decir que esa garantía ya existe, porque esa es la ley
de déficit cero; primero cobran el 100 por cien los acreedores.
El segundo es que no parece ser una garantía suficiente, porque
se trata de una garantía sobre una recaudación que claramente
decrece. Es lógico que un acreedor pueda preferir entonces la garantía
de un tercero, por ejemplo un organismo multilateral.
¿Cómo cree que reaccionará el sector financiero?
En realidad, al sector financiero esto le conviene. La gente pregunta
por qué alguien va a cambiar 15 por ciento por 7 por ciento. La
respuesta es sencilla: porque 15 por ciento es ficticio y 7 es seguro.
Eso lo saben las bancas de inversión y lo saben los banqueros que
pasaron a incobrables parte de la deuda. No hay que sentarse a esperar
que vengan a cambiarnos los bonos, sino sentarse a negociar con quienes
son poseedores de parte importante de nuestra deuda.
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